Filetes del último trimestre : adiós 2017

Me siento obligado a confesar que he dedicado poco tiempo a escribir y no quiero pasar a otro año sin registrar algunos filetes disfrutados antes que queden sepultados en mi olvido. La memoria cada vez me es más esquiva y estos buenos recuerdos los necesitaré más adelante. Entonces, ahí vamos con un recuento breve de lo disfrutado.

Fue por el año 1997, 20 años atrás, que estuve en este concierto homónimo y casi no sentí el paso del tiempo. «El gusto es nuestro» es como una fiesta con viejos amigos que se turnan para cantar y conversar del tiempo pasado, de buenos recuerdos y sobretodo para celebrar la vida que aún nos queda. Disfrutamos cada canción, cada comentario y el prodigioso despliegue de imágenes que adornó el fondo del escenario y sumó más poder al espectáculo.

Poco tiempo después, por motivos laborales afortunados, me trasladé a la hermosa ciudad de  La Serena a una reunión de esas llamadas importante y que hice coincidir con días no hábiles para disfrutar unos días en el norte chico. Me alojé en un balneario del banco, mismo lugar en donde habría de ejecutarse la reunión. La gracia es que está a pocos metros de la costanera playera y en una zona de restaurantes que por supuesto no dejaría pasar sin disfrutar. En el tiempo libre que conseguí, realicé una intensa cacería de graffitis que me llenó el corazón.

Un espectáculo que no podía perderme fue la tocata del extraordinario grupo Santiago del Nuevo Extremo para celebrar 40 años. Ya casi todos mis grandes recuerdos tienen décadas de antigüedad y sin embargo, me siguen gustando tanto. Aquí les dejo unas fotos de esa exquisita revisita a otros tiempos de mi vida.

Si de emociones del pasado se trata, una fortuita congregación de teléfonos en el whatsapp generó que, en pocos días, me reencontré con mis compañeros de colegio, con quienes broma tras broma (además de esa inevitable adicción a las fotos hot) acordamos realizar una improvisa Junta de Ignacianos en la cava de la Confitería Torres (un delicioso subterráneo para encuentros notables en el clásico lugar de Alameda con Dieciocho). Si bien estamos próximos a cumplir 40 años desde que salimos del colegio, me sorprendí que el paso de décadas no nos cambiaron tanto (salvo las canas, la falta de cabello, las barrigas  y las historias personales). Por cierto, en los acalorados días de elecciones presidenciales, terminé por saturarme de opiniones no compartidas, entiendo la legitimidad de ellas y la evidencia clara que en Chile convivimos con visiones bien opuestas. Todo lo cual no me impide sentir un enorme cariño por mis viejos compañeros, ya nos veremos nuevamente.

Un espectáculo que esperaba ansioso fue el recital con nuevo disco del sorprendente maestro Sabina y como todo tiene plazo, llegó el ansiado día. No pude dejar de solidarizar con el título «Lo niego todo», pues cuando la vida es larga y productiva, es necesario tener la opción de negar, aunque sea en broma. Un recital formidable con un Sabina renaciente no solo en talento sino en presencia. Además del nuevo disco, Sabina con maña bien pensada, nos hizo disfrutar sus temas de antología, lo cual agradece todo mi ser.

Si bien, tuvimos la oportunidad de ver hartas obras de teatro en este periodo, no puedo dejar pasar una obra magnífica de Egon Wolff, revisitada por el gran Marcelo Leonart. Se trató de Flores de Papel, tan contemporánea como muchas, pero que ponen de forma mayúscula lo potente que puede ser el malentendido, la casualidad de los encuentros y las distancias que existen en la comunicación. No, no bastan las flores de papel para construir los puentes entre las personas, hay demasiado daño acumulado y  sin embargo, una vez más es necesario intentarlo. Emocionante!!

Finalmente, seleccioné un viaje a Iquique que realicé para estar con mi buena compañera y disfrutar ese norte playero que Chile prodiga con facilidad. Considerando que ella viajaba por trabajo, acordamos una combinación ingeniosa para poder disfrutar en común algunos días y romper esas rutinas que el sistema tanto empuja y que en nuestras vidas debemos cambiar.

Adiós 2017, ya viene un enero sobrecargado de buen teatro para disfrutar!!

