Paseando en cleta el mejor krretrekking

Como casi todos los sábados, tras un reparador sueño, tomo mi fiel cleta y salgo a recorrer las calles de Santiasco con el modo caza de graffitis ON y siempre con ganas de disfrutar un buen rato. Comencé por el Parque Forestal para seguir por las ciclovías hacia el centro en busca de unos graffitis dateados, algo que fotografié en detalle. Luego seguí hacia la zona de Plaza Ñuñoa para revisar la oferta gastronómica que por cierto, incorpora una nueva sede del divertido restaurante The Clinic en el mismo lugar en que estaba La Terraza y posteriormente el 35 mm. De ahí me volví hacia la costanera y seguí hacia el Parque Bicentenario, llenísimo de gente con muchos niños y animados disfrutes familiares. Enfilé hacia La Pirámide y subí el cerro San Cristóbal hasta la plaza Antilén en donde aproveché de beber un jugo de mango y arándanos preparado a pedido en el mismo lugar. De ahí hacia la cumbre del Cerro en donde un rico jugo de mote con huesillos, sin mote ni huesillos me regresó la energía para poder volver a mi departamento. Antes aproveché de visitar la exposición de esculturas de aluminio en el Parque de Las Esculturas, una preciosa muestra que también incluí en mis fotografías.

Durante mi regreso, me percaté que algo pasaba en el río Mapocho, las cletas estaban bajando al lecho del río y era legal!!. No perdí un segundo, enfilé por la rampla y realicé mi primer circuito en lo que espero sea una nueva ciclovía en Santiasco. Qué maravilla, correr mi cleta por el lecho de piedras del río Mapocho, algo inesperadamente delicioso.

Lindo paseo, completamente repetible.

 

Bahía Pilolcura : una experiencia disfrutable

Una mañana en que a pesar de esforzarme por dormir más, no me fue posible. Decidí desayunar rico y prepararme para una salida de reconocimiento en cleta.

Partí zigzagueando por las calles de Providencia con la intención de descubrir algún sitio nuevo, tras recorrer hasta Irarrázaval, finalmente decidí recorrer el barrio Manuel Montt en donde habitualmente hay cambios. Varios sitios cambiaron de dueño o de nombre y aparecen otros, por ejemplo ya no existe Don Peyo pasando a ser otro sitio, el peruano Sacsayhuaman se convirtió en otro restoran peruano, enfrente de Don Peyo se está armando una marisquería muy fachosa, por fin comenzó a funcionar el Puchacay y muy cerca del Pub La Luna comenzó a operar un nuevo restaurante. Con este material ya tengo aseguradas varias salidas de disfrutes para los siguientes días.

Completada esta etapa del paseo, me pareció que ya era hora de tomar la ruta  hacia el cerro San Cristóbal y lo hice por Pedro de Valdivia. Hay tramos de esta subida que me hacen recordar ineludiblemente todos los excesos de la semana y el sonido de mis jadeos junto a la deliciosa música que voy escuchando terminan por darme todo el ánimo que requiero para llegar una vez más a la cumbre. El rito no pudo esperar y pedí mi jugo de mote con huesillos helado, el mejor brebaje para premiar el esfuerzo del ascenso. Hoy me repetí el premio porque hacía demasiado calor.

Pronto, decidí regresar y me preparé para ese fantástico descenso, la brisa que refresca el rostro y la sensación de volar. Qué delicia!!

Conecté con el desvío hacia La Pirámide y me fui hasta esa zona en donde tomé el parque que recorre Américo Vespucio hasta llegar a Pocuro. De ahí por la ciclovía hasta conectar nuevamente con Antonio Varas. Mientras pedaleaba comencé a sentir hambre y me pareció un buen día para ir a un sitio que hace mucho tiempo conozco y nunca lo he encontrado abierto. Claramente hoy se rompería la cábala, pues no solo estaba abierto sino que estaba especialmente interesante. Me refiero al pequeño restaurante Bahía Pilolcura ubicado en las Torres de Tajamar.

