Dos viajes con disfrutes impensados

En realidad han pasado más de dos meses desde que escribí el relato anterior adoleciendo de paciente flojera, pero me iluminé cuando ví que podía hacer un continuo con lo mejor de este periodo silencioso.

Fue necesario acabar con una de mis creencias, mas bien una cierta convicción rebelde, acerca de no visitar Europa hasta haber conocido por completo Latinoamérica. Pues bien, a inicios de mayo nos largamos a visitar España y Portugal. España porque era lo que más quería mi compañera y Portugal impulsado por las descripciones que me imaginaba de Lisboa en los libros de Pessoa.

Viajamos a Madrid para tomar un avión hacia Barcelona en donde nos esperaba un lindo hotel boutique, nuestro primer refugio en esta hermosa ciudad. Ya instalados salimos a pasear y hacer un reconocimiento de orientación.
Por la noche nos fuimos a disfrutar el barrio gótico, un laberinto errático lleno de construcciones antiguas y de gente variopinta. Durante el regreso, ya muy tarde, vivimos con mucha adrenalina, un intento de asalto que azarosamente fue bloqueado por la aparición de una patrulla policial que persiguió a los 3 desafortunados asaltante por las angostas calles del barrio.

Al otro día comenzamos el descubrimiento de Gaudí, partiendo por la Pedrera mejor conocida como Casa Milá. Una belleza arquitectónica sorprendente, la que a pesar de los años, se puede poner en la vanguardia de la modernidad. También visitamos durante la estadía en Barcelona, el Park Güell y evidentemente la imperdible Sagrada Familia.
Desayunos, almuerzos y cenas nos permitieron disfrutar la buena gastronomía y degustar unos cuantos vinos formidables.

Uno de los sitios sorprendentes que pudimos visitar fue Tarragona, sede de lo que fue una ciudad romana y que se conserva buena parte de manera espectacular (reconstrucción mediante). Increíble fue caminar por el acceso de las cuadrigas, carros tirados por caballos que fueron la delicia de los romanos del siglo I DC. En uno de los cuartos de piedra fue posible observar un vídeo que muestra como fue la ciudad original, con su anfiteatro, las instalaciones de la nobleza y el circo en toda su magnificencia.

Otro lugar digno de visitar fue el Acuario, en donde pudimos caminar bajo el agua mientras tiburones desfilaban lujuriosos por sobre nuestras cabezas. Toda una experiencia!!.

Viajamos hacia Madrid para pasar algunos días y aprovechar la ventaja de haber comprado, por internet por supuesto, las entradas a los extraordinarios museos Del Prado y Reina Sofía. Verdaderamente impresionante ver piezas originales de centenas de años, como el tríptico El Jardín de las Delicias de El Bosco, todas en perfecta conservación. También rescato el original de Guernica y la historia de dicha obra que llena una de las salas del Reina Sofía. La verdad que se requieren varias horas para admirar tantas obras artísticas que solo conocía en fotografías. De hecho, siempre pensé que ambas obras eran de pequeño formato (una idea infundada) y me dejó boquiabierto verlas en su real tamaño.

El museo que nos asombró y que no teníamos considerado fue el Arqueológico. De un nivel técnico y de producción superior a todo lo que habíamos visto antes. Cada vitrina contaba con un pequeño vídeo documental que daba contexto y explicaba en diversas lenguas lo que se exhibía. De otro nivel!!

Días después partimos hacia Lisboa, cuna de Pessoa y mi deseo cumplido. Lisboa es una ciudad antigua, noble y hermosa. Las calles pavimentadas con trozos de rocas negras y blancas que forman diseños que imagino crearon manos obreras hace muchos años. Edificios con azulejos llenos de historia, muchos construidos después del único terremoto de esa zona de Europa hacia 1755 y que obligó a renacer a esta ciudad a orillas del río Tajo.

