Baco: un lugar rico que comienza a declinar?

Hay lugares que confían demasiado  en lo rico de sus platos, en lo privilegiada de su ubicación y sobretodo en la fama que han alcanzado en años de buen trabajo. Sin embargo, hay detalles que hacen mucho daño al prestigio de un local y me refiero al servicio.

Baco ha sido por muchos años un lugar de referencia en mis incursiones gastronómicas y a no dudar su fama está bien ganada. Platos deliciosos, excelente selección de vinos en botellas y copas, un verdadero privilegio.

Obligado por las circunstancias, pude ir a almorzar bastante tarde y estaba cerca de este restoran, por lo que no dudé un instante en instalarme en su rica terraza interior. Tardaron un poco en advertir mi presencia, pero llegó la acostumbrada botella de agua fresca y la carta. Pregunté por la sopa de cebollas y por supuesto que formaba parte de la rica oferta del lugar, acompañé con una rica copa de pinot noir Amayna, mi preferido. Ya más compuesto, exploré la carta por los fondos y encontré uno de los pocos platos que no había probado, unos pimientos brandade rellenos de bacalao y acompañado con champignones salteados, trocitos de tocino y vegetales verdes al dente. El único problema es que nadie se aparecía a retirar mi plato de sopa y tomar el pedido que me hacía agua la boca.

Perdonando la situación logré hacer mi pedido y una larga espera en que aproveché de revisar algunos informes y chequear mis correos electrónicos. El plato, sencillamente exquisito y que mereció que pidiera una segunda copa del néctar tinto del valle de San Antonio con que partí mi almuerzo.

Terminado mi plato, pedí la carta para gozar un buen postre. Repasé con delicadeza la oferta y me quedé con un Baba au Rhum, pero finalmente me quedé en la más eterna espera, pues nadie apareció en 10 largos minutos, margen suficiente para agotar mi paciencia y me levanté, fui a la caja, reclamé y pagué la cuenta. Este tipo de incidentes son inaceptables y me da pena que un almuerzo tan rico, se malogre por el descuido imperdonable del servicio. Un buen restoran es una experiencia completa y el servicio es una parte crítica de éste.

Espero que corrijan y que haya sido solo una excepción.

Raúl Correa y Familia : rica cocina pero…

Obligado por las circunstancias, debí ir a un mall!!!

Bueno, no me ocurre tantas veces como para preocuparse, pero era la única forma de resolver diversos trámites que mi extensa jornada laboral impide atender. Así que al mal tiempo, buena cara.

He adquirido cierta destreza para incursionar en un mall por el tiempo mínimo, ya que me apesta de sobremanera la multitud consumista y la burda escena del feliz fin de semana, comprando y comiendo basura en familia. Como sea, logré resolver casi todos los temas que requería, pero tendría que esperar algo más de una hora para que uno de mis temas se concretara, por lo que la mejor decisión era almorzar.

Creo que he probado casi todos los restoranes «de verdad» en Parque Arauco (descarto los de comida rápida por cierto), pero en un ángulo de mi ojo apareció el conocido Raúl Correa & Familia y no pude resistir la tentación de probarlo. Esta sucursal del famoso restoran de comida chilena, bien merecía una visita.

El lugar bastante lleno, lo cual hacía notar el efervescencia de los mozos moviéndose de un lado a otro para atender a tantos comensales. No obstante ello, me recibieron bien y logré una mesa con rapidez. Sin embargo, tardó bastante para que alguien me preguntara por mi pedido. Como acostumbro, pedí una botella de agua mineral sin gas, mientras revisaba la carta. Si no me equivoco, fue el mismo Raúl Correa quien se me acercó a comentar que tenía ostras naturales, no de criadero, por lo cual tendrían toda la potencia y sabor real. Pese al interesante desafío, decidí rechazarlo ya que las ostras, en mi opinión, se comen de a dos y con un buen espumante.

Tuve que hacer esfuerzos para que el mozo se percatara que hace rato que había decidido mi pedido de almuerzo, lo que finalmente pude ordenar y de paso pedir la carta de vinos. Tras tres intentos, conseguí que llegara la carta de vinos y oh! decepción, dos vinos que elegí en la carta no estaban disponibles. Siempre pienso que no se debe  ofrecer lo que no hay, es muy desalentador. Finalmente, logré dar con la botella de vino que me serviría para acompañar mi selección de plato. Un filete apanado al merken con almendras, pasas y maní, que acompañé con papas salteadas al perejil. El vino finalmente elegido fue un merlot De Martino Legado reserva 2008.

Una larga espera, hasta que llegó mi plato. Por suerte los pancitos de cóctel calientes y un rico pebre además de la mantequilla me permitieron mantener a raya mis impulsos digestivos.

El plato exquisito, salvo que no tenía casi nada de sal y el salero en la mesa definitivamente era de un egoísmo extremo y debí pedir que lo cambiaran. Debo confesar que si no hubiera sido por el exquisito sabor del filete apanado, esta incursión habría sido un desastre.

Para añadir más detalles, pedí un postre (prefiero no recordarlo) y café, pero tras 15 largos minutos sin llegar, me pareció una falta de respeto que me tuvieran esperando y reclamé la cuenta. Por suerte estaba navegando en internet con el WiFi del lugar, lo que me permitió soportar la excesiva demora.

En resumen, buena cocina pero muy mal servicio, escaso conocimiento de los ritmos y baja capacidad de maniobra. Creo que borraré de mi lista de filetes este local (no basta un buen sabor, la experiencia completa es todo)