El Capote : gran presentación de Bulgaria

Esperaba con ansias esta versión bicentenaria del Santiago a Mil, la que nunca más fue el teatro a mil que tuvimos a inicios de los 90’s (ahora realmente cuesta harto más de mil). Debo estar fuera de foco porque sigo recordando esa idealista idea de arte para todos (hay que reconocer que se compensa con maravillosos espectáculos callejeros gratuitos). En fin, llegó el bicentenario y hay que hacer opciones.

Pertenezco a la especie de los que definen con precisión lo que quieren y mis 12 abonos en esta versión del Santiago a mil, tratan de recoger mi sensibilidad por las artes escénicas.

Esta noche me tocaba una obra muy singular, una pieza de teatro que he gozado antes, pero que me engendra sentimientos encontrados. Cuando gocé la versión con títeres de Aline Kuppenheim, a pesar de la tragedia que cuenta la historia, me divertí como niño con la maestría de las marionetas y las voces. En este caso, la misma historia, es contada con misterio y especial humor en una representación genial al estilo clown.  La pareja de actores búlgaros no hablan español, pero prepararon la obra en un perfecto castellano asi como lo han hecho en otros tantos idiomas. Una maravilla de prodigios, manteniendo como base la universalidad del humor, el cual no necesita palabras para expresarse.

Un teatro UC lleno, acalorado como siempre (nadie habrá pensado que un aire acondicionado lo haría mejor lugar). En finh, una obra encantadora, literalmente hilarante y al mismo tiempo trágica. La magia de unos actores excepcionales y un formato de producción minimalista ensayado a ultranza. Es imperdible!!!

Maravilloso comienzo personal del santiago a mil es decir #stgoamil

Entre gallos y medianoche: extraordinaria sesión de teatro

En la lista de obras que no alcancé a visitar durante el Santiago a Mil de este año, se encontraba este filete y que por azar del destino, se repuso desde fines de marzo por una temporada en el teatro de la Universidad Católica en Plaza Ñuñoa.

El teatro lleno, con gente de todas las edades y con muy buen humor para disfrutar esta obra que a pesar de los años (se estrenó en 1919), sigue fresca e hilarante. Con formato de sainete tiene en el origen la mano de Carlos Cariola  y ahora la magia del gran actor y director Ramón Nuñez.

Impecable en todos sus detalles, con personajes populares y arquetípicos de una época del pasado chileno y esa picardía que todavía se usa en muchas obras que rescatan el lenguaje campesino y las imposturas de la «gente bien».

Con seguridad quien se quedó grabada en la retina de todos fue la excepcional actriz Solange Lackington, con un personaje genial que nos hizo reír a gritos. La obra dura casi dos horas, pero nadie lo nota, pues es un gratísimo tiempo de disfrute. Aplausos!!!

A la salida, una entretenida conversación en el Bigas, mientras disfrutábamos una tabla española (tortilla española, queso de cabra, aceitunas rellenas, jamón serrano y anillos de calamar apanados) y unos deliciosos tragos en la terraza.

Gran jornada!!

El Coordinador : un imperdible de Stgoamil

Una obra post dictadura que recrea con perversión las atmósferas sociales de la «transición» del país, era mi siguiente opción en la intensa cartelera del Santiago a Mil de este año.

El Teatro UC caluroso como siempre (¿cuando ponen aire acondicionado???), recibió una gran cantidad de público deseoso de ver una buena obra en esta noche de Santiasco.

Quienes ingresamos unos minutos antes del comienzo, pudimos disfrutar los solos de piano de un gran músico mientras los actores deambulan por el escenario y se proyectan sombras de una película desconocida sobre el lugar.

La obra recrea un drama, entre comedia y tragedia, ambientada en el espacio de un ascensor controlado por un pequeño dictador (aunque sea un gigantesco individuo). Con un discurso basado en en el antagonismo extremo de hombres y mujeres, con declaraciones acerca del bien y el mal y con las manifestaciones matonescas de quien sabe que posee la fuerza y el conocimiento acerca de sus víctimas, se desarrolla una actuación a ratos jocosa pero siempre tensa y con esa violencia implícita, propia de lo que vivimos post dictadura.

A pesar de la distensión que provocan algunas escenas divertidas, siempre hay algo perverso, el público simpatiza con el personaje autoritario aunque lo que hace sea reprobable. Los juegos de palabras y la contundencia de los argumentos, inclinan la balanza en contra del sentido común y lo correcto, que sería solidarizar con los débiles y sometidos al dictador del ascensor. El hilo de la obra obliga a comprender que cada cual hace lo que hace porque debe hacerlo. la maquinaria oculta del poder cumple su función. Ufff, notable trabajo!!!

Genial obra, es un buen ejercicio para comprender el país que tenemos.