Ambrosía : oasis en el centro de Santiasco

En pleno centro, a metros de Plaza de Armas, se ingresa al Museo Casa Colorada y pocos saben que atrás, se encuentra un restorán fantástico, con una gran terraza (mi lugar preferido) y un moderno y rico comedor para quienes gustan de algo más convencional.

Lo increíble es que incluso en la terraza hay silencio y nada perturba a los comensales que hacia las 13 horas deciden disfrutar un almuerzo filete. Ambrosía es un verdadero oasis.

Llegamos cerca de las 13:20 horas para disfrutar no solo del almuerzo sino de nutritiva conversación. La chica un poco avergonzada nos advirtió que había un percance en la cocina y que podría haber demora adicional (gran gesto, anticipar). Sin embargo, les adelanto, que no se notó.

Tras los refrescos de rigor, llegaron unas abundantes y bien aderezadas ensaladas verdes (distintos vegetales y muy bien presentados) con calamares apanados en tempura y otra con nueces y camarones. Seguidamente, coincidimos en un plato delicioso. Pollo Tandor sobre una base de hummus y un zapallo italiano relleno con verduras y queso. Fantástico, me sigue gustando a pesar que lo he comido muchas veces.

Acompañamos con una copa de un ensamblaje Cabernet Franc – Carmenere de Oveja Negra, estupendo y muy apropiado para dicho plato. Los postres una bomba de chocolate blanco y para mi, un cheesecake finísimo adornado con berries (frutillas y arándanos preferentemente).

Buen café en grano, para cerrar una conversación y almuerzo de primera.

Ascenso al Cerro El Plomo : experiencia 5 estrellas

A pesar del enorme cansancio físico que tengo en estos momentos, no puedo dejar de comentar la experiencia vivida estos últimos días y que se coronó mágicamente esta mañana cuando llegamos a la cumbre de esta majestuosa montaña del valle central. Basta decir que desde su cumbre es posible dominar visualmente todo el valle y solo se ve grande el Aconcagüa a la distancia. No he visto postales capaces de presentar algo tan hermoso.

Estuve toda la pasada semana preocupado de estar suficientemente preparado para este desafío, no solo adquirí ropa adecuada sino que pedí prestado (tengo un angel de la guarda) y también arrendé parte del equipamiento requerido. Debo reconocer que el montañismo no es un dominio muy top de mis habilidades, pero me declaro un enamorado de la naturaleza y sobretodo de la maravillosa experiencia que entrega a quienes practican este notable deporte.

Consejos más o menos, lo concreto que al atardecer del día viernes me embarqué en esta majestuosa aventura. Hasta conseguí transporte (no había opción, se necesitaba un vehículo) para llegar hasta el sector del primer campamento, allende La Parva.

Un viaje de más de dos horas, en una noche despejada y estrellada, nos dejó en condiciones de armar un primer campamento con quienes acudimos a la cita, todos entusiastas miembros del Club Andino Los Malayos (me incluye). María Paz, Regina, Ignacio, Hernán y Edward, dormimos esa noche en ese primer acto.

Muy temprano, el día sábado, fueron llegando el resto de los comensales de este filete montañero. Dado el esfuerzo físico del desafío a vivir, se consideró la participación de una cuadrilla de mulas para trasladar las pesadísimas mochilas hasta el segundo campamento. Esto implicaba quedarse solo con lo indispensable para la larga marcha hasta el sector de La Hoya, preludio del ascenso a El Plomo. Muchas, demasiadas horas de caminata de sube y baja, cerros y valles, bastante agotador, pero con la meta en la mente, todo valía.

Las mochilas quedaron en el sector Federación (menos punero que La Hoya), lo que dividió al grupo en dos, los que dormirían en Federación y los que subimos a La Hoya a pernoctar (esto ganaba una ventana de tiempo para la madrugada del domingo). La conversación del grupo fue muy divertida, especialmente por los agudos y jocosos comentarios de Giovanni, todo un personaje y un gran malayo. La parte más docta la puso Claudio, líder del grupo (el único que antes había hecho cumbre), incluso nos enseñó a usar los crampones (hasta abrocharlos es difícil, poh)

En La Hoya, cenamos abundantemente y alrededor de las 20 horas todos a dormir (esto es lo más freak de aceptar en mis comportamientos, pero lo acepto por ser una regla del montañismo). Durante la cena, conocí a mi cordada (compañero de ascenso), «Coco» con quien solo había tenido una previa conversación telefónica para repartirnos peso en nuestras mochilas.

