4 días y 3 noches en Buenos Aires

Cuando pienso en esta ciudad, lo primero que veo en mi mente es hermosa arquitectura, teatro y buena comida. Esos son los ingrediente perfectos para arrancarse unos días, aunque sean pocos, a caminar por el lindo Buenos Aires.

Llegamos un jueves al mediodía para encontrar una excelente habitación en el hotel NH 9 de julio, francamente nos sorprendió la calidad y buen diseño. Algo hambrientos salimos a caminar hacia Puerto Madero para saciar con creces el apetito y la expectación por volver a sentir el sabor de la comida en el restaurante La Cabaña. Partimos con los appetizers de la casa mientras llegaba nuestra provoleta asada para compartir. La provoleta además de sabrosa nos permitía amenizar la espera que supone la preparación de nuestras pamplonas de lomo. Delicias que acompañaríamos con una abundante porción de papines al chimichurri y un rico Malbec Premium. Tras este festín inicial de nuestro viaje, solo pudimos con un café.

Nuevamente en la calle, fuimos caminando hacia BuqueBus para comprar tickets para viajar en barco por el Río de la Plata hacia Colonia de Sacramento en Uruguay. Este sería el día siguiente el bonus track de esta incursión vacacional.

Animados por el buen clima y el rico almuerzo, caminamos ahora por Avenida Corrientes para adquirir las entradas al teatro en el Paseo La Plaza. La obra que elegimos fue ¿Quién es el Señor Schmidt? con la actuación increíble de Gabriel Goity. Es una obra genial y a ratos defintivamente hilarante y loca. De hecho, cuando pudimos conversarlo, concordamos que bien podría ser lo que le ocurre a un esquizofrénico, un ser dividido entre quién cree ser y quien es. Un buen final para el primer día.

Día 2, muy temprano al embarcadero en Puerto Madero para abordar el buque Francisco tras los trámites de migración y aduana. Quedamos absolutamente sorprendidos por la envergadura del barco. En mi mente pensé varias veces, si es solo un río cómo puede ser? (Wikipedia me aclaró que es el río más ancho del mundo).

Instalados en Colonia, iniciamos un rico paseo por el casco histórico, calles empedradas, ruinas de antiguas fortificaciones y casa antiquísimas de portugueses y españoles, que se turnaron en el poder por un siglo. Visitamos algunos pequeños museos, tomamos fotografías de antiguos vehículos estacionados por doquier para finalmente elegir un lugar enfrente del río para almorzar. En El Torreón, iniciamos con una gaseosa y por mi parte una cerveza local Patricia (raro nombre para una cerveza). De la carta, no resistí la tentación de volver a probar un auténtico chivito al plato, mientras mi partner pidió un vacío (un corte argentino fantástico) con una ensalada mixta. Obviamente era intransable no probar una botella de tannat y la elegida fue Don Pascual 2013 crianza en roble. Cerramos con flan y buen café negro.

Posteriormente, solo quedaba el retorno a Argentina ya que esa noche teníamos tickets para otra obra en el Paseo de la Plaza. Se trataba de El viento en un violín, una pieza  de la misma compañía que hizo La omisión de la familia Coleman y que vimos en anterior escapada. Son los mismos actores aunque en papeles completamente distintos, lo cual pone de manifiesto sus talentos. En este caso la historia, dramática y feroz, trata de la historia de una pareja de mujeres que quieren tener un hijo y toda la complejidad que supone eso en sus cercanos. Extraordinaria obra del sorprendente Claudio Tolcachir quién nuevamente dirige y además es el autor del guión.

Salimos del teatro bastante tarde, pero con ganas de cenar. Fuimos entonces al Pippo, un clásico de la ciudad que está en las cercanías del Paseo La Plaza. Para cada cual, una rica milanesa con jamón y queso acompañada de una tortilla de papas compartida. agregamos una botella de ensamblaje syrah y malbec y por supuesto un cierre de café. Buen lugar, totalmente recomendable!!.

