Raúl Correa y Familia : rica cocina pero…

Obligado por las circunstancias, debí ir a un mall!!!

Bueno, no me ocurre tantas veces como para preocuparse, pero era la única forma de resolver diversos trámites que mi extensa jornada laboral impide atender. Así que al mal tiempo, buena cara.

He adquirido cierta destreza para incursionar en un mall por el tiempo mínimo, ya que me apesta de sobremanera la multitud consumista y la burda escena del feliz fin de semana, comprando y comiendo basura en familia. Como sea, logré resolver casi todos los temas que requería, pero tendría que esperar algo más de una hora para que uno de mis temas se concretara, por lo que la mejor decisión era almorzar.

Creo que he probado casi todos los restoranes «de verdad» en Parque Arauco (descarto los de comida rápida por cierto), pero en un ángulo de mi ojo apareció el conocido Raúl Correa & Familia y no pude resistir la tentación de probarlo. Esta sucursal del famoso restoran de comida chilena, bien merecía una visita.

El lugar bastante lleno, lo cual hacía notar el efervescencia de los mozos moviéndose de un lado a otro para atender a tantos comensales. No obstante ello, me recibieron bien y logré una mesa con rapidez. Sin embargo, tardó bastante para que alguien me preguntara por mi pedido. Como acostumbro, pedí una botella de agua mineral sin gas, mientras revisaba la carta. Si no me equivoco, fue el mismo Raúl Correa quien se me acercó a comentar que tenía ostras naturales, no de criadero, por lo cual tendrían toda la potencia y sabor real. Pese al interesante desafío, decidí rechazarlo ya que las ostras, en mi opinión, se comen de a dos y con un buen espumante.

Tuve que hacer esfuerzos para que el mozo se percatara que hace rato que había decidido mi pedido de almuerzo, lo que finalmente pude ordenar y de paso pedir la carta de vinos. Tras tres intentos, conseguí que llegara la carta de vinos y oh! decepción, dos vinos que elegí en la carta no estaban disponibles. Siempre pienso que no se debe  ofrecer lo que no hay, es muy desalentador. Finalmente, logré dar con la botella de vino que me serviría para acompañar mi selección de plato. Un filete apanado al merken con almendras, pasas y maní, que acompañé con papas salteadas al perejil. El vino finalmente elegido fue un merlot De Martino Legado reserva 2008.

Una larga espera, hasta que llegó mi plato. Por suerte los pancitos de cóctel calientes y un rico pebre además de la mantequilla me permitieron mantener a raya mis impulsos digestivos.

El plato exquisito, salvo que no tenía casi nada de sal y el salero en la mesa definitivamente era de un egoísmo extremo y debí pedir que lo cambiaran. Debo confesar que si no hubiera sido por el exquisito sabor del filete apanado, esta incursión habría sido un desastre.

Para añadir más detalles, pedí un postre (prefiero no recordarlo) y café, pero tras 15 largos minutos sin llegar, me pareció una falta de respeto que me tuvieran esperando y reclamé la cuenta. Por suerte estaba navegando en internet con el WiFi del lugar, lo que me permitió soportar la excesiva demora.

En resumen, buena cocina pero muy mal servicio, escaso conocimiento de los ritmos y baja capacidad de maniobra. Creo que borraré de mi lista de filetes este local (no basta un buen sabor, la experiencia completa es todo)

lecturas de la semana : lo que deja

Esta semana concluí con tres libros interesantes aunque más diversos de lo que se estila. Tengo la mala costumbre de leer varios libros en paralelo (no soy capaz de hacerlo de otra forma, es parte de mi falta de disciplina) y eso provoca cierta entropía en mis pensamientos y por añadidura en mis comentarios.

Quiero comentarles acerca del libro de un destacado sociólogo chileno, Tomás Moulian, aquel que escribió un libro delicioso Chile Actual : Anatomía de un Mito por allá por el 97. Un escritor aguerrido que dice lo que muchos pensamos y no nos atrevemos a decir. Pues bien, sigue haciendo lo mismo y vaya que lo hace bien. En esta monografía titulada «El consumo me consume», purga los demonios de la realidad y nos enfrenta al espejo de nuestros comportamientos, ¿cual es tu tipo de consumidor?. Buena pregunta, ni hedonista ni ascetico, me reconozco compulsivamente estoico, dispuesto a disfrutar de lo bueno sin muchas culpas, pero con un sentido bastante más trascendente que la visita al mall o la compra de «identidad» basada en marcas o en ostentación. Un buen libro, una deliciosa cena en un restorán notable, un gran vino o una visita a un museo son placeres de las que no puedo prescindir y Moulian sabe de que hablo. Por cierto, comparto además la crítica sobre las intenciones que subyacen tras la oferta crediticia y los procesos de control social, a veces me siento demasiado acompañado por Moulian en mis cavilaciones.

Leí también un libro acerca de algo menos terrenal pero ciertamente incidente en mi vida y quizás en la de otros. ¿hay otras formas de vida viviendo entre nosotros? ¿hay seres de luz que pueden ayudarnos o al menos aconsejarnos?, ¿podemos acceder a ellos?. Tema dificil en un mundo tan convencido que no existe nada más que lo que ve y siente. Bueno, yo creo que hay muchas cosas que no entendemos y que hay que investigar. Brian Weiss, autor de varios libros y uno bien conocido «Muchas Vidas, Muchos muertos», me acompañó algunas semanas con el libro Los Mensajes de los Sabios. Un libro inquietante y a pesar que soy un escéptico de vocación, hay muchos pasajes del libro que me hacen sentido. Más allá del narcisismo de Weiss (se cree iluminado), son demasiados los antecedentes que nos pueden hacer pensar que efectivamente la vida es un contínuo en el cual aprendemos (si queremos) y que eternamente (quizás) perfeccionamos nuestra alma. Tengo mis propias evidencias y postulo a que nuestra vida actual (con lo bueno y malo) tiene un sentido y que lo que debemos aprender no es gratis (puchas que cuesta).

Finalmente, también concluí con un extraño libro, un buen sociólogo aunque para mí más bien filósofo, Pierre Bourdieu. El libro es Las estructuras sociales de la economía, un ensayo, un experimento, a veces parece una reunión de trabajos de un curso de aventajados estudiantes, pero al fin, es contundente. Postula que la economía después de todo, es una construcción social, un constructo que nace en las intenciones del Estado y se perfecciona en los intereses de los grupos de poder. Hace un análisis notable de esa pretensión del ser humano de tener una casita, tener ese territorio personal desde donde proyectar su vida y su familia, como opera el Estado permitiendo o restringiendo, como los actores sociales participan en su provisión y bajo cuales condiciones. Un sistema completo de dominación construido para que cada ciudadano se suba al carro de las reglas de la sociedad y haga posible su propio nirvana de acuerdo a su capacidad de pago y de aceptación del sistema. Duro de asimilar, un libro contundente.