Epicúreo : delicioso y sensual almuerzo

Tras una deliciosa experiencia en cleta en el lindo cerro San Cristóbal, regrese a casa a darme una ducha caliente y prepararme para disfrutar una aventura gastronómica.

Tenía en mente varios lugares, pero me dominó la idea de ir al barrio Bellavista y probar alguno de los filetes que conozco. Un par de vueltas y me sedujo sin problemas, volver una vez más a ese increíble sitio de delicias llamado Epicúreo. Aunque lo he visitado ya varias veces (ver otra), siempre me resulta atractivo saber como estará.

Me ubiqué en una mesa aledaña a la pequeña terraza que da a un patio interior, así tendría la vista de una singular y pequeña cascada de agua que me gusta mucho. Como era relativamente temprano, decidí estimularme con unos de esos tragos deliciosos de la casa, en este caso un Afrodita, vodka naranja con zumo de zanahoria, algo de jenjibre y cointreau, un trago fresco y revitalizador. Mientras saboreaba este rico trago, llegó un par de parejas que se instalaron ruidosamente en el patio. No pude evitar fijarme en la hermosura de una de las chicas, realmente fascinante.

Mientras elucubraba acerca de cual plato me serviría, llegó un diminuto y exquisito appetizer, ceviche de atún con alcaparra y una papa crispy dulce además de una panera de trozos de baguette y aceite de oliva al eneldo. Que delicada atención!!

Me entusiasmé con un plato de Mero marinado en maracuyá e hinojo montado en un puré de zapallo butternuts y acompañado con verduras salteadas que llegaron al dente, esparragos, tomates perla, habas, un  trozo de alcachofa, una porción de salsa de maracuyá. El trozo de mero, increíblemente turgente asomaba virtuoso sobre el amarillo y caliente puré, amenazando con sus sabores que pronto comencé a disfrutar. Para acompañar tanta delicia, encontré en la carta de vinos un Pinot Noir Reserva de Casas del Bosque 2009 que resultó una maravilla.

Mientras gozaba este plato delicioso, sentí la observación que emergía desde el ventanal que daba al patio, la chica hermosa me dirigía curiosas miradas. No se si el hecho que cuando tengo mucho placer me gusta cerrar los ojos y adentrarme en mi cuerpo, será muy notorio, pero sentí un poco de pudor.

Durante todo el episodio gastronómico de comer este maravilloso plato, crucé miradas con esa  chica lo que no me impidió proseguir con mi personal ritual. Casi al final de mi festín, cuando decidí por un postre de panqueques, naranjas y helados, noté que la chica me miraba casualmente  y se mordía los labios. Uffff, el postre muy rico y hora de marchar, aunque el detalle sensual me deja extasiado y que sumado a la rica música chillout conforman un ambiente de maravillosa sensualidad.

Gran sitio el Epicúreo, los sentidos lo agradecen!!!

Día Mundial de Internet : disfrutando juntos

Como ya es una tradición, cada 17 de mayo invito a todo mi equipo a celebrar en grande este glorioso día. No solo es la oportunidad de disfrutar juntos sino agradecernos mutuamente el trabajar juntos en lo que más nos gusta.

Para este año, habían muchas ganas de salir afuera de Santiasco, pero ello era incompatible con los tiempos disponibles, por lo que tomé la buena idea de uno de los chicos acerca de ir a algún lugar con naturaleza visible y sentirse fuera de Santiasco. El lugar elegido, el Divertimento Chileno, un rico restoran de comida chilena y fusión que se encuentra en los faldeos del cerro San Cristóbal en el Parque Metropolitano.

Reservé con bastante anticipación para garantizar la mejor posición con una vista incomparable al verde formidable del cerro a lo que sumó la fortuna de un día asoleado y agradable.

Cerca de las 14 horas ya estábamos todos instalados en nuestro lugar y tras los aperitivos (jugos naturales, pisco sour, vainas, champaña, etc), comenzó la imparable celebración.  Machas a la parmesana fueron un delicioso comienzo mientras uno a uno se emocionaban eligiendo de la extraordinaria carta del Divertimento, el plato que haría realidad sus sueños gastronómicos. La variedad fue enorme, desde filetes al ají, financiero, al ajo,  pasando por pescados y pastas. Por las caras de felicidad supe que todos los platos estaban exquisitos. Acompañamos con unas botellas de un delicioso ensamblaje de cuatro cepas (aegurando que combinara con todos los platos).

Después fue el turno de los ricos postres, ponderaciones, marquise de chocolate, flan al oporto, creme brulée y otros que no recuerdo. Un festín dulce ideal para la ocasión.