Una ciudad tranquila y que además pasa un buen momento económico, lo cual se refleja en la intensa actividad de la construcción. Zonas antiguas dan paso a hermosos barrios modernos con edificios sofisticados pero con gran armonía. Lisboa debe ser la ciudad que más caminamos, a la cual añadimos Sintra, Porto y el barrio de Belem. En Sintra visitamos el castillo del rey, en estricto rigor la casa de veraneo, además del punto más occidental de Europa de cara al Atlántico. Porto no cabe duda que es conocido por ser la fuente de la producción del licor Oporto y por la gran cantidad de puentes sobre el río Duero. En Belém la maravilla del Monasterio de los Jerónimos, patrimonio de la humanidad construido a partir del 1500.

Un imperdible de Lisboa es el Oceanario, la colección viva de flora y fauna marina de cada uno de los principales océanos del mundo. De hecho viven más 15 mil especies y es el segundo acuario más grande de Europa.

Un largo viaje de regreso nos dejó nuevamente en Chile con muchas historias y disfrutes impregnados en el cuerpo. Que rico es viajar!!

Unos días después de mi regreso,  tuve la oportunidad de viajar a ciudad de México (DF) para atender un seminario de transformación digital. Me recibió esa gigante ciudad con días de gran congestión vehicular y noches de tempestad, pero con el agrado de compartir con profesionales de América Latina empeñados en los cambios que deben realizar los bancos para ponerse a la altura de la digitalización que vive la humanidad. La actividad profesional no fue excusa ni estorbo para poder visitar algunos buenos restaurantes (Malasartes, Sonora Grill y Anatole), comprar libros (El Sótano) y reconocer varios lugares que visité años atrás. En Malasartes probé unos chiles en nogada magníficos bien acompañado con una botella de curioso nombre Yo Soy y también un helado mamey. En cambio en Sonora Grill me fui por una gigante milanesa de Arrachera con un tremendo vino como su nombre Gran Ricardo y al postre un budín de higo excelente. En la salida con otros asistentes al seminario, probamos el Anatole en donde compartimos un desfile de tacos Filete Tuétano, Cochinillo, Atún Pastor y Villamelón, además de varias cervezas Bohemia.

Un lugar que destaco en la ciudad y que merece ser visitado es el Museo de la Memoria y la Tolerancia, un recorrido tremendamente emotivo por la crueldad del ser humano y la necesidad de reflexionar sobre nuestra capacidad de ser tolerantes.

Hasta la próxima!

Regreso a Mexicana Restaurante

Esas noches en que a todos se les ocurrió ir a restaurantes, es la peor situación cuando quiero cenar tranquilo en el barrio Italia. Tras dar una larga vuelta por todos mis lugares conocidos y cuando estaba dispuesto a abandonar el barrio, me encontré con un viejo conocido, el restaurante mexicana.

Creo que han pasado unos 5 años desde que estuve ahí, nada ha cambiado. Es como un deja vu, camino observando paredes, muebles, adornos y todo es igual, incluida la sencillez. Apenas elijo una mesa, se acerca amable una chica con la carta. Rápidamente elijo una cerveza erdlinger negra y un plato de ajíes rellenos de puré de porotos negros y queso fresco. Estaban potentes y me consumí apresuradamente mi fresca cerveza.

No contento con el tremendo plato anterior, ordené una porción de burritos rellenos de carne, arroz, queso y porotos. A pesar de mi esfuerzo por prolongar el disfrute de estos sabores, una señal desde mi estómago que me decía que era suficiente. Demasiado rico!

Claramente no iba por el postre asi es que llamé a la chica y le encargué un café negro y la cuenta. Era necesario regresar a casa, caminando como corresponde.

Krrtrekking en Bogotá : una semana de disfrutes

Este viaje lo planifiqué en enero en una noche que sentí nostalgia por viajar. No tuve tiempo de chequear muchas cosas, pero aseguré la más relevante, un hotel boutique en el barrio La Candelaria en el casco histórico de Bogotá llamado Muisca, una hermosa y antigua casa remodelada para constituir un verdadero museo histórico. Una belleza ubicada en la calle más empinada de la ciudad, no en vano la calle 10 es conocida como la Calle de la Fatiga o la Calle del Calvario. No pude evitar reminiscencias del viejo Valparaíso. Llegué bastante avanzada la tarde y tras instalarme, pedí un plano de la ciudad para poder ubicar donde realizar cambio de monedas y poder cenar algo rico. No me fue bien con el cambio, pero encontré un sitio de comida mexicana en donde, tarjeta mediante, podría cenar. Un síntoma, es difícil conseguir lugares que acepten tarjetas de crédito y más aún, que tengan vino, algo que corroboraría más adelante. El restaurante Enchiladas, me permitió beber un cuba libre decente  con unas quesadillas con frijoles y luego un delicioso taco pastor.

