El Fogón del Momo : comida casera en barrio Italia

Buscando un lugar interesante para almorzar bastante tarde en estos calurosos días de fin de año, me encontré en calle Condell con este boliche. No me entusiasmó de primeras pero la curiosidad me ganó.

Ingresé por un largo pasillo investigando de qué se trataba y de pronto aparece un señor que claramente era el dueño o administrador del lugar y me invitó a pasar. Nobleza obliga y pasé al comedor.

Extremadamente sencillo, pero agradable ambiente. Partí con una gaseosa helada para matar el insoportable calor, al mismo tiempo que me enteraba que servían un menú diario de comida casera. Tras escuchar la oferta, decidí que era un buen momento para regresar a esos sabores más tradicionales y que me recuerdan mi niñez.

Partí con una ensalada mixta con hojas verdes (lechuga, repollo), jamón y papas mayo, con un cuarto de limón para aliñar. Luego, un platón de porotos granados con mazamorra y ese toque casero de «la color» (grasa derretida o aceite con ají color o polvo de pimiento rojo), algo absolutamente reminiscente. Estaba extraordinario y a pesar del gran volumen, no dejé absolutamente nada.

Para el postre, una pequeña fuente con fruta picada, que venía de maravillas a este casero almuerzo. Realmente me hizo sonreír de placer.

 

Mossto Restobar : gran cultura cervecera

Aunque ya había estado antes en este lugar con el equipo de bancoideas, este día solo buscaba un lugar con terraza en Barrio Italia para almorzar y no encontraba nada que no estuviera lleno. Caminando un rato bajo el abrasador sol, reconocí el Mossto brew food, un sitio con deliciosas cervezas y comida ad hoc.

Este restobar tiene su propia cultura, gastronomía y cerveza, es decir, comida hecha a propósito de acompañar una buena cerveza. De hecho, en pizarra pueden verse ofertas de schops de múltiples sabores para todos los gustos a lo que suma una extensa carta con una una variedad sorprendente de cervezas de todos los orígenes.

Como corresponde, partí por elegir la cerveza y la ganadora fue una Porter Eviltwin Lil’B de 11,5° bien helada y que llamó a mi plato de acompañamiento, un Mossto pale azul ale. Tras un rato de fresca espera (con mi cerveza), llegó un sandwich de fricandela (250 grs.) cubierta de queso azul, rúcula, tocino, cebollas caramelizadas más una sutil y deliciosa mayonesa mossto pale ale. Exquisita combinación!!.

Para el cierre de esta visita, pedí una degustación de cervezas para comparar sabores negros : Black Ipa y Stout. La primera, a no dudar, será mi elección la próxima vez que venga por aquí.

Probando sitios nuevos en noche calurosa

Ya de regreso a casa, mientras leía uno de mis libros de turno, recibí mensaje de mi hermano consultando si tenía algún buen lugar adonde ir a comer. Él se encontraba con el gran Sandoka en su departamento y al anuncio  de ir a un nuevo restaurante, ya teníamos un krrtrekking armado.

Un rato después les recibo en casa y tras juntar hambre para esta incursión, salimos caminando hacia el barrio Condell. Un rato después, llegamos hasta la esquina de Condell con Rancagüa en donde hace poco días se instaló el restaurante Cocina Brava, en la casa de lo que fue un taller de arte y teatro.

Lindo lugar, espacioso, con mucho muro blanco, vigas al aire, espejos inteligentemente ubicados y unas lámparas de metal color óxido maravillosas. Pocos comensales, pero atento servicio, lo cual siempre es bienvenido.

Mientras revisábamos la carta, nos enteramos de la mala noticia, pues aún no poseen patente de alcoholes. Eso nos complica especialmente cuando la idea era cenar, rito eterno que requiere un buen vino siempre.

Recuperado del trance, nos animamos a beber jugos naturales (nunca tan sano como una botella de vino) y decidimos por una combinación de piqueos. De la carta, salió un ceviche (o cebiche según quiera) de atún de Isla de Pascua, unos camarones al ajillo y especias, además de un crudo Cocina Brava. Todos extraordinarios y sorprendentemente, quedamos totalmente satisfechos.

Para mí quedó claro que volveré cuando pueda cenar con un buen vino, así que regocijados por el buen sabor salimos a buscar otro sitio que nos completara el placer. Mientras recorríamos la Av. Condell hacia el sur, reconocimos un restobar que ya había anotado en mi mente largo rato y que se nos antojó, al mirar que hacia el fondo poseía una terraza, que era el lugar perfecto para completar esta noche.

Se trataba del restobar Dínamo, muy cool y un pasadizo hacia esa terraza que nos fascinó de inmediato. Proyectaban vídeos en la muralla del fondo, mientras se escuchaba muy buena música de los 90’s, pero lo que no nos pasó desapercibido es que hay unas parrillas para asados disponibles que nos imaginamos rápidamente como parte de un carrete con unos 50 amigos tan pronto como sea posible.