Casa Galos y Casa Luisa : maravillas de Valparaíso

Originalmente habíamos planificado para el fin de semana largo de este agosto irnos a disfrutar Valparaíso, pero debimos postergar por fuerza mayor, así que canjeamos la reserva para el fin de semana siguiente con la ventaja de tomar la mejor habitación del Casa Galos en cerro Alegre.
Conocemos muchos hoteles boutique en Valparaíso, pero Casa Galos nos sorprendió. No solo es hermoso sino que tiene comodidades inesperadas además del excelente servicio. Cuenta incluso con ascensor a pesar de tener solo tres niveles incluida una terraza impresionante, una de las mejores vistas de la bahía y ciudad. En lo personal preferí siempre usar las lindas escaleras de madera y así tener la oportunidad de disfrutar el buen diseño y la decoración cuidadosa y elegante. En cada nivel hay patios y salas de estar, un verdadero oasis.

La primera noche fuimos a cenar a uno de nuestros restaurantes favoritos, el Concepción. Como siempre,  delicias que se agradecen. Al siguiente día fuimos a conocer Casa Luisa, un restaurante que avistamos el día anterior y que nos habían recomendado. Un sitio pequeño y acogedor, pocas mesas y atención muy gentil. La carta resultó ser una maravillosa historia del origen del lugar, una familia antigua y en donde cocinan sus propias recetas dos generaciones.

La primera sorpresa fue un appetizer formidable con una sopa y un acompañamiento con base de rúcula, queso de cabra, zuchini decorado con repollo caramelizado, aceite de oliva y especias. Increíble!!. Esto aterrizó en nuestra mesa justo después de llegar los aperitivos, un sour y un negroni impresionantemente rico.

Para los fondos, fuimos por las pastas caseras. Mi compañera se encantó con unos agnolottis rellenos de carne mechada con una salsa crema al carmenere adornado con un toque de queso azul y para mí unos ravioles negros rellenos de pulpo, queso crema, ciboulette, sazonados al ajo y aceite de oliva, adornados con grandes camarones y trozos de pulpo. Acompañamos estas delicias con una botella de Tinta Tinto cabernet sauvignon.

Los postres fueron otra sorpresa, para mí un brownie rodeado con berries y una bola de helado encima y para ella un culan relleno de lúcuma y toffee con helado de vainilla, manjar y pequeños merengues. Después de tanto placer gastronómico, fue bienvenido beber un buen café negro. Trip Advisor ubica en el puesto 2 de 393 restaurantes en Valparaíso, lo cual respaldo absolutamente. Es magnífico.

Al atardecer, la cita fue en la terraza del hotel en donde una pareja de jóvenes músicos nos deleitó con un concierto de jazz vocal acompañado solo de una guitarra eléctrica. Un gran momento, a pesar de las ráfagas de viento que sentimos.

Al siguiente día nos fuimos a almorzar al Pasta e Vino ubicado en el hotel Gervasoni. Allí partimos con unas bruschettas de locos y papas hilo y un pimentón relleno con queso de cabra, camarones y cilantro envueltos en masa philo. Seguidamente, nos fuimos por la especialidad, Pastas!!. Ella prefirió un ravioli de locos con salsa cremosa de parmesano y sauvignon blanc y en mi caso un plato de ravioli de habas salteado con camarones y reducción de naranja,  todo bien acompañado de una botella de Tabali Pedregoso Syrah.

No fuimos capaces de comer postre así que pasamos al café y completamos los placeres de este viaje que llegaba a su término.

Dos viajes con disfrutes impensados

En realidad han pasado más de dos meses desde que escribí el relato anterior adoleciendo de paciente flojera, pero me iluminé cuando ví que podía hacer un continuo con lo mejor de este periodo silencioso.

Fue necesario acabar con una de mis creencias, mas bien una cierta convicción rebelde, acerca de no visitar Europa hasta haber conocido por completo Latinoamérica. Pues bien, a inicios de mayo nos largamos a visitar España y Portugal. España porque era lo que más quería mi compañera y Portugal impulsado por las descripciones que me imaginaba de Lisboa en los libros de Pessoa.

Viajamos a Madrid para tomar un avión hacia Barcelona en donde nos esperaba un lindo hotel boutique, nuestro primer refugio en esta hermosa ciudad. Ya instalados salimos a pasear y hacer un reconocimiento de orientación.
Por la noche nos fuimos a disfrutar el barrio gótico, un laberinto errático lleno de construcciones antiguas y de gente variopinta. Durante el regreso, ya muy tarde, vivimos con mucha adrenalina, un intento de asalto que azarosamente fue bloqueado por la aparición de una patrulla policial que persiguió a los 3 desafortunados asaltante por las angostas calles del barrio.

