Quito, una ciudad en las alturas

Hace tiempo que quería hacer un viaje a la ciudad de Quito. Antes de viajar estaba convencido en mi gran ignorancia que esta ciudad era costera y fui sorprendido con una instalación a más de 2 mil metros de altura, conectada por puentes entre innumerables cerros de gran espesura vegetal. Una ciudad llena de historia que cuenta con cientos de cuadras de construcciones patrimoniales en donde la iglesia católica tiene mucho que decir, especialmente en la opulencia, ostentación y riqueza. Todo, por cierto, completamente contradictorio con el discurso oficial. Lo más sorprendente fue visitar la iglesia de la congregación San Francisco de Asis en donde fue imposible dejar de pensar que el santo del año 1200 (aprox.) estuviese muy contento de ver el despliegue de riqueza de su propia iglesia. Como sea, es la evidencia de la naturaleza básicamente primitiva y mercantilista del comportamiento de la iglesia católica, emisarios de un lindo mensaje a un alto precio e inconsistencia grave.

Debo confesar que la comida local no es lo más relevante que debe considerarse al visitar este lugar, solo pudimos probarla una vez, más habría sido un atentado al hígado, naturalmente bajo nuestros estándares de evaluación (nada universal). Sin embargo, salvaron varias incursiones en restaurantes de hoteles en donde pudimos gozar sabores muy disfrutables. Las distancias en Quito son enormes y no se pueden salvar a pié por lo que la experiencia de los tacos de tráfico son permanentes. No obstante lo anterior, es maravillosa la belleza de tanta construcción antigua, un resabio de otra época opulenta en donde claramente la iglesia marcaba la línea de la riqueza.

Quito es finalmente una hermosa ciudad en cerros, con mucha historia y opciones únicas como fue visitar la casa museo de Guayasamin, lugar en que el genio instaló en el patio de su casa La Capilla del Hombre, un homenaje y preclaro concepto de su idea sobre la humanidad. Inolvidable!!

Me encantó Quito, es una ciudad que hay que conocer.

 

Patacón : nueva opción en Bellavista

En el mismo local en que dio sus primeros pasos la rica pizzería Waldini, se instaló este restaurante. El lugar luce exactamente igual a como lo conocí excepto por el cambio de nombre y el origen del personal. De hecho, con un chef dominicano, claramente se nota el cambio de los sabores y la carta de platos fue por completo sorpresiva.

Partí por solicitar una tabla de patacones que nunca llegó, pues uno de los mozos se confundió y las llevó a otra mesa y cuando trae mi plato de fondo, cae en cuenta del error y yo le suspendo la orden. De todas formas prefería dedicarme al plato que ya estaba en mi mesa.

Mi elección resultaba novedosa comparada con platos de restaurantes de otros países. Se trataba de una  suprema de pollo marinada en coco y especias,  apanada en panco de maní y escamas de coco con un rico puré rústico de yuca como acompañamiento. Para este plato pedí la carta de vinos, pero no encontraba algo adecuado. Cuando le expliqué al caribeño mozo que me interesaba un syrah, comenzó a hurgar en el bar y de pronto llegó con una botella que no estaba en la carta, una impresionante botella de Las Casas del Toqui Syrah reserva del 2006. Fantástico descubrimiento y al precio de las que estaban en la carta.

Un plato escandalosamente sabroso que disfruté lentamente mientras bebía ese notable vino. Para el postre, no resistí la tentación de probar uno 100% dominicano, un  plátano al caldero con helado. Una delicia aunque algo empalagosa.

Interesante la oferta de este lugar, debe mejorar el déficit atencional de los mozos pero la cocina está muy buena.

 

Paseo nocturno por barrio Italia : rica experiencia

Días laborales muy extremos y ya  por demasiado tiempo, debo compensarlos con algo entretenido y especial. Esta noche decidí deambular por el barrio Italia en busca de algo interesante y ojalá novedoso.

Tras dar unas pocas vueltas encontré un restopub bien escondido pero con bastante concurrencia. Se trata de Narciso, con un grupo muy enfiestado en su interior y en estridente conversación. Preferí dar otra vuelta en otra dirección y el sonido delicioso de un cuarteto de jazz en vivo, me sedujo de inmediato. Un pequeño sitio llamado L’aperitivo, que está al fondo de una pequeña galería con locales de arte, diseño y moda, componentes propias de este barrio cool. Bueno, el local estaba completamente lleno, así que solo me quedó disfrutar un rato en la barra mientras acumulaba hambre para ir a cenar a un sitio interesante.

Un buen tema de jazz y ya estaba en camino a la mitad del mundo, el restoran que elegí para cenar esta noche. Ubicado hace tantos años en la esquina de Condell y Rancagua, sabía lo que encontraría. Para mi sorpresa muy poca gente, quizás era muy tarde, pero igual me atendieron amablemente. En todo caso, prefiero los locales con pocos contertulios, son más silenciosos y se disfruta más la experiencia. Música latinoamericana con mucho Inti Illimani, algo adecuado considerando que el dueño es un integrante original del grupo (Max Berrú), así que me instalé a disfrutar, partiendo con un aperitivo ecuatoriano al 100%. Una mezcla deliciosa del llamado Espíritu del Ecuador (parece un licor de almendras) con jugo de naranjas, de piña y curazao. Exquisito!!!

Tentado como soy, elegí una entrada de palta rellena con camarones, ecuatorianos como corresponde, que solo consiguió abrir más mi apetito voraz. Revisé con cuidado la carta y encontré un plato de Encocado de reineta, una receta típica, con una reineta a la plancha con sofrito, salsa de coco, arroz blanco y plátanos fritos. Una maravilla que no había probado antes. Acompañé con un Syrah, vino reserva de Santa Emiliana (la carta no es muy extensa y tuve que elegir este vino como segunda opción, pero nada mal)

Una cena tranquila que recobró la calma en mi mente y cuerpo, algo que necesitaba con urgencia. Un gran krrtrekking!!