Revisitando el Lusitano : cada vez me gusta más

Hoy fue unos de esos días en que quería disfrutar algo interesante a sabiendas que hay muchos sitios conocidos cerrados. Sin embargo, considerando la hora y ese instinto que he conseguido en años de práctica, me dispuse a experimentar opciones en el Barrio Italia con la convicción que algo bueno encontraría.

Bendita intuición, el restaurante Lusitano estaba abierto y además con gran audiencia, lo cual me reconfortó y me dió ánimo para instalarme en la rica terraza y esperar por la atención. Tardó un poco pero estaba dentro de los parámetros aceptables y decidí partir con un buen mojito con ron havanna añejo, solo para disfrutar la frescura y ganar tiempo. Aproveche la ocasión para tomar algunas fotografías del bonito lugar y reír en silencio de las conversaciones chistosas de algunos comensales algo etílicos a esa hora.

La terraza del primer nivel es  deliciosa y se magnifica con notable música lounge, además de la frescura de su sombra en un barrio excepcionalmente tranquilo y que, ciertamente es un plus, nada mejor para un fin de semana.

De la carta, elegí una mechada al oporto acompañada de papas salteadas con mantequilla al ajillo, la que acompañé con una copa de carmenere delicioso. Se nota la mano de autor en estos sabores y eso es muy importante a la hora del disfrute.

Noté que muchos preferían la terraza del segundo piso, ya que la mayoría que se retiraba provenía de ahí, pero eso lo revisaré en otra ocasión. Tras mi tardío pero rico almuerzo, pedí un café bien negro y me prometí regresar a este exquisito lugar.

Magno Club : una cena magnífica

Esta noche buscamos un lugar tranquilo y que tuviese una gastronomía de buen nivel y tras ir descartando sitios mientras nos adentrábamos en el barrio Bellavista llegamos a un lugar del cual guardo buenas experiencias.

Partimos con tragos novedosos, un Puro Chile y un Ultrvioleta, sorprendentes por su originalidad y buen gusto. Un sitio armado con prolijidad para generar experiencias inolvidables, buen servicio, buena música y sobretodo buena calidad.

Los platos de fondo, aprovechando la ecléctica oferta, se inclinaron por unos sorrentinos rellenos y una lasaña de mariscos, acompañados de un rico ensamblaje de merlot y malbec Corralillo. Una delicia bien preparada y presentada en toda esa atmósfera placentera que posee este lugar. Un acierto!

Para los postres, decidimos compartir una selección de tartas criollas y un creme bruleé, delicias que se potencian con buen café negro. Una cena espectacular, bien conversada y sobretodo disfrutada.

 

Regreso a Boudoir : una gran cena

Este es un sitio muy especial y no me queda claro que cumpla el objetivo fundacional de sus dueños. Sin embargo, aprecio su buena gastronomía y sobretodo el gran servicio.

Instalados en el sector que más me gusta, que viene a ser una suerte de patio interior, nos preparamos para disfrutar una buena cena. Partimos, como es habitual, con agua mineral con gas y sin gas.

Hurgando en la interesante carta, encontramos un curioso Pollo a la grilla y una Corvina en tres pimientas, que bien representaban sabores dignos de ser visitados en esta noche. A pesar que jamás me ha gustado el pollo, celebro mucho cuando su sabor es modificado por la buena mano de un chef inspirado.

Nuestros platos merecían una cepa tinta delgada y sabrosa como resultó ser nuestro Syrah de Martino Legado, un vino que normalmente nos da buenas sensaciones.

Una cena tranquila, amenizada por la excelente selección de música y la excelente atención, algo que siempre rescato de este interesante sitio.

Para los postres, la tentación fue la misma, crème brulèe para ambos, un postre siempre agradable y que con un café bien negro construye una combinación magnífica.

Me gusta Boudoir, cumple lo que promete.

Santería : un picoteo muy rico

Una noche como muchas otras, vagando en la oscuridad con la idea de disfrutar algo rico que marcara la diferencia con otras noches.

