Ebano : exclusividad de experiencias

Como debía estar en el sector de plaza ñuñoa, esta noche me fui a pobar un buen lugar del sector. Fui a cenar al Ébano, un lugar estable del sector y que me sorprendió de a poco. Luz tenue, una zona de No Fumadores medianamente poblada, una larga vuelta alrededor del bar para llegar al sector de la mayoría. Que gran bar, enorme, monumental, rodeado de mesas con muchos comensales, más que en los otros sectores. Resulta divertido además es que existe una tienda de ropa y accesorios dentro del local.

Estudié con delicadeza la carta, parecía especial y lo era. Descubrí en comida una variedad inusitada de sushis, rolls y otras yerbas. Me detuve para pedir algo que me tentó, unos ravioles de betarraga con escamas de queso de cabra y mantequilla de salmón.

La música notable, un lounge delicado al volumen preciso, pronto reconocí a Kruder & Dorfmeister y de pronto Thievery Corporation, en definitiva una música que mantenía el buen gusto.

La carta de vinos, excepcional, todas las variedades y muy selecta. Incluía vinos extranjeros, la mayoría de Francia y los ricos Malbec argentinos. Para mi disfrute, elegí un Hacienda Araucano, Clos de Lolol, una mezcla de cabernet sauvignon y carmenere, reserva del año 2003. Espectacular.

Mientras esperaba mi cena, aproveché de investigar un poco más la oferta y pude seleccionar (para futuras visitas) algunas maravillas. Una ensalada ébano con habas, frutillas, pomelo, chalotas y naranjas con un aderezo de vodka raspberry; un congrio al merquén con pure de papas al wasabi; una tabla notable con bombones de pollo en salsa de choclo y miel, cebiche de salmón y jenjibre, carpaccio tailandés y machas. Uhhhh!!! un chorro de jugos gástricos me recordó que aún no llegaba mi plato. Descubrí también que la especialidad del restorán son los sushis, aunque demoran más en su preparación.

De paso también visité la carta de tragos, variadísima selección de cócteles, una inusitada cantidad de marcas de vodka y ron y además cervezas, incluidas las belgas que son de mi predilección. Este lugar promete!!

La verdadera historia se construye en la experiencia. Llegó mi plato, muy bien presentado y lleno de aromas exquisitos. Los ravioles de factura casera, muy grandes y rellenos con la pasta de betarraga, un contraste increíble con las escamas de queso de cabra y la salsa. Ese toque dulzón, matizado con el característico sabor del queso, el ácido de los tomates perla y el amargor de la rúcula que adornaba el plato. Sofisticado juego y especialmente rico. Un plato maravilloso, lleno de matices, del tamaño preciso y de placer asegurado. El maridaje con el vino fue preciso, no sobró ni faltó nada, una cena perfecta.

Claramente, volveré.

Ambrosía : oasis en el centro de Santiasco

En pleno centro, a metros de Plaza de Armas, se ingresa al Museo Casa Colorada y pocos saben que atrás, se encuentra un restorán fantástico, con una gran terraza (mi lugar preferido) y un moderno y rico comedor para quienes gustan de algo más convencional.

Lo increíble es que incluso en la terraza hay silencio y nada perturba a los comensales que hacia las 13 horas deciden disfrutar un almuerzo filete. Ambrosía es un verdadero oasis.

Llegamos cerca de las 13:20 horas para disfrutar no solo del almuerzo sino de nutritiva conversación. La chica un poco avergonzada nos advirtió que había un percance en la cocina y que podría haber demora adicional (gran gesto, anticipar). Sin embargo, les adelanto, que no se notó.

Tras los refrescos de rigor, llegaron unas abundantes y bien aderezadas ensaladas verdes (distintos vegetales y muy bien presentados) con calamares apanados en tempura y otra con nueces y camarones. Seguidamente, coincidimos en un plato delicioso. Pollo Tandor sobre una base de hummus y un zapallo italiano relleno con verduras y queso. Fantástico, me sigue gustando a pesar que lo he comido muchas veces.

Acompañamos con una copa de un ensamblaje Cabernet Franc – Carmenere de Oveja Negra, estupendo y muy apropiado para dicho plato. Los postres una bomba de chocolate blanco y para mi, un cheesecake finísimo adornado con berries (frutillas y arándanos preferentemente).

Buen café en grano, para cerrar una conversación y almuerzo de primera.

Almorzando rico en el Zully

El Zully es delicioso desde que se llega enfrente de esta casona del barrio Concha y Toro. Una pequeña plaza con una fuente de agua fantástica, ya muestra que nos encontramos en un oasis de Santiasco.

