Sure, shall we talk about it? : ironías, baile y música

En enero y en Santiasco, se concentra la mayor cantidad de actividad artística del año y Santiago a Mil está a todo dar.

Hoy estuve triste, así es que elegí esta obra porque la danza y la música en vivo me llena de alegría y eso es lo que necesitaba.

En el Teatro Antonio Varas, Alemania se hace presente hasta mañana martes 8/01 con esta obra deliciosa. Original en muchos detalles, parte con una declamación musicalizada acerca del valor de las cosas en abierto parafraseo a Carlos Marx, en formato de improvisación con guitarra en el hall de entrada, antes de abrir las puertas al público. Sorpresivo!

Mientras la gente se ubica en sus asientos (ubicación ideal, al centro, filas F y G), una hermosa bailarina hace una perfomance con su gracil cuerpo mientras se proyecta un paisaje urbano «en vivo» en una gigante pantalla al fondo del escenario.

Con buen cálculo, apenas comienzan a silenciarse bocas y celulares, los músicos, una multi-instrumentista (guitarra, batería, vibráfono y diversos instrumentos de percusión), un guitarrista (el único hombre en el escenario) y una chica violinista y de buena voz, comienzan a tocar con un sonido impecable (bien por el sonidista y los músicos) y gran potencia.

De ahí en adelante, un espectáculo vibrante, lleno de gracia y expresión corporal, además de cantos en vivo y textos en diversos idiomas. Se pasean por el universo plástico de los patrones de belleza femeninos y los clichés acerca de sus «preocupaciones». Divertido el uso del micrófono cableado, un verdadero castigo disruptivo, el uso transgresor de la ropa, los tacones altos, las mascotas y los modismos del género femenino. Por cierto, la música es excelente.

Una obra estupenda para ser disfrutada de punta a cabo.

Ballet y pelos en punta

A las 19:30 del viernes 16/11 tenía una cita ineludible con el filete. Teatro de mi querida Universidad de Chile y el Ballet Nacional Chileno, una promesa de disfrute. Con algún retraso, perdonable por cierto, se abre la sesión con premios para ya premiados bailarines de ese cuerpo de baile. (a veces es tarde reconocer lo bueno en alguien, como si se esperara copiar las inclinaciones de otros). Rector incluido, aplaudimos a notables y sus merecidos premios.

Se abren las pesadas cortinas y un tercio del escenario está lleno de músicos y sus instrumentos, al fondo se observa a los bailarines y sube, micrófono en mano, el director del ballet Gigi Caciuleanu a realizar una introducción. Nos habla del movimiento y de las posiciones de los instrumentos (horizontales como los violines, verticales como los contrabajos, la diagonal de los violoncellos) y comienza el espectáculo.

Preciso, moderno, altamente sincronizado y bello. Cada bailarín efectuó una y otra vez las posiciones de los instrumentos mientras volaba la música de la orquesta. Movimientos individuales y grupales, todo fue movimiento. Me encantó la sonrisa en las caras de algunas bailarinas, quienes a pesar del esfuerzo físico, disfrutaban tanto lo que hacían. Un muy buen nombre para lo obrado : Movimientos.

Un intermedio, para cambiar los instrumentos al foso y dejar tiempo de descanso a los bailarines. Ahora aparecen las voces, la Camerata vocal de la U.

Cuando comienzan a cantar la primera composición, solo voces, se me erizan los pelos, es increíble. Solo dos bailarines en escena, luego dos más y finalmente aparecen todos, al son de esa música divina. Sobrecogedor y bellísimo. Sin pausa, se larga la segunda composición y el baile es un contínuo, con bailarines que están con otros y luego son solistas, combinándose una y otra vez. Maravilloso, quiero decir Magnificat