Día tres, el paseo por la ciudad en búsqueda de libros y música, algo imperdible si se está en Buenos Aires. Recorrimos todas las tiendas entre 9 de julio y Callao, para luego ir hacia la grandiosa librería El Ateneo, no solo bella sino que completísima. Cuando logramos salir de ese lugar, el hambre nos torturaba y qué mejor, cruzamos la calle Santa Fe para ingresar a otro famoso lugar, La Farola. Aquí decidimos ir por pizzas, imperdibles en esta ciudad. Las elegidas, una pizza prosciutto y una napolitana completa, acompañadas de cerveza y gaseosa. Por mi parte, siguiendo la tradición, me serví un café madrileño (café, licor y crema). Otro lugar para incluir en la lista de imperdibles.

Ya en nuestra última noche, no fuimos al teatro El Picadero para ver El Loco y la Camisa. Confieso que no tenía ninguna expectativa, salvo el conocer el lugar como referente de teatro independiente. Fue un acierto, la obra es potente no solo por su violencia sino por el personaje del loco, el karma de una familia disfuncional porque les delata permanentemente con su absoluta sinceridad. Muy buena!!

Día 4, el día del retorno. Solo decir que el tiempo transcurre muy rápido cuando se pasa tan bien.

Visitando Buenos Aires, 5 días de disfrutes

Buenos Aires es una de mis ciudades preferidas, siempre interesante e intensa. Habíamos planeado este viaje hace un buen tiempo y ahora estamos de madrugada al aeropuerto para tomar el avión que nos lleva a la aventura.

Un viaje corto, contratar un taxi con un siempre opinante chofer que nos llevó por un ruta nueva evitando los «piquetes» y que nos puso en evidencia la precariedad social de Argentina, debatida entre su nacionalismo y la enorme corrupción.ia

Temprana llegada al hotel en donde afortunadamente nos permitieron el checkin antes de la hora prevista. Aprovechamos la ocasión y salida a pasear, revisamos carteleras de teatro en calle Corrientes, la visita obligada a mi tienda preferida  de música en Corrientes con Callao, para caminar finalmente hacia Puerto Madero, en búsqueda de un buen sitio de carnes. Tras unas vueltas no nos quedó dudas y el almuerzo debía ser en La Cabaña, el reemplazo natural de mi recordada Caballeriza.

Este día quedó marcado por el funeral, inevitablemente esperado, de Gustavo Cerati, ídolo total y que todo el mundo lloró como se lo merecía. Yo también

Un sitio elegante y hermoso, partimos con agua y  bebida cola (solo tienen pepsi!!). Entusiamé rápido con un aperitivo de  provoletta. que nos acrecentó el apetito para poder ir a los fondos. Con el hambre acumulada mi mente solo se focalizó en una pamplona de lomo, mi partner no pudo resistir la tentación de un ojo de bife, que acompañamos con  papines al chimichurri y una botella de Malbec Finca La Linda delicioso. Tras el banquete iniciático, café negro.

Cansados, hicimos la caminata de regreso al hotel, una buena siesta y nos fuimos de largo. Inesperado desenlace del primer día, pero muy beneficioso para el cuerpo.

Iniciamos el segundo día con la compra de entradas para ver la obra Novecento en el Metropolitan, luego nos aventuramos hacia la hermosa librería El Ateneo, en donde compramos algunos de esos buenos libros que no llegan a Chile. Terminada la visita bibliográfica nos fuimos de visita al cementerio de La Recoleta en búsqueda de aventuras. No dimos con la tumba de Eva Duarte, más conocida como Evita Perón, pero conocimos mucho de la opulencia del siglo 20 y el anterior  en Argentina.

Seguimos caminando para llegar al Museo de Bellas Artes y encontrar una impresionante muestra del aniversario de Cortázar al 100%, es un museo extraordinario y además gratuito. Tras recorrerlo, fuimos caminando nuevamente hacia el Malba, con una decepcionante muestra de arte en donde solo rescatamos el arte kinético de Le Parc Lumiere.

Regresamos a La Recoleta por un almuerzo en el café Victoria, partimos con gaseosas,  para rápidamente pedir unas milanesas de lomo napolitana, acompañadas con una tortilla española y una ensalada de 5 ingredientes. Como era obvio añadí una buena botella de malbec familia Gascón. Para los postres, una compartida  crumble de manzana y café negro.

Por la noche, fuimos a ver a Darío Grandinetti en Novecento. Un teatro muy lleno y una escenografía mínima, solo una plataforma inestable que asemejaba la cubierta de un barco, pero luego llega este increíble actor que llena todos los espacios contando como monólogo la historia de ese pianista criado en un barco y que es la quintaesencia del virtuosismo pianístico. Grandinetti es un genio, no requiere más soportes que su propia imaginería para hacernos creer todo y emocionarnos hasta las lágrimas en su relato. Incluye en su relato esa escena sorprendente de la película que espero ver completa algún día.