Pétalos de rosas regados en la escalera de mármol, antecede la entrada a los distintos comedores y la reserva, como siempre, asegura una mesa adecuada. En esta ocasión, soy el invitado de mi buena amiga Lucy.

Para la entrada, Lucy se sirve una ensalada de hojas acompañada de carpaccio de carne y jenjibre con aderezo italiano. En mi caso, no resistí la tentación de comer un rostí de papas con queso y salsa de azafrán, en una delgada cama de hojas y alfalfa. Delicioso y novedoso.

Para el fondo, coincidimos en gusto, pues elegimos unas brochetas de albacora posadas sobre un puré de verduras mixtas y pesto de albahaca. Notable sabor. Como un plato así lo merece, pedí una copa de vino, William Cole Alto Vuelo a la temperatura ideal.

Para el postre, no había mejor opción que un sorbete de limón con salsa de frambuesa (y finos trozos de éstas). Muy rico y refrescante.

Un café y rapidamente, de vuelta al trabajo. Que rico es el Zully!!!!

asian bistro : placer inesperado

Es poco feliz para mí una incursión en Parque Arauco, el paraíso del consumismo, el reinado de la impostura, en fin, el mundo ficticio de muchos chilenos.

Bueno, tenía que comprar algunas cosas y en domingo no quedan muchas opciones. Tuve que ir a este lugar y prefiero hacerlo disfrutable.

Me dirigí raudo hacia el restorán Asian Bistro ubicado en el boulevard, pero para sorpresa mía, estaba llenísimo, siendo pasadas las 14 horas. Decidí partir con las compras y regresar luego. Sabia decisión, cuando regresé ya pude elegir una buena posición en una rica terraza.

Partí con mi acostumbrada agua mineral sin gas, mientras elegía un buen plato de fondo. Este lugar se especializa en comida japonesa, china y thai; además de algunas combinaciones curiosas con otras cocinas del mundo.

Como el hambre arreciaba, pedí unas exquisitas empanadas de camarones, un tremendo plato muy bien presentado con un pote de salsa de tamarindo excelente. Las empanaditas de un tamaño apreciable, se dejaron comer turnando la salsa de tamarindo con salsa de soya cocida.

Para el plato de fondo, decidí experimentar con un plato especial Asian French. Se trata de una pierna de pato confitada con una salsa de cinco sabores, con un magret de pato a la plancha y una base de piña. Francamente, delicioso. El vino, infaltable, un syrah 2006 de Santa Ema que empato delicadamente con la comida.

Contento por el acierto, añadí un postre increíble, Pinneapple Carpaccio, helado de jenjibre sobre delicadas láminas de piña recubiertas con un almíbar de cilantro. Notable!!!

Así valió la pena el esfuerzo de ir al mall.

Pad Thai : puede ser mucho mejor

He pasado demasiadas veces por la puerta de este restorán y no me animaba a ingresar. De hecho si se le juzgara solo por la entrada, estaría siempre vacío. Sin embargo, esconde un verdadero diamante y todavía puede ser pulido más.

A la hora de la cena tras un día agotador, decidí visitarlo.
Un lugar enorme, al que se accede por un largo pasillo, muy bien ambientado, sobrio y acogedor. Dirigí mis pasos hacia la terraza al fondo, algo me decía que era mejor que estar en los comedores o la zona del bar. No me equivoqué.

Un patio grande y precioso, con pasto y una piscina habilitada y posible de usar (habría que llevar traje de baño, por cierto), iluminación tenue, música suave (bossa) y una paz deliciosa que se respira entre estatuas, vegetación e imagenes de la cultura budista. El sonido del agua en un surtidor de la piscina es maravilloso fondo para gozar una buena cena. Además hay sillones por todos lados, como para descansar relajadamente, mucho espacio y una vista disfrutable.

Tardaron en atenderme, pero pronto tuve mi agua mineral para refrescarme un poco y de paso, ordené mi cena. La primera sorpresa es que no hay vino, de hecho, nada de alcohol. Estupefacto, ya que no esperaba algo así, interrogué un poco y recibí una buena noticia, todo problema es una oportunidad y se puede llevar el vino y atentas copas las pone el restorán. Es decir, eliges el vino que quieres degustar y simplemente lo llevas para tu cena. Bien por eso!!

