Dos viajes con disfrutes impensados

En realidad han pasado más de dos meses desde que escribí el relato anterior adoleciendo de paciente flojera, pero me iluminé cuando ví que podía hacer un continuo con lo mejor de este periodo silencioso.

Fue necesario acabar con una de mis creencias, mas bien una cierta convicción rebelde, acerca de no visitar Europa hasta haber conocido por completo Latinoamérica. Pues bien, a inicios de mayo nos largamos a visitar España y Portugal. España porque era lo que más quería mi compañera y Portugal impulsado por las descripciones que me imaginaba de Lisboa en los libros de Pessoa.

Viajamos a Madrid para tomar un avión hacia Barcelona en donde nos esperaba un lindo hotel boutique, nuestro primer refugio en esta hermosa ciudad. Ya instalados salimos a pasear y hacer un reconocimiento de orientación.
Por la noche nos fuimos a disfrutar el barrio gótico, un laberinto errático lleno de construcciones antiguas y de gente variopinta. Durante el regreso, ya muy tarde, vivimos con mucha adrenalina, un intento de asalto que azarosamente fue bloqueado por la aparición de una patrulla policial que persiguió a los 3 desafortunados asaltante por las angostas calles del barrio.

Al otro día comenzamos el descubrimiento de Gaudí, partiendo por la Pedrera mejor conocida como Casa Milá. Una belleza arquitectónica sorprendente, la que a pesar de los años, se puede poner en la vanguardia de la modernidad. También visitamos durante la estadía en Barcelona, el Park Güell y evidentemente la imperdible Sagrada Familia.
Desayunos, almuerzos y cenas nos permitieron disfrutar la buena gastronomía y degustar unos cuantos vinos formidables.

Uno de los sitios sorprendentes que pudimos visitar fue Tarragona, sede de lo que fue una ciudad romana y que se conserva buena parte de manera espectacular (reconstrucción mediante). Increíble fue caminar por el acceso de las cuadrigas, carros tirados por caballos que fueron la delicia de los romanos del siglo I DC. En uno de los cuartos de piedra fue posible observar un vídeo que muestra como fue la ciudad original, con su anfiteatro, las instalaciones de la nobleza y el circo en toda su magnificencia.

Otro lugar digno de visitar fue el Acuario, en donde pudimos caminar bajo el agua mientras tiburones desfilaban lujuriosos por sobre nuestras cabezas. Toda una experiencia!!.

Viajamos hacia Madrid para pasar algunos días y aprovechar la ventaja de haber comprado, por internet por supuesto, las entradas a los extraordinarios museos Del Prado y Reina Sofía. Verdaderamente impresionante ver piezas originales de centenas de años, como el tríptico El Jardín de las Delicias de El Bosco, todas en perfecta conservación. También rescato el original de Guernica y la historia de dicha obra que llena una de las salas del Reina Sofía. La verdad que se requieren varias horas para admirar tantas obras artísticas que solo conocía en fotografías. De hecho, siempre pensé que ambas obras eran de pequeño formato (una idea infundada) y me dejó boquiabierto verlas en su real tamaño.

El museo que nos asombró y que no teníamos considerado fue el Arqueológico. De un nivel técnico y de producción superior a todo lo que habíamos visto antes. Cada vitrina contaba con un pequeño vídeo documental que daba contexto y explicaba en diversas lenguas lo que se exhibía. De otro nivel!!

Días después partimos hacia Lisboa, cuna de Pessoa y mi deseo cumplido. Lisboa es una ciudad antigua, noble y hermosa. Las calles pavimentadas con trozos de rocas negras y blancas que forman diseños que imagino crearon manos obreras hace muchos años. Edificios con azulejos llenos de historia, muchos construidos después del único terremoto de esa zona de Europa hacia 1755 y que obligó a renacer a esta ciudad a orillas del río Tajo.

