040 : sorprendente cocina de autor

En barrio Bellavista hace ya un tiempo existe el Hotel boutique Tinto en Antonia Lope de Bello 040, pero lo que no sabía es que escondía un restaurante de cocina de autor en su interior. Así que internet mediante, me aseguré un cupo una de estas noches calurosas para ir a probar.

El sitio muy elegante incluyendo una guapa anfitriona me recibió unos minutos antes de la hora reservada, por lo que debí esperar en una salita de estar, lo que me permitió observar el cuidado diseño de los detalles. Exactamente a la hora prevista, me hacen descender al subterráneo en donde se ubica el restaurante.

Un sitio de temperatura fresca y buena música, con pocas mesas y nutrida atención. La oferta claramente son las degustaciones, pues cada día es una sorpresa gastronómica a cargo de los chefs. Degustaciones de 6, 10 y 12 tiempos las que pueden acompañarse con 3 grupos de cepas de vino. Esta noche fui con los 10 tiempos y los maridajes recomendados de vino, así sabría con propiedad el estilo del lugar.

Algo lento el proceso, pero eficaz. Partimos con un espumante Conosur brut Biobío que me acompañaría por 3 tiempos. Llega una cucharilla en conjunto con unas almejas y el cóctel del diablo (leche de Tigre) que venía en una base con hielo picado y concha de almeja. Levemente picante, pero sabroso.

Ahora llega un tenedor y una impresionante presentación de piedritas en una base alargada con un crocante con palta y kanaoko (corvina), deliciosa!!.

Continúa un niguiri de palometa con azafrán, nuevamente con un toque picante (bien para mí) y la copa se llena con un Matetic Corralillo chardonay (valle de San Antonio) que podría durar para 4 tiempos más.

Aparece un miso picante con niguiri atomatado de merluza envuelto en betarraga, sorprendente. Continúa la música chillout y el tiempo siguiente es un pan chino relleno con cerdo con curry pintado con dulce de maní, sésamo y albahaca, todo montado en una escultura de Budha.

Mientras esperaba el siguiente tiempo, observo el patio interior con cielo abierto, el sitio para los fumadores. Un detalle que se agradece. Pronto viene un tomate semiseco relleno con sierra ahumada,  salsa de lechuga y alcaparras. Magnífico!!

Sigue una pata de pollo deshuesada asada muy crocante con salsa barbecue y puré de patatas y pollo caliente en un sobre papel. Al principio, me dejó estupefacto, pero luego cedí al olor y sabor, pero quedé un poco contrariado. Posteriormente una versión de humita con mermelada de tomate y albahaca, ni tan interesante, montada sobre una galleta.

El turno siguiente fue para un rollito de calamar al alioli, que se enrolla para obtener la  mezcla de los sabores, seguido de unos churros de merluza con salsa, que vino acompañado con un Pinot noir Villard (valle de Casablanca).

Por fin llegó el turno de los postres y partimos con el acompañamiento líquido, un Legado de Martino late harvest 2005 (Valle del Maipo) para disfrutar un marshmallow con  harina tostada y chocolate negro. Extraordinario!!

Seguimos con una paleta helada de limón mermelada de frambuesa al vinagre y queso de cabra, todo servido en un pote con piedras de cuarzo, bloque de hielo y una hermosa flor. Hasta aquí los disfrutes gastronómicos, pero no termina, pues me anuncian una sorpresa. Un speakeasy, es decir, un bar clandestino en la terraza (techo) del lugar.

Salí del restaurante por la puerta de un refrigerador (falsa por supuesto) para abordar un lentísimo ascensor que lleva al techo de la casa y descubrir un tremendo bar, con esa oscuridad cómplice propia de los clandestinos de antaño.

Concluí entonces este disfrute, sentado a la barra disfrutando un ron Zacapa de 23 años maravilloso, mientras escuchaba buen swing.

Gran experiencia!!!