El Fogón del Momo : comida casera en barrio Italia

Buscando un lugar interesante para almorzar bastante tarde en estos calurosos días de fin de año, me encontré en calle Condell con este boliche. No me entusiasmó de primeras pero la curiosidad me ganó.

Ingresé por un largo pasillo investigando de qué se trataba y de pronto aparece un señor que claramente era el dueño o administrador del lugar y me invitó a pasar. Nobleza obliga y pasé al comedor.

Extremadamente sencillo, pero agradable ambiente. Partí con una gaseosa helada para matar el insoportable calor, al mismo tiempo que me enteraba que servían un menú diario de comida casera. Tras escuchar la oferta, decidí que era un buen momento para regresar a esos sabores más tradicionales y que me recuerdan mi niñez.

Partí con una ensalada mixta con hojas verdes (lechuga, repollo), jamón y papas mayo, con un cuarto de limón para aliñar. Luego, un platón de porotos granados con mazamorra y ese toque casero de «la color» (grasa derretida o aceite con ají color o polvo de pimiento rojo), algo absolutamente reminiscente. Estaba extraordinario y a pesar del gran volumen, no dejé absolutamente nada.

Para el postre, una pequeña fuente con fruta picada, que venía de maravillas a este casero almuerzo. Realmente me hizo sonreír de placer.

 

99 : arrogante pero bueno

Hace tiempo que venía escuchando comentarios acerca del restaurante 99, ubicado en la calle Andrés de Fuenzalida mismo número y no había tenido ocasión de visitarlo por lo restringido de sus horarios. Abren solo al almuerzo y a la cena por un par de horas. De hecho, incluso el sitio web 99restaurante.com solo existe para reservar, lo cual pone de manifiesto su estilo.

Prometen una propuesta gastronómica de autor diferente cada día, que puede traducirse en que cada día la creatividad del equipo de cocina produce algo distinto y que los comensales asisten un poco a ser sorprendidos. Ciertamente, crear platos lo considero maravilloso aunque al mismo tiempo arriesgado, ya que no hay paladar para todo. No obstante ello, fui gustoso a la prueba.

Ubicado en la terraza (imposible encerrarse en estos días de canícula desatada) y la chica me sirvió una copa de agua, mientras elegía mi entrada. Puso en la mesa unos cortes de pan y mantequilla negra con sal marina, buen acierto!. Partí entonces con un carpaccio de res con queso de mani, palta y rúcula que constituyó un buen comienzo, especialmente porque acompañé con una copa de reserva carignan Villalobos, un vino adorable. Para el fondo, seleccioné un puré de porotos pallares con verduras asadas (coliflor, champiñones), unos cortes de los mismos porotos y una porción de papas rústicas fritas. Acompañé con una copa de ensamblaje de cabernet sauvignon con syrah (de una viña boutique que no conocía y cuyo nombre no retuve). Muy rico, solo habría dejado fuera la coliflor.

Para el postre, algo inesperadamente simple, un helado de plátano con manjar suave de leche y crocante, seguido de mi habitual café expreso.

Honestamente prometía más por lo que se habla, no me logró fascinar y como me trae reminiscencias del Boragó, debo confesar que no queda primero en mi lista, pero sin duda en muy buena posición.

Mossto Restobar : gran cultura cervecera

Aunque ya había estado antes en este lugar con el equipo de bancoideas, este día solo buscaba un lugar con terraza en Barrio Italia para almorzar y no encontraba nada que no estuviera lleno. Caminando un rato bajo el abrasador sol, reconocí el Mossto brew food, un sitio con deliciosas cervezas y comida ad hoc.

Este restobar tiene su propia cultura, gastronomía y cerveza, es decir, comida hecha a propósito de acompañar una buena cerveza. De hecho, en pizarra pueden verse ofertas de schops de múltiples sabores para todos los gustos a lo que suma una extensa carta con una una variedad sorprendente de cervezas de todos los orígenes.