Llegamos a Santería, en Chucre Manzur, para partir con un Cholo Sour y un Mojito Albahaca, tragos muy interesantes en el universo del disfruten de este viejo lugar.

Una conversación intensa acompañada de la buena música del lugar, a pesar de haber cenado antes , aún podíamos gozar unos Camarones apanados y unas cpas de buen vino.

La comida solo es una excusa para prolongar el disfrute de una noche.

 

Disfrutando Arica y alrededores : gran experiencia filetaria

Dificil resulta resumir una semana de experiencias disfrutables en esta Primera Región de Chile, pero me referiré a aquellos aspectos más disfrutables para cualquiera que visite la región.

El primer día fue claramente de ambientación, caminar por la interminable playa con la deliciosa ausencia de multitudes humanas y muchos pájaros, arena y algunos surfistas (claramente el surf tiene cuento en este litoral). Fue una larga caminata por la arena en busca de nada, solo disfrutar el paisaje y el viento en mi cara. Crucé desde la playa de Chorrillos, pasando por el puerto de Arica, la ex Isla El Alacrán, la playa El Laucho y llegando a la playa La Lisera. Una muestra fantástica de las lindas playas, el oleaje impetuoso y las diferencias sociales a la vista en las construcciones alrededor. Claramente en El Laucho está la mayor concentración del ABC1 de la zona.

Tras el paseo y un poco desconectado de los horarios y del significativo hecho que ese día era 18 de septiembre y estaba todo cerrado, regresé hacia la playa Chinchorro en donde había visto lugares atendiendo. Así fue que mi primera incursión gastronómica la hice en un sitio delicioso, el Rayú, autodefinido de cocina gourmet. Qué menjor para una bienvenida!!

Me instalé en su exquisita terraza y partí examinando la carta mientras me servían una botella de agua sin gas. Me tenté con unas machas a la parmesana, las machas más grandes que he comido en mi vida. Increíblemente sabrosas y abundantes, aunque mi hambre daba para mucho más y la carta, nuevamente en mis manos, me encaminó a un Filete relleno Rayú, una delicia de filete relleno con pimientos asados, champiñones y salsa Bechamel, todo ello acompañado con unas papas doradas en cortes muy singulares. Un plato maravilloso que me aseguré de brindar con una botella de Viu Manent Gran Reserva malbec del 2009. Exquisito!!

Almorzando lento y disfrutado, me quedó tiempo y espacio para servirme un Suspiro Limeño de mango y maracuyá, mortal!!!

De todos los lugares que visité, debo rescatar mi primer almuerzo (no fue el único e igualo quedé con gusto a poco) en el Maracuyá, un restoran en la playa, con una terraza magnífica y una atención mejor. Una botella de agua sin gas para comenzar, mientras la brisa marina me adelantaba el largo disfrute de un almuerzo playero. De la carta me asaltó sin contratiempos lo que sería mi entrada. Un tiradito de pulpo y palta, con mayonesa, limón, hojas verdes y cilantro. Una delicia, que realcé aún más cuando pedí un salmón antártico, salmón rosado apanado con semillas de cilantro, aceite de oliva, salsa de maracuyá y naranjas y crema de leche, acompañado de papas hilo. Una maravilla que todavía disfruto recordando. Para ese plato delicioso pedí una botella de sauvignon blanc de Miguel Torres, que combinó genial.

Extasiado de sabores, para los postres me dejé seducir por la recomendación del mozo, una torta de chocolate increíble que acompañé con un buen café negro.

En otro paseo playero, siempre caminando, llegué a un sitio muy interesante y que también visité más de una vez, fundamentalmente por el buen servicio. Tuve largas conversaciones con el mozo que siempre me atendió y su afán por conocer y aprender me ganó, hay algo más enaltecedor del ser humano que querer ser mejor?

