Azul Profundo : tanto tiempo ha pasado

Tomando en cuenta la cantidad de restoranes que se abren cada año y el lamentable número que cierra sus puertas, es verdaderamente un encanto volver a un sitio que he visitado por mas de 10 años.

Lo primero que agolpa recuerdos en mi mente, es la hermosa y abundante cava de vinos que adorna una gran pared así como el murmullo de personas hablando en inglés. Definitivamente es un sitio de turistas que buscan un sitio original y de probada calidad en su oferta.

Llegamos un poco tarde, tras una puesta al día en larga conversación con mi partner actual de salidas gastronómicas. Partimos con una entrada, unos camarones al ajillo, algo delicioso que combina perfectamente con la ración de pan caliente, mantequilla y pebre delicioso, elementos esenciales de una buena partida de cena en este sitio.

Ya entusiasmados, mi partner se inclinó por un rico mero a la plancha con ensalada de palmitos mientras yo fui por uno de mis fetiches gastronómicos,  Oda al amor, un filete de tiburón en salsa picante. Finalmente soy esclavo de los sabores rotundos que guarda mi alma.

Para acompañar esta delicia de cena, una botella de pinot noir Morandé, helado y mantenido en una cubeta de agua y cubos de hielo.

No me puedo quejar, este sitio de tantos años sigue teniendo encanto y sabor, puedo volver una y otra vez y los platos que me gustan siguen siendo deliciosos.

Bahía Pilolcura : una experiencia disfrutable

Una mañana en que a pesar de esforzarme por dormir más, no me fue posible. Decidí desayunar rico y prepararme para una salida de reconocimiento en cleta.

Partí zigzagueando por las calles de Providencia con la intención de descubrir algún sitio nuevo, tras recorrer hasta Irarrázaval, finalmente decidí recorrer el barrio Manuel Montt en donde habitualmente hay cambios. Varios sitios cambiaron de dueño o de nombre y aparecen otros, por ejemplo ya no existe Don Peyo pasando a ser otro sitio, el peruano Sacsayhuaman se convirtió en otro restoran peruano, enfrente de Don Peyo se está armando una marisquería muy fachosa, por fin comenzó a funcionar el Puchacay y muy cerca del Pub La Luna comenzó a operar un nuevo restaurante. Con este material ya tengo aseguradas varias salidas de disfrutes para los siguientes días.

Completada esta etapa del paseo, me pareció que ya era hora de tomar la ruta  hacia el cerro San Cristóbal y lo hice por Pedro de Valdivia. Hay tramos de esta subida que me hacen recordar ineludiblemente todos los excesos de la semana y el sonido de mis jadeos junto a la deliciosa música que voy escuchando terminan por darme todo el ánimo que requiero para llegar una vez más a la cumbre. El rito no pudo esperar y pedí mi jugo de mote con huesillos helado, el mejor brebaje para premiar el esfuerzo del ascenso. Hoy me repetí el premio porque hacía demasiado calor.

Pronto, decidí regresar y me preparé para ese fantástico descenso, la brisa que refresca el rostro y la sensación de volar. Qué delicia!!

Conecté con el desvío hacia La Pirámide y me fui hasta esa zona en donde tomé el parque que recorre Américo Vespucio hasta llegar a Pocuro. De ahí por la ciclovía hasta conectar nuevamente con Antonio Varas. Mientras pedaleaba comencé a sentir hambre y me pareció un buen día para ir a un sitio que hace mucho tiempo conozco y nunca lo he encontrado abierto. Claramente hoy se rompería la cábala, pues no solo estaba abierto sino que estaba especialmente interesante. Me refiero al pequeño restaurante Bahía Pilolcura ubicado en las Torres de Tajamar.

Mientras aseguraba mi cleta en una reja, conversé la atenta moza quien me comentó con pasión los mejores deleites del lugar. De esa forma, apenas tomaba asiento pude pedir un ceviche de corvina y camarones al estilo chileno y un pisco sour con limones normales pero preparado e el momento. Pequeñas diferencias que son importantes.

Mientras esperaba, pedí una botella de agua sin gas y hielo al mismo tiempo que llegaba una hermosa concha – panera con pan muy caliente y un pote con mantequilla para mi disfrute. Deliciosa música chilota y una atmósfera tranquila me acogió para bajar mis revoluciones.

El plato de ceviche se veía delicioso, adornado con el regalo de unas ostras pequeñas y sabrosas que me regalaron. Cortes de corvina fresquísima, camarones, cebolla y cilantro todo en un mar de limón para ser acompañados con una copa de pisco sour fantástico.

Un sitio encantador para una experiencia muy disfrutable.