Como corresponde, partí por elegir la cerveza y la ganadora fue una Porter Eviltwin Lil’B de 11,5° bien helada y que llamó a mi plato de acompañamiento, un Mossto pale azul ale. Tras un rato de fresca espera (con mi cerveza), llegó un sandwich de fricandela (250 grs.) cubierta de queso azul, rúcula, tocino, cebollas caramelizadas más una sutil y deliciosa mayonesa mossto pale ale. Exquisita combinación!!.

Para el cierre de esta visita, pedí una degustación de cervezas para comparar sabores negros : Black Ipa y Stout. La primera, a no dudar, será mi elección la próxima vez que venga por aquí.

Escapada a Buenos Aires : un año después

Aprovechar uno de los pocos días feriados de este año, complementando con unos días antes y después, fue la fórmula que nos permitió ir a disfrutar de Buenos Aires una vez más.

Llegamos a Ezeiza según itinerario y abordamos un taxi con destino al hotel. El taxista de mediana edad no tardó en detectar que eramos chilenos y como en pocos días más era el duelo de Copa América con Argentina, la conversación estuvo plagada de su absoluta certeza que iban a ganar la Copa. Por que era una espina clavada en el alma argentina el llevar tantos años sin ganar una Copa y que había sido mala suerte solamente haber perdido por penales ante Chile el año anterior. Fue divertido, pues hicimos una apuesta que consistió en que si ganaba Argentina le pagábamos un sobreprecio cuando saliéramos de regreso al aeropuerto o bien él nos haría un importante descuento en caso que Chile se coronara campeón. Nos dio sus datos y quedamos de llamarle el día de la vuelta a nuestro país.

Dejamos nuestro equipaje en el hotel y salimos rápidamente a buscar entradas para el teatro. Pasamos por el puesto de tickets con rebajas para esa noche frente al Obelisco y encontramos entradas con 50% de descuento para el Multiteatro con la obra Le Prenom. La obra partía en poco rato más así es que fuimos raudamente hacia el Paseo La Plaza para asegurar comprar entradas para los siguientes días.

Le Prenom (el nombre) es una sorprendente comedia francesa, de exquisito humor y agudeza para tratar la mezquindad del ser humano, la desidia, la hipocresía, los prejuicios, la envidia, todo ello en un contexto de amistad. La puesta en escena es notable pues todo ocurre durante una noche en el living de un matrimonio burgués y hasta donde llega el hermano de la mujer y posteriormente su pareja embarazada. El gatillo de todo lo que siguió es la broma acerca de cual era el nombre que había elegido para su bebé. La verdad es que hacía mucho tiempo que no me reía tanto disfrutando cada momento de la batalla dialéctica desatada.

Salimos del teatro relajados y hambrientos y por cierto nada mejor que ir a Banchero, la “verdadera pizza” como rezan los títulos de esta pizzería repleta de argentinos. Una mixta con jamón y otra de morrones aplacaron el hambre mientras repasábamos los diálogos más hilarantes de la obra.

Nuevo día, compramos una tarjeta para el transporte público y nos fuimos a la estación Bartolomé Mitre para abordar un tren hacia la zona del Delta de Tigre. Es un enorme territorio inundado por miles de brazos del Río de la Plata que es un paraíso de botes y lanchas. Mucha gente practicando remo y clubes de remo, lo que parece ser el deporte por excelencia. Caminamos por la ciudad admirando la hermosa arquitectura de sus casonas muy cerca de los arroyos, visitamos el Museo Naval que resultó ser bastante interesante y más allá encontramos un impresionante palacio en donde funciona el Museo del Arte Tigre. De regreso, pasamos a almorzar al restaurante María del Lujan, con una hermosa vista al arroyo. Aprovechamos de probar esos peces endémicos de este río, el Surubi con calabaza y el Dorado grillado con unas verduras. Maravillas antecedidas por una provoletta deliciosa y el tremendo Malbec Alamos.

Regresamos en el tren y aproveché de repasar la gran cantidad de graffitis en las murallas que flanquean las vías férreas. Nos sorprendimos lo barato que resulta el transporte público en Buenos Aires y que aloja a una gran cantidad de músicos que acompañan muy bien el viaje.

