R. : nombre corto y largo recorrido

Este restaurant es tan antiguo en mis incursiones que tengo la sensación que nunca he escrito algo sobre él. Lo conocí cuando funcionaba al fondo de un pequeño pasaje ciego en Lastarria, un pasaje de anticuarios que hace muchos años no existe. De hecho, hoy es simplemente un sitio eriazo, cerrado y que solo se distingue porque en sus muros exteriores hay algunos grafittis interesantes que he publicado en fotos por ahí.

Sin embargo, el restoran ha sobrevivido el paso del tiempo e instalado hace rato en la Plaza del Mulato Gil, sigue siendo una interesante opción para comer algo rico o hacer un after office.

Hoy llegué al lugar después de un periplo de investigación por el centro de Santiasco, buscaba como me resulta delicioso hacer, nuevos lugares para disfrutar. Debo confesar que no hallé nada nuevo, solo algunas promesas que anoté en mi mente y que revisaré más adelante.

Era bastante tarde para un almuerzo, pero todavía quedaban algunos extranjeros en los postres, por lo que aproveché de ingresar e instalarme en uno de los salones para disfrutar un almuerzo.

Partí con la impresión que los mozos quedaban algo descolocados con la tardía visita, pero igual fueron amables y pronto tuve mi agua mineral y hielo para saciar la sed de un día en extremo caluroso y una carta para revisar.

La oferta no es voluminosa pero ciertamente atractiva. Podría clasificar a este lugar entre los sitios sencillos pero sabedores del sabor de su oferta. De la carta me llamó la atención un plato, una corvina rellena de queso y espárragos en una salsa de mostaza que se me antojó que quedaría bien acompañado con papas provenzal (papas al horno con cebollas, queso  y ajo). No me equivoqué, el plato estaba divino (y muy caliente) al cual añadí una media botella de vino (aquí la oferta es pobre, pero se salva si se sabe elegir).

Fuertes sabores que solo podrían compensarse con un postre potente, nada menos que un suspiro limeño que me dió delicias de gran confort. Para el final, obviamente, un buen café negro.

R. sigue siendo opción en Lastarria!!

Tour de museos : lluvia y placeres

Sabiendo que venía un domingo lluvioso, preferí no ir a la montaña con mis amigos Malayos y dedicarme a una citadina pero placentera actividad, visitar museos.

Tras un desayuno frugal leyendo muy por encima el Perjurio (no merece más), una abrigada ducha, me preparé para caminar bajo la lluvia, un placer que pocos saben disfrutar.

Caminando llegué a mi primera estación, la muestra de WorldPress 2010 en Womistar, una muestra inquietante, con muchas fotos sangrientas de la estupidez humana, representada en conflictos artificiales y con muchas víctimas inocentes, sirviendo a intereses corporativos y de gobiernos corruptos. Tanta sangre, tanto dolor, reflejado en esas fotografías potentes y dolorosas. Niños y niñas víctimas de la estupidez humana, quizás la denuncia que significa cada foto pueda conmover algún día a quienes aprietan el botón.

Seguí mi ruta hacia el barrio Lastarria para visitar el siempre interesante MAVI, con una muestra mixta, audiovisual y algo extravagante aunque no menos disfrutable. Fue una rápida incursión, ya que me dirigí hacia el Museo de Bellas Artes en el Parque Forestal para disfrutar la muestra de esculturas en el subterráneo, una exposición deliciosa con muchos exponentes notables del arte nacional. En el primer piso, una buena muestra de los notables del arte nacional, Matta entre otros y en el segundo piso, un rescate de los maestros del retrato en 200 años de historia del arte. Está lindo el MNBA.

Bajo la lluvia deliciosa, decidí caminar hacia el Centro Cultural Palacio La Moneda (CCPLM) para visitar esa galería del diseño que siempre sorprende, en esta ocasión una muestra de reciclaje que me dejó pensando, ya que hay tantas opciones para hacer arte con aquello que muchas veces vemos solo como desecho. En los bajos, visité la exposición de fotografías de Transnoche, fantástica. Actores y personajes de TV que se prestaron para representar situaciones literarias, pequeñas ficciones de la bohemia y de la noche que me son familiares y al mismo tiempo me sorprenden. Es imperdible el diaporama que se muestra en uno de los sectores de la sala, con una adecuada música se muestra paso a paso la histriónica performance de los «actores», deliciosa muestra.

En el otro extremo del subterráneo, visité las exposición de máscaras del Ecuador, increíble repaso de la historia centenaria del rol de las máscaras y las caretas en la cultura popular.

Nuevamente bajo la lluvia, encaminé mis pasos hacia Bellavista con el objetivo de almorzar algo rico, y tras varios intentos, terminé en uno de mis sitios preferidos, El Antojo de Gauguin, lugar predilecto y que en esta ocasión me permitió saludar a Cecilia y Pato, los dueños, después de todo, debo ser el cliente más antiguo que tienen. Comí una deliciosa combinación de hummus y pan pita, una shawarma de falafel y esa maravilla de selección de rellenitos  árabes con una botella de ensamblaje tinto Porta, cabernet sauvignon, carmenere y syrah, que fue la maravilla para mi comida y para la conversación con mi amigo Patricio.

Rica experiencia, un día delicioso.

Bajo Llave : placeres bajo tierra

Un lugar escondido del barrio Lastarria que no quería visitar, pero que me atraía lo suficiente como para invitar un after office a una pareja de amigos.

Ambientado como si fuera una cava, con muy buena música de transgeneracional factura y un look de pub bien diseñado y con muebles antiguos de materiales nobles, nos recibió pasadas las 20 horas. Una atención muy informal, pero amable en extremo, nos permitió gozar una velada soberbia, llena de conversaciones y anécdotas deliciosas.

En la carta predominan las tablas, las pizzas a la piedra y algunos platos. Nos decidimos para iniciar por una tabla suprema, una deliciosa combinación de carne de res, pollo, champiñones, camarones y aderezos acompañados de una buena botella de vino. La carta de vinos luce esmirriada, ya que está en proceso de cambio, pero igual sobresalió un rico cabernet franc que hizo las delicias en la combinación.

Avanzada la conversación, una pizza romana, esa mezcla increíble de queso azul, cebolla morada y rúcula que me recuerda mis viajes a Buenos Aires y que acompañamos con buen ron dominicano Matusalem.

En resumen, un lugar genialmente disfrutable y bien atendido, una delicia subterránea del lindo barrio Lastarria.

Conversaciones profundas

Este miércoles me junté con una amiga que no veía hace mucho tiempo, así es que elegí un lugar de buen pasar, poco ruido para alentar la conversación y de buen rendimiento en el servicio.

La Plaza del Mulato Gil, antiguo pero querido lugar y particularmente en la pérgola (ya que el R. estaba lleno), una buena tabla de quesos, un adecuado vino y el resto pura conversación.

Es un buen lugar para conversar ya que el volumen de la música es adecuado, la temperatura ambiental razonable y sobretodo, tranquilidad. A pesar que la noche se presentaba algo fría, estuvo disfrutable el ambiente, incluido los tragos de repechaje que fueron generosos y ricos.

Una lata que a la medianoche se note cierto nerviosismo por cerrar, pero bien, no todos son tan buhos.

En la entrada una venta de pequeños retablos y libros viejos le dan un ambiente especial al barrio, cada vez me gusta más Lastarria.

Recomendable.