Mientras aseguraba mi cleta en una reja, conversé la atenta moza quien me comentó con pasión los mejores deleites del lugar. De esa forma, apenas tomaba asiento pude pedir un ceviche de corvina y camarones al estilo chileno y un pisco sour con limones normales pero preparado e el momento. Pequeñas diferencias que son importantes.

Mientras esperaba, pedí una botella de agua sin gas y hielo al mismo tiempo que llegaba una hermosa concha – panera con pan muy caliente y un pote con mantequilla para mi disfrute. Deliciosa música chilota y una atmósfera tranquila me acogió para bajar mis revoluciones.

El plato de ceviche se veía delicioso, adornado con el regalo de unas ostras pequeñas y sabrosas que me regalaron. Cortes de corvina fresquísima, camarones, cebolla y cilantro todo en un mar de limón para ser acompañados con una copa de pisco sour fantástico.

Un sitio encantador para una experiencia muy disfrutable.

bikekrrtrekking : una rica experiencia

Hace tiempo que no acudía a este formato de disfrute y fue un acierto. Tomé mi cleta muy temprano, animado o quizás obligado por el calor. Habia que salir al aire libre a desayunar.

Me fui esperanzado hacia el barrio Lastarria, donde muchas veces disfruté un buen desayuno, pero me encontré con una ocupación monstruosa en el café del museo de la plaza Mulato Gil y cerrado mi querido café en calle Rosales

Después de unas vuelta en cleta llegue al cafe Lastarria en donde pedi un rico jugo de mango (primero fue uno de maracuya), ésta fue la primera parada de este viaje de disfrutes

Seguí el paseo zigzagueando por el barrio Recoleta tomando fotografías de los hermosos grafittis que adornan muchas paredes del barrio. Di muchas vueltas atrapando imágenes esplendorosas del arte callejero.

Culminado el proceso me fui a la entrada Pío Nono del cerro San Cristobal y ascendí a marcha forzada por este camino. Resoplando con gusto pude llegar a la cumbre del cerro en donde bebí gustoso un buen vaso de de jugo de mote con huesillos, sin mote y sin huesillos como a mi me gusta.

Tras un breve descanso me dispuse a descender hacia el cruce que lleva hacia La Pirámide. En la plazoleta Antilén aproveché de beber un jugo natural de melón y plátano (cada cual elige la combinación que le apetezca) y continué hacia mi siguiente destino.  Fui a dar una vuelta al solitario camino que lleva al cerro La Buitrera y luego me devolví para conectar con la salida que me permitió llegar a la ciclovía en Escrivá de Balaguer (polémico patrono del grupúsculo opus dei). Una ruta deliciosa que me llevó por la ribera del Mapocho hasta Santa María de Manquehue, un territorio de otro mundo. puros 4×4 y autos de marcas europeas, signos visibles de la personalidad de los chilenos atrapados en su interior,

Regresé por el mismo camino con la idea de almorzar en alguna de las terrazas de Borderio,  pero no me sentí cómodo y  preferí seguir de largo y apuntar hacia el barrio Bellavista. Un lindo recorrido por el parque Bicentenario y algunos senderos que finalmente me dejaron conectado con la Costanera.

Raudamente viajé por el parque y me desvié, animado por el hambre, hacia Providencia en donde recorrí muchas calles en busca de algún buen lugar, idealmente uno nuevo. Para mi desgracia, encontré abierto un Dominó, la máxima tentación frente a mí y me vi obligado a comer un «Italia tomate abajo».

Fueron 45 kilómetros de reconocimiento ciudadano, sano ejercicio y disfrutes por montón!!!

Mercado Paula Gourmet : otro año de delicias

Por cuarto año consecutivo, este evento de Paula Gourmet me entusiasma a asistir. En esta ocasión, tomé mi cleta y decidí transformarla en un gran paseo. Me fui por las ciclovías de Antonio Varas, Pocuro, Américo Vespucio hasta llegar al Parque Araucano. Una fila interminable de curiosos visitantes, muchos coches con guaguas, pero nada que me amilanara en mi propósito de disfrute.