Ya entrada la noche salimos desde nuestro hotel, adonde fuimos a descansar un rato, rumbo al Paseo La Plaza a ver Yo soy mi propia mujer con el extraordinario Julio Chávez. Una historia basada en un personaje real, un travesti berlinés oriental coleccionista y sobreviviente tanto del régimen nazi como del posterior comunista. Julio Chávez no solo representa a este personaje sino que a quien lo descubrió

y se inspiró para escribir esta notable obra. Salimos rumbo al Chiquilin, un restaurante que nos llamaba para hacerse cargo de la cena. Espumante, seguido de milanesas (de esas que hacen famoso a Buenos Aires), puré de papas y panache de verduras como acompañamientos. También un imprescindible Malbec Trapiche y esos cafés negros para el cierre. Una jornada muy entretenida!!.

El nuevo día lo dedicamos a caminar por diversas avenidas de la ciudad, las que a pesar del frío estaban repletas de gente y actividad. Visitamos el hermoso Teatro Colón con su inmensa colección de arte y luego seguimos hacia el Malba en donde nos esperaba una exposición muy freak de Yoko Ono. Quedamos convencidos que de no ser por su fama, no habría habido tanta gente haciendo como que entendía la muestra. Como este día no tendría teatro, aguantamos el hambre y mantuvimos el objetivo de llegar al restaurante La Cabaña en Puerto Madero, en donde esperábamos encontrar nuestro plato favorito, pamplona de res. Nos sorprendimos de constatar que ya no ofrecían este plato……, pero, como ya era mucho el hambre acumulada, decidimos quedarnos igual. Partimos con una provoletta La Cabaña, gaseosa y kir royale, lo que continuó con una entraña con papas plomo y un baby beef con un salteado mixto de verduras. La botella de malbec fue Animal, un sabor salvaje. En esta ocasión avanzamos hacia los postres con un panqueque de manzana y un rico mousse de chocolate, para cerrar con un té Inti Zen y mi acostumbrado café negro.

Esta noche lluviosa era el esperado duelo entre Chile y Argentina. Aprovechando nuestra buena suerte, conseguimos entradas para una obra que en viajes anteriores no logramos ver. Se trataba de Toc Toc, una de las comedias más hilarantes que ya lleva seis temporadas de éxito. Definitivamente es la obra con la que más reí en este viaje, no solo por su propio mérito, sino porque es imposible no ver tus propias obsesiones compulsivas. Al regreso, vimos piquetes de hinchas cerca del obelisco haciendo barra y por primera vez, un gran despliegue de policía antimotines. Nos pareció prudente volver al hotel y nos instalamos en el bar, lleno de argentinos que miraban el partido en las pantallas. Cada jugada amenazante era suspirada por los locales, mientras nosotros disfrutábamos un piqueo y tragos. Cuando termina el partido y llegaba la hora de los penales, decidimos subir al cuarto, ya que sospechábamos que no seríamos tan bienvenidos en caso de ganar. Pues bien, Chile ganó nuevamente y la tristeza inundó las caras de muchos argentinos. Cayó un gran silencio sobre Buenos Aires.

Llegó el nuevo día, el cual dedicaríamos a revisar libros y conocer algún barrio entretenido. Partimos yendo a desayunar a la cafetería de la maravillosa librería Ateneo Grand Splendid. Tras recorrer los distintos pisos olfateando algunos buenos libros, salimos con dos interesantes títulos, Walden o el debe de la desobediencia civil y un texto de marketing llamado Small Data (lo que la Big Data no ve) además de algún regalo. Pasamos a una disquería a buscar buena música, con lo que incrementé mi colección de tango electrónico y seguidamente abordamos un bus para visitar el Soho. Recorrimos varias cuadras visitando alguna tiendas alternativas y de arte, además de cazar varios hermosos graffitis. Finalmente, encontramos un restaurante que nos llamó la atención. Se trataba de Salvador, con una propuesta diferente. Mantuvimos la frente en alto cuando pedimos, una vez más, milanesa (demasiado rica) pero innovamos en los acompañamientos con una sorprendente y variopinta ensalada. Por cierto, no dejamos de probar un malbec Saint Felicien y buen café.

