Casa de Cena : grandes recuerdos

Han pasado al menos tres años desde que fui por última vez a este antiguo y clásico lugar de atención 24×7 (o casi). Por más de 25 años lo he visitado y aunque la calidad de su cocina puede ser discutible y en ocasiones reprobable, es indesmentible que los platos son abundantes y sabrosos.

Este lugar mantiene la misma presentación de siempre, la renovación no va con este sitio y quizás lo único que había cambiado en todo este tiempo, eran los mozos. Sospecho que ya jubilaron varios, ya que por muchos años me atendieron las mismas personas y por supuesto conocían mis gustos (y mañas)  al dedillo.

No me amilané y mucho menos cuando la idea de este almuerzo – reunión en este restoran era de un gran amigo. No lo disuadió nada, ni siquiera la oferta que le hice de visitar el rico y también antiguo restorán Japón ubicado en las cercanías.

Nos instalamos en el salón principal, en la misma mesa que he ocupado decenas de veces, para pedir un pisco sour y para mí una sabrosa vaina. Aprovechamos de pedir unas machas a la parmesana, un plato típico del lugar. Mientras llegaba nuestra entrada, sirvieron la habitual canastita con sopaipillas, empanaditas de pino y pan amasado calientito, con el pebre picante y una porción de mantequilla. De verdad, que nada ha cambiado, solo yo.

La animada conversación fluye mientras degustamos las delicias (un tanto cargadas a los ácidos grasos) y matriculamos los platos de fondo. Mi amigo se inclina gustoso por un filete mignon con puré picante y para mí un tournedo de filete con champignones y fondos de alcachofa salteados. Ambos platos fragantes y de aspecto seductor. Elegimos un cabernet sauvignon de Carmen Margaux, un vino bastante popular y adecuado para nuestros platos.

Ya definitivamente orondos con tanta comida, fuimos lo suficientemente golosos para pedir unos panqueques celestinos, por el puro gusto de tener algo para acompañar nuestro cierre de conversación. ¿Cuántas veces he hecho lo mismo en este restoran?, ya perdí la cuenta y la gracia que atienda en todo horario, me agrada pues cada vez que he sentido un hambre descomunal en horarios inadecuados en estos últimos 10 años, he terminado visitando este lugar solo o acompañado, para concluir siempre muy satisfecho.

Aunque no sea el mejor lugar, celebro tantos buenos recuerdos!!!

Krrtrekking de viernes

Aprovechando la visita que mi hermano hacía a Santiasco, armamos un buen krrtrekking que partiría cerca de las 21 horas con el recital de la banda inglesa Bright Eyes en el Cine Normandie. esta es una banda de indie rock que goza de mucha popularidad en eeuu, pero tamaña fue la sorpresa cuando llegamos al lugar de la tocata, pues la fila para ingresar era gigante!!!. Tuvimos que armarnos de paciencia y por más de 40 minutos esperar la lenta evolución. Como la espera genera hambre, compramos unos ricos sandwiches y bebidas con lo cual manejamos nutritivamente el proceso.

La banda realmente suena bien, un folk delicioso quizás algo new age, la guitarra (eléctrica y electroacústica) de Conor Oberst, el prodigioso vocalista, es potente y con un marcado proceso de distorsión para crear una atmósfera muy rica. En la batería un talentoso joven, Jason Boesel, quien además acompañó con coros a Conor y la mayor sorpresa fue el tecladista, Nate Walcott, quien incorporó en varios temas trompetas, genial!!!, un acierto jazzístico y por lo demás virtuoso tocando todo al unísono. Las líricas muy lindas, con un toque Bob Dylan y ocasionalmente parecido en vocalizaciones a Damien Rice. Estupendo concierto!!!.

Terminada la tocata, salimos presurosos hacia el Club de Jazz Thelonious. Esta noche tocaba una de mis bandas favoritas, Contracuarteto. Llegamos justo cuando comenzaba y para «mala suerte» nuestra estaba lleno, pero por ser un visitante un tanto habitual, cancelaron la reserva de la mejor mesa y nos la cedieron (gracias Erwin!!!), por lo cual vimos en primera fila el despliegue extraordinario de esta agrupación. Deliciosa música y talento a destajo, que buen jazz hay en Chile!!!.

