Ascenso al cerro Manchón : gran experiencia

Este lindo cerro es quizás el  menos conocido de aquellos que se encuentran en la zona de Yerba Loca. De hecho constituye un punto de observación entre los cajones de Yerba Loca y la Disputada, con una vista en primer plano de los cerros La Paloma y El Plomo.

Originalmente ibamos a ascender el cerro Minillas con los malayos, pero por esas cosas de la vida, terminé acordando una salida distinta con un malayo amigo.

Nos juntamos a las 7:00 AM y partimos rumbo a Farellones, específicamente hasta el estacionamiento de la Mina Disputada, en donde iniciamos el disfrute de montaña alrededor de las 8:15 AM.

Partimos con un día soleado, aunque con una temperatura algo baja. El ascenso se inicia con una gran pendiente, por lo que a los 15 minutos ya nos estabamos desabrigando, pues ya transpirábamos abundantemente. El sendero se pierde rápidamente y hay que guiarse por referencias más globales y algunos hitos que van apareciendo.

Tras un par de horas, las nubes comenzaron a nublar todo. Un fenómeno muy especial, ya que parecían nacer del valle que da hacia la mina y como si fuera broma, las nubes se estacionaron exactamente encima del nuestro destino, el cerro Manchón.

Cinco horas y fracción de paseo para lograr la cumbre y comenzar nuestro pequeño banquete malayo, inscribirnos en la libreta de cumbre y dejar un presente para los próximos visitantes.

El regreso fue la oportunidad de tomar lindas fotos del paisaje de montaña, pues aunque no pudimos disfrutar de la vista de los otros cerros (nuestro objetivo), igual el paisaje es notable.

Muy cansados regresamos a Santiasco, pero profundamente alegres por el logro conseguido.

Nuevo krrtrekking : del cerro al almuerzo

Una mañana asoleada, francamente hermosa, me desafió a hacer algo al aire libre y de paso botar tensiones en mi cleta. Preparé una pequeña mochila con algunas cosas incluyendo un par de revistas que seleccioné rapidamente, tomé mi cleta y me dirigí hacia el cerro San Cristóbal.

Poca gente y vehículos, algo muy agradable que pocas veces se da en Santiasco. Pronto llegué al acceso por Pedro de Valdivia Norte, lugar en donde normalmente hago unas pocas elongaciones para prepararme para el ascenso.

La subida bastante en solitario, solo alcancé a 4 ciclistas en mi recorrido y me sobrepasó uno. Un trayecto marcado por la variedad de colores, pues la curiosa lluvia de primavera de días atrás, lavó la mugre y los árboles y arbustos lucían hermosos.

Ya en la cumbre, seguí el rito de comprar un jugo de mote con huesillos (sin mote y sin huesillos, ya que lo que disfruto es el sabor y la temperatura exquisita para matar la sed y el calor). Me instalé en uno de los asientos, con el sol secando mi espalda y me dispuse a leer las revistas. Entretenido proceso, solo interrumpido por un ataque de estornudos que me asoló y que refleja la cantidad de pelusillas  que hay en el aire y que claramente absorbí durante el ascenso. Me parece que estoy inaugurando una nueva etapa de mi vida, estoy francamente alérgico.

Terminada mi lectura, me lancé vertiginosamente hasta el cruce con el camino que lleva hacia La Pirámide y de ahí me fui gozando el camino que da hacia el lado norte de Santiasco. Ya en La Pirámide, retorné por el otro camino para llegar nuevamente al cruce y enfilar de regreso al acceso por donde ingresé al parque.

Rico periplo que decidí ampliar, dirigiéndome en zigzag por las calles de Providencia con destino a Plaza Ñuñoa. Que buen paseo, hoy la ciudad estaba ideal para recorrerla en cleta.

El hambre comenzó a hacer estragos en mi mente, por lo que decidí que en algún buen sitio de Ñuñoa almorzaría rico.

Buen krrtrekking sabatino!!!

Día Mundial de Internet : disfrutando juntos

Como ya es una tradición, cada 17 de mayo invito a todo mi equipo a celebrar en grande este glorioso día. No solo es la oportunidad de disfrutar juntos sino agradecernos mutuamente el trabajar juntos en lo que más nos gusta.

Para este año, habían muchas ganas de salir afuera de Santiasco, pero ello era incompatible con los tiempos disponibles, por lo que tomé la buena idea de uno de los chicos acerca de ir a algún lugar con naturaleza visible y sentirse fuera de Santiasco. El lugar elegido, el Divertimento Chileno, un rico restoran de comida chilena y fusión que se encuentra en los faldeos del cerro San Cristóbal en el Parque Metropolitano.

Reservé con bastante anticipación para garantizar la mejor posición con una vista incomparable al verde formidable del cerro a lo que sumó la fortuna de un día asoleado y agradable.

