Manolo’s Restaurant : el buen gusto

Aunque he visitado en varias oportunidades este restorán con ocasión de catas de la Escuela de los Sentidos, no había caído en la tentación de disfrutar la comida que ofrece.

Hubiera sabido lo que encontraría no habría demorado tanto en gozar una buena comida como finalmente hice este fin de semana.

Llegué alrededor de las 13 horas a esta hermosa casona en Providencia y me instalé en la terraza del primer piso. Vacía a esa hora, solo me acompañaba el melancólico sol de otoño que tímido regalaba su luz.

Para partir, pedí un plato de pulpo a la plancha. Unos exquisitos cortes de pulpo con un toque de aceite de olivas con lo cual fue tostado a la plancha con sal gruesa como condimento principal. Fantástico, cada trozo exquisito, blando y ligeramente crocante en los bordes.

Me animé con un vino maravilloso, un imperdible, el Pinot Noir Amayna del Valle de San Antonio, probablemente el origen más notable de esta cepa en Chile. Llegó sorprendentemente a la temperatura ideal (típico error de muchos lugares es el mantener a temperatura ambiente un vino que se disfruta helado).

Ya entusiasmado con mi pequeño festín, solicité al atento mozo que me trajera mi plato de fondo. Había elegido un Trío de camarones, corvina y salmón. Genial!!!. Una presentación impecable, los camarones de buen tamaño arrebosados en una salsa atomatada muy sutil, al centro un nido de pequeñitos cubos de papás salteadas y al otro costado los trocitos de corvina y salmón, delicadamente salteados. Por abajo una suave y casi imperceptible cama de pimentón y perejil. Finalmente en un borde, un adorno con tinta de calamar, que obviamente servía de condimento disfrutable. Sabores por doquier y aromas que solo invitaban a saborear.

Tras ese estupendo plato y vino, tardé un poco en pedir postre. La verdad es que no demoré demasiado en solicitar un merengue vasco (una base de manzana en hilos con nueces, merengue y salsa de frutillas, mmmhhhh) que acompañé con un café bien negro.

El mozo, atento en todo instante, me ofreció de bajativo una copita de Pacharán (licor de endrinas originado en la zona de Navarra), la que me agradó tanto, que me premió con la repetición.

Gran almuerzo español, totalmente recomendable.

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