Una ciudad tranquila y que además pasa un buen momento económico, lo cual se refleja en la intensa actividad de la construcción. Zonas antiguas dan paso a hermosos barrios modernos con edificios sofisticados pero con gran armonía. Lisboa debe ser la ciudad que más caminamos, a la cual añadimos Sintra, Porto y el barrio de Belem. En Sintra visitamos el castillo del rey, en estricto rigor la casa de veraneo, además del punto más occidental de Europa de cara al Atlántico. Porto no cabe duda que es conocido por ser la fuente de la producción del licor Oporto y por la gran cantidad de puentes sobre el río Duero. En Belém la maravilla del Monasterio de los Jerónimos, patrimonio de la humanidad construido a partir del 1500.

Un imperdible de Lisboa es el Oceanario, la colección viva de flora y fauna marina de cada uno de los principales océanos del mundo. De hecho viven más 15 mil especies y es el segundo acuario más grande de Europa.

Un largo viaje de regreso nos dejó nuevamente en Chile con muchas historias y disfrutes impregnados en el cuerpo. Que rico es viajar!!

Unos días después de mi regreso,  tuve la oportunidad de viajar a ciudad de México (DF) para atender un seminario de transformación digital. Me recibió esa gigante ciudad con días de gran congestión vehicular y noches de tempestad, pero con el agrado de compartir con profesionales de América Latina empeñados en los cambios que deben realizar los bancos para ponerse a la altura de la digitalización que vive la humanidad. La actividad profesional no fue excusa ni estorbo para poder visitar algunos buenos restaurantes (Malasartes, Sonora Grill y Anatole), comprar libros (El Sótano) y reconocer varios lugares que visité años atrás. En Malasartes probé unos chiles en nogada magníficos bien acompañado con una botella de curioso nombre Yo Soy y también un helado mamey. En cambio en Sonora Grill me fui por una gigante milanesa de Arrachera con un tremendo vino como su nombre Gran Ricardo y al postre un budín de higo excelente. En la salida con otros asistentes al seminario, probamos el Anatole en donde compartimos un desfile de tacos Filete Tuétano, Cochinillo, Atún Pastor y Villamelón, además de varias cervezas Bohemia.

Un lugar que destaco en la ciudad y que merece ser visitado es el Museo de la Memoria y la Tolerancia, un recorrido tremendamente emotivo por la crueldad del ser humano y la necesidad de reflexionar sobre nuestra capacidad de ser tolerantes.

Hasta la próxima!

Accidentado y divertido regreso del Magma

Un domingo que no lograría subir a la montaña por no poder conseguir transporte, se ha hecho lamentablemente habitual. Sin embargo, eso no significa que renuncie a realizar actividad física y acercarme a la naturaleza furtiva que se encuentra en los alrededores de la región metropolitana.

Al teléfono nos pusimos de acuerdo con mi amigo Luna para ir a almorzar al Cajón del Maipo en cleta. Además de ser sorprendido con la oferta, Luna no dejó de pensar un instante en que habría rica comida. Estoy seguro!!

Lo pasé a buscar con mi amada cleta a su departamento y para sorpresa mía, ya estaba en la entrada de su edificio esperando. Mochila, casco, guantes y su cleta, todo en orden. Solo tuvo que ir por unas mangas para asegurar no pasar frío, ya que este día pintaba algo fresco.

Partimos por ciclovía Lyon, conectamos con ciclovía Simón Bolivar, seguimos por Chile España y finalmente el largo recorrido por Macul y avenida La Florida. Ingresando a la avenida El Volcán, nos detuvimos por primera vez a gozar de un rico mote con huesillos, una parada clásica en mis rutas al Cajón del Maipo.

Ya repuestos y bien hidratados, retomamos el camino para detenernos muy pronto pues su cleta mostraba bastante desinflada la rueda trasera. Bombín mediante la repusimos, aunque notamos con cierta preocupación que la cámara se presentaba bastante deteriorada y delgada.

Tras una nueva detención por el mismo motivo, decidimos que adelantaríamos el momento del almuerzo, después de todo ya era tarde y el hambre arreciaba.

Continué pedaleando hasta encontrar algo interesante y que esta vez fue un letrero secundario en donde se encuentra el acceso al balneario El Añil, el cual hablaba de un restaurante de nombre Magma perteneciente a www.casamaipo.cl, un sitio que no conocía y que me pareció seductor.

