Volcanes en Atacama: una experiencia increíble

Como es habitual, planifiqué una experiencia total  para octubre, un mes especial para cumplir los objetivos del año. Con mi gran amigo polaco Zdzislaw nos propusimos ascender volcanes de Atacama por unos cuantos días de vacaciones y comenzamos con meses de anticipación definiendo objetivos y condiciones para cumplir nuestros malayos sueños de cumbres.

Embarcados en un vuelo de LAN, llegamos  a Calama y luego nos trasladamos a San Pedro de Atacama a un Hostal (Casa Adobe) que sería nuestro centro de operaciones. Si bien habiamos planificado el viaje para dos, un afortunado evento nos haría parte de una expedición con una compañía de primera, Krzysztof Wielicki y su compañera (Cathy) serían parte de nuestra aventura (Krzystof  Wielicki vino invitado al programa del festival de montaña BANFF 2010).

Wielicki es una leyenda del montañismo, desde el año 1980 este polaco ha subido en solitario y en invierno las cumbres de los 14 ochomiles del mundo. Un honor mayúsculo que casi nos daba susto y que bien merecería un título de doctor honoris causa del Club Malayos para Krzys.

El primer ejercicio fue el ascenso del volcán Lascar, una experiencia fallida ya que literalmente nos enterramos en la arena con una camioneta que no era 4×4 (aprendizaje: jamás arrendar algo distinto a un 4×4). La señalización  claramente era equívoca y nos internamos en un banco de arenas que nos dejó varados a 4 mil metros.

En definitiva, tuvimos que acampar a 4.100 msnm para finalmente en el frío de la noche admirar la belleza  de un cielo maravilloso. Cocinamos y bebimos un rico vodka con coca cola para pasar el frío e irnos a dormir.

A las 2:30 AM, Wielicki y señora decidieron que era una buena opción para subir el Lascar y nos invitaron al desafío. Pero sabíamos que el desnivel era muy grande y el frío terrible. Tras unas horas ellos volvieron al improvisado campamento y nosotros nos sentimos menos miserables por no haber ido.

Desayunamos abundantemente y aclaramos que la única opción era caminar hacia el pueblo de Talambre en donde quizás podríamos conseguir una camioneta para poder remolcar la nuestra. Efectivamente, por un precio algo excesivo conseguimos una camioneta 4×4, pala y tablas para poder sacar nuestro transporte de la arena. En el intertanto, decidí visitar la quebrada de Talambre, a unos 7 kms de distancia. Con bastante esfuerzo (caminando bajo el implacable sol)  logré alcanzar a un grupo de investigación universitario que me antecedía (un artículo que aparecerá en el perjurio), ellos con preocupaciones científicas y movilizándose en camioneta   y yo solo disfrutando a pié). En definitiva,  pude ver hermosas representaciones de los animales de caza de la época,  muchos vestigios de vida y cultura, Varios kilometros de vivencias, unas increíbles muestras de esos pueblos originarios. Dejé registro fotográfico de esto.

Rescatada nuestra camioneta, volvimos a San Pedro y nos propusimos alcanzar nuestra meta al próximo día.  Efectivamente a las 4 AM partimos los cuatro  hacia el volcán Lascar, casi tres horas de acercamiento hasta la base de esta linda montaña y luego a caminar.   El olor a azufre de las abundantes emanaciones del volcán no fueron impedimento para nuestro periplo, aunque el frío derivado del persistente viento nos obligó a abrigarnos con todo lo que llevábamos. En esta ascención nos dimos cuenta que hay estilos diferenciadores. Wielicki y señora, dejaron todo su equipaje en el cráter y enfrentaron la cumbre sin nada, mientras nosotros seguimos apegados a nuestras mochilas. Ellos llegaron a la cumbre y bajaron de inmediato, una fórmula distinta a los malayos, ya que para nosotros cada cumbre es fuente de disfrutes compartidos, un gran evento malayo.