Tras unos ricos cafés expresos, tuvimos una larga sobremesa riéndonos de nuestras propias fotos y cuando ya tenían cara de siesta, les invité a caminar por el Parque. Nos fuimos en divertida procesión hacia el lindo Jardín Japonés, que varios no conocían. Bromas y recuerdos simpáticos nos acompañaron por un buen rato, hasta que la luz solar comenzó a disminuir y comenzamos el descenso hacia Santiasco.

Una parte del equipo debía atender sus exámenes en la universidad, asi que con los que quedaban y muy ganosos, los llevé al siempre disfrutable Café del Patio, a continuar la celebración.

En este último sitio, vivimos una constante rotación de contertulios, unos llegaban mientras otros se iban. Con los últimos dejamos cerca de medianoche el lugar tras nuestra extraordinaria jornada de celebración.

Viva el día de internet!!!

Un sábado de disfrutes sencillos : gran día

Hace tres semanas que miraba a mi adorada cleta estacionada en mi estudio y me sentía culpable por no haber salido a pasear con ella. Así es que este sábado era el momento adecuado.

Tras un desayuno frugal, mientras leía algunas revistas y escuchaba buena música, preparé lo necesario para una jornada con mi cleta. Salí rumbo a Providencia para hacer algunos trámites obligados y poco tiempo después ya estaba en la entrada de Pedro de Valdivia Norte, dispuesto a disfrutar un buen paseo.

Subí en el tiempo habitual hasta la cumbre, disfrutando ese aroma especial que tiene el cerro después de un poco de lluvia y con el clima delicioso de esta mañana. Los árboles se ven más verdes y hay una cierta luminosidad que me fascina, a pesar de la molestia ruidosa que supone el paso de algunos automovilistas que todavía insisten en ir a este cerro.

Ya en la cumbre, el premio habitual en la forma de un mote con huesillos, pero sin mote ni huesillos, ya que adoro más el jugo. Terminado el brebaje, me fui cerro abajo para conectar con el sector de la Pirámide y dar vueltas por esa zona, un regreso hasta la plazoleta para beber un rico jugo de arándanos, plátano y kiwi que me inventé con la complicidad del chico que atiende ese kiosco del lugar. De ahí una rápida subida a la piscina Antilén para admirar la vista y la soledad que hay en estos días en el lugar. Bajada vertiginosa hasta el cruce que me lleva otra vez hacia la cumbre del San Cristóbal, en donde el hambre me venció. Una rica empanada de pino vino a saciar mi deseo (me faltó una copa de vino).

La bajada perentoria pues debía llegar a tiempo a almorzar respondiendo al compromiso que había tomado con mi vieja. Por la tarde, tras un almuerzo pantagruélico y exquisito, era hora de ir al supermercado.

Hace casi un mes que no iba al supermercado, esperando que se renovaran los congelados, ¿porqué desconfío tanto de los mercaderes? (seguro que con terremoto y apagón, se rompió la cadena de frío). En fin, una larga pasantía por el Jumbo, para reabastecer mi despensa y mi refrigerador.

Ya en casa, me dediqué a uno de mis ritos especiales, preparar los congelados de mis ingredientes de cocina basados en verduras frescas. Una larga sesión de cortes y clasificación de pimentones, champignones, cebollines y otras verduras, que una vez congeladas serán mis suministros deliciosos para cocinar en forma eficiente.

En fin, solo me queda preparar mi mochila para salir mañana a la montaña. Gran sábado!!!

Biketrekking de sábado : nueva fórmula

Hoy practiqué una variante a mi habitual krrtrekking, lo hice en bicicleta. Si bien deambulo en cleta muchas veces después de subir el cerro San Cristóbal, en esta ocasión fue un trance deliberado.

Llegar al mirador de la cumbre del cerro, beber un rico mote con huesillos y descansar un poco, fue el preámbulo de espera para que llegara mi partner (supuestamente iba a llegar a esa hora). Como me resulta difícil esperar mucho rato, le avisé telefónicamente que me iba a pasear hacia La Pirámide (ahora que está abierto el paso, tras la construcción del famoso tunel que se perforó en nuestro lindo cerro). Tras recorrer toda la ruta, insistí en llamar sin resultados, así es que decidí volver a subir a la cumbre (hay mala señal para celulares). A medio camino, me encontré con una pareja de amigos que se inicia en los paseos por el cerro. Iban con Cata (una chiquitita de 4 meses) metida en una mochila. Los acompañé hasta dejarlos instalados en el mirador de la cumbre, momento en que supe que mi partner se había ido a su casa. Buena la coordinación!!!!

Acordamos un nuevo punto de reunión y bajé raudo hacia el barrio Bellavista y curiosamente llegamos juntos al Ocean Pacific. El trámite fue un fracaso, no nos podían arrendar el lugar que queríamos para las bodas de oro de los viejos. MMMhhh!!!. Plan B en ejecución.