Al otro día comenzamos el descubrimiento de Gaudí, partiendo por la Pedrera mejor conocida como Casa Milá. Una belleza arquitectónica sorprendente, la que a pesar de los años, se puede poner en la vanguardia de la modernidad. También visitamos durante la estadía en Barcelona, el Park Güell y evidentemente la imperdible Sagrada Familia.
Desayunos, almuerzos y cenas nos permitieron disfrutar la buena gastronomía y degustar unos cuantos vinos formidables.

Uno de los sitios sorprendentes que pudimos visitar fue Tarragona, sede de lo que fue una ciudad romana y que se conserva buena parte de manera espectacular (reconstrucción mediante). Increíble fue caminar por el acceso de las cuadrigas, carros tirados por caballos que fueron la delicia de los romanos del siglo I DC. En uno de los cuartos de piedra fue posible observar un vídeo que muestra como fue la ciudad original, con su anfiteatro, las instalaciones de la nobleza y el circo en toda su magnificencia.

Otro lugar digno de visitar fue el Acuario, en donde pudimos caminar bajo el agua mientras tiburones desfilaban lujuriosos por sobre nuestras cabezas. Toda una experiencia!!.

Viajamos hacia Madrid para pasar algunos días y aprovechar la ventaja de haber comprado, por internet por supuesto, las entradas a los extraordinarios museos Del Prado y Reina Sofía. Verdaderamente impresionante ver piezas originales de centenas de años, como el tríptico El Jardín de las Delicias de El Bosco, todas en perfecta conservación. También rescato el original de Guernica y la historia de dicha obra que llena una de las salas del Reina Sofía. La verdad que se requieren varias horas para admirar tantas obras artísticas que solo conocía en fotografías. De hecho, siempre pensé que ambas obras eran de pequeño formato (una idea infundada) y me dejó boquiabierto verlas en su real tamaño.

El museo que nos asombró y que no teníamos considerado fue el Arqueológico. De un nivel técnico y de producción superior a todo lo que habíamos visto antes. Cada vitrina contaba con un pequeño vídeo documental que daba contexto y explicaba en diversas lenguas lo que se exhibía. De otro nivel!!

Días después partimos hacia Lisboa, cuna de Pessoa y mi deseo cumplido. Lisboa es una ciudad antigua, noble y hermosa. Las calles pavimentadas con trozos de rocas negras y blancas que forman diseños que imagino crearon manos obreras hace muchos años. Edificios con azulejos llenos de historia, muchos construidos después del único terremoto de esa zona de Europa hacia 1755 y que obligó a renacer a esta ciudad a orillas del río Tajo.

Una ciudad tranquila y que además pasa un buen momento económico, lo cual se refleja en la intensa actividad de la construcción. Zonas antiguas dan paso a hermosos barrios modernos con edificios sofisticados pero con gran armonía. Lisboa debe ser la ciudad que más caminamos, a la cual añadimos Sintra, Porto y el barrio de Belem. En Sintra visitamos el castillo del rey, en estricto rigor la casa de veraneo, además del punto más occidental de Europa de cara al Atlántico. Porto no cabe duda que es conocido por ser la fuente de la producción del licor Oporto y por la gran cantidad de puentes sobre el río Duero. En Belém la maravilla del Monasterio de los Jerónimos, patrimonio de la humanidad construido a partir del 1500.

Un imperdible de Lisboa es el Oceanario, la colección viva de flora y fauna marina de cada uno de los principales océanos del mundo. De hecho viven más 15 mil especies y es el segundo acuario más grande de Europa.

Un largo viaje de regreso nos dejó nuevamente en Chile con muchas historias y disfrutes impregnados en el cuerpo. Que rico es viajar!!

Unos días después de mi regreso,  tuve la oportunidad de viajar a ciudad de México (DF) para atender un seminario de transformación digital. Me recibió esa gigante ciudad con días de gran congestión vehicular y noches de tempestad, pero con el agrado de compartir con profesionales de América Latina empeñados en los cambios que deben realizar los bancos para ponerse a la altura de la digitalización que vive la humanidad. La actividad profesional no fue excusa ni estorbo para poder visitar algunos buenos restaurantes (Malasartes, Sonora Grill y Anatole), comprar libros (El Sótano) y reconocer varios lugares que visité años atrás. En Malasartes probé unos chiles en nogada magníficos bien acompañado con una botella de curioso nombre Yo Soy y también un helado mamey. En cambio en Sonora Grill me fui por una gigante milanesa de Arrachera con un tremendo vino como su nombre Gran Ricardo y al postre un budín de higo excelente. En la salida con otros asistentes al seminario, probamos el Anatole en donde compartimos un desfile de tacos Filete Tuétano, Cochinillo, Atún Pastor y Villamelón, además de varias cervezas Bohemia.