Al igual que el año pasado, eligieron este hermoso parque para desplegar la feria y se puede notar que ya hay cierta maestría. A pesar de la aglomeración de gente, todo fluye y tras amarrar mi cleta en la reja, pude comprar entrada y acceder al lugar. Muchos stands de aceite de olivas, pastas de untar basadas en especias, mermeladas exóticas y muchas otras delicias. Me sorprendió encontrar stands de cervezas, especialmente esa de cerveza negra con canela y cacao y sin alcohol. Una venta de copas para poder disfrutar distintas opciones de vinos y espumantes. Delicias del mar, variaciones acerca del delicioso merkén, un mapuche sabor  o ese de sabores peruanos, helados artesanales, chocolates increíbles, jugos naturales extraordinarios (jugo de arándanos por ejemplo), quesos con un sinnúmero de ingredientes deliciosos (aceitunas verdes o nueces para ejemplificar). En fin, esta feria puede colmar mis deseos de sabores exquisitos.

Me alegra constatar que cada vez hay más gente que disfruta esta feria, parece que la búsqueda de ricos sabores se va haciendo más universal.

Un regreso a casa, con los sabores probados en mi boca, con mucho hambre pues satisfacerlo en la feria era muy dificil con tanta gente, mejor fue mi cleta y llegar a mi departamento a cocinar tras 22 Km de placer.

Gran feria!!!

krrtrekking sabatino : aprovechando el día

Desperté con muchas ganas de pasear en cleta, a pesar de lo nublado y algo frío. Entonces,  preparé una mochila con todo lo que podría necesitar para enfrentar un krrtrekking.

La primera opción fue subir el cerro San Cristóbal por el acceso Pedro de Valdivia Norte, una solitaria subida pues parecía que mucha gente había preferido permanecer en casa, seguramente siguiendo los lamentables acontecimientos del accidente aéreo que cegó 21 vidas.

La cumbre, tras los habituales 20 minutos o más que me toma llegar (según el día), se premiaron con el deseado jugo de mote con huesillos (sin mote y sin huesillos como lo pido desde hace un tiempo) y me apropié de una silla para descansar y hacer algo de people watching. Me sorprendieron un grupo delicioso de chicas brasileñas con gran algarabía hicieron sesión de fotos, para disfrute de todos quienes estábamos en el lugar.

Una vez repuestas las energías, me puse cortavientos para no enfriarme demasiado y comencé el vertiginoso descenso, una maravilla sensual que me lleva en pocos minutos al punto de partida y desde ahí me fui hacia el barrio Lastarria.

Llegué por el Parque Forestal hacia la calle Lastarria y choqué con una multitud asombrosa de turistas que vivenciaban un espectáculo de cuecas, ahí constaté que estábamos en septiembre, el único mes en que se recuerda la cueca en Chile. Ante ello, decidí dar una vuelta más larga para evitar la aglomeración hasta que llegué al centro cultural GAM, en su primer aniversario por estos días.

Después de estacionar mi cleta, recogí un programa del aniversario con las actividades del mes y descendí hasta el subterráneo para visitar la galería de exposiciones. En esta ocasión, Circo, 15 años de Nuevo Circo en 200 años de historia, una exquisita exposición fotográfica acerca del nuevo circo, nacido con la colaboración del Cirque du Soleil desde 1995 y que enaltece esta actividad artística de raigambre tan popular en Chile. Las fotografías  de 4 extraordinarios profesionales del rubro son fantásticas y transmiten con emoción esa magia indescifrable que representa el circo. Aprovechando la oferta cultural del mes aniversario, compré entradas para un especial ballet moderno que espero disfrutar en los próximos días.

Cuando recuperé mi cleta, comenzaba una llovizna en Santiasco, así que me dispuse a disfrutarla encaminando mi cleta hacia el Parque Bustamante. Tras un rato, llegué al café literario que hay en el parque y me detuve a observar un juego de ajedrez con unas piezas gigantes, acto que congregaba una docena de personas en animada discusión. Que agradable sensación de esparcimiento!!

Tras unas cuantas vueltas por el barrio Santa Isabel, Italia y Condell, me bajó el hambre y decidí que cocinaría algo rico apenas llegara a mi departamento. Pues bien, tras una ducha caliente deliciosa, me refugié en la cocina para preparar un almuerzo de miedo.

