Celebrando cumpleaños a un amigo en Confitería Torres

Un gran amigo y además compañero de trabajo por muchísimos años tuvo la ocurrencia de completar una vuelta alrededor del sol y siendo además un cambio de folio importante, decidí invitarlo a celebrar en un lugar rico. Combinando las variables de distancia y tiempo disponible, las opciones en el centro de Santiasco se acotan bastante, pero nunca olvido un buen lugar y lo llevé entonces, a la Confitería Torres original.

Instalados en una mesa en ese estilo formal y elegante del lugar, mientras un pianista acompaña el  placer gastronómico con deliciosos acordes, llegó el mozo a atendernos. De pronto la sorpresa, el joven mozo me llama por mi nombre y tras unos segundos rastreando en mi mente, reconocí a un amigo montañista de mi querido Club Malayo. Gran alegría, pues hace mucho tiempo que no le veía, ya que siendo estudiante de hotelería, gastronomía, excursionismo y todo lo que tenga sabor a aventura, se ha paseado por todos lados trabajando y gozando. De hecho, hasta estuvo en la Antártida. Notable!!

En fin, volviendo a la celbración, partimos con unos kir royale como aperitivo mientras recorríamos la carta. Casi sin dudar, ambos dimos con el mismo plato, como si éste clamara por ser gozado. Se trató de un pescado a la griega,  un plato de filete de pescado, con camarones,  pulpo,  locos al peperoncino y acompañado con puré de palta. Mi invitado reemplazó el puré por unas papas salteadas, aunque en mi opinión la versión que yo elegí era superior.

Como es lógico, busqué un vino a la altura y me fasciné al ver en la carta un pinot noir Undurraga TH, una delicia  del valle de San Antonio. Doy fé que este almuerzo estuvo magnífico y rogué que no se acabara nunca mi plato, pero se acabó.

Al momento de los postres, nuevamente coincidimos en la elección, una porción de creme brulee más el café infaltable, intenso y amargo.

Una celebración fantástica en un restaurante exquisito.

Confitería Torres Isidora : gran almuerzo

Hace ya un tiempo (casi dos años) que este tradicional restoran marcó presencia en un barrio elitista, pero igual bien rico. No había tenido ocasión de disfrutarlo y hoy se confabularon los astros para que eso fuera posible.

Como soy un asiduo del tradicional, clásico e imperdible local de Alameda, tengo muy claro cual es la marca e impronta del Torres, así que mi incursión tenía harto de comparación. Debo confesar que las réplicas no siempre son buenos representantes del local original, pero bien vale la pena intentar la comparación.

Me instalé en el comedor principal (ya que hay terraza y segundo piso), casi vacío por la hora, pero eso no es problema cuando se tiene la convicción del disfrute como norte. La verdad es que era bastante avanzada la tarde, pero yo tenía hambre y no iba a ir a cualquier sitio. Me instalé e la mesa que me pareció mejor y una señora moza, algo incrédula, se acercó a interrogarme. Como era obvio, salió con una orden de mineral sin gas para comenzar y la exigencia de la carta del lugar. Fue divertido el diálogo con ella, ya que poco acostumbrada a la precisión en los pedidos, se sorprendió con mi conocimiento del lugar (aunque no había estado antes aquí, pero vale ser asiduo de los otros locales del Torres).

Era un día frío, por lo que una buena crema de zapallo, marcaba el inicio de un almuerzo delicioso, Más tarde, me fui por un clásico del Torres, un filete al cilantro, filete a la plancha   macerado en oliva, especies, buen cilantro acompañado con un pastel de chuchoca a las finas hierbas. Delicioso!!!

Para un clásico como este, me permití una botella de petit verdot Santa Carolina barrica selection 2008 del valle de rapel, pieza única en la carta y que generó crisis complejas en la moza, quien pensó en un vino blanco, cuando no hay nada más tinto que un petit verdot. Divertido!!

Tras gozar este plato exquisito, comencé a pensar en postres y de la carta tradicional del Torres apareció ese delicioso volcán de chocolate, que he gozado en innumerables ocasiones y que se sumó a mis habituales placeres sin modificaciones. Un postre maravilloso!!

Para el cierre, por supuesto, un buen café negro y a continuar con la vida.

La comparación, finalmente, sitúa al lugar en Alameda al comienzo de la lista. ¿siempre será así?

Confitería Torres : sabroso almuerzo

Otro día en santiasco y con ansias de probar algo rico en la zona centro. Salí sin rumbo hacia la alameda y de pronto decidí que debía caminar al poniente. Tomé la vereda sur y caminé unas cuadras para comenzar a sentir que era un buen momento para revisitar un viejo conocido. Sin pensarlo más de una vez, me vi sentado en una mesa de la Confitería Torres y dialogando con el querido «tata», el mesero más antiguo del local y fuente de innumerables anécdotas. Aunque reconozco a muchos mozos del local, es inobjetable que el «tata» es quien le da ese aire tan particular al sitio, además que de verdad se esmera en atender bien aunque «a la antigua».  Despierta ternura su estilo sencillo y sin aspavientos, además que sus recomendaciones son simplonas pero muy efectivas. Los otros mozos lo molestan permanentemente, obstaculizándole el paso y riéndose de su mal humor, es como un niño!!.

Partí con mi imperdible botella de agua mineral sin gas, preludio de todo lo demás. Una entrada de palta cardenal exquisita, cuanto deseaba probar algo fresco y sabroso tras una semana espantosamente densa.

Ya repuesto, urgueteé la carta un poco y volví a caer con un clásico del lugar, un filete a la pimienta acompañado con un puré de garbanzos. la compañía ideal llegó en la forma de un cabernet sauvignon 2009 reserva de Pérez Cruz al que debo añadir esos solos de piano en vivo que son parte de la magia del lugar. Un pianista solitario que repasa temas deliciosos de películas o maravillas de Edith Piaf o bien clásicos inolvidables del tango.

Para los postres, no pudo ser más oportuno el saborear un rico helado de harina tostada. Qué rico!!

Confitería Torres : buena tradición, aunque…

Almorzar en este viejo aunque remodelado lugar siempre es grato. Una temperatura agradable, sencilla presentación mas bien ausencia de ostentación y un delicioso solo de piano, dan la bienvenida cuando llegamos desde el infierno caluroso de Santiasco.

Una rápida ubicación en una mesa lateral y ya estamos disfrutando nuestras aguas minerales sin gas. La carta está plagada de tentaciones, pero la idea es almorzar algo liviano, pero rico.

Un plato de Congrio con salsa de picorocos (un plato de sabores geniales) y la deliciosa corvina María Victoria, ambos platos acompañados con unas papas al vapor, son una maravilla del lugar. Sumamos un pinot noir Morandé Pionero (que llegó a temperatura ambiente!!!! ¿qué pasa con los restoranes?). Bueno, a fuerza de mucho hielo y agua, pudimos sincronizar los fantásticos platos con las copas de vino y hacer muy disfrutable el almuerzo.

Me estoy preguntando cada vez más seguido, porque buenos restoranes son tan descuidados con el servicio y me apena incluir a este conocido lugar en mi lista. Mozos descuidados, que olvidan los requerimientos, que no sirven el vino, que dan explicaciones absurdas para justificar que un vino no esté en su punto de servicio, etc.

En todo caso, volveré a esta Confitería Torres, porque un lugar así debe existir.