Más tarde, regresamos al Paseo La Plaza pues nos tocaba la obra Somos Child Free, con Gabriel Goity (El método Grönholm) y elenco. Es la historia de una pareja que decide no tener hijos, pero para el cumpleaños 50 este pacto se rompería. Una comedia singular, que trata de las elecciones, aciertos y desaciertos con los cuales se configura la historia de muchas parejas. Como era esperable, salimos en busca de un sitio para cenar, pues a pesar de estar pasada la medianoche, hay mucha oferta. Anclamos en Pepito, para compartir una inmensa milanesa con puré de papas, un malbec Alamos y el café habitual.

La última noche de un intenso disfrute de esta ciudad sin pausa. No cabe duda, que siempre es disfrutable Buenos Aires.

Disfrutando Valparaíso una vez más

Visitar Valparaíso después que pasa el verano, es una de mis aficiones preferidas. Este lindo puerto es un lugar ideal para disfrutar un fin de semana con su inmensa oferta de todo lo que me gusta, restaurantes, graffitis, arte y linda arquitectura.

En esta oportunidad nos alojamos en la casa del pintor Thomas Somerscales, quien a pesar de no ser tan relevante en el arte, salvo por su registro de la guerra del Pacífico, legó esta preciosa casona a Valparaíso. Es una casona con más de 140 años, la cual fue restaurada y dispuesta como un hotel boutique  destacado en el Cerro Alegre.

Partimos la incursión gastronómica en el bien recordado Cocina Puerto, un exquisito restaurante de comida chilena. Un Sour de maracuya y otro con jenjibre, para disfrutar la entrada, una provoleta y mariscos en donde abundaban cholgas, choritos y langostinos. Seguimos con un pastel de jaibas y un cancato Real que llevaba pavo, queso, tocino champiñones, tomate, alcaparras y una base de papas asadas a las finas hierbas. Platos deliciosos que acompañamos con un Malbec mendocino Finca La Linda.

Iniciamos un paseo por esas calles con pendiente que te hacen ir lento pero atento a todas esas sorpresas que estas calles ofrecen. Una buena cacería de graffitis ya que aunque parezca inverosímil, siempre encuentro nuevos aportes al arte callejero y que pasan a la colección de Krrtrekking. Pronto anocheció así que fuimos a la terraza del Taulat para beber unos tragos, un mojito irlandés y el típico Ron con coca light, para poder despedir este primer día.

Tras un delicioso desayuno casero, salimos a pasear en el Metro hacia las ciudades aledañas. Este viaje es una buena opción para disfrutar la costa, visitar los hermosos cerros y escuchar buena música en vivo en el carro. Tras llegar a Quilpué, bajamos a realizar una visita al centro de la ciudad, cazar algunos graffitis, decidimos que un buen aperitivo mirando el mar y en la exquisita terraza del hotel Miramar, era la mejor idea del momento. Era una mañana algo húmeda y con pequeños chubascos, pero justo que salimos del metro y caminamos hacia el Miramar, nos llovió profusamente. En la terraza techada del bar del Miramar, nos pedimos unas empanaditas queso, café y té. El tiempo pasó agradable en la conversación mientras pasaba la lluvia. Antes de irnos, aprovechamos de probar unas copas de espumante, ahora con la mente puesta en el restaurante que visitaríamos a continuación.

Lo habíamos visto el día anterior y la curiosidad de un nuevo restaurante nos llevó a El Internado el cual  funciona desde noviembre pasado. Una enorme planta libre al interior de una gran casona, da vida a este lugar, en donde lo más destacado es la cocina, con más de decena de cocineros en acción. Lo interesante es que la comida es original y bastante gourmet. Recorrimos la carta con deliciosas sugerencias para quedarnos con una Entraña a la pimienta con cebolla caramelizada, tomate deshidratado y papas asadas rellenas con champiñones queso parmesano, tocino y cebollin, además de una Albacora sobre un puré de arvejas, unos tomates y el fantástico  pebre de mango con tocino crocante. Fantásticos platos!!. Estos platos lo acompañamos con una botella De martino 347 un rico carmenere. Superados por la sorpresa, decidimos probar un postre de brownie tibio con chocolate, mantequilla de maní además de helado de vainilla y una sabrosa salsa de frutillas. Excelente lugar!!.