El primer contacto visual con la ciudad me sobrecogió, hay edificaciones del 1600 en muy buen estado de conservación y funcionales, además quedé sorprendido con la limpieza, debe ser la ciudad más limpia que he conocido en 30 años. Impecable!!

Tras una noche de descanso y un abundante desayuno en una de las terrazas de mi hotel, en donde disfruté unos huevos revueltos con tomate y cebolla muy ricos además del café con leche, fruta y pan; decidí partir el recorrido en el formato que acostumbro, caminando y con mi cámara fotográfica en formato de caza de graffitis.

Recorrí la Carrera 7 desde la calle 5 (la ciudad se mapea en Carreras y Calles, lo cual hace muy sencillo ubicarse) para encontrar las dependencias del gobierno, la mayoría de los edificios institucionales relevantes y tras unas 20 cuadras, el fantástico Museo Nacional y el Parque Metropolitano. Fascinante la belleza de las mujeres colombianas, es definitivamente algo imposible de evitar notar. Carrera 7 es además una calle que se cierra al tránsito vehicular y se constituye en varias decenas de cuadras de ciclovía y paseo peatonal, un gran acierto.

Regresé hacia el centro en búsqueda de un restaurante que aceptase tarjetas de crédito ya que siendo domingo no era factible realizar cambios de moneda. El restaurante El Corral, en formato muy internacional, me permitió disfrutar una limonada de coco, luego un petit filet con papas en espiral y acompañar con una botella de Malbec argentino 2011 La Linda. Una combinación estupenda para mi primer almuerzo en la ciudad, que cerré con un buen café negro.

Al siguiente día, cambié a la terraza superior del hotel el momento del desayuno, lo cual me permitió una vista preciosa de la enorme ciudad. Ahí constaté que sus dimensiones eran muy desafiantes y que tendría que esforzarme más en mis caminatas si quería conocer lo que interesaba. Temprano inicié mi caminata desde Carrera 1 con Calle 10 con el objetivo de llegar a Carrera 11 con Calle 82, en medio del Barrio «Rosa», algo así como Isidora Goyenechea en el Barrio El Golf de Santiasco.

Fue una caminata llena de detenciones pues encontré una gran cantidad de buenos graffitis que registré para la posteridad. Cuando logré dar con el restaurante Andrés Carne de Res, muy recomendado por amigos, di por cumplido mi primer hito. Un restaurante con un formato de club nocturno, aislado de la luz solar, con una muchachada divertida en la atención de las mesas, demasiado turístico y al estilo yanky. Sin embargo, la carta es un prodigio de ofertas presentadas en un formato cercano al comic. Quedé instalado en la zona del local llamada Lujuria, y una pelirroja preciosa (Karen) fue mi anfitriona junto a su joven compañero. Cansado y sediento, partí con una buena cerveza colombiana y un Patacón con queso y hongos. Para los fondos, una punta de anca en salsa de vino acompañado con unos tomates rellenos de puré de papas. Acompañé con una botella de un ensamblaje argentino Vistalba 2007. Evité consumir vino chileno, muy abundante en la oferta, ya que no tenía sentido, a pesar que habría estado excelente.

El plato lo sirven en una fuente de metal caliente por lo que chisporroteaba de manera impresionante. Afortunadamente lo tienen previsto y me pasaron un delantal de papel sin el cual habría quedado lleno de aceite. La carne esta sabrosa pero demasiado fibrosa lo cual fue un desafío a mi dentadura y paciencia.  Para el postre unas ricas brevas y por supuesto el cierre con un café ristretto.