Un lugar que destaco en la ciudad y que merece ser visitado es el Museo de la Memoria y la Tolerancia, un recorrido tremendamente emotivo por la crueldad del ser humano y la necesidad de reflexionar sobre nuestra capacidad de ser tolerantes.

Hasta la próxima!

Km 0 : disfrutable conversación

Habían pasado algunos meses sin ver a una gran amiga con quien suelo conversar un rico almuerzo y compartirnos historias. Nos coordinamos para encontrarnos en el barrio El Golf y caminamos por Isidora Goyenechea hacia el W en donde esperábamos encontrar alguno de los restaurantes con espacio para almorzar.

Instalados en la terraza del KM0 para recibir algo de brisa en un caluroso día en los bajos del Hotel W, iniciamos la conversación con copas de Kir Royale mientras disfrutábamos una porción de foie gras.

Para los fondos, ella fue por un asado de tira con puré de zapallo (se veía notable) y para mi placer elegí un risotto de locos y azafrán, lo cual acompañamos con una botella de carignan Orzada de Odfjell (valle del Maule), un vino fresco y frutoso que nos hizo disfrutar. Debo destacar que recorrí más de una vez la enorme carta de vinos en el tablet que me ofrecieron y fue verdaderamente difícil seleccionar una botella, pero quedamos felices con la elección.

La conversación continuó con el negro café y unos bombones de chocolate deliciosos, hasta la inevitable despedida.

 

99 : arrogante pero bueno

Hace tiempo que venía escuchando comentarios acerca del restaurante 99, ubicado en la calle Andrés de Fuenzalida mismo número y no había tenido ocasión de visitarlo por lo restringido de sus horarios. Abren solo al almuerzo y a la cena por un par de horas. De hecho, incluso el sitio web 99restaurante.com solo existe para reservar, lo cual pone de manifiesto su estilo.

Prometen una propuesta gastronómica de autor diferente cada día, que puede traducirse en que cada día la creatividad del equipo de cocina produce algo distinto y que los comensales asisten un poco a ser sorprendidos. Ciertamente, crear platos lo considero maravilloso aunque al mismo tiempo arriesgado, ya que no hay paladar para todo. No obstante ello, fui gustoso a la prueba.

Ubicado en la terraza (imposible encerrarse en estos días de canícula desatada) y la chica me sirvió una copa de agua, mientras elegía mi entrada. Puso en la mesa unos cortes de pan y mantequilla negra con sal marina, buen acierto!. Partí entonces con un carpaccio de res con queso de mani, palta y rúcula que constituyó un buen comienzo, especialmente porque acompañé con una copa de reserva carignan Villalobos, un vino adorable. Para el fondo, seleccioné un puré de porotos pallares con verduras asadas (coliflor, champiñones), unos cortes de los mismos porotos y una porción de papas rústicas fritas. Acompañé con una copa de ensamblaje de cabernet sauvignon con syrah (de una viña boutique que no conocía y cuyo nombre no retuve). Muy rico, solo habría dejado fuera la coliflor.

Para el postre, algo inesperadamente simple, un helado de plátano con manjar suave de leche y crocante, seguido de mi habitual café expreso.

Honestamente prometía más por lo que se habla, no me logró fascinar y como me trae reminiscencias del Boragó, debo confesar que no queda primero en mi lista, pero sin duda en muy buena posición.

Nuevo paseo en Montevideo: gran ciudad

Hace tiempo que no visitaba esta ciudad uruguaya, de la cual guardo lindos recuerdos. Aprovechando el feriado de semana santa, programamos con mi buena partner una arrancada con disfrutes en el formato que me agrada, pocos días y muchos placeres juntos.

Llegamos una madrugada al hotel en la zona de Buceos, para despertar en un día soleado a metros de la Rambla, la extensa costanera del Río de la Plata y comenzar una deliciosa caminata (no tanto para mi partner, menos acostumbrada a caminar).

Visitamos enormes parques y zonas de esparcimiento que cubren esos 22 kilómetros de costa, un espectáculo de calidad de vida, parecido a Viña del Mar pero mucho más extenso. Cuando las horas pasaron y el hambre se hizo notar, pasamos a un sitio llamado Los Sopranos, para comer unos de los platos más groseramente grandes que he visto. Fue como una versión godzilla de una chivita canadiense, una milanesa gigante, con tomates, aceitunas, lechuga, papas mayo, huevos fritos, papas fritas y varias cosas más. A pesar del hambre, ambos dejamos una buena porción, definitivamente era un plato gigantesco.