Lo siguiente era alcanzar a llegar a tiempo para tomar nuestro transporte de regreso a Santiasco.

Puerto Bellavista : un lugar disfrutable

Hoy decidí dar una mirada al Patio Bellavista, al cual no ingreso realmente hace mucho tiempo. Salvo por Barrica 94, Zocca y Bellavista Grill, no he ingresado hace años.

Ocupa el lugar de unos de mis restaurantes más visitados, el Antojo de Gauguin, añorado lugar de unos queridos amigos. Muy bien ambientado, al punto que los mozos visten con poleras marineras y son notablemente atentos. Partí con una provocación, un aperitivo de Leche Fría, jugo de ceviches con sauvignon blanc y especias. Definitivamente le habría puesto algo de jenjibre para darle más personalidad, pero igual estaba bueno. A continuación un plato de locos como entrada, muy contundente y sabroso. No resistí la tentación de comer una reineta frita a las finas hierbas con papas mayo y ensalada chilena, pero jamás pensé que el plato iba a ser tan descomunalmente grande. Estaba exquisito y perfectamente sellado en el batido con hierbas frito, además la ensalada chilena llevaba cebolla morada lo que añadió un espectacular sabor a mi almuerzo. Una botella de pinot noir acompañó el festejo gastronómico.

Un buen lugar que vino a renovar la oferta del Patio.

Nuevo paseo en Montevideo: gran ciudad

Hace tiempo que no visitaba esta ciudad uruguaya, de la cual guardo lindos recuerdos. Aprovechando el feriado de semana santa, programamos con mi buena partner una arrancada con disfrutes en el formato que me agrada, pocos días y muchos placeres juntos.

Llegamos una madrugada al hotel en la zona de Buceos, para despertar en un día soleado a metros de la Rambla, la extensa costanera del Río de la Plata y comenzar una deliciosa caminata (no tanto para mi partner, menos acostumbrada a caminar).

Visitamos enormes parques y zonas de esparcimiento que cubren esos 22 kilómetros de costa, un espectáculo de calidad de vida, parecido a Viña del Mar pero mucho más extenso. Cuando las horas pasaron y el hambre se hizo notar, pasamos a un sitio llamado Los Sopranos, para comer unos de los platos más groseramente grandes que he visto. Fue como una versión godzilla de una chivita canadiense, una milanesa gigante, con tomates, aceitunas, lechuga, papas mayo, huevos fritos, papas fritas y varias cosas más. A pesar del hambre, ambos dejamos una buena porción, definitivamente era un plato gigantesco.

Continuamos caminando hacia la Ciudad Vieja, única opción en un Montevideo en la semana santa (toda la semana es de vacaciones para todos) y con un paro de locomoción colectiva (de verdad no había ningún transporte público!!). Haciendo cálculos sobre las 24 horas de paro definidas el día anterior, tras recorrer parte de la zona céntrica y tomar un rico café, conseguimos un taxi que nos llevó de regreso al hotel y a descansar de un día potente.

El siguiente día fue de tour, algo inusual para mis experiencias, pero fue muy interesante el recorrido por muchos lugares especialmente notables de la Ciudad. De todos me quedo sin dudas con La Carreta, una escultura formidable, de grandes dimensiones, y que observada desde cualquier ángulo pareciera que se mueve. Realmente una belleza!!!

En los siguientes días, al menos dos veces al día, visitamos restaurantes ricos y no puedo dejar de mencionar unos pocos. Parto con Panini’s, un restaurante italiano muy elegante y de los poquísimos abiertos esa noche. Disfrutamos un tortellini agridulce y un ravioli neri magníficos junto a una botella de Tannat Osiris H. N. Stagnari, delicioso. Para los postres una natilla y un volcán de chocolate además del café de rigor.