Regresé caminando nuevamente zigzagueando entre las calles para atrapar más vistas y graffitis del entorno, lo cual me tomó varias horas. Tiempo adecuado para llegar a un happy hour en que disfruté un mojito mientras revisaba el día vivido.

A estas alturas de mi periplo, caí en la cuenta que muy poca gente fuma y que en la totalidad de los restaurantes está prohibido fumar, algo muy parecido a lo que recientemente se instituyó en Chile. Aparentemente hemos imitado algo más que el TransMilenio colombiano. Cabe destacar que en las calles en que circula locomoción colectiva (Avenida Caracas por ejemplo) el aire es francamente irrespirable, por lo cual es muy agradable que existan calles solo peatonales y con ciclovías.

El siguiente día, martes 9 de abril, se realizaba una marcha por la paz la que debe ser la multitud más grande que he vivenciado en mi vida, alrededor de 1,5 millones de personas de todas las edades marchando por las principales calles de Bogotá. Me uní naturalmente a este clamor que además se desarrolló en la más absoluta tranquilidad y alegría. Impresionante demostración de civilidad y que fue coronada con algo ejemplar. Al terminar la manifestación, cuadrillas se desplegaron por todas las calles realizando limpieza lo que permitió que esa misma noche no quedaba huella de la basura que naturalmente queda tras el paso de tanta gente. Mezclado en la muchedumbre me fui acercando a los lugares que yo quería conocer. La primera parada fue el famoso Museo del Oro tras haber visitado la Casa Museo Quinta de Bolivar, una pequeña hacienda en que vivió el Libertador. El almuerzo fue en un exquisito sitio llamado Andante Ma Non Troppo, un lugar de pastas deliciosas en el cual disfruté un plato de spaghetti a la putanesca con unas cervezas negras colombianas. Esa tarde, descansando un rato en mi habitación, escuché parte del discurso presidencial ante la multitud en marcha, un texto en que se apologizaba a la policía y el ejército como garantes de la paz. No pude evitar el sarcasmo. Esa tarde conocí un lugar de jazz, llamado La Hamburguesería, aunque solo los viernes hay tocata en vivo, la selección musical que se escucha es fantástica. Un buen happy hour, mientras observaba los blancos muros con posters de Duke Ellington, Thelonious Monk, Billie Holiday, Miles Davis y John Coltrane. Tod eso terminó por darme mucho hambre y pedí una hamburguesa de la casa con salmón ahumado, queso crema, roast beef, papas criollas, tomate y lechuga junto a un mojito delicioso. Buen cierre de un emocionante día.

El siguiente día, merecía un desafío mayor y éste sería el ascenso al santuario del Monserrate, una basílica ubicada en la cumbre de un cerro a 3.200 msn de altura. Un sudado paseo que me tomó 45 minutos de ascenso para obtener una vista envidiable de la ciudad. Gracias a mis salidas habituales con mi Club Los Malayos, tengo el estado físico adecuado para estas subidas, pues me sorprendí con la cantidad de gente en estado de fatiga extrema que encontré en el camino. En todo caso es como subir el cerro San Cristóbal pero desde una cota en 2600 msn. Un paseo genial!!!

Bajé del cerro para seguir mi cacería de graffitis hasta que el hambre me venció y encontré un interesante lugar de nombre mapuche, el restaurante Kutral, cocina de autor de un famoso chef en donde disfruté una exquisita cerveza artesanal Las 3 Marías roja, un churrasco en croute de champignones al ajillo y chutney de mango acompañado de puré de papas, chorizo y focaccia. Una media botella de Malbec Norton mendocino del 2009 completaron el disfrute.