Continuamos caminando hacia la Ciudad Vieja, única opción en un Montevideo en la semana santa (toda la semana es de vacaciones para todos) y con un paro de locomoción colectiva (de verdad no había ningún transporte público!!). Haciendo cálculos sobre las 24 horas de paro definidas el día anterior, tras recorrer parte de la zona céntrica y tomar un rico café, conseguimos un taxi que nos llevó de regreso al hotel y a descansar de un día potente.

El siguiente día fue de tour, algo inusual para mis experiencias, pero fue muy interesante el recorrido por muchos lugares especialmente notables de la Ciudad. De todos me quedo sin dudas con La Carreta, una escultura formidable, de grandes dimensiones, y que observada desde cualquier ángulo pareciera que se mueve. Realmente una belleza!!!

En los siguientes días, al menos dos veces al día, visitamos restaurantes ricos y no puedo dejar de mencionar unos pocos. Parto con Panini’s, un restaurante italiano muy elegante y de los poquísimos abiertos esa noche. Disfrutamos un tortellini agridulce y un ravioli neri magníficos junto a una botella de Tannat Osiris H. N. Stagnari, delicioso. Para los postres una natilla y un volcán de chocolate además del café de rigor.

Cuando volvimos a la Ciudad Vieja nos entusiasmamos con la interesante oferta gastronómica del Mercado Agrícola, allí fuimos al Pellicer Parrillada Gourmet, que se veía muy lleno y con lista de espera. No tuve que acumular demasiada paciencia pues dialogando con la anfitriona pronto conseguí que nos asignara una mesa. No fue la mejor experiencia, aquí se notó que la masividad perjudica dramáticamente la calidad. Tal fue la confusión de la moza, que trajo a punto la carne que pedimos a 3/4 y recocida la carne que pedimos a punto. Bueno, con arreglo a la buena onda, intercambiamos platos y superamos el desastre.
Otro día fuimos pasamos por unos tragos al Novecento, un sitio ubicado en lo que fuera un teatro en las orillas del río, el Kibón como lo recuerdan los uruguayos. Lindo sitio para ver un atardecer

Un lugar que vimos cerrado varias veces, fue adonde conseguimos ir a almorzar un día. La Vaca es un restaurante muy rico, una casona grande en una importante avenida y con mucha demanda. Partimos con una morcilla salada para el aperitivo, seguida por una milanesa de lomo La Vaca y un ojo de bife también al estilo de la casa. Disfrutamos la buena carne con un Tannat Alta Reserva Gimenez. Cerramos con unos helados artesanales exquisitos!!

No es posible contar todos los disfrutes de este viaje, pero declaramos que apenas sea posible, queremos volver!!

Nuevo Krrtrekking : antes de marzo

Otro sábado cualquiera que mi hermano se animó a improvisar una incursión a los otros barrios de Santiasco en cleta. Partimos hacia la zona sur de Santiago, pero sin destino ni ruta previamente escogida. Tomamos la ciclovía de Portugal hasta que encontramos Av. Matta, cruzamos y seguimos avanzando en zig zag por las calles que se abrían al paso. Casi sin darnos cuenta llegamos nos adentramos en la comuna de San Joaquín.

Por Av. Las Industrias conocimos la ciclovía más angosta del mundo (exagerando tenía unos 50 cms) y que por si fuera poco, de doble vía lo cual se señalizaba con un trazo de pintura con un ancho de casi un tercio del ancho de la pista. Impresentable!!

En la medida que nos íbamos acercando a la comuna de San Miguel, notamos que las construcciones obreras daban paso a algunos edificios de buen nivel y algunas residencias reflejaban altos ingresos. Cuando nos dirigimos hacia la zona de la carretera sur, nos percatamos de la existencia de murales en edificios. Definitivamente se trataba del museo al aire libre de la comuna de San Miguel, un lugar que ansiaba fotografiar desde hace años. Recorrimos en cleta o caminando toda la zona extasiados con la belleza de los murales, todos los cuales pasaron a la colección de arte callejero de www.krrtrekking.cl.

Horas después, totalmente sedientos, iniciamos la búsqueda de alguna terraza en donde beber una cerveza helada. Tardamos un poco, pero encontramos el restaurante Da Robertino en donde pudimos saciar nuestra sed.

Rato después iniciamos el retorno por calles del interior y paralelas a Gran Avenida, ahora en búsqueda de un buen sitio en donde almorzar. Nos encontramos en algún momento con la calle José Domingo Cañas, la que nos condujo hacia el Warique, un restaurante peruano que no conocía (la verdad que ya son muchos).