Pedí un plato llamado Pad Grapraw con camarones, que resultó ser una maravilla. Un salteado de champiñones, albahaca, ají fresco y camarones acompañado de una porción de arroz blanco envuelta como un regalo en hojas de bambú. Para comer el arroz debí retirar el broche, un mondadientes. Un plato contundente y al mismo tiempo de sabores delicados.

A falta de un buen vino (para la próxima llevo uno de los míos) pedí un jugo de frutas muy especial, un batido acuoso de piña, limón y menta, fresco y sabroso.

Las chicas muy simpáticas pero con escasa preparación en servicio, descoordinadas y bastante ausentes. Por suerte, no tenía horario fijo para esta aventura, por lo que igual lo pasé muy bien.

Para el postre, unas brochetas de piña salteadas en leche de coco y espolvoreadas con un molido de maní. Un postre tibio delicioso.

Finalmente, debí ir a la caja a pagar ya que tras una espera bastante más que razonable no apareció nadie y ya era hora de marchar.

Pad Thai, comida extraordinaria, hermoso lugar y con una deuda en el servicio a las mesas que espero mejoren pronto.

Almorzando rico en Puerto Fuy

A pesar que el barrio de Nueva Costanera no es de mi especial predilección, debo reconocer que hay restoranes excepcionales. Uno de ellos es Puerto Fuy.

Llamé temprano para asegurar una buena mesa y cerca de las 14 horas nos encontrábamos ingresando. Una atenta anfitriona se encargó de nuestros bultos y nos hizo pasar al comedor. Fresco, bien ambientado, sencillo y disfrutable. Buena música, al volumen adecuado. Todo presagiaba un gran almuerzo.

Partimos, dado el calor desde donde veníamos, con un aperitivo adecuado Kirk Royal, fresco y bastante neutro para no complicar el sabor del disfrute posterior. Pedimos una entrada para compartir, locos en distintas presentaciones, un ceviche, un loco apanado sobre salsa verde, un loco trozado cubierto con un apanado de mantequilla (exquisito e insólito) y un pote de leche de tigre. Notable!!!.

Para cambiar de sabores, una bolita de granizado de limón de pica y albahaca, increíble. Los platos de fondo, Turbot con tomates perla, una sopa deliciosa e incógnita, puré de zapallo y otros aderezos que no recuerdo y un Mero sobre una alcachofa barigoule y coulis de tomates emulsionados en mantequilla, encerrados en un cuadrado de puré de aceitunas, más verduras diversas. Todo esto acompañado por un delicioso exponente del Pinot Noir de Leyda. Sencillamente magnífico.

Concluido el placer de los platos de fondo, avanzamos a los postres, previa degustación de otro granizado que sirvió de intermedio virtuoso hacia lo dulce. Una parte del placer es la presentación y claramente en Puerto Fuy lo saben, pues los platos son visualmente increíbles. Finalmente el café, posible de endulzar de 10 maneras distintas, incluida la miel en polvo y cristales de azúcar. Todo increíble, bien servido, una presentación de lujo y un placer extraordinario.

Que gran sentido de la experiencia y del placer. Puerto Fuy es un restorán plenamente disfrutable.

Amorío : excelencia a todo dar

Lugares bonitos, bien ubicados, con gran onda y que además superen las expectativas, no son fáciles de encontrar. Pero si además, pueden mantener la calidad en el tiempo, son imperdibles.

El restorán Amorío es una joya en el universo gastronómico de Santiasco. Reserva mediante aseguré que me esperaran para este disfrute de wiken. Había pensado en la terraza, pero claramente el ambiente con aire acondicionado era inmejorable y ocupamos una buena ubicación para ser atendidos como reyes. Una mesa sencilla pero bien presentada, dio paso a una atención estupenda (realmente saben de servicio al cliente). La carta, mínima, como corresponde a un buen sitio de comida de autor, pocos platos pero todos increíbles.

Pedimos un Mero, acompañado con un estofado de hongos, una pastelera de choclo formidable y albahaca confitada. Un plato divino, tal vez lo mejor del lugar. Una Trucha Arco Iris, dos filetes de trucha a la plancha, acompañados con unos delgados spaghettis al pesto, ostiones salteados y tomates cherry, además de unos adornos con salsa de betarragas. Nuestros exquisitos platos no habrían sido perfectos sin la compañía de un pinot noir Tabalí reserva especial que llegó a tiempo y a la temperatura perfecta. Un deleite maravilloso.

Fue tan rico, que seguimos con postres, un souflé de ricota y kiwi (deliciosa la salsa de arándanos) y el exquisito Petit Gateau (helado de yogurth y guinda con un brownie caliente de chocolate).