En Tuto Beach, una acalorada tarde, partí con una palta cardenal deliciosa, pues venía con unos camarones de tamaño absolutamente gigante (acromegálicos). Tras la sorpresa y mejor digestión, seguí con un filete de corvina grillado con un gran acompañamiento de palta y papas y un buen vino Corton Errazuriz Sauvignon Blanc 2007 delicioso. Para el postre, un acaramelado de manzana en vino, formidable.

Museo del Mar, una casona en una pequeña calle secundaria y que solo es visible por el cartel en la calle, ya que la palabra museo ejerce atracción instantánea en mis ojos.  Es un museo pequeño pero extremadamente laborioso, pues la cantidad de muestras de cuanto espécimen puede existir y principalmente existió en nuestras costas y en otras lejanas, hace pensar en un personaje obsesivo y amante de la belleza detrás de todo esto. La verdad es que el museo es el resultado milagroso de un individuo, tal como cuenta el díptico que conseguí al visitarlo. Alrededor de 45 minutos de asombros mientras paseaba mis ojos por las vitrinas apretujadas del lugar. Notable trabajo!!

Habrá más típico de Arica que su famoso Morro. Pues bien, uno de esos días decidí visitarlo y tras subir por uno de sus accesos, me encontré absolutamente solo observando la ciudad y el mar desde la altura. Dediqué un tiempo a tomar fotografías y de pronto me di cuenta de la existencia de un museo, que por supuesto visité. . Nada muy extraordinario excepto la apología del ejército de su toma en el contexto de la guerra con Perú y Bolivia.

Bajando del Morro, me encontré con el museo más interesante de la ciudad. Se trata de un hallazgo en el subsuelo de una casa de una enorme cantidad de momias de la Cultura Chinchorro (Sitio Colón 10). Una cultura extraordinaria con unas técnicas de momificación únicas en el mundo, ya que además de su increíble antigüedad están en muy buen estado.

Un restorán que intenté visitar varias veces fue el Terra Mater, sin embargo debido a un robo que sufrió el local en pleno centro, permaneció cerrado toda la semana. Por suerte, mi habitual técnica de conocer caminando, me llevó a muchos sitios, entre otros, el Café Valentine, el Dimango, el Caffellatte, un extraño Lo Nuestro, el Bar Previa y el Café del Mar.

Otro sitio que merece comentarse es el Varo’s, ubicado en la playa Los Lauchos, con una terraza deliciosa en la misma playa y una música lounge muy bien seleccionada. Con un extraño formato sin carta, solo los platos que el chef había inventado ese día. Eran varias opciones de cada tipo, por lo cual igual me tenté a probar el lugar y partí con un ceviche de pulpo para seguir con una albacora provenzal montada sobre un puré de habas, mientras bebía una botella de carmenere 120 edición Bicentenario. Para los postres un mousse de maracuyá y un rico té verde con berries. Un lugar delicioso!!

Finalmente quiero destacar al Mojito Pub restaurant, en donde una noche decidí cenar. Un sitio muy taquillero, con pantallas gigantes con recitales musicales en donde disfruté un concierto de Depeche Mode y otro de Cranberries geniales. La comida fue un Filete Mojito, un delicioso filete coronado con tocino y una salsa de tres pimientas acompañado con un risotto maravilloso. Le añadí un Botalcura Malbec 2008 del rico valle del Maule que quedó perfecto para mi especial satisfacción.

Conocer ciudades de esta forma, que llamo krrtrekking,  me produce un placer excepcional que espero repetir tan pronto sea posible. Dejé fotos para disfrutar.

Osadía : probando lugar taquilla

Tengo cierta resistencia interna a visitar sitios que tienen exceso de publicidad o aparecen demasiado en las citas faranduleras, me produce un hastío a priori que hace que los evite.

Es el caso de Carlo Von Muhlenbrock, chef y alma de Osadía ambos un tanto sobrexpuestos, pero por esas casualidades de la vida, hoy quedé enfrente del restoran y no pude resistirme a experimentar.