Cerca de las 14 horas ya estábamos todos instalados en nuestro lugar y tras los aperitivos (jugos naturales, pisco sour, vainas, champaña, etc), comenzó la imparable celebración.  Machas a la parmesana fueron un delicioso comienzo mientras uno a uno se emocionaban eligiendo de la extraordinaria carta del Divertimento, el plato que haría realidad sus sueños gastronómicos. La variedad fue enorme, desde filetes al ají, financiero, al ajo,  pasando por pescados y pastas. Por las caras de felicidad supe que todos los platos estaban exquisitos. Acompañamos con unas botellas de un delicioso ensamblaje de cuatro cepas (aegurando que combinara con todos los platos).

Después fue el turno de los ricos postres, ponderaciones, marquise de chocolate, flan al oporto, creme brulée y otros que no recuerdo. Un festín dulce ideal para la ocasión.

Tras unos ricos cafés expresos, tuvimos una larga sobremesa riéndonos de nuestras propias fotos y cuando ya tenían cara de siesta, les invité a caminar por el Parque. Nos fuimos en divertida procesión hacia el lindo Jardín Japonés, que varios no conocían. Bromas y recuerdos simpáticos nos acompañaron por un buen rato, hasta que la luz solar comenzó a disminuir y comenzamos el descenso hacia Santiasco.

Una parte del equipo debía atender sus exámenes en la universidad, asi que con los que quedaban y muy ganosos, los llevé al siempre disfrutable Café del Patio, a continuar la celebración.

En este último sitio, vivimos una constante rotación de contertulios, unos llegaban mientras otros se iban. Con los últimos dejamos cerca de medianoche el lugar tras nuestra extraordinaria jornada de celebración.

Viva el día de internet!!!

Biketrekking Embalse El Aromo : gran jornada

En marzo pasado me inscribí para este MounTainBike (MTB) en el lindo Embalse El Aromo, una promesa de bonitos paisajes y exigente itinerario de cleta.

No tuve muchas opciones de entrenamiento pero lo cortés no quita lo valiente y decidí que antes de enfrentar el despliegue de energía la mañana del sábado, debía darme un gusto energético la noche del viernes. Así, mi jornada de biketrekking se inicia en un pequeño pero gourmet lugar, Del Cocinero Bistrot en el sector de Pedro de Valdivia.

Elegí una mesa en la terraza, llena de extranjeros que gustan de la bohemia santiasqueña y partí con la usual botella de agua mineral que refresca mi garganta atribulada de largas jornadas laborales. La carta muy interesante, la hojeé en busca de pastas (comida indispensable para mi siguiente actividad) y encontré unos raviolones de albahaca rellenos de queso de cabra, que no dudé un instante en ordenar. Mientras solicité una copa de merlot (según conversamos con el mozo, la oferta en copas era harto mejor que las medias botellas disponibles), un Chateaux Los Boldos Reserva, de interesante cuerpo y especialmente ahumado, lo que me gustó de inmediato. Si bien el local es pequeño, llama la atención que los mozos sean tan poco proactivos, si no fuera por la calidad de la comida, nadie perdonaría el servicio.

El plato de ravioles, precioso, fue un manjar de sabores ya que no solo cumplía la promesa del queso de cabra sino que traía unos trocitos de nuez que quedaban magníficos en la combinación. Extasiado con los sabores, me entusiasmé  con un postre y elegí unas papayas rellenas con mousse de pisco sour, algo fresco y exótico. No me equivoqué, fue un cierre fantástico para mi cena previa al MTB.

Tras un sueño reparador, pasadas  las 7:30 horas me pasan a buscar y enrutamos hacia la quinta región con las cletas colgando en la parte trasera del vehículo. Tras diversas peripecias, logramos llegar media hora antes de la partida, con tiempo suficiente para embetunarnos con bloqueador solar (más de 25° celsius y totalmente despejado), adecuar nuestras cletas y ponernos en la línea de partida.

El circuito que recorrimos fue fantástico pero muy duro, muchas subidas y escalofriantes bajadas, demasiadas espinas (pinché dos veces), pero lleno de adrenalina. Fue increíble ese recorrido de 23 kilometros en medio de paisajes hermosos y flora silvestre. Cerca de dos horas de agotamiento delicioso para botar stress y todas las malas vibras que santiasco suele prodigar.

Una vez que estuvimos nuevamente juntos, entusiasmé a mi partner para ir a disfrutar de la quinta región y no costó mucho. Nos dirigimos hacia Con Con a comer empanadas en Las Delicias, empanadas de pino de locos, camarones con queso, aceitunas con queso y unas refrescantes chelas. Muy bien, pero como aperitivo, es que teníamos demasiado hambre!!.