Ingresamos por un camino de piedrecillas hasta unas construcciones de bella madera en donde estaba el restaurante.
Nos atiende una linda muchacha tras una espera algo prolongada, a quien pedimos unas cervezas. Nos cambiamos las sudadas poleras por un recambio seco y nos preparamos para disfrutar un buen almuerzo.

Heladas cervezas, unos calientes panecillos y pebre dieron el paso a nuestros platos de fondo, unos fetuccinis sepia con salsa de mariscos para Luna y de excelente pesto para mí. Sumamos una botella de buen carmenere del valle de Cachapoal para completar el disfrute.

Una larga conversación acerca de museos y buenos lugares para visitar en España (próximo destino filetario), hasta disponernos para el regreso.

Cuando tomamos las cletas, con estupor evidenciamos que ambas ruedas de la cleta de Luna estaba desinfladas. Allí comenzó la debacle, pues al sacar la cámara de la rueda delantera notamos que tenía dos perforaciones provocadas por unos trozos de alambre que estaban incrustados en ella. Como Luna es previsor, traía una cámara de repuesto la que por cierto usamos de inmediato como reemplazo. Pero al sacar la cámara de la rueda trasera, vimos que presentaba al menos (por ese momento) dos orificios. Así que usamos los conocidos parches de emergencia y creímos haber salido del trance. Sin embargo, al inflar la rueda trasera, seguía perdiendo aire. Ohhh, mala fortuna, encontramos otro orificio, el cual también parchamos y por precaución, decidí usar mi envase de «vómito verde» (látex para reparación), pero ahora se sumó que no inflaba. Años de estudios de ingeniería, nos condujeron a volver al basurero para recuperar la cámara que habíamos botado para conseguir el reemplazo de válvula dañada y así pudimos inflar por fin la rueda.

Orgullosos de la proeza, nos bebimos otras cervezas y un buen café negro y salimos pedaleando nuevamente por avenida El Volcán y en pocos kilómetros otra vez Luna vocifera ininteligibles palabras para indicar que nuevamente la rueda trasera estaba desinflada. Volvemos a desarmar para ver que los parches se habían perforado nuevamente. Aquí ya nos pusimos nerviosos, se habían acabado los planes de contingencia y no era posible seguir pedaleando.

Con mi buen estado de ánimo, propuse caminar un poco hacia el pueblo cercano para conseguir una solución (la que fuera!!). Nos acercamos a unos paisanos quienes en semiserio nos dijeron que la única opción sería caminar hasta un supermercado más adelante, donde quizás habían cámaras de repuesto.

Ok, nada es mejor que tener desafíos.

Caminamos varios kilómetros y llegamos al bendito lugar. Luna camina presuroso para comprar la solución. Fumé un par de cigarrillos mientras esperaba y llegó con un neumático nuevo, un tarro de neoprén y con la evidencia que no habían cámaras en venta. Uffff!!!

Bueno, despegamos los parches, embadurnamos con neoprén y volví a pegar mientras Luna iba por cinta de embalaje para cubrir los parches como medida accesoria. Genial!!!, por fin ambas ruedas de la cleta de Luna inflaron bien y pudimos reiniciar el regreso a casa. Hay que destacar que pasaron 2 horas al menos desde que salimos del restaurante.

Dado que la luz solar se extinguía, pedaleé al tope en un descenso vertiginoso hacia la ciudad, chequeando de vez en cuando si Luna venía atrás. Sin problemas!!

La artificiosa solución había funcionado y cuando llegamos a la intersección de la ciclovía Pocuro con Pedro de Valdivia, respiré tranquilo. Misión cumplida!!.

Volví a casa, cansado y de noche pero con una gran sonrisa de satisfacción tras una aventurado día.

99 : arrogante pero bueno

Hace tiempo que venía escuchando comentarios acerca del restaurante 99, ubicado en la calle Andrés de Fuenzalida mismo número y no había tenido ocasión de visitarlo por lo restringido de sus horarios. Abren solo al almuerzo y a la cena por un par de horas. De hecho, incluso el sitio web 99restaurante.com solo existe para reservar, lo cual pone de manifiesto su estilo.