Volvimos a San Pedro de Atacama, para preparar nuestra siguiente aventura. el ascenso al Sairekabur, un lindo cerro de casi 6 mil metros (en la literatura va de 5970 a 6040 msnm), que más allá de toda consideración nos desafiaba de todas maneras. Para esta ocasión, nos acompañaría solamente  Cathy, compañera de Krzysztof, ya que él predijo que no iría porque debía asegurar su presentación de ese día en Banff, una verdadera admonición como veremos.

El ascenso al Sairekabur fue muy dificultoso por su compleja aproximación de rocas y el viento persistente que nos llevó a temperaturas bajo los 20 grados bajo cero. Una vez alcanzada la cumbre, regresamos a la camioneta que nos esperaba a 5.600 msnm y que como Wielicki intuyó nunca partió.

Tras varias horas de espera,  un amigo de nuestro guía llegó al rescate (con las piernas congeladas) y con ideas absurdas como empujar la camioneta hasta donde había quedado su vehículo (a más de 40 minutos caminando en bajada). En concreto, después de empujar la camioneta por más de 5 km, llegamos a la conclusión que lo único razonable era abandonarla y llegar lo antes posible al vehículo habilitado para bajar de la montaña antes de congelarnos.

Si bien salvamos de buena forma, bajando de la montaña apilados 8 personas en una cabina para 4, es destacable que el buen humor y la buena onda hicieron posible este regreso.

Krzysztof estaba endemoniadamente molesto cuando regresamos, después de todo su mujer estaba desaparecida por muchas horas (todo el día). En fin, llegamos a San Pedro, con la musculatura  adormecida y el alma reconfortada.

Para rematar las últimas horas de estas vacaciones decidimos que a pesar que no podríamos subir el volcán Licancabur, el sueño de mi polaco partner, iríamos a ver el entorno (los imprevistos lamentablemente nos robaron dos días). Así que muy temprano pasamos a Bolivia, a la reserva nacional Eduardo Avaroa con nuestro fotográfico objetivo.

Apenas instalados en el refugio, salimos a pasear. Caminamos por el borde de la laguna blanca, disfrutando la belleza del altiplano y del vuelo esquivo de las aves, para ir aproximándonos a la laguna verde, en sus dos verdes sabores encantando el maravilloso entorno de cerros y perfiles montañosos. Cada pisada crugiente en ese salar fue  un impulso neuronal en mi mente, belleza y silencio que se agradece.

Al regreso en el  refugio, cocinamos una deliciosa cena a la que Don Macario, el gran señor del Licancabur, se sumó gustoso. Terminada la cena, salimos al frío para disfrutar el espectáculo de millones de estrellas en un cielo perfecto, una belleza ininterrumpida por nada, silencio y oscuridad total, maravilloso!!!!!

Al siguiente día iniciamos el regreso con el regocijo marcado en nuestro cuerpo y mente. Unas vacaciones excepcionales!!!!!!

MTB San Pedro de Atacama : nuevo disfrute

A comienzos de septiembre me enteré que se realizaría por primera vez una competencia de mountain bike (MTB) recorriendo los hermosos parajes del desierto alrededor de San Pedro. Fue demasiada la tentación y me inscribí.

Mi plan era muy simple, aprovechar el recorrido para tomar fotografías y disfrutar del extraordinario paisaje de la zona de San Pedro. Tras resolver diversos aspectos logísticos (viajar con la cleta en avión es todo un tema), me embarqué en la tarde de un viernes y ya pasadas las 17 horas me encontraba almorzando rico en La Casona, un buen lugar de San Pedro.

Despues de dar unas vueltas por este pintoresco pueblo que ya había visitado un par de años antes, me fui al hostal a preparar mi cleta y mis provisiones para el recorrido MTB.

Hacia las 20:30 horas, arriba de nuestras cletas nos fuimos al hermoso hotel Kunza, ubicado en las afueras de San Pedro. Allí nos esperaban los organizadores para darnos las instrucciones de la competencia, repartir las tricotas y comer una tallarinada (indispensable carga de carbohidratos para tener la energía requerida en la mañana del sábado, día de la carrera).

