Nevados de Chillán : fin de semana largo con Los Malayos

Con ansias esperaba este fin de semana largo que regaló octubre para hacer realidad un paseo, que por segunda vez, se organizaba en mi querido Club Los Malayos. El itinerario fijado con bastante anticipación, incluía salir muy temprano el día sábado hacia el sector Las Trancas rumbo a las Termas de Chillán, un verdadero santuario de la naturaleza en donde se ubica el refugio El Aserradero del Club Andino de Concepción.

El vicepresidente del Club Andino de Concepción, Luis «Coco» Hinrichs,  es uno de los fundadores de nuestro Club Los Malayos, un extraordinario amigo, gran cordada y sobretodo un gran malayo. Junto a María Paz Vargas y Rodrigo Tapia, más la indispensable ayuda de internet, dieron vida a este fabuloso paseo que nos regalaría disfrutes maravillosos por tres días.

Tras una semana intensa de trabajo, la noche del viernes hacia la medianoche preparé mi mochila y con unas pocas horas de sueño, salí a las 6:30 horas rumbo al punto de encuentro con quienes haría el viaje. Puntualmente, pasaron por mí y nos dirigimos a buscar al último malayo que viajaría en esta camioneta, el gran David. Pronto ya estaríamos camino hacia la primera parada, una estación de servicio en donde nos esperaba otro vehículo con el cual haríamos caravana hacia el punto de encuentro en la ciudad de Chillán.

Pasamos a desayunar en la carretera y seguimos raudos el viaje, pues teníamos un siguiente punto de encuentro en el estacionamiento de un supermercado en Chillán en donde coordinaríamos los últimos detalles. De los 42 inscritos, finalmente solo hubo 4 que por diversas razones no pudieron asistir.

Realizadas algunas compras, nos dispusimos a ir a almorzar al mercado en multitud. El paso por el mercado fue un verdadero asedio de promotoras de restaurantes que nos asfixiaron, afortunadamente conseguimos un dato de picada en las cercanías y fuimos a dar a un inmenso local, el Restaurante Valdés.  Estaba llenísimo, pero con maña y paciencia, finalmente logramos instalarnos apretados en dos grupos de mesas. Lo increíble es que el mozo atendió a todos en un tiempo inconcebiblemente breve; los platos sencillos, abundantes y bastante sabrosos, lo que sumado al módico precio, nos dejó una grata impresión a todos y una buena propina al mozo.

De ahí salimos a buscar los vehículos y recorrer esos 80 Km. que nos dejarían en el refugio. A nuestra llegada nos encontramos con otros malayos que habían llegado la noche anterior, los cuales ya habían tenido la oportunidad de salir a hacer paseos en los alrededores, especialmente al sector de la cascada y a un hermoso mirador  de la abundante belleza de ese entorno.

Ya instalados en la casa, se empezó a fraguar la idea de aprovechar el quincho para hacer un rico asado de bienvenida. Una rápida colecta y mientras la mayoría disfrutaba de las conversaciones, la calidez del sol y de la amistad enmarcado en un hermoso atardecer, un grupo salió de compras.

Un poco más tarde, la repartición de funciones fue espontánea y mientras un grupo se encargaba del fogón, otro cocinaba una abundante tallarinada y salsas. Poco a poco se hacía de noche y dispuestos alrededor del fuego en donde el «maestro» Luna mostraba su arte parrillero, los malayos más antiguos y más cercanos, me cantaron un cumpleaños feliz que me dejó estupefacto. De alguna forma se habían enterado y habían decidido darme una increíble sorpresa. Por cierto, como es natural en este divertido grupo, repetirían esa noche al menos 6 veces el simpático cántico con el objetivo que yo nunca olvidase la celebración. Son unos locos notables!!!

Tras la cena, la conversación siguió hasta muy tarde en el quincho, entendiendo que la mayoría saldríamos de madrugada a cumplir con los ascensos de montaña programados, la mayoría se fue a dormir. Esa noche una ruidosa discusión de una pareja, despertó a varios y fue motivo de muchas conversaciones y bromas los siguientes días. Solo podría agregar que los temas privados deberían permanecer en dicho ámbito y que afortunadamente la sana actitud de los miembros del club de no entrometerse ni tomar partido, hace que todo vuelva a un curso normal.

