Retorno a Juan y medio : rica comida chilena

Hace más de un año que no regresaba a este deleitoso lugar del barrio Brasil y solo me dejé llevar por mi instinto, ya que tomé un taxi en el centro de santiasco con dirección hacia el barrio Yungay y pedí que se detuviera de pronto, bajé y caminé un par de cuadras, para quedar justo enfrente de este restoran.

No había espacio disponible en el primer piso, así que me fui al segundo nivel en donde pude ubicar una buena mesa. A pesar de ser el sitio de fumadores, no había ningún mal olor gracias a un estupendo acondicionamiento del aire.

Pedí mi habitual agua mineral mientras llegaba un exquisito pan amasado caliente y unos potes con pebre y mantequilla. Este pan es terriblemente sabroso y adictivo, me lo devoré mientras esperaba mi plato de fondo, un salmón al horno cubierto con una salsa con microcubitos de verduras exquisita y una porción de puré picante enormes, que no habría podido digerir sin la genial ayuda de una botella de carmenere de Santa Digna.

Un almuerzo a la chilena delicioso y sobretodo abundante. Una vez más agradecido del azar que me hace encontrar disfrutes en cualquier lugar.

Vichuquén : un almuerzo fantástico

Un lugar extraordinario para esos días en donde almorzar en Santiasco centro es una necesidad más que digestiva. Requería imperiosamente un lugar para estar conmigo y mis cavilaciones, sin interrupciones y sobretodo plenamente disfrutable. Ese lugar se llama Vichuquén.

Pocos comensales y bastante distribuidos en el gran salón del restaurant. Valoro especialmente el espacio entre las mesas, la elegancia y esa tranquilidad insospechada para un sitio en una calle de alto tráfico. Me instalé en una mesa al lado del ventanal para tener suficiente luz natural y poder leer unas notas que portaba. Llegó mi agua mineral sin gas y me dispuse a revisar la carta.

Mientras seleccionaba mi plato, llegaron dos paneras, una con panecillos amasados y otra con sopaipillas calientitas. Un pote con mantequilla y otro con un pebre exquisito. Me devoré las sopaipillas con el pebre, malditamente adictivas.

En la carta, un plato me sedujo rapidamente, un filete de vacuno con una salsa chamán y puré de habas. La salsa con base de vino contenía cebollitas y champiñones trozados y unos minúsculos cubitos de tocino, francamente deliciosa, un toque perfecto para el gran trozo de filete. El pote de greda sobre el mismo plato contenía el puré de habas y alrededor una selección bolitas de verduras cocidas al dente (papas, zanahorias, zapallitos italianos). Un plato del que habría disfrutado mucho repetirmelo. Maravilloso y muy bien acompañado por una copa de Malbec gran reserva de las viñas del hotel (zona de Santa Cruz).

Con tanto disfrute, recuperé rápido mi lucidez y pude darle sentido – finalmente – al proyecto que daba vueltas en mi mente desde la mañana y que necesitaba resolver. Para celebrarlo, elegí una opción de buffet de postres y elegí tres delicias, una tarta de pastelera y cubierta de membrillo, un trozo de kuchen de nueces y pasas y un vaso con una versión sabrosísima de suspiro limeño. Notables sabores.

El tiempo apremiaba mi salida, por lo que junto a la cuenta solicité mi café negro, el cual llegó acompañado con un plato de dulces chilenos en miniatura, qué ricos y delicados bocados!!. No solo resolví lo que preocupaba a mi mente sino que recuperé la alegría que andaba un poco agotada esta semana.

Vichuquén, verdaderamente topísimo.

Comida bien chilena : disfrutando Don Peyo

Este día decidí dormir hasta que me diera calambres y eso ocurrió alrededor de las 14 horas. Con mucho hambre desperté y en vez de tomar un tardío desayuno, me pareció mejor opción darme un gustoso almuerzo en algún buen lugar.

Tras una rica ducha, barajé opciones y me pareció que era el día adecuado para comer comida típica chilena, algo exótico, entendiendo que salvo por un plato, toda la comida chilena no es chilena. Salvado el discurso académico, hay un lugar que puede ser un buen representante de los sabores «chilenos», así que mis pasos fueron presurosos sorteando  la canícula para llegar al Don Peyo en el barrio Manuel Montt.

Por la hora, la gran mayoría que suele llenar este local, ya se había ido a tomar su siesta, lo que me dejó solitario y muy ventajoso en la terraza del segundo piso. Partí con una vaina, mientras llegaba el pan amasado y el pebre, algo indispensable para ir tomando el ritmo de lo que viene.

Pedí unas machas a la parmesana, que menos para iniciar el disfrute. Conseguí pimienta fresca para hacer unos cortes deliciosos de pimienta sobre las machas y el abundante queso, ante la mirada un tanto curiosa del mozo. Nada más delicioso que mascar esos trocitos de pimienta que te sorprenden mientras saboreas tu plato.

Acto seguido, el único plato verdaderamente chileno, un charquicán con huevo frito. Mmmmhhh, maravilloso!!!. Añadí una botella de Malbec Reserva de Montes 2009, para amplificar el placer.

Tuve una simpática conversación con el mozo, quien estaba profundamente extrañado por mis ritos de degustación, lo que dió espacio para un agradable intercambio de opiniones acerca de vinos y comidas.

Grande Don peyo, un baluarte de la comida chilena.