La sorpresa fue mayúscula pues no era una simple tallarinada, era un festival de platos con masas exquisitas, lasagna, ñoquis, tallarines y lo que más me gustó, unos fettuccinis con camarones y palta. Mmmhhhh, que rico!!!!!

Como los bebestibles eran solo bebidas, compramos una botella de buen vino merlot que elegí y que fue la delicia de todos (aunque hay fanáticos que solo beben agua). Una vez alcanzado el éxtasis (hartazgo dirían otros), nuevamente en nuestras cletas, cada cual a su lugar de hospedaje.

La mañana del sábado comenzó temprano, ya que había que asegurarse de todos los detalles y asegurar llegar al punto de partida en la plaza de San Pedro a la hora adecuada. Allí se había armado un conjunto de arcos inflables enormes para constituir la zona de partida y la meta para el regreso de los casi 100 cleteros.

Un mar humano de participantes echándose bloqueador o haciendo estiramientos o simplemente conversando, muchos turistas curiosos y también niños, ya que mientras estuvieramos en el recorrido, estaba planificado un circuito con los pequeños en cleta. Que linda iniciativa!!.

Ubicados en la partida, debimos seguir a la camioneta del juez hasta un punto en las afueras en donde ya se podía comenzar a correr. Fiel a mis planes me fui tranquilo y cada cierto rato me detuve a tomar fotografías. Sin embargo, tras unos kilómetros, me di cuenta que el paisaje no era tan fotogénico, mucha tierra, cerros de arcilla y sal que se repetían. Comencé a dudar de mi idea.

El panorama comenzó a hacerse un poco más complejo cuando debimos cruzar como 15 veces un brazo de río donde al menos la mitad de las veces nos obligaba a cargar en los hombros la cleta y cruzar con el agua hasta las rodillas. Uhhh, se pudo interesante la cantidad de barro que llegué a tener hasta en las orejas.

En fin, abandoné por un buen rato la fotografía y me puse a correr a todo lo que era capaz y ya como en el kilómetro 20 había una primera estación de suministro con vasos de agua y gatorade (muy malo, estaba insípido). De ahí en adelante decidí beber de mi camelback.

Un punto interesante fue más adelante cuando debimos cargar las bicicletas y subir como 50 metros por un cerro. En cada paso, me hundía en la arena y piedras, era un acarreo infernal. Arriba encontramos un segundo puesto de suministros, que en realidad solo usé para comer trozos de fruta y estirar las piernas. Tras eso, una bajada vertiginosa con mucha arena que hacía perder el equilibrio, uhhhh miedo, pero bueno, yo había elegido hacer esto y estaba disfrutándolo.

Mucho más allá tocó pasar por un túnel, un lugar muy obscuro y lleno de rocas, por lo que claramente se nos había indicado caminar y eso hicimos todos. De ahí en adelante, el camino en bajada fue rápido, muy rápido y con toda la atención puesta en los hoyos enormes (los habían marcado con tiza para evitar lamentar accidentes, gran idea!!) y de ahí no paré de correr hasta que crucé la meta en la misma plaza en donde partimos. Me dieron una linda medalla y me puse a esperar a mis amigos que habían elegido una ruta 20 Km más larga. Después de un rato de asarme con un sol implacable, decidí que lo mejor era ir a ducharme y sacarme la enorme cantidad de barro que recolecté en mi ruta.

Cuando regresé tras limpiar mi cleta, encontré a mis partners e hicimos la espera hasta que llegaron todos los del grupo que formamos espontáneamente la noche anterior.

Finalmente nos fuimos a un largo almuerzo en un exquisito lugar gourmet el Todo Natural de San Pedro. Una experiencia de sabores y buena onda.

Esa noche fue la ceremonia de premiación y ahí me reí mucho al saber que había ganado el tercer puesto en mi categoría, lo que se sumó a otro tercer puesto de otra categoría de Jorge, un primer puesto de Vicente en la categoría más joven y el primero de nuestra amiga Magda. Fuimos un team muy premiado!!!!. Después de eso, un asado espectacular, que buen carrete. Mis felicitaciones a los organizadores Travel Time y Aventuras Aconcagua.

MTB San Pedro, una experiencia filete!!!!