El siguiente día lo dedicaría a los museos, ya que hay muchos en Bogotá. El primero fue el Museo de Arte Colonial donde aprendí algo sorprendente, Haití fue el primer país en independizarse de sus colonizadores y miren como está hoy. También, constatar que Inglaterra, Portugal, Francia, España y Rusia durante mucho tiempo se repartieron el mundo a su antojo y que aún en nuestros días siguen existiendo colonias. A continuación el Museo de Trajes Regionales de Colombia, el Museo de la Independencia o mejor llamado la Casa del Florero. Impresionantes muestras del esplendor de las castas dueñas de nuestros países y su influencia en la cultura local. Finalmente, la historia que conocemos de nuestros terruños está íntimamente ligada a la vinculación con los colonizadores y sus formas de división del trabajo.

Por la tarde, un merecido cóctel en el restopub El Corral, con un chocolate Martini, una mezcla de vodka, vainilla y chocolate, mientras observaba a una hermosa morena que chateaba en soledad en forma frenética hasta que llegó al encuentro su amante. Pronto decidí que era mejor idea volver al lugar de jazz que había descubierto. Sigo pensando que éste es un lugar extraordinario, espacioso, tranquilo, con una música fantástica y una oferta llena de sabores inolvidables. Este día partí con una cerveza negra para acompañar pronto una hamburguesa árabe, vegetariana completamente, con falafel, hummus y tabulé, acompañada con papas francesas.

Dado que mi primera incursión al barrio rosa fue puntual, el siguiente día en Bogotá, fue dedicado a recorrer esta oferta turística. Siento algún recelo en hacer esto, pero me da un punto de comparación con otros países y por lo demás, material para conversar con quienes visitan solo eso en sus viajes al extranjero. Así como pensé que era muy parecido al Barrio El Golf, hoy concluí que era una mezcla con el Barrio de Alonso de Córdoba y Nueva Costanera. No falta ninguna tienda internacional relevante como tampoco las presencia de mujeres bellísimas en acto de consumismo desatado. Algo novedoso es la gran cantidad de casinos de juegos, casi uno por manzana, lo cual muestra la evidencia de mucho dinero (y quizás lavado de éste). Los malls son iguales a los que estamos acostumbrados a ver en todas partes, con preponderancia de jóvenes y bellas nínfulas consumistas. La diferencia que puedo hacer notar es la exacerbada seguridad, ningún vehículo ingresa al estacionamiento del mall o de un edificio público sin una revisión exhaustiva de un guardia y un perro caza explosivos. Algo similar ocurre en museos en que jamás pude ingresar sin una revisión de mi pequeño bolso en donde porto lo básico para atender mis krrtrekkings. Es grosera la obsesión, aunque probablemente tiene que ver con la historia colombiana.

Almorcé en La Esquina de la Mona, un sitio normal pero con buena sombra para un cálido día. Una pechuga de pollo con miel mostaza rellena de jamón y queso acompañada de papas criollas, tras haber consumido unas empanaditas bogotanas exquisitas. Para acompañar solo conseguí una helada cerveza Club Colombia negra. Destiné el resto de la tarde para hacer unas pequeñas compras para regalos.

Mi último día, partió temprano, tras desayunar realicé checkout y dejé mi mochila en custodia. Salí a visitar el museo militar solo para saber algo más de este curioso país.  sabían que Colombia participó en la guerra de Corea?. Una guerra de USA llena de matanzas horrorosas de civiles que nadie podría sentir orgullo de haber sido parte.  Visité para limpiar mi aura el Museo de Arte Moderno, un edificio de 4 plantas muy bien dotado con piezas de arte geniales. Me reconforté con los humanos!!

Mi último almuerzo lo hice en el Centro Cultural Gabriel García Márquez, mientras revisaba mis notas de este krrtrekking exquisito. Ahí tuve ocasión de interrogar a la bonita moza que me atendía acerca de porque las chicas alisaban el cabello. Sorprendentemente, la gran mayoría de las colombianas lo hacen porque de alguna manera olvidan el paso de la mezcla de razas milagrosas que les da su belleza inigualable.  Europa, África y los indígenas colombianos se mezclan para ese todo delicioso, sin embargo ellas tratan de borrar parte de ello. El dato freak es que en algunos lugares de trabajo se lo exigen!!!

Un gran país, lleno de injusticias milenarias, lleno de abusos institucionalizados, pero con una juventud pujante, preclara y con ganas de hacer algo distinto. Me fui lleno de energía esperanzadora, digan lo que digan, el pueblo latinoamericano cada vez más comprende que esto debe cambiar.