Tras el intermedio y una segunda salida de la banda, quedamos en posición de seguir nuestro periplo. Una amiga de mi hermano realizaba una fiesta en el Club Soda para despedirse de sus amigos pues se marcha a Uruguay. Pues bien, para allá dirigimos nuestros pasos y como mi hermano estaba en la lista y, como es obvio, tenemos el mismo apellido, fue muy fácil ingresar a la fiesta privada.

Estaba llenísimo, en un pequeñísimo lugar se hacinaban los que querían bailar con el DJ en vivo, en otro sector, un patio, estaban los que se recuperaban del esfuerzo de bailar en un milimetro cuadrado y los que daban un poco de jugo. Ahí nos instalamos con mi hermano, nos dedicamos a conversar y a hacer people watching. Notable el observar el comportamiento ajeno, se descubren muchas cosas divertidas.

Como la hora avanzaba muy rápido, decidimos ingresar al hacinamiento bailable en busca de la amiga que se despedía. Efectivamente estaba ahí, incluso bailamos un rato entre todos, un caos ordenado por la estrechez del espacio.

Un poco después salimos rumbo a cenar, jajaja, ya pasaban las 4 de la madrugada, por lo que dirigí el taxi hacia mi sitio default, la Casa de Cena. Como siempre me esperaban atentos y con buena comida para ese hambre descomunal que solo se siente a esas horas. Una cena divertida y bien conversada, completó nuestro fantástico krrtrekking. A las 6 de la madrugada, ya era buena hora para dormir y regresamos a casa.

Inventando futuros de sábados

Después del filete musical y la comida de anoche, invertí varias horas en reflexión y web. Busqué sin destino predefinido y hallé interesantes datos acerca de arquitectura moderna, tecnología en energía y otras yerbas. Es increíble la cantidad de información valiosa que se encuentra disponible. Ya nadie puede decir que no tiene oportunidad de saber algo.

Me dormí muy tarde y de no ser por un llamado alrededor de las 11 de la madrugada de este sábado, no despierto. De hecho, me sobresaltó el teléfono y la conversación posterior, una mañana helada y fea. Decidí dormir nuevamente.

Alrededor de las 17 horas, decidí salir al mundo con ansias de patiperrear. Me fui erráticamente recorriendo calles del Providencia viejo (de hecho, busco un nuevo lugar donde vivir) y la verdad es que hay mucha belleza arquitectónica disponible, buenos lugares algo a mal traer, pero hermosos.

Estoy sorprendido por los conceptos de normopatía (la patología de ser correctos en esta sociedad) que nos está llenando de enfermedades. Una descripción aterradora que encontré en el libro El Mensaje Curativo del Alma (del mismo autor de La Enfermedad como Camino). Algo me dice que soy harto más sano que mis congéneres, pensaba lo contrario, pero tiene sentido. Adolezco de anormalidad. Notable¡¡¡¡

Me repetí una gran película, Piso Compartido, francesa, alocada y sobretodo muy real. Me hubiera gustado haber vivido con personas tan diversas como esas, es una experiencia singular y sobretodo humana. Imagino que en el asilo de ancianos podré hacer realidad esta experiencia jajajaja!!!

Almorcé un pantagruélico plato en la Casa de Cena, animado con las simpáticas conversaciones con el mozo (el más antiguo que queda, ya que todos los que conocía ya jubilaron). Cómo pasan los años¡¡¡¡¡¡¡. Rica comida, rico vino, ricas notas en mi diario.

Recorriendo el sector de Condell, encontré un maravilloso castillo, sede hoy en día, de la Academia de Humanismo Cristiano. Que maravilla!.

Estuve tentado de pasar al Barcelona (Tapas y tragos) en Seminario, pero decidí guardar fuerzas para el filete musical de esta noche, Contracuarteto en el Thelonious, pues ya tengo reserva.