Partimos con unos chilcanos de maracuya para acompañar un ceviche carretillero (pescado en trozos, camarones, chicharrón de pescado, cebolla y limón), exquisito!!. Para los fondos, mi partner decidió por un risotto al Porsiny y, considerando mi voraz apetito, reclamé un lomo salteado warique (fettuccine a la huancaína coronado con un lomo salteado delicioso), todo lo cual acompañamos con un fresco pinot noir Quintay Clava.

Como es la costumbre, pedimos al cierre un buen café negro, pero la sorpresa fue que en la carta encontramos algo que nos fascina, tenían ron Zacapa 23 años, lo que no dejaríamos de disfrutar jamás. Esa sobremesa disfrutando lentamente ese néctar, fue maravillosa.

Tras el éxtasis, solo quedaba la ruta de regreso a casa. Felices!!!

La Petite France : en cleta al disfrute

Un día caluroso y con ganas de cleta para una cacería de graffitis y algún paseo alentador, se transformó en un delicioso desplazamiento por la ciudad y más allá.

Originalmente pensé ir hacia la zona oriente para capturar un par de graffitis que había detectado en la ribera del Mapocho, lo que evidentemente fotografié y seguí con la cleta poco a poco desviándome hacia el sur. De pronto, me pareció una gran idea ir a visitar a mi lindo viejo a su residencia permanente en el Parque El Prado (La Florida). A pesar del calor, la brisa que se siente cuando se va en cleta no deja de ser agradable y llegué al Parque a conversar un rato con mi viejo. Reconfortado y más descansado, retomé la ruta y ahí decidí que quería almorzar algo rico en el Cajón del Maipo.

La primera parada fue iniciando la Av. El Volcán en donde siempre disfruto un vaso gigante de jugo de mote con huesillos. Allí tuve otra grandiosa idea y llamé a mi partner para que se entusiasmara en salir de su casa y encontrarme en algún lugar para almorzar juntos en el Cajón del Maipo. Quedamos en hablar una hora más tarde y emprendí el rumbo.

Mi primera obligación era fotografiar unos graffitis que ya había divisado tiempo atrás en el camino (cuando vamos a la montaña con mi Club Malayo). Un buen rato después llegué al Calypso para comprobar que estaba cerrado por vacaciones, luego encontré el Ko que ahora es un centro de eventos (está muy lindo igual, pero más me gustaba almorzar en él) y seguí pedaleando hasta llegar a La Petite France.

Instalado en una mesa al interior (no estaba habilitada la terraza debido a las abejas), alcancé a beber 2 cervezas heladas antes de que llegara mi partner. Definitivamente lo más inolvidable de ese almuerzo fue el placer de mi partner al probar el clásico francés Moules au vin blanc, choros al vapor con vino blanco.

Al regreso, cargué mi cleta en el auto de mi partner (no tuve opción) y por el camino pasamos por tortillas de rescoldo y humitas.

En fin, fueron unos 45 Kms en cleta desde mi departamento y mucho placer acumulado. Hay que repetirlo!!!

 

Comiendo rico en Lima : imposible mejor

Aunque hoy puede considerarse casi una moda, la gastronomía peruana forma parte de mis disfrutes por muchos años. Hace un par de años fue la última vez que había ido a Lima solo a disfrutar el comer y pasear. Ya era un buen momento para regresar y buscar nuevas delicias o revisitar las ya conocidas.

Partimos en un vuelo nocturno que nos dejó en Lima alrededor de las 3 AM. Rendidos pero felices de iniciar unas pequeñas vacaciones en la capital gastronómica del mundo. Dejábamos atrás muchos sinsabores laborales, exigencias y deberes superfluos que merecían nuestra ausencia.

Había arrendado un departamento en el corazón del barrio Miraflores con lo cual nos aseguramos acceso a la mejor oferta gastronómica de la ciudad. Dormimos hasta convencernos que teníamos las energías repuestas para iniciar este exquisito periplo.

Salimos a caminar hacia la playa en ese típico clima de Lima, nublado y bastante caluroso (al menos para mí). Bastante hambrientos, nos detuvimos en Larcomar para asistir al local gourmet llamado Popular. Excelente ceviche, tragos y fondos. Un sitio muy cool y muy bien atendido.

Al día siguiente fuimos a recorrer caminando otra parte de Lima para que cuando el hambre nos lastimaba, encontrar el Mezze, un restaurante de fusión árabe-turco-peruana. La oferta era irresistible, así es que nos acomodamos al interior del pequeño lugar y comenzamos a pedir. Para partir, gaseosa y cerveza negra acompañando un Mezze del Kalifa. Me parece que debo aclarar que un mezze no es más que un acompañamiento de un aperitivo. Sin embargo, éste era mu abundante en rellenitos árabes, hummus y otros entremeses. Para los fondos pedimos un pescado de costa con salsa y ensalada y para mí un lomo grillado con buen acompañamiento. Un buen café hervido turco cerró esta incursión.