Partí por preparar unos locos con mayonesa al oliva y algo de ciboulette como entrada, mientras preparaba un arroz con camarones, trozos de lomo salteado, mariscos, arvejas y cuanto encontré en mi cocina y un puré de porotos negros refritos, una inyección de proteínas y carbohidratos que mi cuerpo clamaba. Abrí una botella de Encierra, un ensamblaje 2007 de cabernet sauvignon, syrah, merlot, carmenere y petit verdot, una compañía deliciosa para mi abundante almuerzo.

Un día exquisito, destinado de punta a cabo, al placer del cuerpo.

Después de la lluvia : Santiasco desde el San Cristóbal

Pocas veces coincide que después de una lluvia, el día siguiente todavía es fin de semana. Ese es un acontecimiento delicioso, pues implica que podré ver la ciudad sin esa capa odiosa de smog.

Desperté temprano para constatar que era un día luminoso, con un sol que si bien no daba mucho calor, llenaba de belleza el entorno. Miré por la ventana y la cordillera majestuosa me saludaba con su manto blanco de nieve. Los árboles, preciosos, lavados con paciencia por la lluvia mostraban sus verdaderos colores otoñales y muchas hojas de hermosos colores, llenaban las calles de belleza.

No pude resistir la tentación y preparé mi mochila y tan pronto como pude, estaba camino al cerro San Cristóbal. Muy poca gente en las calles, tan poca que parecía que la ciudad se había escondido y que éramos fantasmas perdidos los que deambulábamos por las calles.

El camino hacia el acceso de Pedro de Valdivia Norte estaba lleno de hojas que el mal tiempo desprendió para formar un césped de colores cálidos y anaranjados, como un preludio del placer que vendría a continuación. Me detuve unos instantes en el acceso del Parque solo para elongar un poco y constatar que era cierto que la gran mayoría de sus visitantes no estaba hoy.

Subí sin esfuerzos, solo disfruté el aire limpio y helado que ingresaba a mi cuerpo feliz de la limpieza post aguacera, disfrutando el brillo de las gotas de agua, de un sol que solo proporcionaba luz y de ese olor característico que solo la lluvia obtiene del cerro. Sobrepasé a unos pocos y un par más pro pasó raudo adelante de mi, pero sentí enorme placer al llegar a la cumbre, sin gran agitación y de paso encontrarme con un amigo malayo, esos de aquellos que buscan estos pequeños grandes placeres que brinda la ciudad en este tipo de días.

Pasé por mi jugo de mote con huesillos (sin mote y sin huesillos), placer irrenunciable de mis subidas a este cerro y que me da permiso disfrutarlo en silencio mientras leo algo interesante. A pesar del sol, había algo dxe frescura en el aire y debí abrigarme un poco, aproveché de hacer algo de ejercicio y dediqué unos largos (o cortos?) 15 minutos a mirar la ciudad. Qué increíble espectáculo, una ciudad plena, en la que pude observar detalles que antes n o había detectado. Por ejemplo, pude ver el palacio Hidalgo en el cerro Santa Lucía, precioso, jamás lo había notado. Incluso fui capaz de ver los edificios en donde viven diversos amigos y que estoy seguro que jamás se ven en la cotidianeidad del eterno smog santiasqueño.

Qué lindo espectáculo el de hoy, como me gustaría que fuera así siempre.

Un sábado muy particular : disfrutable paseo

Desperté por primera vez alrededor de las 10 am con un llamado telefónico, era la confirmación que iría a la montaña acompañado con un gran malayo en la madrugada del domingo. Tras la llamada, nuevamente me sumergí en el sueño y al mediodía, desperté lleno de energía para enfrentar un sábado que ya tenía claro, sería intenso y energizante.

Me preparé unas frutas al jugo como desayuno, mientras llenaba mi botella de agua isotónica y armaba una improvisada mochila para un día en cleta. Salí rumbo a la ciclovía de Pocuro con viento y fortuna a favor porque no tuve que parar hasta Tobalaba, ya que todos los semáforos los pillé en verde. Tomé la ciclovía de Isabel la Católica hasta llegar a Américo Vespucio, en donde tomé el parque y me deslizo con facilidad por la arenilla mientras conduzco mi cleta con rumbo hacia La Pirámide. En Escrivá de Balaguer hago el encaje con el acceso al Parque Metropolitano y listo, ya estoy en mi territorio preferido, el cerro.