Tres y quince de la madrugada del domingo, despertador del celular mediante, salí de mi carpa a la increíble noche estrellada y al apresuramiento del grupo que haría ascenso. Un rápido desayuno y todos ya queríamos partir, Ignacio, Hernán, Claudio, Coco, Nicolás y yo. Cabe destacar que era una noche excepcional y estaba completamente despejado, a diferencia de las últimas semanas, en que el clima había sido terrible (nevazones, hielo, temperaturas imposibles). Un buen auspicio para esta incursión.

Un poco desordenados, comprensible por el entusiasmo, partieron presurosos algunos y otros ni nos dimos cuenta. Minutos después, Coco y yo salimos detrás de las pequeñas luces que todos llevábamos en nuestras frentes. Un largo ascenso, que a veces me hacía preguntarme ¿qué hago aquí?. Hay que entender que el ascenso estaba programado para un máximo de siete horas y había una hora fatal límite, si a mediodía no habías llegado a la cumbre debías devolverte. Eso le ponía mucha tensión al cuento.

Junto con mis preocupaciones por esta aventura a lo desconocido durante la pasada semana, me había mentalizado mucho en cuanto a enfrentar este desafío desde la mayor humildad posible, ante la montaña portentosa, el ser humano es francamente insignificante y debía estar atento a mis evidentes limitaciones.

En la práctica, dada la ventaja que tomaron los mejor preparados, ascendimos Coco y yo solos. Dejé que él fuera adelante y de esa manera, me permitía ser consciente de todas las variables que nos afectaban. El ascenso era extenuante y cada cierto tiempo, debí preguntar a mi cordada si ya era suficiente, ya que si él o yo no podíamos seguir, nos devolveríamos (hacerse el valiente es mal negocio en la montaña y yo había decidido no correr riesgos). Por fortuna, cada vez nos repusimos y pudimos seguir. Incluso nos perdimos (de noche, todos los senderos se ven iguales, a pesar de haber estudiado la ruta) e hicimos un escalamiento asqueroso por un enorme montículo de acarreos terrible (había que seguir ascendiendo porque era imposible bajar). Pero no nos amilanamos y seguimos. Cruzamos el glaciar con el primerizo aprendizaje sobre crampones del día anterior y seguimos adelante. Lo concreto que de repente y ya bastante extenuados, nos encontramos con el trío que se adelantó y que venía devolviéndose de la cumbre debido al frío, con lo que supimos que no solo habíamos hecho un buen trabajo de equipo sino que a menos de 5 minutos estaba la cumbre. Fue un chorro de energía para mi compañero y yo, nunca habíamos ascendido tan rápido y en menos del tiempo presupuestado, estábamos abrazándonos y celebrando nuestra cumbre en El Plomo. Este ascenso yo lo había dedicado con anticipación a alquien increible y estoy felíz de haber cumplido mi objetivo. El espectáculo que se ve en la cumbre es demasiado hermoso, no me atrevo a resumirlo, es magnífico.

Lo increíble es que a mediodía ya estabamos en el campamento, es decir en ir y volver de la cumbre tardamos menos de 8 horas. Esto incluye tres caídas mías con diversas heridas que las anoto gustoso y mentalmente como parte de la experiencia. Estábamos felices, fue una experiencia muy emocionante y gané un amigo en el trance.

El regreso a Santiasco fue quizás más extenuante todavía, ya que recién a las 21 horas logré ingresar a mi departamento, tras muchas horas de agotadora caminata y un viaje motorizado de casi hora y media. El cierre de oro, fue la recepción que Los Malayos nos tenían en La Parva, cafe de grano exquisito y agua mineral ligeramente gasificada. Grandes Los Malayos y especialmente el gran David.

