Route66 : sorprendente disfrute al almuerzo

A pesar de mi afán en descubrir nuevos sitios de disfrutes no siempre hay tiempo suficiente para ello. No obstante ello, sigo siendo asiduo visitante de los restaurantes que mantienen la calidad original y que por cercanía u horarios me permite repetir la experiencia de buena gastronomía y servicio, aunque ya no comente esas repeticiones.
Por suerte, de vez en cuando aparece algo nuevo para probar y este día en que me juntaba a almorzar con mi gran amiga Carla, nos topamos con el Route66 en el barrio El Golf.
El sitio ubicado en una esquina de Isidora se anunciaba elegante por su fachada y no dude en decidir ingresar. Espacioso, con mucha madera y telas en los muros y una gran barra al centro, me hizo brillar los ojos y avivar el hambre que llevábamos, al ritmo de buena música lounge.
Ya ubicados, rápidamente nos ofrecieron la carta y partimos pidiendo esos kir royales que acostumbramos como aperitivo. Insistí en que usaran poca crema de cassis, pero no fuimos totalmente escuchados. En fin, es de esos detalles que muy pocos barman toman en cuenta.
De la carta, muy americana pero combinada con otros sabores más internacionales, elegimos para compartir unas quesadillas con trozos de pollo, queso, salsa pico de gallo, crema y guacamole.
Para los fondos, a sabiendas de los gustos de mi amiga, le sugerí que seleccionara el lomo liso a las pimientas con champignones grillados que acompañó con unas papas al horno. Aceptado de inmediato!!.
Para mi plato, tuve dudas, pero no resistí la tentación de probar las hamburguesas caseras y me inscribí con una doble deluxe que venía acompañada de papas fritas. (de vez en cuando rompo las reglas). También revisé la carta de vinos y pedí una botella de ese rico malbec mendocino Finca La Linda.

Solo mirando la fisiología facial de Carla supe que su plato estaba muy bueno. En mi caso, además de sabroso era definitivamente gigante y no fui capaz de comerlo todo. En fin, un almuerzo exquisito, conversado y muy bien atendido.

Un nutrido y disfrutable día de marzo

Tan rápido que pasa el tiempo!!!. Almorzar con mi gran amiga Carla es un disfrute especial que he tenido por más de 20 años. Esta vez la pasé a buscar para ir al Due Torri (Isidora) que curiosamente no habíamos visitado.

Nuestra complicidad de años se pone a prueba fácil, pues al pedir un aperitivo al unísono pedimos Kir Royale. Para acompañar este primer momento, pedimos un appetizer jamón crudo y queso padano, exquisito!!.

Para los fondos, ella eligió un filete salsa pimienta con panache de verduras mientras yo preferí el filete Paillar y papas chaucha, todo lo cual se benefició con una botella de cabernet sauvignon Tabali. Un almuerzo sabroso y lento en que nos pusimos al día tras meses sin vernos.

Cerramos con un buen café negro, como suele ser el rito de la amistad.

Por la noche, al teatro con mi compañera a ver la obra argentina Los Monstruos, con los sorprendentes Natalia Cociuffo y Mariano Chiesa. La relación de padres e hijos retratada de forma genial, no solo por el tremendo guión, una actuación impecable sino también por las exquisitas canciones. Que bien canta Natalia, es sorprendente!!.

Claudio, «padre soltero» de un chico muy extraño. quién frecuentemente lo pone al límite. En cambio Sandra, madre con marido «inútil» y delirios de grandeza lucha con el inusual comportamiento de su hija. Ambos hijos asisten al mismo colegio, tras un periplo por otros establecimientos en donde no tuvieron buenos resultados. La compleja trama nos va adentrando poco a poco, en la poco feliz realidad de los pequeños, ambos tironeados por sus progenitores para satisfacer los parámetros de la normalidad en este mundo anormal.

Como solemos hacer, del teatro a la cena en el Pinpilinpausha (Isidora), restaurante que conocí cuando niño cuando mi viejo me llevó a almorzar al local que hoy ocupa el bar nacional 3 (Matías Cousiño). Buena atención en una noche exquisita y con un tremendo tema de conversación. Como sobrevivir a los hijos sin morir en el intento.

Cenamos, un congrio con costra de ajo sobre cortes de papas que elegí mientras ella eligió unas croquetas de congrio. La mejor combinación con vino fue un pinot noir matetic que resultó fantástico. Tras la pausa larga de esas buenas conversaciones sobre teatro, disfrutamos un cheesecake y mi delicioso mousse tres chocolates.

Ok, tras los placeres gastronómicos es siempre bienvenido un buen café negro, para cerrar un día fantástico.