Continué el ascenso con buen ritmo hasta la cumbre del San Cristóbal, mi destino de altura de este día. Desde allí pude observar Santiasco absolutamente sumergido en el asqueroso smog. Imagino que esa fue la causa para que de pronto me vino un ataque de estornudos, conte ocho casi seguidos. No puede ser!!!

Saludé a algunos amigos en el lugar y descansé un rato. De ahí planifiqué una ruta para mi descenso, me iría hacia Bellavista. Al comenzar la bajada, decidí que no pedalearía y usaría solo la gravedad. Que rica sensación, la de bajar velozmente sin agregar ninguna fuerza personal. Llegué al acceso de Pedro Valdivia Norte con una rapidez máxima de 52.9 Km/hr, la que alcancé casi en el último tramo.

Dirigí mi cleta hacia Bellavista, deambulé un rato por diferentes calles y luego cambié de idea y enfilé por Plaza Italia hacia el barrio Italia. Interesante como se ha ido llenando de nuevos lugares, encontré dos restoranes nuevos en el trayecto y 4 tiendas de diseño muy chic en los alrededores de las tiendas de muebles viejos. Se está poniendo muy bonito este barrio!!!

Seguí zigzagueando por muchas calles hasta que el hambre comenzó a asomar impetuoso. Pudo ser el Olivié, el Da noi, Paladares y otros tantos, pero lo que yo quería era una terraza y comida con mucho sabor. Busqué por más de una hora y cada vez me acercaba más hacia el barrio Manuel Montt, por lo que finalmente terminé en la terraza del Chiwake.

Era bastante tarde, pero ya sabía que este lugar tenía cocina non stop, por lo que ubiqué mi cleta a un costado y me dispuse a comer rico. Partí por probar un  buen pisco sour peruano del lugar y pedir una causa limeña como entrada.

Una animada conversación con el mozo peruano me alegró la tarde, con bastante experiencia ya que tenía una larga temporada en el Hotel W, aunque las ofertas de vino en Chiwake no tienen punto de comparación con el W.

Después de esa enorme y sabrosa causa limeña, pedí un tacu tacu de lentejas con lomo salteado, pero le introduje una variación, cambié el lomo salteado por un seco de res, algo mucho más sabroso. Tras la conversación sobre vinos y ante la esmirriada oferta disponible, me incliné por una botella de carmenere de Santa Digna reserva. No me quejo, combinó estupendamente con mi sabroso plato.

Una relajada sesión de sabores en una tarde especialmente cálida y buen cierre tras 35 Km de paseo en cleta. Después de un café negro, dejé el lugar y regresé a casa.

Paseo matinal en cleta y merecido desayuno

Desperté muy temprano a pesar que no tenía intenciones de hacerlo. Las mañanas del sábado suelo dormir hasta que me de hipo, salvo compromiso previo. Este fortuito hecho, me animó y decidí que había que aprovechar la oportunidad.

Preparé mi cleta y mi mochila y me lancé a recorrer las calles rumbo al sector de Plaza Italia con la intención de subir el Cerro San Cristóbal por el acceso de Pio Nono. Poca gente en las calles, incluso pocos vehículos, lo cual se agradece ya que el paisaje citadino se hace mucho más agradable.

Tendré que hacerle mantención a mi bólido de dos ruedas pues constaté que estaba pegado un cambio y tuve que hacer el recorrido en una combinación 2x, lo cual significó que llegué más rápido pero más cansado que de costumbre a la cumbre del cerro. Tras mi premio al esfuerzo, en la forma de jugo de mote con huesillos, dediqué un rato a la lectura de Pessoa y una vez que mi camiseta se secó lo suficiente, emprendí el regreso. Bajada a gran velocidad por el acceso Pedro de Valdivia Norte y posterior recorrido hacia el barrio Bellas Artes.

No tardé en llegar al sitio que vino a mi mente cuando imaginé que tipo de desayuno quería para hoy. Instalado en la pequeña terraza que habilitó el Café del Ópera en la calle, ubiqué mi cleta a mi costado y me rendí a los disfrutes.