Les regalo mi selección de fotografías de este rico paseo.

 

 

 

 

 

Los Cuates : una cena al paso

Tras llevar mi cleta al taller y dejarla para todos los ajustes y mantenciones que pedía a gritos, me vino la tentación de comer rica comida mexicana y nada mejor para ello que Los Cuates, un buen sitio para comer en el barrio Manuel Montt.

Partí preparando mi paladar con un Cosmo Jimador, un buen tequila Jimador con arándanos y refresco de lima, delicioso. Luego fui por mi plato de fondo, unas fajitas de carne, carne salteada con cebollas y pimentones, que acompañé con una rica botella de syrah Santa Ema 2007.

Mientras cenaba me divertí observando la gran cantidad de extranjeros que llega a este sitio dateados por tratarse de un auténtico restaurante mexicano atendido por simpáticos mexicanos. De verdad, un imperdible sencillo y contundente en la oferta gastronómica del barrio.

Para cerrar esta incursión casual, pedí un rico café de olla, café hervido en greda con naranjas y chancaca, una especialidad insuperable.

 

Ciudad de México : una cena contundente

Otra noche de hambre desatada aunque acompañado por una partner con poco apetito, en fin, debía conjugar ambos aspectos para que fuera disfrutable. Una idea cruzó por mi mente y me dirigí con mi compañía hacia este sitio de comida mexicana tradicional que ya había visitado en otras ocasiones con buenos resultados.

Una hermosa chica nos ubicó en un buen lugar y partimos por pedir unas Quesadillas mixtas, un plato para compartir que por lo menos para mi, solo era el comienzo de la cena, solo un appetizer. Los bebestibles marcadamente distintos entre ambos, un Tequila Ciudad de México y una gaseosa.

Concluido los prolegómenos de esta cena,, carta en mano las decisiones apuntaron a una ensalada muy conmtundente y sabrosa para mi partner (en franca dieta) y una degustación de los mejores tacos para mí, un plato apropiado para el tamaño de mi hambre. Cada ocasión en que me siento así, pienso que nada puede calmar mi hambre, pero confieso que este plato fue suficiente.

Para acompañar los sabores desatados, seleccioné de la carta un rico ensamblaje de cabernet sauvignon carmenere y merlot, deliciosa combinación que disfrutamos en una distendida conversación y sobretodo sabrosa cena.

Ciudad de México es un buen lugar para saciar apetitos incontrolables como el mío. Sigue en mi lista corta de emergencias gastronómicas.

 

 

 

Los Cuates : cena sabrosa

Hoy fue otro día en que no solo soy quien abre la oficina sino quien la cierra, es decir, brutalmente cansado. Por suerte eso me alienta a realizar algo distinto y particularmente disfrutable, ya que la vida debe tener compensaciones y no me permito fallar en eso.

Los Cuates es de los pocos restoranes mexicanos en donde hacen verdadera comida mexicana, con eso quiero relevar por ejemplo, que fabrican sus propias tortillas de maíz que venden a otros y que hay mexicanos atendiendo. Un detalle que se nota, según sea la capacidad de aventurarse en la oferta gastronómica del sitio.

Partí con un clásico tequila margarita con mango, una variante deliciosa que me vino de maravillas. Acompañé estos inicios con unas quesadillas tradicionales acompañadas del habitual guacamole.

Para los fondos, nada mejor que un plato típico del México profundo, un Alambre, puesto en sencillo es  carne a la plancha salteada con pimentones, cebolla, queso, tocino y las adecuadas guarniciones, porotos negros refritos y guacamole, además de las calientitas tortillas de maiz que cierran el circuito virtuoso de este exquisito plato.

La carta de vinos no es muy abundante, pero logré incluir en mi cena un carmenere de Viña Sutil Colchagua State, un acierto inesperado.

Para los postres, que mejor que una inyección dulce de crepes Los Cuates, o sea panqueques calientes con manjar,  chocolate, una  nube de nuez, algunas ricas almendras y helado de vainilla. Una delicia para el cierre de mi incursión.