Amanece otro día y tras el desayuno, vamos por la  compra de entradas para 2 obras de teatro para la noche. Luego tomamos metro hacia Palermo, para hacer un gran paseo por Palermo Soho, el barrio alternativo de Buenos Aires. Probamos un buen almuerzo en Estilo Criollo, gasesosas, medallones de lomo a las 4 pimientas, un especial de bife y molleja, acompañados de una buena botella de malbec Finca La Linda y un postre compartido junto a un buen café.

Tras el almuerzo, nos fuimos de paseo al zoológico de Palermo, de verdad que comparado con mis anteriores visitas se ve enorme y mucho más cuestionador para mis creencias. Sigo creyendo que esos animales estarían mejor en sus propios habitats, por supuesto que si los dejaran vivir así los depredadores humanos.

Por la noche, partimos a ver la obra La Omisión de la Familia Coleman, un exitazo teatral  por varios años que muestra de forma dramática el devenir de una familia al borde del colapso y que solo se sostiene en la impostura de muchos «deber ser» de sus integrantes. Algo nerviosos por lo visto salimos del teatro para un paseo por librerías, haciendo tiempo para la siguiente obra de teatro. La obra final para este día era Red, una formidable actuación de Julio Chavez  y Gerardo Otero. Al inicio se ganó mi odio el personaje del pintor que hace Chavez, el egocentrismo llevado al extremo y en contraste con la humildad del aprendiz Otero en ese estudio de pintor. Una aleccionadora sesión del sentir profundo del artista enfrentado al reto de un millonario encargo para pintar su arte abstracto en un nuevo restaurante, para descubrir finalmente que ese encargo es el inicio de su decadencia y muerte como artista.

Salios consternados con la obra pero con hambre suficiente para ir por una pizaa a Capriatti. una exquisitez  de jamón y morrón acompañada de una rica y fresca sangría.

El siguiente día era domingo, ocasión imperdible para el paseo a la feria de San Telmo, antigüedades, baile y musica callejera, artesanía y mucha buena onda. Una mañana deliciosa disfrutando esa especial convivencia con el mundo real, con gente de verdad y nada de facebook ni twitter.

Tras varias horas de paseo, almorzamos en un restaurante de calle Corrientes, elegimos pra compartir una abundante  fuente de entrañas, morcillas, mollejas y chorizos que acompañamos con un Malbec de la bodega Catena Zapata, además de un postre  y café.

Esa noche nos quedaba un nuevo disfrute en el Teatro El Picadero con la obra El Crédito, una obra deliciosamente sorprendente en donde el humor ocultaba la dispareja y a veces sangrienta realidad que enfrenta el ciudadano común enfrente de los bancos, pero con un giro divertido en que el débil es capaz de manipular al poder y hacerlo caer en sus propias contradicciones. Deliciosa obra!!

Al regreso del teatro pasamos a cenar  al Il Gatto, un buen Malbec Alamos y gaseosas para acompañar unas deliciosas y nocturnas pizzas.

Cómo es inevitable, el ultimo día llegó y decidimos disfrutar un  largo desayuno antes de hacer el  check out. Guardamos el equipaje y partimos nuevamente hacia Puerto Madero para conocer la reserva natural al borde del Río de la Plata, un paseo divertido y lleno de buenas conversaciones. En algún punto, descubrimos el Museo del Humor, en esta ocasión dedicado a Quino y su gran personaje Mafalda. Exquisito disfrute que fue el preámbulo del hambre y nuestro retorno al rico restaurante La Cabaña para darnos el último gusto en la terraza frente a los diques.

Partimos con una abundante rueda de achuras, para continuar con una compartida  pamplona de lomo más papines con chimichurri y una monumental botella de Malbec Alta Vista Premium, además de las gaseosas que pedimos como aperitivo. Para los postres, una trilogia de chocolates deliciosa más el insustituible café.

Llegando al final de este lindo paseo, regresamos justo a tiempo para retirar equipaje y tomar el auto que nos esperaba para llevarnos al aeropuerto

Buenos Aires, quiero volver otra vez más!!