Cuando volvimos a la Ciudad Vieja nos entusiasmamos con la interesante oferta gastronómica del Mercado Agrícola, allí fuimos al Pellicer Parrillada Gourmet, que se veía muy lleno y con lista de espera. No tuve que acumular demasiada paciencia pues dialogando con la anfitriona pronto conseguí que nos asignara una mesa. No fue la mejor experiencia, aquí se notó que la masividad perjudica dramáticamente la calidad. Tal fue la confusión de la moza, que trajo a punto la carne que pedimos a 3/4 y recocida la carne que pedimos a punto. Bueno, con arreglo a la buena onda, intercambiamos platos y superamos el desastre.
Otro día fuimos pasamos por unos tragos al Novecento, un sitio ubicado en lo que fuera un teatro en las orillas del río, el Kibón como lo recuerdan los uruguayos. Lindo sitio para ver un atardecer

Un lugar que vimos cerrado varias veces, fue adonde conseguimos ir a almorzar un día. La Vaca es un restaurante muy rico, una casona grande en una importante avenida y con mucha demanda. Partimos con una morcilla salada para el aperitivo, seguida por una milanesa de lomo La Vaca y un ojo de bife también al estilo de la casa. Disfrutamos la buena carne con un Tannat Alta Reserva Gimenez. Cerramos con unos helados artesanales exquisitos!!

No es posible contar todos los disfrutes de este viaje, pero declaramos que apenas sea posible, queremos volver!!

The Raj : un sitio genial

Tras un sábado de krrtrekking en que recorrimos en cleta varias comunas en una apasionante cacería de graffitis, llegamos por casualidad a este restaurante en Manuel Montt. Una linda casa esquina que ya había probado antes cuando era sede de otro restaurante y que ahora deviene en una cocina india muy original.

Dejamos las cletas (ya cansadas) en un borde de la terraza y nos instalamos en la mesa más cercana. Una chica nos dejó la carta, por cierto muy abundante, y nos pusimos a buscar sabores.Dada la sed, partimos con unas buenas cervezas negras Kross Stout mientras seleccionábamos alguna delicia.

Decidimos por unas samosas y un plato Bhaji de ají, unos buñuelos picantes bañados en harina de garbanzos y fritos servidos en un chutney. Tamaña sorpresa, eran de verdad tan picantes que después de probar el primer bocado, ambos estábamos llorando y terriblemente congestionados. Pero, no se puede desconocer que hay placer, lo picante aunque no sea un sabor estimula la secreción de endorfinas y eso claramente se disfruta.

Cuando llegó el turno de los platos de fondo, la lista comenzó con un Naan de queso y ajo, Camarones en un masala de camarones tikka asados al horno tandoor y cocinados con especias y hierbas. Sumamos un pescado del sur de India llamado meen kuzchambu, un pescado al estilo chennai bañado en salsa picante de tamarindo. Tantos sabores merecieron rápidamente una botella de Syrah de Tamaya y acompañamos con un paneer pulao de arroz basmati con cebolla frita y castañas de cajú.
Tanto placer potente se mereció unos bajativos, un jack daniels y un mojito, además del café de rigor.

Nuevo Krrtrekking : antes de marzo

Otro sábado cualquiera que mi hermano se animó a improvisar una incursión a los otros barrios de Santiasco en cleta. Partimos hacia la zona sur de Santiago, pero sin destino ni ruta previamente escogida. Tomamos la ciclovía de Portugal hasta que encontramos Av. Matta, cruzamos y seguimos avanzando en zig zag por las calles que se abrían al paso. Casi sin darnos cuenta llegamos nos adentramos en la comuna de San Joaquín.

Por Av. Las Industrias conocimos la ciclovía más angosta del mundo (exagerando tenía unos 50 cms) y que por si fuera poco, de doble vía lo cual se señalizaba con un trazo de pintura con un ancho de casi un tercio del ancho de la pista. Impresentable!!