Una casa hermosa y de riguroso blanco en Nueva Costanera, con comedores elegantes y bien diseñados  en el interior, manteles largos y blancos, buenos cubiertos y lindas sillas con cuero. Sin embargo, fiel a mis gustos, apenas divisé la posibilidad de una mesa en la terraza, me instalé allí. Nada mejor para la canícula santiasqueña, que una buena terraza. Por cierto, salvo por los sillones del lounge en la terraza, todas las mesas estaban ocupadas y algunas pocas en el interior. No soy el único en mis aficiones!!.

Me ponen cubiertos y toman mi pedido de aperitivo, un kir royale y luego la moza desaparece. Me extrañó de inmediato, que no se preocupara de habilitar como corresponde la mesa e incluso algo tan básico como ofrecerme la carta. Dejé pasar los minutos, mientras observaba los arbolillos en la terraza, la distribución con espacios generosos y la exquisita música chillout y bossa jazz que se escuchaba gratamente en el sitio.

Llega mi kir royale, muy bien preparado y le pido la carta a la chica, ya que evidentemente no se había percatado del error. Sin embargo, desaparece nuevamente y mi impaciencia comienza a alcanzar niveles de molestia. Diviso de pronto al maître y le llamo con un gesto. Ahí expuse mi reclamo con elegancia, pero quedó muy claro que no aceptaría la negligencia.

Llegó rápidamente la carta de comidas, con una buena dotación de opciones a revisar, además unos panecillos calientes (con masa pastelera, maravillosos) y mantequilla. Oh!, por fin comenzaban a atender. Elegí un lomo de cordero patagónico sobre una pastelera picante y  luego de la carta de vinos que solicité,  seleccioné una botella de un gran reserva Chamán, un malbec del valle de colchagua año 2006.

Mi reclamo fue certero, porque el plato llegó con una rapidez asombrosa y además el sommelier llegó a mi lado a conversar unos minutos sobre vinos mientras servía, académicamente perfecto, el vino.

El plato definitivamente exquisito, la pastelera mezclada con ciboulette y los trozos de cordero perfectamente cocinados al punto rojo (3/4) con una salsa al vino maravillosa.

Reconciliado con el lugar, pedí la carta de postres (interesante las cartas separadas no?) y elegí una terrina de chocolate amargo con salsa de frambuesas y preciosamente adornado con arándanos, frutilla y frambuesas. Una delicia como pocas!!!

Solo quedó tiempo para beber un buen café negro y pagar la cuenta, finalmente el sitio pasa la prueba.

Doña Inés : rico lugar en Ñuñork

Arriba de mi cleta llegué a Plaza Ñuñoa en búsqueda de un buen sitio de almuerzos. Para mi sorpresa, muchos de los lugares que frecuento, estaban cerrados. Desconozco si cerraron porque era bastante tarde para un almuerzo o simplemente no abrieron, esperando quizás, hacerlo solo por la noche.

Mi instinto y sobretodo el hambre, me llevó a explorar un poco más y así encontré abierto y con varios comensales todavía almorzando, al restaurant Doña Inés. Qué fortuna, no soy el único que almuerza tarde hoy.

Si bien ya he estado antes en este lugar, incluso también cuando era otro restaurant (el rico Madras), siempre mantengo abierta la posibilidad del asombro.

Ingresé a la terraza con mi linda cleta, elegí una mesa y pedí una indispensable botella de agua mineral. Uff, estaba sediento. La música lounge y algo de chillout estaba de miedo. De la carta, lo primero que me llamó la atención fue un inserto con platos típicos chilenos aunque preparados a la manera especial que tiene este sitio. Sin embargo, mi hambre buscaba carne. Mis ojos se ensartaron en un filete de res recubierto con una pasta de aceitunas y acompañado de un pastel de plenta al queso de cabra. Fascinante!!!

Para acompañar la delicia seleccionada, nada mejor que una botella de un reserva cabernet sauvignon de De Martino. Sabroso y corpulento, por lo cual atinaba genialmente con mi plato. Comí lentamente, saboreanmdo cada trozo de carne y solo alterando un poco el sabor del pastel con pimienta fresca, uno de mis vicios en la cocina.