Finalmente, aquí estoy cansado pero felíz de contar esta aventura filete (aunque he resumido groseramente ya que sería demasiado extensa la crónica), una de mis experiencias más emocionantes y digna de inaugurar este 2008.

Contracuarteto la lleva

Mis asiduas visitas a los lugares de jazz frecuentemente se topan con magnificas interpretaciones. En general, el jazz chileno y sobretodo interpretado por jovenes es de excepción, infinitamente disfrutable, pero Contracuarteto es demasiado top.

Esta noche de sábado, Contracuarteto mostró su genio, su fantástica capacidad de maravillar con esa música del alma, intensa, exaltadora, inquietante y demasiado bella.

A mayor abundancia, tocaron los temas de su disco (único por el momento) alternando con la visita de sus invitados, Cristian Moya en saxo tenor, increible como siempre y Felipe Riveros para poner esas notas de piano que hacen especial una tocata. Como habría gozado mi compañera este recital, ella sabe apreciar la magia de esta música. Puchas, me haces tanta falta!!!!!

Me comuniqué con mi bajoneado hermanito por SMS, espero que haya comprendido que la vida continúa y que nada es suficientemente fuerte como para oponerse al impulso de vivir. Por lo demás, en menos de una semana nos vamos a Baires a disfrutar el carrete bonaerense.

Buena tocata, mejor final, porque a mis notas en mi diario le pude añadir el sentimiento de saber que nada es más importante que amar, sin ataduras, sin complejos, solo amar porque es rico.

Me voy a dormir pensando en que un sábado así, vale la pena vivirlo.

Un viernes muy particular

Este viernes tenía tantas ganas de almorzar algo rico con mi compañera, pero el destino definió otra cosa. Fue un día triste.

Por la noche, decidí ir a disfrutar un filete musical en Sala Master. Se trató de la magnífica banda de fusión latinoamericana Entrama. Como siempre ha sido, extasié con un despliegue de virtuosismo en la ejecución de instrumentos y creaciones singulares. Delicioso espectáculo, aunque no suficiente para darme el ánimo. No es culpa de ustedes queridos amigos de Entrama.

Después de la música solo me quedaba iluminar mis tripas con un rico candil (en clave imperdible, General Salvo con Providencia) y eso hice.

Hay viernes que deberían ser lunes.

Teatro Cinema Sin Sangre

No voy a contar de que trata la obra, nadie merece ser adelantado en esto.
Esta noche he vivido una experiencia increíble, gracias a una inesperada invitación a una función privada de pre- estreno de Sin Sangre.

No es casualidad que la obra se presente en una sala de cine, porque lo que uno ve es básicamente una película, con todos los recursos que son propios de este género visual. Sorprendente, un trabajo de precisión, de joyería. Cada movimiento, cada plano de imagen estudiado hasta el hartazgo para producir el máximo efecto.

De verdad, que estos actores han logrado algo notable, como espectadores sabemos que es teatro, pero vemos cine y de repente estamos en una película pero hay actores de carne y hueso actuando presencialmente. Es loco y virtuoso a la vez.

Habría sido una noche perfecta si mi compañera hubiese estado presente. En su dolorosa ausencia lleve a alguien querido capaz de apreciar el arte desplegado.

Teatro Facetas : todas las caras en un ascensor

La obra «No, si estamos bien», fue un tremendo deleite. Diez y seis actores en escena, rápidos y convincentes, con un aplomo a toda prueba (hubo problemas técnicos y fueron capaces de sobreponerse y hacer como si nada, muy bien!!!!!!)

Un ascensor es el escenario perfecto para mostrar la grandeza y la estupidez del ser humano. Demasiado cotidiano, demasiado real. Me encantó la soltura y espontaneidad de los actores, representando a tantos pedros y marías de este Chilito. Parece una creación colectiva en que cada uno puso sus propias vivencias en juego y vaya que se logra algo bueno. Es una obra hilarante, inquietante y al mismo tiempo cercana y real. A pesar de la vulgaridad, de la eterna imbecilidad del santiaguino, queda eso divertido que nos hace humanos, pequeños, a veces tiernos y en lo general esclavos de nuestras tonteras e irracionalidades.