Esa noche creo que tuvimos el mayor acierto del viaje, pues sin pedir reserva nos fuimos al restaurante Maido, el más reputado de Lima según TripAdvisor. Un lugar sin ningún aspaviento externo, es como ingresar al segundo piso de un edificio cualquiera. Sin embargo, basto ingresar para que al unísono una decena de cocineros de la barra gritaran al unísono Maido!!. (me dieron varias traducciones, desde «bienvenido» hasta «otra  vez»).

Partimos con los aperitivos Ay Caramba y Pecado NIkkei, sorprendentes!!. Esos los sacamos de la carta de aperitivos. Cuando vimos la carta de appetizers, nos tentamos con  un maki Guratan, que casi nos deja sin ganas de comer más. Con hidalguía decidimos consultar la carta de fondos para elegir un asado de tira Nitsu (50 horas de cocción) y un arroz con pato. Sorprendentes y al menos en mi caso, merecían las copas de Malbec Bramare que solicité.

El diseño del lugar es muy top, desde la iluminación, la música hasta los detalles que adornan el bar. La atención es privilegiada, bastaba un movimiento de la cabeza y ya tenías a alguien atento a resolver lo que pidieras. En el techo unas gruesas cuerdas que iluminadas con intención, formaban un marco luminoso perfecto. Alucinados con el lugar, no desperdiciamos tiempo y nos fuimos a los postres. Un ceviche (postre ácido) y un Amador 70%, increíbles. En mi caso, enfrentado a un helado de chocolate bitter, vainilla y cacao, no pude resistir la tentación de añadir una copa de ron Zacapa 23 años. Este debe ser el postre más grandioso que he probado en 10 años. Solo esos gratificantes cafés negros nos trajeron de vuelta y pudimos regresar al departamento.

Otro día, decidimos bajar de verdad a la playa, pues el barrio en que estábamos está cerca pero a 50 metros de altura que tiene el acantilado. Pues bien, encontramos por donde bajar y comenzamos un fresco y grato paseo por la orilla del mar. Como andábamos en formato krrtrekking, decidimos visitar el complejo Rosa Náutica. Es una versión extendida y mejorada de nuestro Cap Ducal de Viña del Mar y de verdad que nos llamaba la atención. Fue un buen lugar para tomar un aperitivo mirando el mar, los pájaros y a los surfistas que luchaban con las incesantes olas de dicha costa. Continuamos el camino hasta cansarnos y regresar para un un lugar en donde almorzar. Encontramos el Dánica, un restaurante italo-peruano. Resultó ser una sorpresa, pues no solo estaba muy bien armado sino que la oferta era exquisita. Partimos con cerveza y gaseosa, acompañando unos langostinos al ajo. Luego los fondos, un Linguini Thai y una milanesa Palermo. Deliciosos platos que acompañamos con un merlot muy bueno. Para los postres, un crocante de manzana y una torta 4 leches magnífica.

Después de almorzar en las Brujas de Cachiche, nada puede ser superado. Este lugar está igual que hace 15 años y sigue siendo referencia culinaria. Tomamos la versión buffet pues permite probar una cantidad sorprendente de sabores sin tener que pedir tantos platos que sería imposible comer. Comimos con pequeña desmesura, pues era imposible no disfrutar la variedad de sabores ofrecidos. Acompañamos con un vino español potente y unos mejores postres, para salir del restaurante en condición terminal. Solo un buen descanso podría traer el broche de perfección al placer disfrutado.

Me parece que en la última noche en Lima, decidimos ir al restaurante más cercano al departamento. Fue un gran acierto, se trataba del restaurante Alfresco, un lugar de fusión italiano peruana que fue una rica sorpresa. Un filete en salsa de tomillo, un atún con salsa de coco, todo acompañado con una botella de Syrah IntiPalka (peruano y bastante bueno). Para los postres solo alcanzamos un tres leches compartido. (puede que hayamos comido muchos estos días)

El último recuerdo gastronómico de Lima fue nuestra visita a La Bodega de la Trattoria, un sitio muy elegante y tranquilo que habíamos visto días atrás. Partimos con unos appetizers, pastel de choclo (no es lo que parece) y hojas de parra, para acompañar nuestros aperitivos Sour de Maracuyá y Kir Royale. Seguimos con un lomo a las 4 pimientas y una lasaña de ají gallina. Acompañamos con un malbec Alamos (mendocino) que llamaba desde la carta para ser elegido. Unos cafés rápidos y volvimos al departamento por el equipaje, pues nos quedaba muy poco tiempo para llegar al aeropuerto y volver  a Chile.