Terminado mi filete, me entusiasmé con un postre que me guiñaba un ojo desde la carta. Una tarta de chancaca al queso crema sobre una fantástica salsa de naranjas con un gratinado de chocolate. Maravillosa!!!

Para el cierre, nada mejor que una pequeña y concentrada taza de café negro. Solo restaba subirme nuevamente a mi cleta y regresar a casa. Excelente almuerzo!

Epicúreo : delicioso y sensual almuerzo

Tras una deliciosa experiencia en cleta en el lindo cerro San Cristóbal, regrese a casa a darme una ducha caliente y prepararme para disfrutar una aventura gastronómica.

Tenía en mente varios lugares, pero me dominó la idea de ir al barrio Bellavista y probar alguno de los filetes que conozco. Un par de vueltas y me sedujo sin problemas, volver una vez más a ese increíble sitio de delicias llamado Epicúreo. Aunque lo he visitado ya varias veces (ver otra), siempre me resulta atractivo saber como estará.

Me ubiqué en una mesa aledaña a la pequeña terraza que da a un patio interior, así tendría la vista de una singular y pequeña cascada de agua que me gusta mucho. Como era relativamente temprano, decidí estimularme con unos de esos tragos deliciosos de la casa, en este caso un Afrodita, vodka naranja con zumo de zanahoria, algo de jenjibre y cointreau, un trago fresco y revitalizador. Mientras saboreaba este rico trago, llegó un par de parejas que se instalaron ruidosamente en el patio. No pude evitar fijarme en la hermosura de una de las chicas, realmente fascinante.

Mientras elucubraba acerca de cual plato me serviría, llegó un diminuto y exquisito appetizer, ceviche de atún con alcaparra y una papa crispy dulce además de una panera de trozos de baguette y aceite de oliva al eneldo. Que delicada atención!!

Me entusiasmé con un plato de Mero marinado en maracuyá e hinojo montado en un puré de zapallo butternuts y acompañado con verduras salteadas que llegaron al dente, esparragos, tomates perla, habas, un  trozo de alcachofa, una porción de salsa de maracuyá. El trozo de mero, increíblemente turgente asomaba virtuoso sobre el amarillo y caliente puré, amenazando con sus sabores que pronto comencé a disfrutar. Para acompañar tanta delicia, encontré en la carta de vinos un Pinot Noir Reserva de Casas del Bosque 2009 que resultó una maravilla.

Mientras gozaba este plato delicioso, sentí la observación que emergía desde el ventanal que daba al patio, la chica hermosa me dirigía curiosas miradas. No se si el hecho que cuando tengo mucho placer me gusta cerrar los ojos y adentrarme en mi cuerpo, será muy notorio, pero sentí un poco de pudor.

Durante todo el episodio gastronómico de comer este maravilloso plato, crucé miradas con esa  chica lo que no me impidió proseguir con mi personal ritual. Casi al final de mi festín, cuando decidí por un postre de panqueques, naranjas y helados, noté que la chica me miraba casualmente  y se mordía los labios. Uffff, el postre muy rico y hora de marchar, aunque el detalle sensual me deja extasiado y que sumado a la rica música chillout conforman un ambiente de maravillosa sensualidad.

Gran sitio el Epicúreo, los sentidos lo agradecen!!!

Disfrutando Iquique : exquisitas micro-vacaciones

Hace ya muchos años que no salgo en verano de vacaciones y he ido practicando una fórmula de pequeñas dosis de vacaciones durante todo el año. Este formato me permite viajar y disfrutar muchos lugares en pequeñas porciones, pero no menos deliciosas.

Para el mes de mayo, mi opción planificada meses atrás fue Iquique, ciudad que no visitaba hace más de 10 años y que bien merecía ser revisitada.

Tras un atrasado vuelo de LAN, un transfer oportuno, me encontré con mi reserva de hotel enfrente de la playa Brava, la cual hace mucho mérito para llamarse así (vaya olas!!). Un bonito cuarto en el Holiday Inn Express, guardar mi mochila y salir a caminar!!!.