Prometen una propuesta gastronómica de autor diferente cada día, que puede traducirse en que cada día la creatividad del equipo de cocina produce algo distinto y que los comensales asisten un poco a ser sorprendidos. Ciertamente, crear platos lo considero maravilloso aunque al mismo tiempo arriesgado, ya que no hay paladar para todo. No obstante ello, fui gustoso a la prueba.

Ubicado en la terraza (imposible encerrarse en estos días de canícula desatada) y la chica me sirvió una copa de agua, mientras elegía mi entrada. Puso en la mesa unos cortes de pan y mantequilla negra con sal marina, buen acierto!. Partí entonces con un carpaccio de res con queso de mani, palta y rúcula que constituyó un buen comienzo, especialmente porque acompañé con una copa de reserva carignan Villalobos, un vino adorable. Para el fondo, seleccioné un puré de porotos pallares con verduras asadas (coliflor, champiñones), unos cortes de los mismos porotos y una porción de papas rústicas fritas. Acompañé con una copa de ensamblaje de cabernet sauvignon con syrah (de una viña boutique que no conocía y cuyo nombre no retuve). Muy rico, solo habría dejado fuera la coliflor.

Para el postre, algo inesperadamente simple, un helado de plátano con manjar suave de leche y crocante, seguido de mi habitual café expreso.

Honestamente prometía más por lo que se habla, no me logró fascinar y como me trae reminiscencias del Boragó, debo confesar que no queda primero en mi lista, pero sin duda en muy buena posición.

Mossto Restobar : gran cultura cervecera

Aunque ya había estado antes en este lugar con el equipo de bancoideas, este día solo buscaba un lugar con terraza en Barrio Italia para almorzar y no encontraba nada que no estuviera lleno. Caminando un rato bajo el abrasador sol, reconocí el Mossto brew food, un sitio con deliciosas cervezas y comida ad hoc.

Este restobar tiene su propia cultura, gastronomía y cerveza, es decir, comida hecha a propósito de acompañar una buena cerveza. De hecho, en pizarra pueden verse ofertas de schops de múltiples sabores para todos los gustos a lo que suma una extensa carta con una una variedad sorprendente de cervezas de todos los orígenes.

Como corresponde, partí por elegir la cerveza y la ganadora fue una Porter Eviltwin Lil’B de 11,5° bien helada y que llamó a mi plato de acompañamiento, un Mossto pale azul ale. Tras un rato de fresca espera (con mi cerveza), llegó un sandwich de fricandela (250 grs.) cubierta de queso azul, rúcula, tocino, cebollas caramelizadas más una sutil y deliciosa mayonesa mossto pale ale. Exquisita combinación!!.

Para el cierre de esta visita, pedí una degustación de cervezas para comparar sabores negros : Black Ipa y Stout. La primera, a no dudar, será mi elección la próxima vez que venga por aquí.

Pintor : fantástico regreso a la montaña

Una vieja lesión lumbar que venía arrastrando por largos años finalmente se transformó en una hernia enorme que literalmente acabó con mucho  dolor mis habituales entretenimientos, especialmente los de cleta y montaña. Fueron casi 6 meses sin cerros y mi alma clamaba por volver a disfrutar un trekking de montaña hasta que a mediados de diciembre, estuve en condiciones de regresar.

Muy temprano estuve en el punto de reunión para encontrarme con mis amigos malayos e iniciar el ascenso hasta el andarivel de La Parva que nos dejaría en Tres Puntas, listos para comenzar a caminar por una ruta malaya hacia el magnífico Pintor.

Caminé midiendo como se comportaba mi cuerpo tras la operación de columna y con la decisión clara que si había asomo de dolor se acaba mi aventura. La verdad es que todo funcionó muy bien y salvo el esfuerzo adicional que significa hacer cerro tras 6 meses de inactividad, estuvo fantástico.

Ya en la cumbre celebramos con mis queridos malayos el reencuentro con la promesa de muchos cerros más para las siguientes semanas. Qué gran alegría se puede sentir en la montaña!!.

Ya de regreso, fuimos a celebrar con mis viejos y queridos amigos René y Luna al Lomit’s comiendo unos enormes sandwiches y bebiendo unas cervezas heladitas para recuperar la energía.