Para partir, pedí una rica cerveza belga Maredsous, ideal para quitarme el calor e hidratarme. Mientras la disfrutaba lentamente, me armé carta en mano, el sandwich que me tentaba. Elegí un pan piccolo (la otra opción es un baguette), puse como base jamón serrano y añadí anchoas, huevo duro y palta. Sobre ello, me la jugué con una salsa de ajo. Debo reconocer que me gustan las transgresiones gastronómicas y ésta fue una rica opción. Un sabor intenso y fantásticamente logrado.

Extasiado de sabores intensos, cerré la incursión con un rico café Moka y regresé a casa zigzagueando al azar con mi cleta por las calles de Providencia. Por cierto, aproveché de pasar al Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) para visitar la exposición fotográfica de Koen Wessing, una muestra impactante de fotografías que el connotado fotógrafo tomó en Chile y otros países. Hay un fotograma tremendo con las grabaciones de los mandos militares del 73 como música de fondo, en donde se recorren las fotografías de esos sucesos siniestros y profundamente inhumanos que vivió Chile en esa época en que las dictaduras y las violaciones a los DDHH eran la moda de la política internacional de EEUU.

Rico paseo y mejor desayuno!!

Disfrutando made in house

Tras una noche bastante movida sobretodo en emociones, decidí dormir hasta que me diera hipo. Desperté pasadas las 14 horas en un día curiosamente nublado, pero muy caluroso.

Decidí tomar las cosas con la mayor calma, recogí una suscripción gratuita en mi puerta que llegó llena de catálogos de estúpidas cosas inútiles para los escolares y solo un par de temas interesantes en más de 80 páginas. Un desayuno ambientado por el descarte sistemático de cuanta inutilidad puede ser escrita para los «consumidores». Apesta esta sociedad de consumo y cada vez más.

Preparé una botella con jugo isotónico, mi mochila y tome mi adorada cleta para dar un buen paseo. Tomé la ciclovía de Antonio Varas, luego otra que me condujo hacia el Parque Bustamante y de ahí hacia Pío Nono para subir el cerro San Cristóbal. Exquisito recorrido que me condujo finalmente hacia la cumbre del San Cristóbal, un destino semanalmente necesario. Había tanta gente, demasiada. Ni siquiera fui capaz de lidiar en una fila por conseguir mi habitual jugo de mote con huesillos, sin mote y sin huesillos.

Me instalé en la sombra y saqué un par de revistas que llevo para leer en este lugar y me dediqué a eso y a dejar que el abundante sudor de mi cabeza me dejara leer entre las gotas que segundo a segundo marcaban el papel. Como sea, conseguí leer ambas revistas y secar un poco mi camiseta empapada de «sudor de subidas» y terminar de beber mi botella de jugo.

Cuando terminé mis textos, comencé el regreso, una experiencia que recomiendo a cualquiera que disfrute la libertad de un descenso a gran rapidez con esa brisa maravillosa refrescando tu cuerpo y sobretodo con la libertad de gozar la gravedad como gran impulsor de tu vertiginosidad..

De vuelta en mi departamento, unas cuantas llamadas perdidas que devolví y una merecida y deliciosa ducha. Luego, el festín de cocinar. Abrí la despensa y seleccione algunos elemntos y varios aderezos para inventar mi rico almuerzo siendo más allá de las 17 horas. Preparé un maravilloso puré de frijoles bayos a la pimienta (en granos, no molida) y unos cortes de carne a las finas hierbas con queso de cabra. Mmmmhh, quedó increíble!!.

