Oculto Placer : gran idea

Días atrás me pareció divisar un nuevo restaurante en barrio Manuel Montt y estaba ansioso de visitarlo. Ubicado en una linda casa esquina, enfrente del Beto, en este atardecer decidí ir por él. Zigzagueando por el barrio llegué a una hora propicia para una cena, temprano como para evitar que hubiese mucha gente, encontré una pequeña terraza que inmediatamente me llamó a probar no sin antes dar una vuelta por el interior del local para asegurar que me vieran.

La casa es hermosa, muy trabajada en el diseño para hacer resaltar la arquitectura moderna pero al mismo tiempo elegante. Por pequeños parlantes estratégicamente ubicados, se escuchaba un excelente chillout. El detalle de una chimenea adornada de marmol me hablaba de un pasado muy interesante de la casona.

Se respiraba tranquilidad y eso fue suficiente para volver a la terraza y llamar a quien sería un atento y agradable mozo. El muchacho me acercó la carta de aperitivos y vinos y la carta de platos. Inmediatamente el local revela su ADN, aquí hay comida de autor, algo que me fascina. Me tomé unos minutos para leer completas ambas cartas y captar la mejor combinación para esta experiencia.

Partí pidiendo un Rocío’s Sour,  vodka raspberry, hojas de albahaca, limón y soda, en palabras del mozo, el mojito del chef. También elegí una entrada, un carpaccio thai, finos cortes de filete marinado en soya, cilantro y jugo de limón. Confieso que el trago resultó fascinante especialmente por las burbujas ácidas y ese toque de albahaca fascinante. El carpaccio todo un descubrimiento, un sabor distinto que conversaba disfrutablemente con el aperitivo.

Cuando llegó el momento de los fondos, me entusiasmé con un cordero Parisien, esto es, cordero en salsa de vino y chocolate con un cake de papas (papas y champignones), al cual añadí un delicioso reserva carmenere tres palacios 2011. Un plato completamente disfrutable que me hizo pensar en los otros platos de la carta basados en ciervo o jabalí. Demasiado rica la cocina!!.

No podría haberme retirado sin probar los postres, así es que me atreví con un parfait de café, helado de cafe y toffee relleno con higos bañado en salsa de café. Éxtasis!!

Solo quedaba por hacer el cierre de café negro y comenzar a planificar un merecido regreso.

 

Del Beto, buena comida chilena

Hoy estaba antojado de comer comida chilena, me sale extraño decirlo, pero siempre he pensado que enfrente de nuestros vecinos latinoamericanos, la comida chilena tradicional palidece y resulta bastante fome. Sin embargo, jamás pierdo la esperanza de encontrar y probar posibilidades de sorprenderme.

Una salida con partner, asi es que además de comer rico hay buena conversación. Los pasos nos llevaron hasta un viejo conocido, Del Beto en Manuel Montt. La casona preciosa como siempre y el atento servicio de los mozos, nos recibieron y condujeron hasta nuestra mesa en el salón más fresco, colindante con el patio.

Fiel a mis gustos, partí con una rica vaina mientras una coca light refrescaba a mi partner. La carta abundante, la recorrí un par de veces tras alguna delicia que no hubiese probado antes y aparecieron los dos platos que marcarían la cena. Mi partner eligió una reineta rellena con jaiba y salsa de camarones y para hambrienta humanidad, un cancato de salmón, es decir, un filete de salmón relleno con queso y longaniza, una bomba de sabores.

De la carta de vinos, seleccioné algo con suficiente sostén para los platos, un ensamblaje JBouchon Chicureo de  carmenere y syrah del  2010.

A no dudar, esta fue una cena potente y muy entretenida. Después de todo, en la comida chilena también hay buenos disfrutes.

Del Beto Restaurant : buen almuerzo dominguero

He comentado más de una vez la dificultad que existe en Santiasco para encontrar un buen restoran abierto un día domingo. En mis búsquedas, por fortuna, puedo anotar un nuevo sitio a la lista.

Se trata Del Beto, un lugar de comida chilena en el barrio Manuel Montt con un caracter bastante familiar (de los pocos sitios con la típica y para mi nefasta opción de pollo asado y papas fritas para los niños). Bastante lleno siendo más de las 15 horas, encontré una mesa libre y un atento servicio.

Por tratarse de comida chilena, partí degustando una fresca vaina y comiendo las sopaipillas con un pebre de miedo. De la extensa carta me tenté con un Lomo del Beto, un rico medallón de lomo liso relleno con champiñones, longaniza y pimentón, bañado en una salsa con los mismos ingredientes. Para añadirle más sabor al descubrimiento, pedí como acompañamiento un puré picante. Un plato verdaderamente exquisito!!.

Acompañé esta chilenísima incursión con un Tabalí Reserva Cabernet Sauvignon 2008, del cada vez más sorprendente  Valle de Limarí.

Para el postre, me dejé seducir por unas papayas rellenas con helado y una salsa de naranjas, que me llenó de placer y sin nada de culpas. Al cierre, un café expreso y muchas ganas de volver!!.