Por el horario, mi estómago comenzó a reclamar un buen comienzo de vacaciones, así que mis pasos me llevaron hacia un restoran en la Península de Cavancha llamado Cantaba la Rana. Lindo lugar y rápido servicio. A mi habitual botella de agua, añadí pronto un delicioso congrio Neruda, un plato enorme con unos filetes de congrio frito acompañados de  papas a la huancaína y ensalada chilena. Una mezcla de Chile con Perú, por cierto virtuosa. Mi exquisito almuerzo se completó con una botella de buen vino y la rica música chillout, las que fueron mi mejor compañía en la soledad del salón.

Ya en marcha nuevamente, enfrenté un recorrido por toda la costa de playa Cavancha para llegar al casco histórico de Iquique. La calle principal llena de preciosas casas de roble y pino oregón muy coloreadas, se recorren caminando sobre una plataforma de madera al igual que la existente en la playa. Es muy especial la sensación de ciudad antigua y lo pintoresco de las bellas construcciones.

Por la hora, quedaban pocas opciones de museos abiertas así es que raudo ingresé al  museo de modelismo naval, un aporte cultural de una minera. Interesante, aunque no me trastorna el tema.

Ya iniciado el atardecer ingresé a un restopub llamado Ronny Tequila, animado sitio en el cual practiqué «people watching» mientras bebía un trago. Ya de noche, inicié el retorno al hotel caminando nuevamente por la playa, sientiendo la brisa y ese sonido tremendo de las gigantescas olas besando con furia la arena.

De regreso en el hotel, decidí descansar un rato viendo una película y luego, a conocer Iquique de noche. Llegué por instinto al Runas Pub, un lugar que al cabo de una hora descubrí que era muy taquillero, pues se llenó. Pedí un mojito y un sandwich  Olaf, un tremendo sandwich con palta, filete, queso y una montaña de papas fritas, que me dió exquisita guerra, pues estaba delicioso. La música excelente, pues además de un largo compilado de Coldplay tocaron mucho brit pop.

Al día siguiente, una fugaz visita a la Zofri para ver la actividad febril del lugar antes de la apertura del mall que ocurre pasadas las 11 horas. Me interesaba más la perspectiva antropológica y de hecho, me di cuenta que hay más peruanos, bolivianos y chinos que chilenos en el barrio. Muy interesante experiencia!!

Caminando de regreso aproveché de visitar el hermosísimo Teatro Municipal de la ciudad, una reliquia hecha completamente de madera hace 120 años, una verdadera belleza. A la salida, busqué el museo regional, ya que sabía que allí encontraría las momias más antiguas del mundo, momias de la cultura chinchorro que son increíbles después de más de 6.000 años.

Con tanto ajetreo cultural, el hambre me hizo sucumbir y me fui directo a un almuerzo en el excepcional restoran Neptuno, una picada imperdible. Partí con un pisco sour de pica para acompañar un ceviche de Pintacha (una especie endémica que vive en la arena y que sabe a almejas y caracoles). El ceviche llevaba además papas, mayo, aceitunas y choclo). Exquisito!!!.

Para los fondos, elegí otra especie endémica, un fantástico Papanigua o Apañado a la plancha con ensalada chilena, que acompañé con un Santa Emiliana Sauvignon Blanc. Para el postre un placer sin culpa, una porción gigante de  torta de mango manjar. Una maravilla!!!.

Sintiendo tanto placer, nada mejor que amplificarlo y arrendé una cleta para pasear por la playa. Recorrí en toda su extensión la increíble ciclovía que recorre varias playas de Iquique y que es un ejemplo de lo que debe ser una ciclovía en nuestro país. Felicitaciones a Iquique.

Una vez que devolví la cleta, regresé caminando al hotel a descansar un rato, tiempo que aproveché para leer un libro que me tiene cautivado, El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas del ingenioso Haruki Murakami. Totalmente recomendable.