No podía abandonar el lugar sin beber un cafe hervido mejor conocido como cafe de olla, especialidad de la casa, algo sin parangón en la oferta santiasqueña.

Sin ninguna ostentación, Los Cuates es un lugar delicioso!!

Ciudad de México : un nuevo sitio para disfrutar

Ocupa la misma casa de un antro al que nunca quise ingresar, la Picada de Lucho Jara, siempre me pareció inaceptable aunque estuviera al frente del La mitad del mundo. Sin embargo,  desde hace un mes aloja a un restoran decente y mexicano, una de las delicias gastronómicas que me gusta disfrutar.

Un local nada ostentoso, pero ambientado muy a la mexicana, con colores cálidos, cuadros acerca de la cotidiana relación entre la vida y la muerte (algo iconográfico de la pintura mexicana), además de los típicos adornos tradicionales de papel picado. El lugar definitivamente bien ambientado.

Para llevar menos de dos meses al aire, sorprende con bastante gente y una pertinente atención de amables mozos. Mientras se escuchan sabrosas baladas mexicanas, pido mi tequila blue de la casa para comenzar el disfrute.

Partí con unas quesadillas que imaginaba un plato sencillo y frugal y de pronto me encontré con un enorme plato de quesadillas mixtas (pedí una combinación con carne de res, pollo y camarones completamente fuera de la carta), magnífico!!.  la combinación de tomate, aceitunas y salsa mexicana me extasió.

La carta del sitio es sencilla pero linda y fascinante,  por ejemplo, tiene fajitas para armar en tres pasos, ideal para cuando se va en grupo. Pedí una botella de vino de un buen ensamblaje, un Montes Limited Selection 2010, una rica mezcla de cabernet sauvignon y carmenere, un vino de apreciable acidez y gran volumen.

Hambriento como siempre, o casi siempre, me entusiasmé con otro plato. Pedí un taco al macho, un tremendo plato con pollo, tocino, pimentón, queso fundido y cebolla, que fue una delicia de sabores.

Desbordado con tantos ricos sabores y la abundancia de esta cena, intenté pedir un postre, pero me arrepentí a tiempo ya que era demasiado y solo había espacio para un café negro.

Rico lugar, sencillo, sabroso, abundante y bien atendido, merece ser revisitado!!

Día extenso : trabajo, cena mexicana y algo más

Estoy atravezando un periodo de trabajo definitivamente agotador, promedio 12 horas de jornada sin pausa y quedo muchas veces al debe. Es evidente que no es sustentable y debo compensarme de alguna forma. Para ello tengo un método infalible, hay que disfrutar en forma proporcional al esfuerzo desplegado.

Tras una de estas potentes jornadas, decidí que era un buen día para disfrutar una cena mexicana. Así que partí presuroso a un lugar sencillo pero sabroso. Me refiero a Los Cuates, un restoran antiguo del barrio Manuel Montt, comida rica y auténtico ambiente mexicano.

Inicié la cena bebiendo tranquilamente un kir royale, mientras revisaba la carta en búsqueda del plato que iba a gozar. Terrible tener tantas opciones, pero hace mucho tiempo que no comía unos buenos burritos mixtos. Así que mi plato quedó armado con burritos de res (deliciosa carne hilachada), de pollo y de champignones, tres sabores acompañados de doble ración de guacamole.

La carta de vinos estaba un tanto disminuida ya que no estaban los vinos de mi interés, así que pregunté cuales verdaderamente quedaban y para sorpresa mía, el barman tenía botellas de buenos vinos que no estaban siquiera en la carta ya que correspondían a cartas de vino anteriores. De esa forma, llegó a mi mesa un delicioso merlot reserva 2007 Tres Palacios Family Vintage. Notable!!

Tras el disfrute de mi plato, pedí la carta para elegir algo más, pero pasó algo divertido, el mozo entendió que le había pedido la cuenta. En fin, lo tomé con humor y como una oportunidad, pagué la cuenta y me dirigí al LunaPub, un restobar ubicado en el mismo sitio en donde funcionaron antes el Manifesto y luego el Muelle Montt.