Avanzamos por el hermoso camino costero y nos estacionamos en el restaurant Albatros (viejo conocido de mis tiempos horconinos) para disfrutar de la hermosa vista y comer como corresponde. No vendían ceviche, por lo que nos vimos obligados a saltarnos los pisco sours, luego pedimos albacora en distintas combinaciones y distintos acompañamientos, delicioso almuerzo que amenizamos con un fresco sauvignon blanc de Ventisquero en su temperatura ideal. Terminado el placer del almuerzo, no fue posible evitar pedir un postre, asi que uno de papayas para mi partner y unos panqueques celestinos para mi goce. Uuufff!!!

Nos vimos obligados a salir a caminar un rato, ya que con tantos placeres gastronómicos, literalmente no quedaba espacio ni siquiera para el aire.

En fin, tras una rica caminata bien conversada, volvimos al vehículo y retornamos a santiasco.  Gran día!!!!

Fin de semana en Puerto Montt: disfrutes al ritmo del sur

Hace ya varios meses que no había regresado a la X Región, un lugar que me llena de buenas vibras y muchos disfrutes. Como me gusta, sin ninguna planificación excepto el uso de internet para comprar pasajes y hacer check-in, me embarque en un avión en el atardecer de un viernes con destino a Puerto Montt, sin grandes planes pero con la convicción que sería un gran fin de semana.

No alcanzaba a salir del aeropuerto cuando me conecté con mi gran amigo al celular y estaba llegando a buscarme junto a su pequeño e inteligente retoño, Pedrito. Me recordaba muy bien y estaba feliz de poder jugar y pasear conmigo y su padre, como lo hemos hecho en otros tiempos.

Nos fuimos directo hacia la cabaña frente a la costa en el camino a la carretera austral, en donde se alojan este fin de semana y mientras llovía, comenzó la puesta al día mientras cocinábamos y bebíamos un buen vino. Una cena sencilla pero contundente, mientras saboreábamos historias, anécdotas y sueños, aunque también algunas penas, esas que nos hacen saber que estamos vivos y que seguiremos adelante a pesar de todo.

Cerca de las 3 AM el sueño me venció y fue hora de ir al sobre, con la idea de despertar temprano para una miriada de actividades que planificamos durante la animada conversación.

Al despertar el sábado, me llevaban ventaja, pues además de haber desayunado estaban conectados, padre e hijo, en un juego de estrategia combativa en la computadora. Sorprendente como los nativos digitales de 7 años se manejan en el ambiente y de forma intuitiva. Vaya cambios!!!

Mientras mi amigo llevaba a su hijo a una actividad scout, aproveche de bañarme, pasear un poco por la costa y tomar algunas fotografías. Un rato después, al regresar mi partner, partimos a la ciudad a hacer algunos trámites, partiendo por desayunar un buen café capuccino y una torta mixta deliciosa, para llenarme de energía matinal.

Paseamos un buen rato hasta que llegó el momento de ir a buscar a los chicos (se añade el hijo de la pareja de mi socio) y nos vamos a Angelmó a comprar insumos para cocinar un rico almuerzo. Filetes de salmón, merluza, queso maduro y aceitunas y nos vamos a la casa de la pareja de mi amigo. Una lluvia torrencial pero mucha buena onda me estimulan a ofrecerme de cocinero y me apropié de la cocina. Me encanta cocinar y era hora de probar una idea que tenía en mente, así que al puré de papas de Angol y las ensaladas que estaban disponibles, le añadí un salmón a la naranja y especias, que resultó genial. Gran almuerzo!!!

Más tarde nos fuimos a descansar y conversar a la cabaña, mientras seguía lloviendo a cántaros. Al atardecer, decidí que era hora de ir a disfrutar las mejores carnes de la región y nos fuimos a cenar al Cotelé. Maravilla de lugar, pequeño, sencillo y acogedor, atendido por su dueño es marca registrada. Tras elegir la carne y el tamaño en la misma mesa, pedir un buen vino y algunos acompañamientos, nos deleitamos con una cena de campeonato. Entre tanto disfrute, Pedrito se nos durmió, imagino cansado de tanto movimiento de energías. la noche comenzaba a despejarse y las estrellas maravillosas se dejaban ver poco a poco, mientras regresábamos a la cabaña a dormir.

Una mañana de domingo esplendorosa, con sol y buena temperatura, ideal para el ansiado paseo al parque nacional Alerce Andino. En esta oportunidad llevaríamos a los niños a revisitar al gran señor de la selva , un alerce de más de 3 mil años que marca un rito familiar fantástico, la muestra de lo que puedes llegar a ser. Lindo!!!!

Un largo trayecto en la 4×4 hasta una de las entradas del parque y luego una deliciosa caminata de varias horas, llena de aventuras y fantasías, cargando a los niños en nuestros hombros cuando se cansaban y animándolos a disfrutar la belleza y definir valores ecológicos y de sustentabilidad. Una alegoría maravillosa en cada árbol, recoveco, y explosiones de belleza natural que el parque regala por doquier. Recorrimos senderos llenos de lianas, árboles añosos, colecciones de hongos silvestres, copihues preciosos, cascadas de ensueño para finalmente llegar al gran señor de la selva, el gran premio. Un increíble alerce que sobrevivió solamente porque su veta no era adecuada para hacer tejas, asi es, se salvó del depredador humano tras miles de años de presencia solo porque no era útil.