Tierra Noble : una nueva experiencia

Invité a mi madre a cenar tras ver la mágica obra Cirkopolis del Cirque Eloize, una buena forma de extender el disfrute logrado. El lugar más cercano y que parecía interesante fue este restaurante justo atrás del Teatro Municipal de Las Condes.

Había mucha gente, no obstante lo cual pudimos conseguir una mesa en la terraza. Partimos con los aperitivos, pisco sour peruano por parte de mi madre y un kir royal para mí. No estábamos seguros de la naturaleza del lugar, pero comenzamos a adivinar tras leer la carta y debatir acerca de las mejores opciones para esta cena.

Mi madre iluminó sus ojos cuando descubrió en la carta que habían locos, así que hice la orden con locos para ella acompañados de verduras grilladas y un mero a la plancha con risotto de 3 quesos para mí. Adicionalmente, habida cuenta que mi madre y yo disfrutamos beber un buen vino al comer, pedí una botella de Undurraga Terroir Pinot Noir.

Debo reconocer que mi plato estaba exquisito, pero al ver a mi madre un poco complicada con sus locos, probé un bocado y la verdad que estaban incomibles, un verdadero neumático. Llamé al mozo para reclamar y pronto llegó el jefe de cocina quién con gran virtuosismo ofreció cambiar por un pulpo a la grilla en 3 minutos, volvió rápidamente para indicar que sería en 5 minutos, pero salvó la situación y mi madre agradeció el plato de reemplazo. Yo también.

La cena transcurrió agradable a pesar del percance y logramos conversar y disfrutar largamente. Un buen bajativo y posteriormente el café dieron término a esta aventura.

 

Pinpilinpausha, siempre una gran opción

Después de disfrutar un gran filete de teatro del Santiago a Mil, nada es mejor que ir a un restaurante a conversar y disfrutar. Esta noche fue una de esas ocasiones y tras abandonar el teatro nos fuimos a buscar un buen lugar en el barrio Isidora Goyenechea. Tras descartar  los lugares bulliciosos, los cargados a la fritura y los feos (siempre hay), concordamos que sería bueno comer a la española.

Como teníamos declarada hambre, debíamos consumir una buena entrada. La elección fue sencilla, Locos con mayonesa y salsa verde y un plato de Camarones crocantes envueltos en zuccini y salsa thai. Una maravilla que disfrutamos con los tragos de aperitivo!!!

Pära los fondos nada mejor que un  Filete vacuno con salsa oporto acompañado  de papas fritas y un Spagheti a la española, un plato de fideos con queso manchego jamón serrano y champiñones, ambos deliciosos!!

Acompañamos el deleite con un Cabernet Franc Valdivireo 2008, una amplificación virtuosa de los sabores de nuestra cena. Qué rico!!

Para los postres, dudamos en la oferta pero finalmente salió un Sorbete limon de pica y una Luna Llena (drambui, helado vainilla y jugo naranja que solo esperaban el cierre con unso buenos Cafes negros.
 
Buena cena y excelente servicio en este recorrido lugar.

Bariloche : otra terraza para disfrutar

Caminando en la noche por el barrio El Golf, observé la cantidad impresionante de gente que disfruta las terrazas de diversos locales en calle Isidora Goyenechea, lo cual me produce mucha simpatía, ya que es uno de mis deportes favoritos.

Busqué un sitio que no hubiese  probado antes y así terminé instalándome en el Bariloche, un lugar de carnes y que ofrecía una rica terraza, ideal para mi incursión.

Por fortuna, la noche algo más fresca que el tórrido día veraniego de santiasco y poco tráfico vehicular, con lo cual se presagiaba una buena cena.

Partí como es mi costumbre con una botella de agua mineral sin gas y hielo, para sacarme el calor y los anteriores sabores del día. Buen ritual!!

La carta, bastante abundante en appetizers, ensaladas, pescados y especialmente carnes fungidas de estilo Bariloche. Me tenté con una plateada Bariloche acompañada de ñoquis al pomodoro a lo que añadí una copa de un ensamblaje delicioso, el Quatro de Montgras (cabernet sauvignon, carmenere, merlot y malbec). Una combinación deliciosa con una carne bien preparada, sabrosa y blanda y esos fragantes ñoquis.

Fue una cena en extremo lenta y tranquila, me sirvió para pensar, evaluar algunos proyectos y hacer algo de people watching.

Para el postre, no encontré nada mejor que una copa de helado de chocolate africano (sería porque era chocolate amargo, es decir chocolate de verdad), nueces y pasas al ron, una maravilla!!!.

Cerré con un café antes de emprender una rica caminata de regreso al hogar. El Bariloche requiere una mejora en la calidad del servicio, básicamente oportunidad y conocimiento, ya que en amabilidad no hay reclamo.