Probando sitios nuevos en noche calurosa

Ya de regreso a casa, mientras leía uno de mis libros de turno, recibí mensaje de mi hermano consultando si tenía algún buen lugar adonde ir a comer. Él se encontraba con el gran Sandoka en su departamento y al anuncio  de ir a un nuevo restaurante, ya teníamos un krrtrekking armado.

Un rato después les recibo en casa y tras juntar hambre para esta incursión, salimos caminando hacia el barrio Condell. Un rato después, llegamos hasta la esquina de Condell con Rancagüa en donde hace poco días se instaló el restaurante Cocina Brava, en la casa de lo que fue un taller de arte y teatro.

Lindo lugar, espacioso, con mucho muro blanco, vigas al aire, espejos inteligentemente ubicados y unas lámparas de metal color óxido maravillosas. Pocos comensales, pero atento servicio, lo cual siempre es bienvenido.

Mientras revisábamos la carta, nos enteramos de la mala noticia, pues aún no poseen patente de alcoholes. Eso nos complica especialmente cuando la idea era cenar, rito eterno que requiere un buen vino siempre.

Recuperado del trance, nos animamos a beber jugos naturales (nunca tan sano como una botella de vino) y decidimos por una combinación de piqueos. De la carta, salió un ceviche (o cebiche según quiera) de atún de Isla de Pascua, unos camarones al ajillo y especias, además de un crudo Cocina Brava. Todos extraordinarios y sorprendentemente, quedamos totalmente satisfechos.

Para mí quedó claro que volveré cuando pueda cenar con un buen vino, así que regocijados por el buen sabor salimos a buscar otro sitio que nos completara el placer. Mientras recorríamos la Av. Condell hacia el sur, reconocimos un restobar que ya había anotado en mi mente largo rato y que se nos antojó, al mirar que hacia el fondo poseía una terraza, que era el lugar perfecto para completar esta noche.

Se trataba del restobar Dínamo, muy cool y un pasadizo hacia esa terraza que nos fascinó de inmediato. Proyectaban vídeos en la muralla del fondo, mientras se escuchaba muy buena música de los 90’s, pero lo que no nos pasó desapercibido es que hay unas parrillas para asados disponibles que nos imaginamos rápidamente como parte de un carrete con unos 50 amigos tan pronto como sea posible.

Fuera de soñar, pedimos una botella de pinot noir (valle de Casablanca, aunque la Viña no me resultó conocida) junto a una cubeta de agua y hielo para que la temperatura fuera apropiada para disfrutar el delicado sabor de la cepa. Conversamos largamente acerca de una nueva idea (UBERizar la comida casera) disfrutando la posibilidad de hacerla realidad para ir, por ejemplo, a comer unos choclos con mantequilla o probar un menú casero. En fin, espero que pronto aparezca en www.bancoideas.com.

Tras el largo disfrute, caminamos de regreso a mi casa para que Sandoka recuperara su moto y mi hermano su cleta, mientras yo regresaba a la lectura de estos días.

Buen krrtrekking!!