Para el regreso, los niños cansados, nos transformaron en caballos salvajes y cada uno se montó en nuestros hombros para vivir una fantasía de emboscadas y guerrilla galáctica, a la cual nos prestamos gustosos. Gran aventura!!!

Una vez en la 4×4, debimos correr porque los minutos estaban en contra y mi avión de regreso saldría muy pronto. Con mucho hambre, pero contento hasta el hartazgo corrimos al aeropuerto, en donde me despedí hasta la próxima aventura en Puerto Montt.

11th Hour : la ética de la responsabilidad

Cuando supe que Leonardo Di Caprio produciría una película acerca del calentamiento global, me dio mucha lata pensar que hasta las buenas opciones del ser humano, del preocuparse por la sustentabilidad, el ecologismo y la vida se transformara en otro objeto del consumismo universal. Algo así como el consumismo ético en el cual inevitablemente debo reconocerme inscrito, pero con el malestar que mis opciones valóricas pueden caer en un nuevo nicho del sistema consumista.

No obstante lo anterior, la película documental es sorprendente no solo por su calidad visual sino por la contundencia de sus argumentos, la presentación de hechos concretos y el aporte de pensadores éticos que aún quedan en el mundo. Me gustó y la recomiendo a todos!!!

En este documental queda muy claro que más allá de la responsabilidad de los gobiernos, especialmente los depredadores del mundo como eeuu (en minúsculas claramente), la china moderna, japoneses y otros tantos, en donde ni Chilito se salva, entre otros lamentables desaciertos, con su política energética profundamente equivocada (Patagonia sin reservas ahora!!!!!); finalmente, todos, todos nosotros, tenemos responsabilidad en hacer o no hacer, nuestra opciones de cada día hacen la diferencia para el bienestar universal o bien cooperan en la destrucción de nuestra biósfera, de la vida y de nosotros mismos, no solo como individuos sino como humanidad.

Resalto el hecho que no son pocos los que piensan que finalmente nos destruiremos y la maravilosa naturaleza que hay en este planeta sabrá abrirse paso de nuevo. No se si ello debe alegrarme o entristecerme, pero tiene mucho sentido. La vida, que es mucho más que los humanos, se abrirá paso indeclinablemente.

Que lástima, si no estamos para disfrutar el filete prodigioso que es la naturaleza.

Vean www.11thhouraction.com para más detalles

Curso de Montaña : examen y disfrute

Como en cualquier curso, llega el momento en que hay que mostrar que se ha aprendido y que se han cumplido los objetivos.

Mi autoevaluación, previa a esta jornada, ya era positiva pues aprendí muchas cosas y las más importantes fueron regalos especiales. Aprendí a revalorar al ser humano, ese que en contacto con la bella naturaleza es auténticamente feliz, a pesar de la precariedad que puede suponer la vida de campamento o el esfuerzo físico que exige la montaña. Aprendí del compañerismo, la solidaridad, la sana alegría de compartir una noche estrellada o el agua de una misma botella. También aprendí mucho más del trabajo en equipo, en donde cada cual opera según sus capacidades y obtiene según sus verdaderas necesidades. Gran experiencia.

Partimos casi de de madrugada el sábado, los 10 alumnos convocados, con rumbo al sector de El Toyo, en el Cajón del Maipo. El punto de reunión fue la plaza de san José de Maipo. Junto a mi cordada, Francisco y Kosta, aprovechamos de buscar un temprano desayuno y terminamos comiendo empanadas de pino recién horneadas. La montaña me da hambre. Glup!!.

Una vez que arribamos al lugar de destino, comenzó el primer desafío, hacer cruzar las mochilas sobre un río usando una tirolesa. Estuvo interesante y casi risible porque la cuerda que teníamos disponible era dinámica, por lo que por más que la tensamos igual «guateó». En todo caso, tarea cumplida.

Siguiente parada, dejar equipamiento y sentarnos al examen escrito. Un típico examen de la Escuela Nacional de Montaña, que aparentemente nos fue bien a todos. Cierto que si, Rodney?

A medida que terminábamos, las cordadas comenzamos a armar el campamento ante la atenta mirada del instructor (imagino que evaluó cada detalle de lo que hizo cada equipo). A continuación, un breve tiempo para almorzar. En ese contexto, hervimos agua y cada cual se preparó un «tres minutos» (la maravilla de un plato completo que queda listo echándole agua caliente). Por supuesto, que aprovechamos de comer unos ricos sandwiches de lomito con palta que preparamos con pan pita y degustar unas ricas aceitunas. Terminamos disfrutando unos postres de frutas picadas en almibar.