Recomendable, se pasa un buen rato riéndonos de nosotros mismos

Café pensado

esta mañana necesité estar solo un rato, supongo que a todos nos pasa de vez en cuando. Me fui al Café Havana y me metí en la jaula de vidrio en donde se exhiben a los que fumamos. En fin, había pocos espectadores, por lo que pude estar tranquilo.

Es muy rico el llamado homónimo café havana, un tercio de leche condensada y café negro. Exquisito. me ayudó a despejar ideas y eliminar algunos juicios que había elaborado en sueños. En todo caso, resistí la tentación de comerme unas medialunas que me guiñaban desde el mostrador.

Breve visita pero suficiente para ordenar ideas y beber buen café.

Angel Parra y sus demonios

En el barrio Bellavista el club El Perseguidor fue escenario de un exquisito espectáculo. Angel Parra, Titae Lindt y Andy Baeza dieron vida y ritmo a una noche espectacular.

Lleno total para ver, tras casi dos años de ausencia, al nieto de la Parra más prolífica y talentosa de Chile. Jazz sincopado y una guitarra veloz y libertaria, dieron vida a una secuencia de música deliciosa. A medida que avanzó la noche el jazz se fue convirtiendo en rock, del mejor. Tres salidas a escena fueron un rotundo éxito.

El ego de Parra hizo contrapunto con la simpatía de Titae y el silencio virtuoso de Baeza, para crear una atmósfera de placer en un local abarrotado de cuicos y algunos comensales adictos a la buena música.

La tabla de carnes no tuvo gran sabor excepto por el acompañamiento de un buen Reserva Cabernet Sauvignon 2005 De Martino, rebosante de frutos negros y rojos (la carta anunciaba muchos vinos mejores que no estaban disponibles,…, que mal no?). Hubo que esperar por un buen ron Havana Añejo para ver que pasaba con una tabla de quesos y frutos secos y asi equilibrar el paladar.

Acompañó la velada un buen desfile de hermosas mujeres directo al baño (también fue posible observarlas de regreso). ¿porqué van tantas veces al baño?

En fin, ya era hora de tener de vuelta a Parra, hace bien tanto talento exorcizando demonios de modernidad.

Wasabi sorpresivos rolls

A pasos de 11/09 por la calle Manuel Montt está este exquisito lugar de comida japonesa. Bien ambientado y atendido. La carta muestra una gran variedad de platos y especialmente de rolls, pero llama la atención los llamados rolls especiales y la ausencia, muy sentida, de un buen pinot noir (somos fanáticos de los tintos).

El pedido, tres variedades especiales para quedar literalmente «chato». Unos rolls con camarones tempura y cubiertos con palta, otros cubiertos con crema de queso y unos calientitos, deliciosos envueltos en pollo con una salsa fantástica. Para beber, tuvimos que acudir a la vieja receta de un carmenere (a falta de Pinot Noir), el cual quedó un poquito fuerte, pero nunca conflictivo.

Ah, la música excelente, Saint Germain y Dead Can Dance sobretodo.

Una grata sorpresa para un almuerzo de viernes.

Retomando el rumbo

Han pasado casi 8 meses desde que decidí matar mi sitio www.filetario.cl, tal vez solo para provocar a quienes lo visitaban a que decidieran emprender algo por sus propios medios. La verdad es que he seguido coleccionando experiencias filetarias en decenas de tocatas de jazz, electrónica, trova; asi también en deliciosos restoranes, notables obras de teatro, películas, libros y un gran etcétera.

Pues bien, voy a comenzar otra vez, pero en una forma más personal, sin recomendar nada en particular y todo en general. Me gusta más compartirles la experiencia que disfrute con algún filete y cada cual sabrá que hace con ello. Si se entusiasma y decide hincar sus dientes en el filete compartido, bienvenido.

A disfrutar la vida…..