Por fin, de vuelta a los cerros!!!!

La Vinocracia : interesante opción post teatral en Plaza Ñuñoa

Esta noche teníamos entradas para ver una de esas obras imperdibles de Tryo Teatro Banda en una sala del Teatro UC y sabíamos que era un filete solo a partir de nuestro seguimiento a las obras de esta agrupación talentosa que en gran parte ha venido a ocupar el espacio que dejó la disolución del maravilloso grupo La Troppa (continuada en Teatro Cinema con Pizarro y Zagal y Viaje Inmóvil de Jaime Lorca).

La obra en cuestión es un montaje, como siempre original y desbordante de talentos, llamado O’Higgins Un hombre en pedazos, el cual nos remite en la historia chilena a los sucesos que marcaron la dimisión del dictador O’Higgins al cargo de Director Supremo, traicionado por su Logia Lautarina y cercanos. La versatilidad de estos actores, músicos y cantantes es una delicia que merece disfrutarse no solo por lo lúdico sino porque ayudan a entender de forma didáctica la historia latinoamericana. Ya tienen 10 obras a su haber y cada vez muestran nuevas facetas y habilidades que merecen toda mi admiración.

A la salida del teatro, no pudimos cumplir el rito de ir a cenar para conversar sobre lo visto, pero eso no impidió que me fuera a rastrear algún filete en la zona de Plaza Ñuñoa. En la casona en donde existió por mucho tiempo un restaurante de comida china, desde fines del 2015 existe este interesante lugar llamado La Vinocracia. Por supuesto que reina en el sitio una amplia oferta de vinos y un buen servicio, muy coincidentes con mis expectativas. Además era la mejor opción para completar el cuadro histórico en que quedamos después la la obra teatral.

Un buen sandwich, un par de copas y las ganas de una conversación que debí postergar hasta otro día. Me gustó el concepto de La Vinocracia, por lo que regresaré apenas sea posible.

 

Nuevo paseo en Montevideo: gran ciudad

Hace tiempo que no visitaba esta ciudad uruguaya, de la cual guardo lindos recuerdos. Aprovechando el feriado de semana santa, programamos con mi buena partner una arrancada con disfrutes en el formato que me agrada, pocos días y muchos placeres juntos.

Llegamos una madrugada al hotel en la zona de Buceos, para despertar en un día soleado a metros de la Rambla, la extensa costanera del Río de la Plata y comenzar una deliciosa caminata (no tanto para mi partner, menos acostumbrada a caminar).

Visitamos enormes parques y zonas de esparcimiento que cubren esos 22 kilómetros de costa, un espectáculo de calidad de vida, parecido a Viña del Mar pero mucho más extenso. Cuando las horas pasaron y el hambre se hizo notar, pasamos a un sitio llamado Los Sopranos, para comer unos de los platos más groseramente grandes que he visto. Fue como una versión godzilla de una chivita canadiense, una milanesa gigante, con tomates, aceitunas, lechuga, papas mayo, huevos fritos, papas fritas y varias cosas más. A pesar del hambre, ambos dejamos una buena porción, definitivamente era un plato gigantesco.

Continuamos caminando hacia la Ciudad Vieja, única opción en un Montevideo en la semana santa (toda la semana es de vacaciones para todos) y con un paro de locomoción colectiva (de verdad no había ningún transporte público!!). Haciendo cálculos sobre las 24 horas de paro definidas el día anterior, tras recorrer parte de la zona céntrica y tomar un rico café, conseguimos un taxi que nos llevó de regreso al hotel y a descansar de un día potente.

El siguiente día fue de tour, algo inusual para mis experiencias, pero fue muy interesante el recorrido por muchos lugares especialmente notables de la Ciudad. De todos me quedo sin dudas con La Carreta, una escultura formidable, de grandes dimensiones, y que observada desde cualquier ángulo pareciera que se mueve. Realmente una belleza!!!