Continuamos con una clase extra, escalamiento en cuerda y práctica de rapel. Fue genial ver aplicados los conocimientos de nudos ya adquiridos para poder elevarse o descender con muy poco esfuerzo y en forma segura, con ayuda de cordines y nudos especiales. Notable!!

Siguiente evaluación, una «gymkana», una prueba contra el tiempo en que la planificación estratégica de cada cordada y las habilidades de sus miembros se pondrían prueba. Cuando llegó nuestro turno, partimos corriendo con la cuerda a cuestas hasta el lugar en que usando un anclaje en un árbol, debíamos descender en rapel una pared del cerro, recuperar la cuerda y doblarla correctamente, luego correr por la ribera del río (en semipenumbra, pues ya atardeció) hasta un punto en que estaban los piolet esperándonos para que subieramos un empinado tramo, previa carga de agua desde el río. Ya arriba, dejamos los piolets y corrimos al lugar en que se encontraba desarmado un anafre de combustible líquido. Armar, ecender y hacer hervir el agua. Concluido ese acto, correr a otro punto para armar una carpa y finalmente desarmarla. Uff, 39 minutos tardamos en hacer todo. Excelente prueba!!!.

Concluida la primera jornada de evaluación, hora de cenar. Como teníamos bastante hambre, juntamos ingredientes diversos y cociné un rissotto muy peculiar, con verduras al que añadí salame italiano, chorizo español, corte de aceitunas negras y finalmente, en el extremo «cerdo», queso mantecoso. Quedó exquisito y no alcanzamos repetición. Amenizamos el aperitivo con unos choritos en aceite vegetal y aceitunas rellenas con anchoas. Cenamos alrededor de una fogata que armamos con restos de ramas secas y a la comida siguió una larga tertulia iluminada por una maravillosa luna llena. Que maravilla, que maravilla.

Domingo las 7:15 salimos de la carpa a buscar agua y preparar desayuno rápido, pues a las 8 seguía el examen. Partimos al cerro, piolet en mano, cordines y otros posibles artefactos que adivinamos podríamos requerir. Rodney eligió un acarreo de material arenisco durísimo para que realizaramos una práctica de ascenso con técnicas de marcha. Al principio, aterrador. era como pisar hielo asi que el temor de rodar cerro abajo tenía sustento. Sin embargo, golpeando con los cantos de las botas, haciendo escalones con la pala del piolet y usando lo aprendido, todos pudimos ascender y luego disfrutar el deslizarnos, en forma segura timoneados con el piolet, cerro abajo. Pero no era la prueba, el instructor solo estaba validando que seríamos capaces de hacer la prueba que seguía. Nos llevó a un acarreo idéntico pero mucho más grande, en donde debimos usar todas las técnicas tanto de marcha como de autodetención. Fue un gran esfuerzo, ya que Rodney se aseguró que las caídas fueran «reales». De hecho, me obligó a repetir mi caída para que fuera muy real. Algunas heridas en el cuerpo quedaron como medallas del trance.

Empolvados hasta los dientes, solo quedaba ir a zambullirse al río. Delicioso, frío pero indispensable. La última prueba, fue una maratón de nudos con cronómetro. Que estresante!!!

Cansados y hambrientos, solo me quedó influir para que desarmaramos rápido el campamento y fueramos a una picada a comer y celebrar. Lo pasamos fantástico, un grupo alegre, buena onda y de valiosas personas.

Gran final para un gran curso.

Eclipse total de luna : un regalo para disfrutar

En marzo del 2007 se produjo el anterior eclipse total de luna, un evento magnífico que pude observar sin dificultad, sin necesidad de equipamiento ni precauciones, un regalo de la naturaleza simple y hermoso.

Hoy se verá el último eclipse lunar total de esta década, ya que el próximo será a fines del 2010. Quien sabe si podremos verlo.

Pasadas las 22:40 horas se comenzó a notar la sombra que la Tierra proyectó en la hermosa luna llena de esta noche. Para ese momento ya me había preparado un buen lugar de observación, la ventana al oriente de mi departamento, con jazz suave, cigarrillos y un buen ron. Tengo el privilegio que aún no construyen nada que me impida ver limpiamente en esa dirección y tampoco hacia el sur (quizás por ello me resisto a abandonar este refugio, la vista es verdaderamente notable).

Ya son las 22:53 y la pequeña mancha que por abajo y a la derecha comienza a crecer en la luna, indica que el proceso es irreversible, habrá eclipse y en poco tiempo el plateado brillo de la luna pasará a ser un agujero negro en la noche. Pienso irremediablemente en que tras esta creciente oscuridad se encuentra el relampagueante sol, el cual detrás de nuestro planeta está provocando este fenómeno. La metáfora que me provoca es la de alguien demasiado luminoso que al posicionarse en nuestra vida termina por obscurecer lo que vemos y a pesar de ello, es hermoso y lo disfrutamos. ¿cuántas veces nos puede ocurrir que incluso la obscuridad, lo que no podemos ya ver o lo que se ha desaparecido, nos parece un acto hermoso solo porque existe ese sol? Una cópula de luz con un resultado oscuro y temporal pero al mismo tiempo tremendamente disfrutable.