Lima, un destino gastronómico imperdible!!!!!

 

 

 

Nuevo Krrtrekking V&V : más disfrutes

Aprovechando un feriado y añadiendo un día de vacaciones nos creamos una nueva oportunidad de pasear por la quinta región siguiendo el tradicional formato de krrtrekking.

Una vez instalados en el hotel boutique Latitud 33, fuimos rápidamente al cercano restaurante SaborColor por un almuerzo tardío, tal vez fuimos lo últimos comensales, pero nunca mal atendidos. Partimos con kir royale y gaseosa, para llegar a los fondos, quinoa de camarones y un extraordinario filete con guiso lentejas. Un almuerzo de sabores gourmet con buen vino y café.

El resto del día, lo dedicamos a pasear y cazar graffitis hasta llegar a la noche para disfrutar el rico Restaurante C (en realidad se llama La Concepción) y cenar en la terraza con una de las mejores vistas de la bahía. Como ya es habitual, kir royale y  gasesosa, mientras llegaba una sorprendente sopa marina y mi filete tres pimientas  con mil hojas de papas y champignones caramelizados. Acompañamos con un Malbec La Porfia Botalcura y cerramos con esos negros cafés que nos permitieron llegar de regreso al hotel para descansar.

Al día siguiente, nuevamente un día lleno de sol y ganas de pasear. Partimos en tren sin destino, acompañados de los numerosos artistas que hacen su performance musical de carro en carro. Son bastante buenos y de verdad amenizan el viaje mientras los ojos se pierden en los lindos paisajes. Paseamos por Limache, incluso disfrutamos unos jugos de frutas deliciosos en absoluta paz. De regreso, nuevamente en el metro, nos bajamos en Caleta Portales para visitar una habitual picada : Los Compadres y disfrutar un buen almuerzo de puerto. Estaba muy lleno, pero no fue tan difícil conseguir una mesa. Unos pisco sours en espera de los fondos,  reineta con salsa de locos, bechamel y nueces y una rica albacora también con salsa bechamel y camarones. Esta picada es una de las buenas de la Caleta y ya la hemos visitado varias veces.

Volvimos a los cerros para seguir la cacería de graffitis hasta que se hizo suficientemente tarde como para iniciar la búsqueda de un buen lugar de cenar. Llegamos al restaurante Mito, el cual prometía una terraza con vista al mar. A pesar que estaba algo frío, la terraza resultaba un buen lugar para cenar y partimos con unas machas a la parmesana mientras bebíamos nuestros aperitivos.  Contra todo pronóstico, la carta tenía hartas sorpresas. Pedimos un plato de mahi mahi con salsa limón de pica, arroz y pesto y un buen filete en salsa carmenere con puré al merken. Por supuesto, acompañamos con vino y cerramos con café, antes de emprender el retorno al hotel.

Un nuevo día, un nuevo desafío. Nos fuimos a Viña del Mar en el metro para recorrer un poco la ciudad. A la hora de almorzar, nada mejor que revisitar el Cap Ducal, que a pesar de los años sigue siendo un buen lugar con una vista maravillosa del mar. Un pisco sour y kir royale mientras saboreábamos un exquisito pebre de mariscos. Seguidamente una  albacora con salsa de mantequilla negra y alcaparras y un bourguignon champignon con  papas salteadas, muy bien acompañado con una botella de Carmen Gran Vidure. Para los postres, porción de creme brulee y torta de chocolate más el infaltable café negro.

Volvimos a la caminata hasta que llegamos al Hotel Miramar, mi mejor lounge desde hace años. Confieso, ver atardecer en la terraza mientras un DJ acompaña con buena música y bebemos unos ricos tragos es demasiado extasiante. De hecho, regresamos a los cerros, reservamos una cena en el Restaurante Turri y luego descansamos en el hotel. Sin embargo, no me acuerdo del detalle, pero claramente lo pasé bien.

Último día en V&V y la despedida no podría ser mejor. Volvimos al restaurante C para disfrutar un panzotti de masa con aceitunas amargas relleno con zapallo camote y salsa cremosa de queso azul (algo maravilloso) y un  ravioli de pasta de espinaca y centolla, todo lo cual acompañamos con una buena botella de carmenere De Martino 347. Tras los cafés, debíamos regresar a Santiasco.

Unas pequeñas vacaciones, con eternos e inolvidables disfrutes. La cacería de graffitis la publiqué en krrtrekking.cl y están muy lindos.