En los siguientes días, al menos dos veces al día, visitamos restaurantes ricos y no puedo dejar de mencionar unos pocos. Parto con Panini’s, un restaurante italiano muy elegante y de los poquísimos abiertos esa noche. Disfrutamos un tortellini agridulce y un ravioli neri magníficos junto a una botella de Tannat Osiris H. N. Stagnari, delicioso. Para los postres una natilla y un volcán de chocolate además del café de rigor.

Cuando volvimos a la Ciudad Vieja nos entusiasmamos con la interesante oferta gastronómica del Mercado Agrícola, allí fuimos al Pellicer Parrillada Gourmet, que se veía muy lleno y con lista de espera. No tuve que acumular demasiada paciencia pues dialogando con la anfitriona pronto conseguí que nos asignara una mesa. No fue la mejor experiencia, aquí se notó que la masividad perjudica dramáticamente la calidad. Tal fue la confusión de la moza, que trajo a punto la carne que pedimos a 3/4 y recocida la carne que pedimos a punto. Bueno, con arreglo a la buena onda, intercambiamos platos y superamos el desastre.
Otro día fuimos pasamos por unos tragos al Novecento, un sitio ubicado en lo que fuera un teatro en las orillas del río, el Kibón como lo recuerdan los uruguayos. Lindo sitio para ver un atardecer

Un lugar que vimos cerrado varias veces, fue adonde conseguimos ir a almorzar un día. La Vaca es un restaurante muy rico, una casona grande en una importante avenida y con mucha demanda. Partimos con una morcilla salada para el aperitivo, seguida por una milanesa de lomo La Vaca y un ojo de bife también al estilo de la casa. Disfrutamos la buena carne con un Tannat Alta Reserva Gimenez. Cerramos con unos helados artesanales exquisitos!!

No es posible contar todos los disfrutes de este viaje, pero declaramos que apenas sea posible, queremos volver!!

Cabildo : cocina criolla con estilo

Ubicado detrás del hotel boutique Castillo Rojo, otrora la icónica Casa Roja de la plaza Camilo Mori en barrio Bellavista, existe un pequeño pero sorprendente restaurante, el cual visitamos una primaveral noche.

Se trata de Cabildo, el cual está pulcramente diseñado para hacernos creer que estamos en la casa de algún antepasado. Cada detalle cuenta, pues las mesas están preparadas con esos juegos de loza que ya son objetos de colección, copas esmeriladas, posa cubiertos, servilletas estampadas y bordadas incluidos los preciosos individuales.

Un servicio atento, con una carta que incluye denominaciones ya desacostumbradas pero muy chilenas de la vieja guardia. Entremeses, Hervidos, Platos de Resistencia, Ensaladas, Compañía, Encurtidos, Salsas, Postres, con variedades de platos criollos que ya había olvidado su existencia.

Una vez que ordenamos los aperitivos, pisco sour y Pichuncho, el mozo trajo a cada uno una vianda, la inolvidable Choca obrera, conteniendo una empanadita de pino, queso cabeza, una papa rellena y pebre de invierno. Maravilloso comienzo.

Decidimos como entremeses, palta reina y palta cardenal que nos servirían de suculenta entrada. Para los fondos, un caldillo de congrio y una plateada con puré picante, ambos definitivamente exquisitos y acompañados de una botella de Malbec reserva Koyle Royale delicioso.

Para los postres no pudimos evitar la tentación de un turrón de vino y de la torta colegial con manjar, un viaje dulce a la niñez. Al cierre, agua de hierbas y café negro.

Maravilloso lugar, una visita obligada a la casa de la tatarabuela.

Comiendo rico en Lima : imposible mejor

Aunque hoy puede considerarse casi una moda, la gastronomía peruana forma parte de mis disfrutes por muchos años. Hace un par de años fue la última vez que había ido a Lima solo a disfrutar el comer y pasear. Ya era un buen momento para regresar y buscar nuevas delicias o revisitar las ya conocidas.

Partimos en un vuelo nocturno que nos dejó en Lima alrededor de las 3 AM. Rendidos pero felices de iniciar unas pequeñas vacaciones en la capital gastronómica del mundo. Dejábamos atrás muchos sinsabores laborales, exigencias y deberes superfluos que merecían nuestra ausencia.