23:20 horas y ya más de un cuarto de luna se sumerge en las sombras. Recuerdo el día en que conocí mi sol personal, enceguecido solo iba morir calcinado en su fuego, hasta que vino la luna a auxiliarme. De hecho en septiembre 2007, tomé verdadera consciencia de lo que me sucedía cuando se produjo el último eclipse solar parcial, allí la milagrosa luna tapó el sol y pude ver (con algo de ayuda) que existía y cuán potente era ese sol. Tierra, Sol y Luna intrincadamente unidos en mi vida.

Casi tres cuartos de la luna están en las sombras y aquí sigo mirando y escribiendo, más que todo pensando, fumando y de vez en cuando bebiendo mi trago regalón. Extraño sus eclipses en mi corazón y al mismo tiempo, disfruto que todo sea natural. Son los ciclos de la naturaleza, los que con el exceso de conocimiento arrebatamos de sorpresa y misterio. Quien dijo que nos debe interesar saber cuando habrá otro eclipse??

Me muero de sana envidia pensando en los compañeros montañistas que en Piuquenes están fotografiando este eclipse y que hicieran tempranamente una invitación a acompañarles. Puchas, a veces me pesa el haber dejado de manejar un vehículo.

El tono rojizo que a las 23:40 horas toma la luna, es un buen momento para escuchar a Elliott Smith y su hermoso tema Angel in the Snow. No se cual es la conexión, pero su lírica es perfecta en este momento. La luna ya casi es solo sombra, pero sigue ahí, café y con un bonete plateado, un redondo brownie con crema.

23:54 horas, pocos vehículos pasan por mi calle. Sospecho que el festival de viña tiene muchos adeptos, como para perder una noche rica de verano frente a la tele. La crema en el brownie de la luna casi desaparece y la sombra cada vez es más rojiza. Se consuma poco a poco el ocultamiento.

Medianoche, disfruto un cigarrillo mientras compruebo que ya no existe la luna como tal, tampoco el sol, solo la sombra extraña y misteriosa de una bola rojiza en el cielo de Santiasco.

15 minutos del día 21 de febrero y mientras solo sombra es la luna me pregunto lo mismo que esa hermosa canción Soul meets body de Death Cab for Cutie y es silencio, eclipse total.

00:30 horas, entre la luna y youtube, sigo la introspección, la luna oculta y Alejandro Filio canta Caminábamos, que linda poesía y que luna.

A 50 minutos y algo más de este jueves 21, se termina el eclipse lunar. Acabo también de encontrar un buen cantautor para cerrar el disfrute, se trata de Nick Drake. De culto!!

Linda experiencia de media semana, tendré que esperar hasta el 2010 para repetirla.

Intentando La Leonera : buen aprendizaje

De un tiempo a la fecha, he estado relatando mis aventuras de novato en la montaña, especialmente con los entretenidos miembros del Club Los Malayos (http://www.malayos.cl/).

Este fin de semana, ibamos a intentar subir nuevamente el Cerro La Leonera (justo al lado del Cerro El Plomo), para lo cual nos juntamos el sábado pasadas las 9 de la mañana (por suerte no fue de madrugada esta vez) en Plaza Italia.

Tras una espera mediana, llegamos 8 personas al encuentro. Tres chicas y el resto varones, todos entusiastas deportistas de fin de semana. Esta vez nos embarcamos en un transporte escolar (una metáfora del proceso de aprendizaje, no creen?) y tras un par de horas de viaje llegamos a la parte más alta de La Parva, cerquita del último andarivel.

Allí, tras embetunarnos de bloqueador solar y poner nuestras mochilas en la espalda, iniciamos el largo camino hacia La Leonera.

No bien habíamos pasado el primer gran desafío, un ascenso por un cerro de acarreos desafiante, comenzó a sentirse un viento helado muy fuerte. Nos acompañaron las ráfagas gélidas casi todo el camino, mientras en el cielo se movían presurosas muchas nubes oscuras. Todo me hacía sentir que pasaba algo distinto a mi anterior incursión. Tuve que detenerme para abrigarme, ya que el frío se hacía notar. Me agregué dos capas de ropa y continué la travesía.

Poco rato después, el viento era tan intenso que hasta perdí el equilibrio un par de veces. La visibilidad se disminuyó ostensiblemente por la bruma que pasaba entre nosotros con gran rapidez. Sin amilanarnos continuamos hasta que nos acercamos a la explanada de Cancha de Carreras, en donde haríamos campamento.

No habíamos alcanzado a acomodarnos, apenas armada la carpa con mi cordada (mi simpatiquísimo compañero peruano Clever) cuando se puso a nevar. La verdad se puso muy helado y a pesar que había averiguado (internet mediante) que la isoterma cero estaría a 3.700 metros, no imaginé que el frío sería un gran tema en esta excursión. Estabamos en ese lugar a 4.200 metros de altura aproximadamente, nevando copiosamente y salvo las carpas, nada en donde protegerse.