Nos fuimos ruteando por las calles del barrio Bellavista, pasamos al barrio Recoleta y el hambre me llevó a una picada que conozco hace más de 20 años, El Toro, en calle Loreto. Un lugar propicio para disfrutar un aperitivo. Pedimos un ceviche de salmón (especialidad de la casa) y unos pisco sours. Un plato con piso de lechugas, unos cortes de alcachofas, alcaparras, los trocitos de salmón y palta. Exquisito!!!. Una armonía cítrica acompañada de una maravillosa selección de música lounge.

Tras el aperitivo, nuevo destino, el barrio Brasil. Un vertiginoso paso por el Parque Forestal, luego por el medio del centro de Santiasco, saludamos al paso al siempre filete Majestic y seguimos hacia el Ocean Pacific, en calle Cumming.

Trámite exitoso y unos minutos después, ibamos rumbo al barrio Santa Isabel. Ahí logramos conectar con la ciclovía (la gran deuda del país con sus ciclistas) y admirar la vieja arquitectura del sector y esos entrañables lugares como la feria de libros que hay en la intersección con calle San Diego.

Por fin, llegamos al barrio de Avenida Italia, en busca de unos nuevos sitios que se han instalado. La sorpresa de esa hora, casi todos cerrados (bueno, era un poco tarde).

Se ejecuta de inmediato plan C. Llegamos en cleta hasta el Olivié, un restorán ruso que me encanta y que siempre está abierto cuando se le necesita.

Partimos con agua mineral como de costumbre y tras una insidiosa mirada a la carta, salió la selección perfecta de platos. Beef Stroganoff (carne de res cortada en juliana con champiñones, salsa de tomate, crema, vino blanco y arroz) para mi compañero y para mi hambre atroz una Buzenina (carne de cerdo en láminas, literalmente para cortar con el tenedor, cocida en finas hierbas, con trozos de repollo y salsa de ciruelas) maravillosa!!.

A la selección le pusimos un vino syrah reserva de Casa Silva año 2005 delgado y potente, que nos dio un delicioso placer en la combinación. Realmente, muy rico!!!

Para los postres elegimos una torta Olivié (un bizcocho ruso con crema de leche al limón y chocolate) y una pequeña grosería un Blichiki (crepes rellenos con ricota y salsa de cítrico y menta).

Gran biketrekking, tendrá que repetirse!!

Sábado de nostalgias

Tuve que visitar el centro de Santiasco este fin de semana, la peluquería que visito hace 20 años, era una cita obligada ya que mi cabellera simplemente me estaba asfixiando. Con el calor que a diario nos azota esta ciudad, me cocinaba a fuego lento día a día.

Bueno, ya que estaba en el centro, decidí disfrutar algunos filetillos. Como era hora de almuerzo, puse mis ojos sobre un antiquísmo local, El Café Colonia, de calle Mac Iver. Hace muchos años que no entraba, a pesar que me trae recuerdos de infancia, pues era un lugar destacado para tomar una buena copa de helados o comprar una rica torta. Sin embargo, hoy, es un lugar un poco venido a menos (más por el sector que por otra cosa) y ofrece almuerzos. Entré dispuesto a probar suerte. El sitio sigue siendo clásico y austero, con su foco puesto en la pastelería, pero tiene comedores muy decentes y vino una especial sorpresa. Se acerca a mi mesa una abuelita, vestida de moza y con gran elegancia y arte me ofrece un buen almuerzo. Algo casero, pues un puré de patatas (de verdad), con rodajas de tomate (un toque artesanal y antiguo) y una pechuga de pollo a la plancha. Para beber, una cerveza Torobayo de Kuntzmann y un postre de plátanos con miel. Fantástico, un verdadero almuerzo de 30 o más años atrás.

Ya satisfecho, me fui al cine (como hacía muchos años atrás) a ver la última película de Tim Burton (ídolo). Se trata de Sweeney Todd, una historia sangrienta pero llena de tristezas y de humanas actitudes. La venganza como eje de todo, en un musical formidable (eso es muy freak), con una atmósfera bastante oscura y de repente asquerosa, pero es venganza originada en el amor (que contradicción), donde los poderosos son todos deplorables y al final ningún personaje es verdaderamente sano. No se porqué, pero me pareció tan normal.

Tras unas visitas a librerías en donde encontré varios títulos interesantes (en fin, tres libros nuevos a mi lista de pendientes por leer), me fui a casa por mi cleta. Me fui al cerro San Cristóbal a botar toda la mala onda santiasqueña y a disfrutar de un buen par de horas de meditación y sanidad.

Los recuerdos revisitados, de alguna nos acercan a nosotros mismos. Bien por eso!!