Había arrendado un departamento en el corazón del barrio Miraflores con lo cual nos aseguramos acceso a la mejor oferta gastronómica de la ciudad. Dormimos hasta convencernos que teníamos las energías repuestas para iniciar este exquisito periplo.

Salimos a caminar hacia la playa en ese típico clima de Lima, nublado y bastante caluroso (al menos para mí). Bastante hambrientos, nos detuvimos en Larcomar para asistir al local gourmet llamado Popular. Excelente ceviche, tragos y fondos. Un sitio muy cool y muy bien atendido.

Al día siguiente fuimos a recorrer caminando otra parte de Lima para que cuando el hambre nos lastimaba, encontrar el Mezze, un restaurante de fusión árabe-turco-peruana. La oferta era irresistible, así es que nos acomodamos al interior del pequeño lugar y comenzamos a pedir. Para partir, gaseosa y cerveza negra acompañando un Mezze del Kalifa. Me parece que debo aclarar que un mezze no es más que un acompañamiento de un aperitivo. Sin embargo, éste era mu abundante en rellenitos árabes, hummus y otros entremeses. Para los fondos pedimos un pescado de costa con salsa y ensalada y para mí un lomo grillado con buen acompañamiento. Un buen café hervido turco cerró esta incursión.

Esa noche creo que tuvimos el mayor acierto del viaje, pues sin pedir reserva nos fuimos al restaurante Maido, el más reputado de Lima según TripAdvisor. Un lugar sin ningún aspaviento externo, es como ingresar al segundo piso de un edificio cualquiera. Sin embargo, basto ingresar para que al unísono una decena de cocineros de la barra gritaran al unísono Maido!!. (me dieron varias traducciones, desde «bienvenido» hasta «otra  vez»).

Partimos con los aperitivos Ay Caramba y Pecado NIkkei, sorprendentes!!. Esos los sacamos de la carta de aperitivos. Cuando vimos la carta de appetizers, nos tentamos con  un maki Guratan, que casi nos deja sin ganas de comer más. Con hidalguía decidimos consultar la carta de fondos para elegir un asado de tira Nitsu (50 horas de cocción) y un arroz con pato. Sorprendentes y al menos en mi caso, merecían las copas de Malbec Bramare que solicité.

El diseño del lugar es muy top, desde la iluminación, la música hasta los detalles que adornan el bar. La atención es privilegiada, bastaba un movimiento de la cabeza y ya tenías a alguien atento a resolver lo que pidieras. En el techo unas gruesas cuerdas que iluminadas con intención, formaban un marco luminoso perfecto. Alucinados con el lugar, no desperdiciamos tiempo y nos fuimos a los postres. Un ceviche (postre ácido) y un Amador 70%, increíbles. En mi caso, enfrentado a un helado de chocolate bitter, vainilla y cacao, no pude resistir la tentación de añadir una copa de ron Zacapa 23 años. Este debe ser el postre más grandioso que he probado en 10 años. Solo esos gratificantes cafés negros nos trajeron de vuelta y pudimos regresar al departamento.

Otro día, decidimos bajar de verdad a la playa, pues el barrio en que estábamos está cerca pero a 50 metros de altura que tiene el acantilado. Pues bien, encontramos por donde bajar y comenzamos un fresco y grato paseo por la orilla del mar. Como andábamos en formato krrtrekking, decidimos visitar el complejo Rosa Náutica. Es una versión extendida y mejorada de nuestro Cap Ducal de Viña del Mar y de verdad que nos llamaba la atención. Fue un buen lugar para tomar un aperitivo mirando el mar, los pájaros y a los surfistas que luchaban con las incesantes olas de dicha costa. Continuamos el camino hasta cansarnos y regresar para un un lugar en donde almorzar. Encontramos el Dánica, un restaurante italo-peruano. Resultó ser una sorpresa, pues no solo estaba muy bien armado sino que la oferta era exquisita. Partimos con cerveza y gaseosa, acompañando unos langostinos al ajo. Luego los fondos, un Linguini Thai y una milanesa Palermo. Deliciosos platos que acompañamos con un merlot muy bueno. Para los postres, un crocante de manzana y una torta 4 leches magnífica.