Cuatro de la mañana me despiertan creyendo que eran las cinco, ya que los smartphones asumieron recién el horario de verano que por decreto se había adelantado este año. Afortunadamente nos dimos cuenta a tiempo y pudimos dormir una hora más, antes que el grupo de 24 malayos que subiríamos el Nevado de Chillán, tomáramos desayuno y saliéramos rumbo al camino Shangri La en donde comenzaría la caminata en la penumbra del amanecer. El acercamiento lo hacemos bajo un cielo muy despejado y que nos anunciaba que incluso sería un día caluroso. Caminamos primero en medio de bosques de flora nativa, luego por parajes llenos de residuos volcánicos, grandes rocas y brazos de río que cruzamos una y otra vez mientras avanzábamos hacia el lejano volcán. En el camino, fueron quedando algunos malayos, no obstante lo cual, 17 de nosotros logramos hacer la cumbre tras más de ocho horas de ascenso con un clima muy variable que nos azotaba con viento helado, momentos de neblina en que la visibilidad era de menos de 10 metros y una heladísima cumbre. Por ese frío permanecimos en ella solo hasta que llegara la extraordinaria Eliana, la abuela atómica, una mujer de la tercera edad con la energía de una veinteañera y que nos llena de orgullo.

Comenzamos el descenso con un clima que nos ponía a prueba,  a ratos granizos, plumillas de nieve y abundante lluvia, todo lo cual añadió más pasión a esta aventura. Los riachuelos que cruzamos en la subida ahora llevaban más agua y varios sufrieron caídas caminando en rocas mojadas, pero nada amilanó al grupo mientras descendíamos recogiendo a nuestros amigos que nos esperaron para regresar juntos al refugio.

Volvimos comenzada la noche y nos encontramos con el grupo que había ido al otro destino, el cerro Pirigallo. En realidad, terminaron yendo a unas termas pues al encontrar nieve dura y no teniendo todos el equipamiento adecuado, se tomó la decisión de un plan B, pues en el club el nivel de riesgo se evalúa y se toma la mejor decisión para que todos puedan disfrutar la montaña en forma segura. En cualquier caso, pasaron un día genial con muchas divertidas anécdotas que incluyeron el ingreso de algunos a las termas en ropa interior (lo que causó sensación a algunas féminas del lugar) y hasta un divertido «cara-pálida» en camarines que se inmortalizó en una fotografía.

El espíritu malayo volvió a relucir cuando llegamos al refugio y nos tenían preparado un nuevo asado, que esta noche era especialmente bienvenido dado el enorme desgaste de 13 horas del paseo al Nevado. Me sentí especialmente agradado cuando apareció el maestro Luna con un pincho con lomo asado y una lata de cerveza para darme la bienvenida, nada más reconfortante que el cariño de los malayos.

Esa noche, tras las duchas deliciosamente calientes, nos volvimos a reunir un gran grupo en torno al fogón del quincho para conversar, comer y beber los regalos que habitualmente incluimos en nuestros habituales menús malayos. En esta ocasión, de las mochilas de varios de los presentes, salieron deliciosos tintos de reserva que disfrutamos colectivamente mientras contábamos historias y nos reíamos como siempre del ingenio y la alegría que emana del grupo. Nuestro club tiene una impronta del disfrute, cada momento es una oportunidad de saludar la belleza de vivir.

Esa noche nos divertimos hasta muy tarde, aunque mi cansancio me hizo ir al saco de dormir antes que otros y juro que dormí sin sobresaltos hasta las 8:30 de la mañana. Qué delicia de descanso!!

Esta mañana de lunes, un grupo regresó temprano a Santiasco, otro salió a pasear a la cascada y el resto nos quedamos haciendo un largo y conversado desayuno, al que se incorporaban progresivamente los que iban despertando. Poco después, ordenamos nuestras cosas, limpiamos un poco y de tanto en tanto, seguimos riendo profusamente de todas las graciosas anécdotas acumuladas en estos días.