Nos vemos

Un sábado intenso

Este sábado partió relativamente temprano, ya que sin necesidad de mis tres despertadores, antes de las 11 de la mañana estaba en pié y desayunando. Hice los preparativos básicos para asegurar que todos quienes iban a participar del cumpleaños de mi madre, tuvieran los punteros de la cita.

Partí al cerro San Cristóbal y antes del mediodía ya estaba al pié del cerro por Pedro de Valdivia Norte. Desde el día 15 de agosto que no subía y de verdad que necesitaba sentir el cuerpo y hacer mi meditación del ascenso. No sólo subí hasta la cumbre, sino que después me fui hacia La Pirámide e hice todas las combinaciones que pude incluyendo una segunda cumbre y también algunos senderos en donde hasta pasé susto debido a que mi bici resbala en las bajadas.

Lo concreto es que volví a casa a las 14:45 horas y mi hermano me esperaba sentado en las escaleras, aprovechando las redes inalámbricas del edificio. Increible hay más de una docena de redes habilitadas, aunque casi todas con seguridad.

Mientras me duchaba, llegaron los viejos junto a mi hermana mayor que anda de paso por la capital. Intuyendo el derrotero de dicha tarde, les convencí tomar unos taxis y nos fuimos a ese tradicional y rico restorán Omar Khayyam en Av. Perú. Llegamos cerca de las 16 horas, aprovechando la ventaja de un restorán cuya cocina los sábados no cierra.

Fue un festín de sabores árabes, pedí la mayor variedad de platos que pude para que fuera un almuerzo gozoso, contundente y novedoso para la cumpleañera. Acompañamos con unas botellas de Los Mareados 2004, muy buen ensamblaje e ideal para este almuerzo. Tras los postres unos ricos bajativos y mucha conversación, facilitada por tener el segundo piso casi exclusivamente para nosotros.

Retornamos a mi departamento para finalmente retirarse todos, excepto mi hermano, alrededor de las 19 horas.

Si bien mi hermano regresaba a Viña el mismo sábado, me di maña para seducirle con un filete de jazz imperdible. Así es, reservé y alrededor de las 10 de la noche nos fuimos a El Perseguidor en Bellavista. La cita era con Christian Gálvez Cuarteto (Félix Lecaros en batería, Roberto Lecaros en Contrabajo, Andrés Pérez en Saxo y lo increíble un muchacho ciego al piano, un talento).

Una jornada de jazz inolvidable, al virtuosismo de cada músico le acompañó la tremenda ovación de quienes tuvimos la oportunidad de disfrutar tanta maravilla. Un espectáculo de primer nivel.

Antes que partiera el show, llegó nuestro primo Luis, también de paso por Santiago, quien no podía creer que hubiese música así. Fue tanto el placer que tuvimos con la música, que quedamos muy prendidos y tuvimos que irnos a otro sitio. El lugar elegido, Piso 33 en Alameda, música electrónica a toda potencia. Tres DJ animaron la noche, en la que bailamos hasta que nos dió hipo, eso fue pasadas las 4:30 de la madrugada. No nos dimos cuenta como pasó el tiempo, realmente entretenidos.

Regresamos al departamento y ahí mi hermano decidió migrar a la casa de una amiga por lo que, fiel a mi hambre compulsiva, invité a mi primo a comer a la Casa de Cena. Por más de una veintena de años, a cualquier hora, este restorán ha sido mi salvación. Pero ahora no lo fue, ¡estaba cerrado!!!!!.

Desesperado, partimos a otro sitio que normalmente está abierto toda la noche en los fines de semana, El Prosit de Plaza Italia y decepción!!!, también estaba cerrado. Al borde del colapso, decidimos caminar por Alameda hacia el poniente y por suerte encontramos un abarrotado sitio enfrente del Diego Portales, que aparentemente era lo único abierto, ya que todos los trasnochadores hambrientos estaban ahí.

Tras comer un par de sandwiches y beber unas gaseosas (a esa hora es lo que hay), decidimos que era suficientemente tarde (más bien temprano, casi las 7 de la mañana) y calabaza, calabaza, cada uno para su casa.

Ufff, que sueño!!!