En la medida que nos íbamos acercando a la comuna de San Miguel, notamos que las construcciones obreras daban paso a algunos edificios de buen nivel y algunas residencias reflejaban altos ingresos. Cuando nos dirigimos hacia la zona de la carretera sur, nos percatamos de la existencia de murales en edificios. Definitivamente se trataba del museo al aire libre de la comuna de San Miguel, un lugar que ansiaba fotografiar desde hace años. Recorrimos en cleta o caminando toda la zona extasiados con la belleza de los murales, todos los cuales pasaron a la colección de arte callejero de www.krrtrekking.cl.

Horas después, totalmente sedientos, iniciamos la búsqueda de alguna terraza en donde beber una cerveza helada. Tardamos un poco, pero encontramos el restaurante Da Robertino en donde pudimos saciar nuestra sed.

Rato después iniciamos el retorno por calles del interior y paralelas a Gran Avenida, ahora en búsqueda de un buen sitio en donde almorzar. Nos encontramos en algún momento con la calle José Domingo Cañas, la que nos condujo hacia el Warique, un restaurante peruano que no conocía (la verdad que ya son muchos).

Partimos con unos chilcanos de maracuya para acompañar un ceviche carretillero (pescado en trozos, camarones, chicharrón de pescado, cebolla y limón), exquisito!!. Para los fondos, mi partner decidió por un risotto al Porsiny y, considerando mi voraz apetito, reclamé un lomo salteado warique (fettuccine a la huancaína coronado con un lomo salteado delicioso), todo lo cual acompañamos con un fresco pinot noir Quintay Clava.

Como es la costumbre, pedimos al cierre un buen café negro, pero la sorpresa fue que en la carta encontramos algo que nos fascina, tenían ron Zacapa 23 años, lo que no dejaríamos de disfrutar jamás. Esa sobremesa disfrutando lentamente ese néctar, fue maravillosa.

Tras el éxtasis, solo quedaba la ruta de regreso a casa. Felices!!!

La Petite France : en cleta al disfrute

Un día caluroso y con ganas de cleta para una cacería de graffitis y algún paseo alentador, se transformó en un delicioso desplazamiento por la ciudad y más allá.

Originalmente pensé ir hacia la zona oriente para capturar un par de graffitis que había detectado en la ribera del Mapocho, lo que evidentemente fotografié y seguí con la cleta poco a poco desviándome hacia el sur. De pronto, me pareció una gran idea ir a visitar a mi lindo viejo a su residencia permanente en el Parque El Prado (La Florida). A pesar del calor, la brisa que se siente cuando se va en cleta no deja de ser agradable y llegué al Parque a conversar un rato con mi viejo. Reconfortado y más descansado, retomé la ruta y ahí decidí que quería almorzar algo rico en el Cajón del Maipo.

La primera parada fue iniciando la Av. El Volcán en donde siempre disfruto un vaso gigante de jugo de mote con huesillos. Allí tuve otra grandiosa idea y llamé a mi partner para que se entusiasmara en salir de su casa y encontrarme en algún lugar para almorzar juntos en el Cajón del Maipo. Quedamos en hablar una hora más tarde y emprendí el rumbo.

Mi primera obligación era fotografiar unos graffitis que ya había divisado tiempo atrás en el camino (cuando vamos a la montaña con mi Club Malayo). Un buen rato después llegué al Calypso para comprobar que estaba cerrado por vacaciones, luego encontré el Ko que ahora es un centro de eventos (está muy lindo igual, pero más me gustaba almorzar en él) y seguí pedaleando hasta llegar a La Petite France.

Instalado en una mesa al interior (no estaba habilitada la terraza debido a las abejas), alcancé a beber 2 cervezas heladas antes de que llegara mi partner. Definitivamente lo más inolvidable de ese almuerzo fue el placer de mi partner al probar el clásico francés Moules au vin blanc, choros al vapor con vino blanco.

Al regreso, cargué mi cleta en el auto de mi partner (no tuve opción) y por el camino pasamos por tortillas de rescoldo y humitas.

En fin, fueron unos 45 Kms en cleta desde mi departamento y mucho placer acumulado. Hay que repetirlo!!!