Abrí una botella de cabernet sauvignon 2008 de Anakena, lo que completó el placer de mi almuerzo tardío. Aproveché de terminar un libro fantástico de Zygmunt Bauman llamado Tiempos Líquidos, que me ha ocupado toda la semana. Como le debe pasar a todos (ok, a muchos), me  encantan los libros que hablan lo mismo que pensamos y en este caso tengo muchas similitudes. Partiendo de la constatación que de la invariable incapacidad de los gobiernos de satisfacer las necesidades de sus pueblos, solo dedican tiempo a recrear enemigos necesarios, el contrapunto de la delincuencia y el miedo como espejo sobre el cual medir sus exigencias de protección. La «flexibilidad» (lo líquido) es finalmente la necesidad de mostrar solvencia en un universo de incapacidades para  crear su propio destino y que teme de inmigrantes y de todo el ejército de reserva que la sociedad de consumo requiere para subsistir. La élite se esconde en sus fortalezas acorazadas en nuevos barrios que inventa y recrea para no relacionarse con los demás, por miedo, por miedo a todo. Bienvenido a la modernidad, la sociedad de la incertidumbre y de la «liquida» capacidad para mentir mientras eso signifique mantener el mismo estado de cosas.

Terminado tan interesante libro, me dediqué a actualizar este blog. Ya comencé otro buen libro, el libro del desasosiego de Fernando Pessoa que después comento.

Cleta y cocina de autor en el Cajón del Maipo

Desperté asustado pensando que me había quedado dormido y seguro me perdía alguna reunión importante en mi pega. Poco a poco, recuperé la realidad y me di cuenta que era un lindo día de fin de semana que me esperaba para sacarle el máximo provecho.

En mi mente tenía una idea loca y me dispuse a hacerlo. Preparé mi mochila pequeña, puse unas revistas adentro, preparé mi jugo isotónico, tomé mi cleta y me lancé a pedalear hacia el Cajón del Maipo. Mi objetivo, almorzar rico en algún buen restoran en las afueras de santiasco.

Salí de Providencia, seguí hacia Ñuñoa, luego La Florida y finalmente el Camino El Volcán metiéndome cada vez más en el maravilloso paisaje del Cajón. Gran cantidad de puestos artesanales con empanadas, pan amasado y encontré uno con mote con huesillos. Irresistible tentación y me detuve a beber el jugo heladito de este chilenísimo engendro.

Después de observar varios posibles lugares entretenidos incluyendo el rico Calypso, cuando llegué a marcar algo más de 39 kilometros de viaje, encontré el restaurant Ko, cocina de autor con toques latinoamericanos, mmmhhh, era el lugar.

Ingresé al sitio, una hermosa construcción en madera, una terraza magnífica con lindas mesas y un entorno con árboles y flores. Precioso. Habían unas seis mesas ocupadas y yo pasé entre ellas con mi cleta ante la mirada curiosa de varios, para instalarme en una mesa que me atrajo.

Estaba sediento por lo que pedí una cerveza helada, esa magnífica kunstmann torobayo. Mientras, me puse a hurgar con mis ojos la carta. Hay un menú delicioso y al parecer abundante, pero seguí recorriendo y elegí una entrada de palta rellena de camarones en un jardín de lechugas y tomates perla. Exquisito.

Saqué mis revistas y me puse a almorzar lentamente leyendo mi material de compañía. Luego fui por mi plato de fondo, un salmón marinado y cocinado en champaña acompañado de un rico risotto de quinoa. Esta delicia merecía un rico vino, pero no tenían la cepa adecuada y tuve que improvisar con un carmenere De Martino 347 del 2009, que debo confesar estuvo a la altura del plato.

El servicio un poco disperso, muy amable pero con poca preocupación por los detalles. Además, las fragancias exquisitas de mi plato atrajeron a las abejas, esa versión carnívora, que tuve que espantar mucho rato. No estaba dispuesto a compartir mi plato con ellas. Al final dejé de ser egoísta, tomé un plato y puse comida en él y lo dejé en un extremo de mi mesa para que lo disfrutaran mis invitadas de piedra.

Un almuerzo en que disfruté lentamente cada bocado mientras completaba mi lectura y gozaba de la rica brisa y el sonido del follaje de los árboles. Demasiado placer reunido en un mismo sitio.

Tras un negro café que requería mi cuerpo para disponerme al regreso, cambié la botella de jugo vacía por otra que llevaba en mi mochila y comencé a pedalear hacia santiasco.

El periplo de 78 kilometros en cleta para almorzar rico, me tomó en total casi seis horas incluido el tiempo de un prolongado almuerzo. Gran paseo!!!