Fuera de soñar, pedimos una botella de pinot noir (valle de Casablanca, aunque la Viña no me resultó conocida) junto a una cubeta de agua y hielo para que la temperatura fuera apropiada para disfrutar el delicado sabor de la cepa. Conversamos largamente acerca de una nueva idea (UBERizar la comida casera) disfrutando la posibilidad de hacerla realidad para ir, por ejemplo, a comer unos choclos con mantequilla o probar un menú casero. En fin, espero que pronto aparezca en www.bancoideas.com.

Tras el largo disfrute, caminamos de regreso a mi casa para que Sandoka recuperara su moto y mi hermano su cleta, mientras yo regresaba a la lectura de estos días.

Buen krrtrekking!!

Diversitas : rico como siempre

Este debe ser el restaurante peruano que más he visitado estos últimos años en competencia con el rico Olán y la verdad es que no me cansa probar sus impresionantes sabores.

No me parece prudente publicar cada vez que voy a un mismo lugar, por lo cual reservo la ocasión para cuando voy acompañado y la experiencia es notable. Pues bien, esta noche merece ser publicada.

Partimos con agua mineral para limpiar las bocas y preparar el cuerpo para el disfrute. Pedimos un tartar de salmón como entrada para compartir, un plato maravilloso que hemos probado muchas veces y nunca es suficiente.

Es divertido que los mozos nos conozcan tanto que se adelantan en nuestras preferencias, lo que hace más disfrutable la jornada. Para los fondos, una paella marinera que a mi partner entusiasmó y en mi caso un tallarín lomo huancaína, una maravilla que me encanta disfrutar. Acompañamos con un merlot Santa Digna, muy apropiado para esta combinación de sabores.

El postre fue compartido, un pie de maracuyá que honestamente se hizo pequeño pero habíamos decidido compartir. Al cierre, como siempre, los cafés negros de rigor.

Regreso a Torano : confirmando la calidad

Hace un buen rato que tenía ganas de volver a este sitio cuyos recuerdos me eran especialmente disfrutables. Caminé como de costumbre por las calles que me llevaban hacia el barrio Condell y encontré el restaurante abierto.

Para iniciar la experiencia, solicité un kir royale mientras llegaba un interesante appetizer de arroz con especias y almendras, el regalo del chef. Para la entrada nada mejor que un buen tártaro de vacuno que disfruté lentamente. Me resultaba un poco difícil seleccionar el siguiente plato, pero recordé mis disfrutes anteriores en tantos lugares y decidí que un wagyu torano braseado en su jugo con puré de  papas con mostaza y rúcula, tendrían que colmar mis gustos y no me equivoqué. De paso, pedí la carta de vinos y tras un diálogo con el mozo, muy ingenioso y documentado, me decidí por una botella de gran reserva carmenere Junta del valle de Curicó 2010, que resultó ser un  91 puntos y de verdad, merecidos!!.

Este lugar de verdad me gusta, es poco pretencioso y muy bien atendido, lo cual se agradece y considerando la abundante concurrencia, solo se puede decir que está muy bien. Llegado el momento de los postres, de la carta extraje un torano piacceri zabaglione con dulce de damasco tuico, tiramisú y  tortino de chocolate, fascinante. Es muy rico el Torano!!!

Me retiré del lugr tras mi merecido café negro y esa grata sensación de una experiencia inolvidable.

 

Cenando en NH Hotel : una experiencia deliciosa

Este lugar lo tengo seleccionado como un buffer, es decir, uno de esos sitios a los que acudo cuando mis otras opciones de disfrute no están disponible. Hay que aclarar que es bueno tener un plan B sobre todo si se va acompañado. En este caso, la fórmula solo me serviría a mi mismo, pero igual es tranquilizador saber adonde acudir cuando se necesita.

Instalado en el amplio comedor del hotel, partí solicitando un fresco kir royale mientras disfrutaba la rica música lounge y ocasionalmente chillout del repertorio. Lentamente revisé la carta con ansias de novedades para descubrir un plato de merluza pochada sobre guiso de habas, estofado y vegetales, lo cual me llevó rápidamente a elegir una botella de William Cole 2011 pinot noir como el acompañamiento perfecto de mi cena

Entusiasmado con los sabores, me puse ingenioso en la búsqueda de mi postre y encontré un italiano clafoutis de berries y queso azul con helado de bocado que me fascinó. Lentamente lo disfruté hasta que llegó el momento de pedir mi cierre, el merecido café negro.

Debo confesar que este lugar jamás me ha decepcionado y seguirá siendo uno de mis planes B preferidos.

Revisitando el Lusitano : cada vez me gusta más

Hoy fue unos de esos días en que quería disfrutar algo interesante a sabiendas que hay muchos sitios conocidos cerrados. Sin embargo, considerando la hora y ese instinto que he conseguido en años de práctica, me dispuse a experimentar opciones en el Barrio Italia con la convicción que algo bueno encontraría.

