Jewel of India : un regreso muy esperado

Hace tiempo que no volvía a disfrutar este lugar y la verdad es que era muy necesario. Apenas llegué noté como en este tiempo que ha pasado, se ha convertido en un sitio imperdible para muchos y me alegra. No había avanzado más de dos pasos en la hermosa terraza del patio de esta casona, cuando Rakesh, su cordial y notable anfitrión me llama a viva voz por mi nombre y me abraza. Se acordaba de mi última visita, me preguntó por mi hermano, su mujer y además notó que en esta ocasión no llevaba un libro conmigo (suelo leer durante mis cenas). Es increíble la memoria de Rakesh, me sorprende su afecto.

Partí con un Parasmani, un vodka de manzana y licor de manzana maravilloso, ideal para preparar el cuerpo para los manjares especiados que tanto me gustan.

De la carta, elegí un Gosht sheek kabab, unos rollitos de carne de cordero molido y bien sazonado al ajo y hierbas, asado al estilo indio que me sirvieron muy bien como entrada.

Para los fondos, me dejé seducir por un Murg tikka masala, esos trozos de pollo asados al tandor terminados en salsa de distintos e indistinguibles masalas indios. Para este plato, incluí un Jingha biryanio, ese rico arroz con camarones y especias que tantas veces he disfrutado.

Por cierto, no pude evitar la tentación de tener conmigo ese garlic naan, mi delicioso pan al ajo que me resulta irresistible.

Dada la multitud de sabores en acción, nada mejor que una botella del notable ensamblaje  Parcela 7 de Von Siebenthal en su versión 2009.

El disfrute podría haber sido eterno, por lo menos eso deseaba mi cuerpo, pero al final todo acaba y me vi enfrentado al momento de tener que elegir mi postre. En mi mente se dibujaba el deseo de un kulfi de pistachos pero ganó un gulab jamun, unas bolitas de almidón de leche maceradas en agua de rosas y azafrán. Maravilloso!!!!

Que gran lugar es éste, aunque no haya escrito en este blog cada vez que voy, definitivamente puedo repetir muchas veces que es genial!!!

Bristol : rico regaloneo

Tras una jornada matinal agotadora y extensa, decidí que me merecía un buen regaloneo gastronómico. En el centro de Santiasco hay pocos sitios que equlibran excelencia gastronómica, elegancia y servicio premium. No tuve dudas, fui a almorzar al restaurant Bristol.

A mi llegada, una hermosa anfitriona me ubicó en una buena mesa y casi de inmediato, otra dama estaba ofreciéndome la impecable carta. Me gustan estas mesas de manteles blancos y de varios manteles, por eso la superficie es blanda.

Pedí como de costumbre una botella de agua mineral, la que llegó muy rápido, me sirven y luego la dejan en un mueble cerca, el detalle con el cual te informan que estarán atentos en servirte cuando tu copa lo requiera.

Tentado como siempre, elegí unos lomos de avestruz en salsa carmenere montados sobre un risotto de murtillas con queso roquefort y acompañados de  tomates secos al oliva con rúcula. Se lo imaginan?. Pedí también una botella de un carmenere Undurraga Sibaris Reserva Especial 2008 apropiado para la ocasión.

Como mi plato posiblemente iba a tardar un poco, llegó a mi mesa una linda cesta con panecillos recién horneados. Bollitos franceses con aceitunas, unos cortes de pan de zanahoria y otros cortes de pan centeno, maravillosos. Un pote con mantequilla a mi disposición. De seguro se notó que mi hambre era voraz, porque unos breves minutos después, la moza que me atendía, me trae un plato con antipastos de regalo. Mmmhh, saborear trocitos de quesos diversos, jamón serrano, pavo, aceitunas, cortes de tomates y hasta una pequeña alcahofa de cóctel con una rica pasta encima. Eso se llama buen servicio!!!

No había avanzado más allá de la mitad de ese entretenimiento durante el cual había llegado mi vino, muy bien servido,  cuando llegan a mi lado para indicarme que el chef ya tenía mi plato listo. Cambio de cubiertos, de platos y llega esa maravilla que ordené este día.

No solo con una presentación genial, una pequeña obra de arte, sino que el diseño del plato no lo había visto antes (oblongo y de relieves ondulados en los extremos) y por supuesto llegó caliente como corresponde para no alterar la comida. Mientras me deleitaba con los sabores exquisitos, disfruté la precisión del servicio. Cada vez que mi copa de vino bajaba cierta proporción, volvían a poner vino en ella, jamás necesité llamar a nadie. Incluso el mozo ayudante del chef quien había traido mi plato, apareció un rato después a chequear si todo estaba bién. A todo esto yo le llamo regaloneo!!!

La tensión gustosa entre el dulzor de la salsa de vino carmenere y ese amargor de la rúcula y la acidez del tomate, un verdadero viaje de los sentidos. Añadan esa casi imperceptible música ambient y el escenario es de puro placer.

Decidí prolongar el disfrute pidiendo un cremoso de rosa mosqueta con berries perfumados con pisco de guarda y helado de lúcuma en galleta de avellanas. Otra maravilla!!

Mientras gozaba mi postre, pedí un café y fui espectador de otro detalle encantador. Al frente mío, se había desocupado una mesa con seis comensales, una enorme mesa redonda. Entonces llegan dos mozos con impecables manteles blancos. Desvisten la mesa retirando su enorme mantel, solo para descubrir otro enorme mantel impecable abajo, sobre el cual ponen el nuevo y en escasos minutos, flores y lo necesario para que luciera hermosa. Imaginaba que desvistieron y vistieron a una delicada mujer de múltiples y largas enaguas blancas. Lindo espectáculo amenizado con canciones de Alicia Keys.

Extasiado, pagué la cuenta y volví renovado a trabajar duro.