Notable, todo bien. La cuenta es solo un detalle.

Blue Jar : deliciosa opción

Hoy fui invitado a almorzar en el microcentro de Santiago. El lugar lo conocí bajo el nombre Frederik’s y guardo muy buenos recuerdos de mis visitas. Desde el punto de vista de infraestructura es básicamente el mismo restorán que conocí antaño. Sin embargo, me sorprendí con un menú de campeonato.

Partimos con una colorida sopa fría libanesa de langostinos, yogurth, tomate y pepinos. Muy equilibrada y sabrosa. Buena preparación para el paladar. Enseguida, una atención muy rapida (que se agradece), llegó una bruschetta grillada con habas (peladas y partidas por supuesto), hojas de menta, una buena ricotta y prosciutto crocante, magnífico el juego de sabores. Finalmente, el plato mayor, un pescado ricamente marinado a la plancha sobre una salsa de pomposo nombre que llevaba verduras y especias exquisitas. Con tanta efervescencia de sabores, solamente quedaba probar que vendría de postre y resultó ser una copa con trozos de mango, piña y naranjas, finamente combinados y alguna semillas que matizaban el amarillo fulgor de tan rico postre.

Como es obvio, una copa de vino acompañó el deleite y un cierre de buen café, para este almuerzo céntrico.

Completamente repetible, volveré!!!!

Baco : vino y bistró

Cuando comienza el periodo estival, nada es más placentero que la terraza de un buen restorán. Baco, posee una terraza excepcional, amplia, fresca y ambientada con buen gusto. Debo reconocer que lo mejor del lugar es la carta de vinos, de lo más variopinta y bien seleccionada.

El detalle de una temprana botella de agua helada marcando el comienzo del deleite, nos anima a preparar nuestras bocas para lo mejor. Unos aperitivos sabrosamente conversados y de ahí a los platos de fondo. Un buen día para carnes a la francesa, un filete a la pimienta abundante con un precioso pastel de papas a la crema y para mí, un medallón de filete a las finas hierbas (el plato de la casa y cuya salsa es secreto de estado) acompañado con unas impresionantes papas francesas. El vino, infaltable, clamaba desde la carta, un ejemplar de mixturas tintas y origen orgánico, Coyam del 2004, preciso y complejo, a pesar de no ser un vino de campeonato. Para los postres, celestinos y crema de chocolate.

Platos de tamaño adecuado, buen servicio (aunque les deben enseñar a las chicas como servir bien un vino) y un precio muy razonable.

Baco, sigue siendo un buen lugar para disfrutar un grato momento.

Preparativos de viaje

En junio pasado, acordamos con mi hermano que como fuera aprovecharíamos el 18 yendo a Buenos Aires. Q rico!!!

Llegó anoche mi hermano con Ingrid, su eterna compañera. Abrí vino (unos Pinot Noir Cono Sur 2005 extraordinarios) y nos dimos a la tarea de conversar. Filosofamos, nos extasiamos con poesía de Baudelaire, establecimos asociaciones con Edgard Allan Poe, revisamos temas de la revista Ñ, del periódico Carajo (algo que no conocía). En fin, nos detuvimos cerca de la 1 de la madrugada, ya que ellos se iban a un carrete y yo solo quería descansar.

Dormí hasta el mediodía cuando regresó mi hermano. Así q nos endieciochamos con unas empanadas que trajo y nos preparamos para un tour urbano. Elegí ir a almorzar a un restorán que hace rato m tincaba, El Altar del Inka en Antonio Bellet. Elegante, preciosamente decorado y bastante bien atendido. Los platos no pudieron ser de mejor gusto, filete de atún a la miel y ají amarillo, acompañado con una deconstrucción de una papa mezclada con coloridas verduras, servido con un decorado espectacular. Mi hermano se tentó con otro filete de atún pero al tamarindo y con unos hermosos camarones ecuatorianos también intervenidos con una hoja verde en su interior y al tempura. Notable, realmente exquisitos y acompañados con un Pinot Noir 2005 de viña Porta (una sorpresa).

Caminamos en busqueda de sitios de música abiertos y llegamos al siempre interesante Kind of Blue en la galería El Patio, en donde encontramos varios CD nuevos, Regina Spektor, Mingus, algo que no conocía de Coltrane y varios más. Sin embargo, considerando que en Baires estarán a mitad de precio, resistimos la tentación y seguimos de largo.

Ya nos vamos a Baires!!!!!