En menos de una hora, el frío ya me hizo sentir insignificante, pues todo lo que yo había aprendido de capas de ropa y materiales técnicos se fue por la borda. Tenía puesto TODO lo que llevaba y estaba muerto de frío. Lo que vendría a entender mucho después que hay ropa y hay ropa, en buen chileno, malgasté dinero en ropa técnica de promesas y no realidades. (me dan ganas de hacer un pasquín denostando algunas tiendas, pero debo aceptar que la compra de un ignorante es tan mala como la venta de un embaucador).

Me metí en la carpa buscando guarecerme de las ráfagas de viento y allí comencé a comer frenético, necesitaba calorías pues la naturaleza, veleidosa, me las robaba con cada arremetida de viento. Lo cierto, es que guardando la calma con ayuda de mi mente entrenada, decidí abordar con humildad el trance. Terminé de comer, ejercité mis músculos buscando generar calor y me metí en mi saco para -20°c. Resultó tan decepcionante como un comercial, pues mis pies estaban helados, mis manos también y la sensación que me inundaba es que me estaba congelando. La temperatura exterior marcaba -4°c, pero con el terrible viento, la sensación térmica, era claramente mucho menor, quizás unos -15°c. Según algunas tablas que he consultado es posible que haya sido peor, pero para el caso, pague con creces mi ignorancia.

Fue una noche terrible, las ráfagas de viento levantaban la carpa y amenazaban en cada segundo romper o llevarse la carpa, nuestra pequeña guarida. Mi compañero se quejaba de frío y yo por pudor no dije nada, pero me moría de frío. Frotaba mis pies y manos tratando de generar calor y si bien lo conseguía, no duraba más que unos segundos. Varias veces durante esta noche vientos terribles, pensé que la carpa se hacía trizas y quedábamos botados en la noche para ser candidatos de una hipotermia galopante. Fue heavy.

Cerca de las 5 de la mañana, hora acordada para iniciar el ascenso a La Leonera, me di cuenta que era un suicidio salir y simplemente ignoré el tema, tal como lo hicimos casi todos. Como siempre hay alguien mejor preparado que estaba en condiciones de asumir el desafío, pero en este caso, estuvo solo en el proceso (lo siento por el gran malayo y amigo Hernán).

Cerca de las 7:30 horas somó el sol, más bien se sintió su agradable calor y decidí interrumpir mi insomnio gélido y salir fuera de la carpa. me puse a caminar y de a poco a entusiasmar a los demás a que tomáramos un buen y caliente café. Con buen ánimo y grandes ojeras, fueron saliendo todos de sus carpas y poco a poco, la noche quedó atrás y pudimos desayunar y bromear acerca de la tormenta en la cual estuvimos metidos esa noche.

Alrededor de las 10:30 horas desarmamos campamento y decidimos alcanzar a nuestros compañeros malayos que ascenderían domingueramente el cerro El Pintor. Así que caminamos y llegamos a tiempo para disfrutar una dieta malaya en la cumbre de El Pintor como corresponde. Deliciosos alimentos gourmet y mejor onda, para cerrar un capítulo que mejoraba ostensiblemente con el paso de las horas.

Aprendí mucho de esto, enfrentados a la naturaleza no somos nada, ropa técnica mediante (siempre que sea verdaderamente de calidad) podemos soliviantar algunos aspectos, pero al final, solo compensamos y tratamos de adivinar lo que en la profundidad es propio de la naturaleza que nos rodea. Nuestra soberbia tiene demasiados límites ante el universo poderoso de la montaña.

Con profunda humildad, espero estar mejor preparado para la próxima vez. Aplicaré de verdad algo que me enseño una persona increíble, no existe el frío, solo la mala ropa.

Cerro La Leonera : dicen que es fácil

Con un cordón montañoso único en el mundo, Santiago ofrece increibles opciones a la hora de hacer algo de montañismo. Este fin de semana, fui invitado a ascender un cerro de la categoría 5.000 metros.

Me levanté a las 6 de la madrugada del sábado ya que a las 7 me pasarían a buscar. Como era una novedad en mis carretes, asumí casi todos los consejos de mis amigos más experimentados, aunque con las limitaciones de mi escaso equipamiento y algunos prejuicios personales (como por ejemplo, nunca tanto frío). Cargué alimentación adecuada para el esfuerzo, ropa, utensilios y buena onda (era un viaje a lo desconocido).

Con cuatro participantes en la camioneta, nos dirigimos hacia los centros invernales de Santiago (Farellones, La Parva, etc.) y subimos en la 4×4 hasta el último andarivel, en donde estacionamos. Un día que prometía bastante calor. Tras unos minutos de espera, se juntó un grupo de 15 montañistas, la mayoría de los cuales pertenecientes al Club de Los Malayos (ya les conté sobre ellos).

