Carl Winther Trío : una delicia de jazz

Estaban próximos los días en que mi querido lugar de jazz, Thelonious, cierra pues Erwin el poeta mentor y gran anfitrión del lugar, toma sus vacaciones. Como casi siempre ocurre,  se despide con algún filete musical y por lo tanto esta noche estaba asegurado el disfrute.

Proveniente de Dinamarca, Carl Winther es un joven y talentoso  pianista y compositor. Con muchos pergaminos bien ganados, se hace acompañar en esta ocasión por el gran René Sandoval en contrabajo y un concentrado Juan Pablo Jaramillo en batería.

Desde el comienzo, muestra la calidad que su fama le precede tocando piezas deliciosas que hacen enmudecer al público en la sala. Llama la atención el grado de sintonía con los músicos chilenos que le acompañan y a medida que pasa el concierto, el juego de la improvisación se hace definitivamente virtuoso. Por momentos, me parece que hace esos juegos de compases que tanto disfruto cuando escucho a E.S.T., mi grupo de jazz preferido.

Una sesión de jazz de lujo, con dos salidas al escenario que registré con mi cámara para compartir el disfrute.

 

Tributo a Thelonious Monk

Cuando supe de esta sesión de jazz dedicada al tributo al maestrísimo Thelonious Monk, no pude resistir incluirla en mis paseos filetes.

Me desplacé a la hora precisa para llegar a mi lugar preferido. Minutos antes del show para pedir un exquisito sandwich de churrasco, palta, tomate, mayones y alcaparras en baguette francés y mi trago favorito, ron añejo y coca light.

El show comienza y los maestros, Mario Abagliati en guitarra, René Sandoval en contrabajo, Sebastián Jordán en trompeta y Julio Denis en batería, hacen su trabajo de maravillas. Temas clásicos y esa selección de obras maestras del incomparable Monk hacen notable la sesión.

Jazz del bueno y una concurrencia fanática del filete, hacen pasar el tiempo de manera deliciosa. Siempre me pregunto de donde saca aire Jordán para mantener sus notas o como Sandoval hace parecer tan fácil el ritmo que imprime al contrabajo. Misterios de la música y el virtuosismo.

Cada noche de jazz me llena de nostalgias, de muchos recuerdos, tengo anclado en mi corazón el buen jazz a un amor imposible. Sospecho que eso me trae de vuelta una y otra vez a disfrutar de la música y beber compases de la milagrosa creación que el ser humano es capaz de hacer.

Valió el esfuerzo el trasnochar una vez más.

Pat O’Leary : bajista excepcional

Llegué a ocupar mi mesa reservada en Thelonious al momento en que los músicos ensayaban. Esperaba que estuviera lleno considerando la presencia del talentoso Patrick, pero el síndrome del lunes de Santiasco resta mucha gente de buenas opciones de disfrute musical y esta fue una de esas.

La conformación de la banda de chilenos acompañando a O’Leary auguraba un buen espectáculo. Gonzalo Palma al piano en su habitual estilo tranquilo y preciso, el hiperkinético Alejandro Espinoza en batería y el divertido René Sandoval en el contrabajo. O’Leary traía su sorpresa bajo el brazo, tocaría con un violoncello de Christian Galvez (el mejor bajista de Chile). Que extraño ver tocar un cello como si fuera un contrabajo, es increíble.

Ninguna pauta, unos pocos acordes tarareados o un nombre de tema y ahí vamos, se largaban al unísono con perfección en temas deliciosos del jazz. Bromista, Pat se autopresentó como Patricio cuando hizo la presentación de la banda, en un limpio inglés.

Tocaron por casi una hora y luego a un breve descanso. Varios amigos del músico norteamericano se hicieron presentes y las tallas iban y venían. Parecía que me encontraba en un bar neoyorkino o de San Francisco confundido en una animada fiesta de amigos.

El virtuosismo puso la nota alta, cuando me pidieron mi lápiz prestado y Patrick escribió unas cuantas notas en una pequeña hoja, la que luego cortó en dos pasando una parte al pianista y otra al contrabajista. Un par de minutos después estaban tocando un tema como si siempre lo hubiesen hecho juntos, mientras Pat sacaba sonidos notables al cello. Qué magnífica función!!!

Vibrante jornada de jazz la que se prolongó hasta pasadas las 2 de la mañana.

Quinteto Colectivo: deliciosa sesión de jazz

Esta sesión de jazz prometía mucho. Varios maestros partiendo por Sebastián Jordán en trompeta, el incomparable Agustín Moya en saxo tenor, seguido por René Sandoval en contrabajo y Carlos Cortés en batería, todos ellos acompañados por un músico que siempre me sorprende, me refiero a Rodrigo Dañobeitía, en guitarra. Low profile, es su marca.

Salvo excepción, los temas que tocaron esta noche le pertenecían a Agustín Moya (como te exiges!!!!) y secundariamente a Sebastián y otros autores.

Una sesión virtuosa, llena de desafíos musicales, que nos hicieron enormemente disfrutable la sesión. Cuando comenzaba la segunda parte, un visitante furtivo Felipe Riveros se apareció y fue abducido por la banda, le pasaron la pauta musical y en menos de nada, los acordes de piano comenzaron a alimentar la tocata. Fantástico, cada acorde de piano hizo un milagro en el disfrute de esta noche.

Este Sexteto casual, es una maravilla, preciosa noche!!!!