Después de almorzar en las Brujas de Cachiche, nada puede ser superado. Este lugar está igual que hace 15 años y sigue siendo referencia culinaria. Tomamos la versión buffet pues permite probar una cantidad sorprendente de sabores sin tener que pedir tantos platos que sería imposible comer. Comimos con pequeña desmesura, pues era imposible no disfrutar la variedad de sabores ofrecidos. Acompañamos con un vino español potente y unos mejores postres, para salir del restaurante en condición terminal. Solo un buen descanso podría traer el broche de perfección al placer disfrutado.

Me parece que en la última noche en Lima, decidimos ir al restaurante más cercano al departamento. Fue un gran acierto, se trataba del restaurante Alfresco, un lugar de fusión italiano peruana que fue una rica sorpresa. Un filete en salsa de tomillo, un atún con salsa de coco, todo acompañado con una botella de Syrah IntiPalka (peruano y bastante bueno). Para los postres solo alcanzamos un tres leches compartido. (puede que hayamos comido muchos estos días)

El último recuerdo gastronómico de Lima fue nuestra visita a La Bodega de la Trattoria, un sitio muy elegante y tranquilo que habíamos visto días atrás. Partimos con unos appetizers, pastel de choclo (no es lo que parece) y hojas de parra, para acompañar nuestros aperitivos Sour de Maracuyá y Kir Royale. Seguimos con un lomo a las 4 pimientas y una lasaña de ají gallina. Acompañamos con un malbec Alamos (mendocino) que llamaba desde la carta para ser elegido. Unos cafés rápidos y volvimos al departamento por el equipaje, pues nos quedaba muy poco tiempo para llegar al aeropuerto y volver  a Chile.

Lima, un destino gastronómico imperdible!!!!!

 

 

 

La Terraza de Matilde : nuevo disfrute

Hacia octubre 2014 divisé el movimiento en las alturas de un pequeño edificio de 6 pisos en la esquina de Chucre Manzur y Antonia Lope de Bello, pero no fue hasta hoy que decidí hacer una incursión en su territorio. Una hermosa chica sentada junto a un ascensor es la puerta de entrada al lugar. Chequea por radio si existe espacio para mi visita y pronto me encuentro ascendiendo en un ascensor vidriado que me da una linda vista sobre Bellavista.

Si bien el restaurante pretende ocupar los pisos 5 y 6 del edificio, todavía opera en la linda terraza que evidentemente proporciona la mejor vista al Cerro San Cristóbal y a los techos de tanta enorme casona que llena el espacio del viejo barrio devenido en restaurantes, hoteles boutique y cuanto antro pub puede uno imaginar. Es evidente que mi habitualidad en el sector tiene mucho que ver con esta impronta disfrutable que emana el barrio.

Hacia el norte, la terraza permite visualizar la zona del zoológico y sus accesos, hacia el oriente los enormes edificios de sanhattan y hacia el sur los techos de innumerables locales que alguna vez fueron casas de barrio.

Llega a mi mesa una chica rubia con unos ojos verdosos impresionantemente hermosos para ofrecerme las cartas de comer y beber. Parto por pedir un espumante al verde, basado en espumante Ricadonna Brut, con jenjibre y limón de pica. Un certero preámbulo para poder elegir un plato de almuerzo y alguna buena cepa de vino.

Una carta diversa pero acotada, de donde elegí una mechada con puré rústico al merken, algo que suponía iba a ser pertinente para el hambre disponible. Cabe destacar que en el intertanto llegaron dos piezas de pan caliente con salsas de untar muy peruanas, lo que me apaciguó deliciosamente el ansia inicial.

El plato que elegí estaba abundante y delicioso pues además lo acompañé con el mejor vino de la carta, un ensamblaje de Malbec, Syrah y Cabernet Sauvignon, Tamaya del valle del Limarí, una delicia imperdible.

Un almuerzo tranquilo, animado por una buena música house, una brisa delicada y la tranquilidad que solo la altura imprime a los paisajes. Para los postres, un pie de maracuyá con el café negro de rigor dieron término formidable a esta filetaria incursión.