Tras los saludos de rigor, cargamos en los hombros nuestras mochilas. La mía pesaba más de 20 kilos, mucho más que cualquiera de mis otros paseos. Pero bueno, siempre hay una primera vez, sobretodo si llevaba una carpa y suficiente agua para cubrir mis necesidades de hidratación que son bastante más que las del resto (la hiperhidrosis me pasa la cuenta).

La caminata hacia Cancha Carrera fue fulminante para mi cuerpo, aunque hicimos un tiempo impecable a pesar del ardiente sol que nos acompaño. En el punto en que confluyen las rutas hacia el Cerro El Pintor y al Cerro La Leonera, nos detuvimos a almorzar pasadas las 14 horas. Estuvo exquisito, incluso con un temblor bastante fuerte que se hizo sentir mientras estábamos en el lugar.

Seguimos hacia el lugar en donde haríamos campamento a 4.200 metros de altitud. Allí empezó a flaquear la fortaleza física pues el dolor de cabeza mío y de varios compañeros se hizo notar. La puna comenzó su trabajo.

Armamos campamento y nos dispusimos a preparar una temprana y potente cena. Contra todas mis definiciones personales, cenamos antes de las 19 horas y con un sol a todo dar. Como sea, cerca de las 20 horas, casi me averguenzo de comentarlo, me metí a mi carpa y me dispuse a dormir.

Falso, no dormí nada. Cometí un gran error y dejé los sacos de dormir con la cabeza más abajo que los piés (terreno de cerro no?) y luché toda la noche con el frío (tenía puestos 3 camisetas, un polar, un gorro de lana y dobles calcetas en los piés, además de los pantalones y mi saco para -12 °c) y el ahogo (la sangre se iba a mi cabeza y como hay poco oxígeno, lo tomaba todo y mis pulmones reclamaban con la sensación de ahogo). A alguna hora de la madrugada, me di cuenta de ello y con el implícito permiso de mi cordada (mi compañero de ascensión), di vuelta mi saco y creo que dormí diez minutos, ya que a las 4 de la madrugada sonó mi despertador. Bueno, la inexperiencia se paga, así que me puse un cortavientos, mis botas de montaña y salí de la carpa al espectáculo de una noche estrellada maravillosa (¡ en Santiasco!). Fue divertido ver mi mochila congelada en las afueras de la carpa. Armamos un desayuno potente con nuestras linternas de cabeza (sin ellas no se ve nada) y pasadas las 5 de la madrugada salimos rumbo a La Leonera. En el proceso quedaron algunos apunados en el campamento y el resto, le dimos con todo hacia las alturas.

Tras más de 3 horas de incesante ritmo, llegamos a la cumbre de La Leonera, increíble. Subí con mis dedos de manos y piés congelados, que desagradable sensación, pero no podía hacer nada excepto usar mi mente para obligarlos a moverse. La verdad es que casi no me di cuenta que había llegado a la cima, hasta que comencé a recibir abrazos de felicitaciones. Que lindo, cada logro en la montaña se celebra como si fuera único, me emocioné con la simpleza del gesto y la profundidad de los significados. Cada cual llega por su propio esfuerzo, no hay otra forma. Me tomaron algunas fotos que espero recuperar para recordar la emoción de ese momento. Es increíble el espectáculo de las grandes montañas observadas desde la altura. Hasta se veía el Aconcagüa.

Tras unos 20 minutos en la cumbre, el sol estaba muy fuerte y además comenzó a llegar una delegación de montañistas de la UC, no cabían todos así es que comenzamos el descenso.

Retornados al campamento, me volvió el dolor de cabeza (raro, pero solo me ocurrió en ese lugar), así que con un remedio personal basado exceso de hidratación y alimentación finalmente solucioné el problema. De paso, recuperé la sensación de tener dedos en manos y piés.

Decidí preparar el regreso, desarmando carpa y ordenando mochila y apenas terminaba, cuando una nueva sorpresa apareció, se puso a nevar!!!!.

Bajamos en medio de una increíble nevazón, hasta encontrarnos con una delegación de Los Malayos que habían subido El Pintor y nos esperaban con una dieta Malaya, agua mineral, café de grano y turrón uruguayo. ¿quién desea más?. Me encantan Los Malayos.

Continuamos el descenso y aproveché un largo tramo para hacer surfing en rocas, es decir, deslizarme por una ladera de acarreo como si surfeara, es increíble, aunque anoto dos caídas divertidas y una con resultado de una herida en mi rodilla derecha. Además de mi cara quemada a pesar del bloqueador solar.

Gran fin de semana, mi primer 5.000 (aunque realmente es un poco menos) y una experiencia deliciosa de compañerismo, naturaleza y buena onda. Salvo por el hecho que me duele todo, no fue tan difícil……. ufff