Bendita intuición, el restaurante Lusitano estaba abierto y además con gran audiencia, lo cual me reconfortó y me dió ánimo para instalarme en la rica terraza y esperar por la atención. Tardó un poco pero estaba dentro de los parámetros aceptables y decidí partir con un buen mojito con ron havanna añejo, solo para disfrutar la frescura y ganar tiempo. Aproveche la ocasión para tomar algunas fotografías del bonito lugar y reír en silencio de las conversaciones chistosas de algunos comensales algo etílicos a esa hora.

La terraza del primer nivel es  deliciosa y se magnifica con notable música lounge, además de la frescura de su sombra en un barrio excepcionalmente tranquilo y que, ciertamente es un plus, nada mejor para un fin de semana.

De la carta, elegí una mechada al oporto acompañada de papas salteadas con mantequilla al ajillo, la que acompañé con una copa de carmenere delicioso. Se nota la mano de autor en estos sabores y eso es muy importante a la hora del disfrute.

Noté que muchos preferían la terraza del segundo piso, ya que la mayoría que se retiraba provenía de ahí, pero eso lo revisaré en otra ocasión. Tras mi tardío pero rico almuerzo, pedí un café bien negro y me prometí regresar a este exquisito lugar.

Ciudad de México : una cena contundente

Otra noche de hambre desatada aunque acompañado por una partner con poco apetito, en fin, debía conjugar ambos aspectos para que fuera disfrutable. Una idea cruzó por mi mente y me dirigí con mi compañía hacia este sitio de comida mexicana tradicional que ya había visitado en otras ocasiones con buenos resultados.

Una hermosa chica nos ubicó en un buen lugar y partimos por pedir unas Quesadillas mixtas, un plato para compartir que por lo menos para mi, solo era el comienzo de la cena, solo un appetizer. Los bebestibles marcadamente distintos entre ambos, un Tequila Ciudad de México y una gaseosa.

Concluido los prolegómenos de esta cena,, carta en mano las decisiones apuntaron a una ensalada muy conmtundente y sabrosa para mi partner (en franca dieta) y una degustación de los mejores tacos para mí, un plato apropiado para el tamaño de mi hambre. Cada ocasión en que me siento así, pienso que nada puede calmar mi hambre, pero confieso que este plato fue suficiente.

Para acompañar los sabores desatados, seleccioné de la carta un rico ensamblaje de cabernet sauvignon carmenere y merlot, deliciosa combinación que disfrutamos en una distendida conversación y sobretodo sabrosa cena.

Ciudad de México es un buen lugar para saciar apetitos incontrolables como el mío. Sigue en mi lista corta de emergencias gastronómicas.

 

 

 

Olan : delicias en su nueva casa

Hace unos 4 meses el restoran Olan salió de su habitual residencia en Seminario para ubicarse en una inmensa y preciosa casona blanca en calle Condell cerca del Hotel NH.

El sitio está acondicionado de manera extraordinaria, blanco riguroso, paredes impecables y pinturas peruanas que resaltan de manera genial. Llama la atención el espacio disponible y que se privilegie esa comodidad para los clientes. Nada más desagradable en un restoran que sentir el olor de la comida de otros o participar sin querer de sus conversaciones.

Partimos, como de costumbre con unos buenos pisco sours, aunque hicimos la variación de pedirlos mixtos con jengibre. Gran elección!!

La selección de los platos no fue fácil, la carta es muy tentadora y mi partner eligió una  reineta a la plancha cubierta con una de salsa de camarones ecuatorianos. Por mi parte, estuve a punto de ordenar un sudado de corvina con ostiones, calamares, camarones, tomate, cebolla, cilantro y  jengibre, pero finalmente me decidí por un contundente lomo saltado, esa rica especialidad peruana y que el Olan prepara  maravillosamente.

Dado que solo yo tomaría vino en esta ocasión, me incliné por seleccionar un JBouchon carmenere Chicureo reserva, delicioso y a tono con mi rico plato.

Nuevamente tentados con la carta, mi partner eligió una crema volteada y en mi caso una mazamorra morada, postres fantásticos que cerramos con un buen café negro.

Notable El Olán, vale la pena regresar.

 

Bella Calabria : una opción para golosos

Otra noche de hambre desatada, demasiada hambre tenía y por eso recordé este lugar. Escondido en un flanco del Hotel NH hay un pasaje con varios sitios de comida bien interesantes y uno de ellos se dedica a las pastas y especialmente a las pizzas.

Cómo cada local en esta zona se trata finalmente de una terraza, pues no es una calle de autos, me instalé gustoso en una mesa y pedí la carta. El atento mozo, trajo muy pronto mi trago y en formato doble, pues había happy hour.  Mi elección una pizza calabrese, una enorme pizza con aceitunas, tomate, cebolla, longaniza, carne, ajo, champignones, pimientos, mozarella y pomodoro. Impresionante!!

Al ritmo de mi hambre, comencé a disfrutar lentamente el desafío, pues la porción era enorme. Sacié completamente mi hambre y aún quedaba pizza, es vergonzoso, pero debí dejar parte del plato, no fui capaz!!

Tengo claro que a este lugar hay que venir con mucho hambre o en grupo, así que ya estoy organizando una salida de mi equipo para disfrutar esta pizzería. Sabroso y muy buen servicio.