Cerati, nada personal : extraordinaria emoción

Estoy profundamente agradecido de un gran amigo que vía WhatsApp comentó que iba a ver en los próximos días esta obra musical y teatral sobre el inolvidable Gustavo Cerati. Sin manejar muchos detalles, compre entradas casi de inmediato, básicamente confiando en el inmejorable gusto musical de mi amigo. Así, el primer sábado de junio estábamos sentados muy cerca del escenario para disfrutar.

El personaje Luis Alberto Spinetta sería quien abre la obra y hará como una suerte de anfitrión, pues de hecho Spinetta fue muy cercano a Cerati, como lo fueron su madre y su mujer chilena, también presentes en la obra. La aparición de Matías Oviedo en escena vaya que sorprende, no solo logra un parecido impresionante con Cerati sino que se comporta, canta y toca guitarra en vivo de manera muy convincente y sobretodo emocionante. Lo aplaudo de pié.

Es un paseo musical que se completa con pasajes de la vida del artista, con su ego, sus conflictos, su talento sobrenatural, sus miedos y esa necesidad de seguir adelante creando y actuando a pesar del cansancio mortal. Una obra fantástica que todo fanático de Cerati debería ver.

Con tanta emoción, era imposible dejar esa noche sin un cierre adecuado. Nos fuimos a disfrutar a la terraza más espectacular de Santiago, me refiero al bar del Luciano K. Recién techada, era perfecta para esta noche. Un sour de mango y unas copas de espumante para acompañar la maravillosa  pizza de jamón serrano y pera, que yo conocía y sabía que fascinar a mi partner.

Una noche llena de emociones probablemente repetibles.

Luciano K : una experiencia arqui-gastrotectónica

Me encantan las construcciones de este creativo y notable arquitecto Luciano Kulczewski, que desparramó sus creaciones por el barrio Lastarria y Plaza Italia. Este lugar es un hotel boutique con 38 habitaciones y una terraza maravillosa además del restaurante del primer piso adonde llegué esta noche.

Extasiado por mucho tiempo por la belleza arquitectónica que tiene este edificio de los años 20 del siglo pasado, fue el primero que tuvo un ascensor en Santiasco lo que lo convierte en patrimonio nacional.

Con mi hambre característica que aparece inexcusable después de las 20 horas, pasaba cerca del lugar y decidí que ya era hora de disfrutarlo. Con apenas unos 3 meses desde que se inauguró, el restaurante ubicado en el primer piso del edificio era una tentación inevitable.

Partí por ubicarme en la mesa que me daba la mejor perspectiva del lugar, enfrentada a la barra iluminada. Un sour con albahaca  para amenizar y una breve carta por revisar. Una oferta de platos del día que el chef ofrecía, o bien la opción de ensaladas, sandwiches y pizzas más estándar.

Definitivamente fui seducido por una pizza de jamón serrano, peras, cebolla caramelizada y aceitunas que acompañé con una botella Valle Secreto con cabernet sauvignon.

Fue un viaje al placer en solitario pero acompañado de exquisita música y la hermosa estética del lugar. Claramente volveré para disfrutar más este nuevo sitio.