El lugar, bastante tranquilo con personal muy atento y ágil, aunque hay que decir que  la música sonaba bastante mal. Lo importante es que mi tabla de empanaditas estaba deliciosa así como mi trago de cierre de este largo día.

Después de todo, ahora podía ir a descansar.

Paseo por Bellavista : inesperado krrtrekking

La mejor forma que  tengo para conocer nuevos sitios y disfrutar de la ciudad es el krrtrekking. Lo he practicado en muchas ciudades tanto en Chile como en el extranjero y de verdad que es fantástico.

Tenía un par de horas disponibles antes de tener que trasladarme a una interesante junta de proyectos y me encontraba en el sector de Ciudad Vieja, aunque no me tenté a ingresar pues ya había almorzado. Caminé hacia el oriente y encontré abierto el Cian, plataforma cultural, un sitio muy entretenido por las obras de arte que allí se exponen y venden. Óleos, esculturas y hasta corbatas pintadas a mano, en un colorido desorden que atrae las miradas. Después me fui al sector de Plaza Mori para visitar el Centro Cultural Mori, que normalmente tiene buenos panoramas. Me enteré que está a punto de partir otra versión, la séptima ya,  del genial festival de cine y documentales musicales In-Edit Nescafé (7 al 12 de diciembre 2010 en 5 sedes, ver www.inedit-nescafe.cl). Entre otros filetes, rescato Brian Eno : Another green world; Flamenco, flamenco de Carlos Saura; It might get loud con tres leyendas de la guitarra Jimmy Page, The Edge y Jack White; y por último, La extraordinaria-ordinaria vida de José González. Imperdibles!!!

Después de revisar una exposición fotográfica del backstage de Gulliver (la gran obra de Jaime Lorca, ex-La Troppa), me fui a visitar un sitio que tiene pocos meses de vida, Ladrón de Bicicletas, un multiespacio que promete. Inteligentemente diseñado para servir no solamente como salas de teatro (dos obras en cartelera), un pequeño café, un hermoso y amplio lounge (que debe ser fantástico de noche) y en las paredes una exposición de arte con obras a la venta. Todo en un mismo lugar, notable!!

Tras disfrutar la exposición de cuadros en Ladrón de Bicicletas, decidí descansar un rato en un taquillero sitio y que a esa hora estaría desocupado. Me refiero a La Mordida, el restoran mexicano ligado a Joaquín Sabina. Muy pintoresco sitio, con las típícas paredes coloridas con objetos, cuadros y textos (de Sabina y de otros). Me ubiqué en la terraza aprovechando que había buena sombra y una exquisita brisa. Allí bebí un delicioso margarita al estilo de la casa. Excelente!!!

Tras estos disfrutes, tuve que partir a cumplir con mis compromisos. Buen krrtrekking!!!

Plaza Garibaldi : delicias mexicanas

Me gusta la comida mexicana y me gusta más cuando puedo volver a este antiguo lugar del barrio Brasil.

Cualquier día es un buen día para disfrutar, así que entusiasmé a un amigo para ir a  almorzar al Plaza Garibaldi. Llegamos a buena hora para elegir la mejor mesa (después se llena) y partimos con unos cócteles margarita, en mi caso elegí una variante Blue. Compartimos una porción de totopos con un mix de carne, frijoles negros refritos y una porción del pebre mexicano (pico de gallo). Muy buen comienzo!!

Para los fondos decidimos compartir unas fajitas de lomo, pollo y camarones, acompañadas por todos esos potes de ingredientes mexicanos deliciosos, guacamole, frijoles, crema, salsa pico de gallo, salsa de tomates picante y queso. Un festín de sabores irresistible!!!. Acompañamos con una botella de syrah que quedó estupenda en la combinación.

Satisfechos pero con ganas de probar algo más, dimos con un postre demasiado rico, un pie de coco. Demasiado rico!!!

Garibaldi, sigue siendo mi lugar mexicano favorito.