Para el regreso, decidimos avanzar tanto como fuera posible hasta volver a juntarnos en un restaurante de la carretera en donde almorzaríamos 11 malayos en especial despedida de este increíble paseo. Dejé algunas fotografías para el recuerdo.

Me encantan Los Malayos!!!

La Petite France : un biketrekking exquisito

Una mañana que me parecía fome, me iluminé con la idea de hacer un viaje en cleta tan lejos como fuera posible y que coincidiera con un buen sitio para almorzar rico. Esto, por cierto significaba dirigirme hacia la periferia de Santiasco y especialmente hacia el Cajón del Maipo.

Esta ciudad tiene la milagrosa virtud de estar rodeada por montañas y a poca distancia es posible disfrutar de un paisaje maravilloso y un clima propio de la cordillera y que hace increíble cualquier incursión. En cleta el asunto es un poco más complejo, pero no menos disfrutable.

Tras un avance de alrededor de 23 kilometros, llegué al lugar en que mi padre reposa de su viaje terrenal y me pareció un buen momento para conversar con él. Tras estacionar mi cleta, fui a comprobar las condiciones en que está su dormitorio, Al fin y al cabo estaba bien. Salí hacia los comercios callampas que están alrededor del cementerio y compré flores, aquellas que más me gustan y que estoy seguro que mi lindo viejo disfruta. Adorné la tumba de mi padre y mientras conversaba con él y nos poníamos al día de nuestras vivencias, reposé un buen rato.

Terminada la visita a mi viejito, seguí pedaleando por una buena cantidad de kilometros, me detuve a beber rico jugo de mote con huesillos (de hecho llené mi botella con jugo para disfrutarlo después), pasé por el Calypso, un restoran italiano exquisito que estaba llenísimo, luego el Ko, otro lugar que me gusta para finalmente llegar a La Petite France, un restorán con hotel que siempre apetece en el Cajón del Maipo.

Aunque estaba bastante lleno, ahí bajo los árboles del jardín había una mesa para mí. Puse mi cleta a un lado y bajo los árboles me dispuse a disfrutar un almuerzo campestre. Partí con un kir royale mientras revisaba la carta de menús del lugar. Me encanté con una ensalada de trucha ahumada que tardó un tanto en llegar. Los trozos de trucha estaban increíbles y decidí añadir una botella de agua mineral sin gas.

Posteriormente, solicité una merluza austral en salsa de camarones con couscous y espinacas a la crema como plato de fondo. La fórmula del lugar es un menú con varias opciones (hasta 4 por tipo), todas exquisitas de acuerdo a mis experiencias.

La oferta de vinos es un poco esmirriada, pero descubrí un sauvignon blanc santa digna 2007 que me servía muy bien para acompañar mi plato y no me equivoqué. Deliciosa combinación.

A la hora de los postres, el menú consideraba un delicioso helado de pistacho que no demoré en elegir y disfrutar. Como el servicio era bastante lento y me urgía volver a santiasco para otro placer, apuré el pago de la cuenta y las miradas agradecidas a la morena preciosa que me atendía.

Nuevamente abordo de mi cleta, un vertiginoso regreso a santiasco, a pesar del dolor muscular (siempre se me olvida elongar), hice un tiempo espectacular y llegué tras esos 87 kilometros a casa para una ducha reparadora.

Gran paseo, mejor biketrekking!!!

Niño Rey : un adulto desagradable

Por esas casualidades propias de internet, caí en la lectura de un artículo que hablaba de un fenómeno que he visto y que es cada vez más frecuente. Me refiero a los llamados niños rey, especímenes de los cuales ya hay adultos viviendo con nosotros.

Cuántas veces hemos visto a un chico de no más de 4 años haciendo una escenita en la calle porque quiere algo y que tras un rato los padres terminan por comprarle. Cuántas veces hemos visto a pequeños de cara dulce, insultar a sus padres o darle órdenes, sin que ellos reparen en el hecho que no es correcto.