Por la noche, me fui a cenar al Wagon en la linda Península de Cavancha. Partí con un  kir royal, uno de los mejores aperitivos que me aficionan, mientras revisaba la interesante carta del lugar. Entre los platos había uno que me llamó la atención y que con arreglo a la complicidad del mozo, logré que lo modificaran un poco para darme un buen gusto. Resultó el singular Chipanita, una gigantesca reineta frita rellena de camarones, pulpo y queso acompañada de un imperdible, papas a la huancaina, todo al ritmo de las copas de un Misiones de Rengo Carmenere Cuve. Me acompañó en mi éxtasis, una deliciosa selección de Sabina e Ismael Serrano hecha por el propio dueño del local. Qué acierto!!!

Con tanto placer acumulado, aún me quedaban ganas y pedí una espumita de mango para el postre. Riquísima!!.

Ya bastante tarde, me pareció buena idea practicar un after y me fui a un sitio llamado Dluxtouch, un pub ondero con mucho blanco, ingeniosos juegos de luces que cambiaban el color de las paredes, con harto remix noventero y muy visual, pantallas por todas partes. Disfruté un Passion Draile, un vodka con maracuya y menta, notable!!.

Para mi penúltimo día en Iquique, nada mejor que iniciar temprano un paseo en busca de grafittis, un krrtrekking que adoro. Ya al mediodía, contraté un viaje a Humberstone y Santa Laura, las salitreras que constituyen patrimonio de la humanidad desde el 2005. Un paseo fascinante de varias horas y agotador encanto. El sol dejó algunas rojizas huellas en mi piel, pero regresé contento con mis fotos.

Hambriento al límite, invité a un tardío almuerzo en el exquisito restoran Neptuno a Erwin, mi chofer y paciente guía en las salitreras. Casi sin capacidad de razonar por el hambre  que tenía, pedí un plato inesperado. Llegaron seis locos grandes sobre una de base lechuga con una porción de  arroz graneado (que lo contaminé delicadamente con pimienta fresca), una porción de papas mayo, aceitunas y unos potes con mayo y otro con salsa verde, todo en el mismo plato. Increíble!!!

Francamente arrebatado de experiencias, llegué a mi cuarto a dormir una siesta, algo que rara vez hago. En fin, era necesario pues ya entrada la noche me fui al pub Locomotora del 1800, a disfrutar un buen trago. No contento con ello, ya de madrugada realicé mi última caminata por la playa, una delicia insuperable que rematé en el Bar Grill Cavancha, un tranquilo y escondido lugar que encontré en mi caminata.

Bueno, como todo tiene final, la mañana siguiente fue un recorrido al aeropuerto y un curioso retorno con lluvia en Santiasco, pero con lindos recuerdos que registré en algunas tomas.

Vivan las vacaciones!!!

Bar 212 : happy hour de ocasión

En el barrio Manuel Montt sobran las opciones de bar, aunque lamentablemente una mayoría están dedicadas a Chela y Chorrillana (el mercado de los universitarios del sector). Sin embargo, se pueden encontrar excepciones que van un poco más allá del alcohol fácil y el relleno digestivo oportunista.

Un necesario descanso tras jornadas agotadoras, hace necesario por lo menos de una conversación, un momento de mayor intimidad con algún partner y colaborador.

El lugar, bastante sencillo, un negro completo en paredes y una iluminación intencionada en el bar y algunos accesos. La carta, claramente fuerte en los tragos, aunque pretenciosa en los acompañamientos. Nos inclinamos por un clásico, un pollo al pilpil, una maravillosa forma de sacarle un sabor increíble a un asqueroso pollo chilensis (hormonas, smog y química alimenticia).

Un buen vodka de sabores y una buenísima conversación, sin interrupciones, me dejó el sabor de un lugar con buen estilo. La chica que nos atendió hizo su arte sin agresión, para hacernos sentir que elegimos un buen lugar.

212, buen nombre para un lugar con la misma dirección.