Algo está pasando en nuestra alocada vida moderna y no huele bien. Cuáles son los valores que se están cristalizando en las mentes de esos pequeños, convertidos en dictadores de sus padres y de todos los que ingresen en su círculo de “poder”. Esos pequeños en pocos años van a crecer y se transformarán en adultos insufribles, creyentes absolutos en que todos los demás existen exclusivamente para atenderles, completamente indolentes y sordos a las necesidades de los otros y “amaestrados” por sus padres para creer que todo lo que quieran lo obtendrán. Llegarán a adultos sin considerar siquiera la existencia de sus propias limitaciones y errores.

Para más detalles, vean el artículo en http://www.hacerfamilia.net/new/index.asp?pag=articulos&id=1003 y que recomiendo leer, pues expone técnicas muy sencillas para hacer frente a esta verdadera epidemia moderna.

Aunque suene cliché, la verdad es que la felicidad no está en la posesión de bienes materiales, tampoco en el exitismo, sino en la capacidad de crear y mantener vínculos estables y profundos con los demás y eso supone verdadera consideración por otros seres, lo cual pueden comprobar en cualquier texto serio de psicología y en las personas felices que conozcan (de verdad, existen).

Si vas con tu hijo (sobrino o lo que sea, en donde seas el adulto con autoridad) al supermercado y se le ocurre que quiere tener algo que recién ha visto, cuantas veces sales corriendo a dárselo en vez de pensar que tus actos pueden determinar sus conductas futuras. No será mejor enseñarle que se puede comprar aquello que es verdaderamente necesario o que existen otras prioridades que incluyen necesidades de otros miembros de la familia o incluso de terceros. O cuando demanda un helado justo antes de almorzar, no será el momento de indicarle que puede acceder al helado pero solo después de almorzar como corresponde y si muestra el comportamiento adecuado.

Si no cambiamos nosotros los adultos, con esas “enseñanzas” vamos diseñando inconscientemente el comportamiento del niño tratando de darle satisfacción inmediata a cualquiera de sus deseos. Puede que nos sintamos bien por poder darle todo lo que el niño dice necesitar, pero cuantas veces somos conscientes del comportamiento que estamos creando en él?. No somos solo proveedores materiales!!!. Somos cómplices de la construcción del Niño Rey, ese pequeño dictador que se transformará en un individuo incapaz de superponer a sus intereses algo noble que sea bueno para otros, alguien que no puede soportar el fracaso ni la posibilidad que algo o alguien le sea negado.

Porque estamos creando tantos niños rey?. Acaso el esfuerzo, la postergación personal por una causa noble, el respeto y la consideración por lo demás es una mala práctica?. El asunto complicado es que cada vez es más frecuente ver a estos pequeños dictadores actuando en la calle, con unos padres instrumentales que solo viven para satisfacerlo, en abierta compensación quizás del poco tiempo que les dedican, como si darle cosas pudiera equivaler al proceso educativo irrenunciable que los padres deben tener con sus hijos.

Lean el artículo, da para pensar y cuestionarse harto!!!

Philotas : por el honor

Esta es una reposición necesaria para el teatro, una obra de corte clásico, sesuda y moderna después de todo. Infaltable en Santiago a (bastante más) de Mil.

Philotas el príncipe impetuoso y guerrero es capturado por el rey enemigo de su padre. Sin embargo, es tratado como si fuese una importante visita, todo lo cual le enfurece porque no puede aceptar ser tratado así, pues lo deshonra como guerrero y le lleva al desmericimiento. Pronto descubrirá que hay una buena razón, el hijo del rey que lo tiene cautivo, fue atrapado a su vez por su padre, lo que lleva a un empate táctico y ambos principes son solo piezas de intercambio.

Philotas, apelando a los dioses y a un implacable razonamiento acerca de lo verdaderamente correcto y perfecto, urde una artimaña que puede poner a su padre en ventaja y a él permitirle una salida honrosa. Ante una vida en vergüenza, mejor es morir con honor.

La tensión de la obra es manejada inteligentemente por el incesante movimiento y despliegue físico del actor sobre el escenario, lo que hace un fuerte contrapunto con la quietud y parsimonia de sus captores. Buen recurso técnico.

La épica de Philotas es la de los valores universales, por los que vale el sacrificio. Gran obra y la pueden ver hasta el 19/01 en el Teatro Antonio Varas.