La Piedra de Don Tito : lindo paseo

Este domingo inicial de agosto, comenzó temprano. A las 7:00 de la madrugada nos conectamos con el gran David para el transporte hacia el kilometro cero de farellones.

Puntualmente, a las 7 de la madrugada fui abducido por el teletransporte de mi amigo David para llevarme al deseado paseo malayo. Allí esperaban, ansiosos, varios malayos puntuales y disciplinados, pues saben que 10 minutos es la holgura de espera en cada excursión.

En total, 21 malayos para la aventura de este día. La verdad que todo se venía maravilloso, tras una lluvia en Santiasco, amenazaba un día de sol primaveral.

Salimos presurosos hacia el estacionamiento improvisado, frente al letrero «Prohibido pasar, Recinto Privado». Muy «mula» pues era evidente que por ahí pasaban legiones. ¿a quién compró el cerro el primero que llegó?

Un ascenso regulado por primera vez, pues nuestro gran maestro técnico, Marcos, tomó nota de quienes eramos los malayos presentes en el paseo.

Fue una caminata intensa, primero arbustos, luego mucho barro, hasta llegar a una enorme meseta en donde hicimos un primer descanso. Ocasión propicia para ponernos polainas, ya que de ahí en adelante solo tendríamos nieve.

Fue una odisea disfrutable, caminar hundiendo las piernas hasta las rodillas en la nieve. Un despliegue de energías intenso y hasta jocoso por un tiempo, al ver a la perrita Luna luchar por pasar de un hoyo a otro en su afán de ir por el mismo sendero que abríamos en la profunda nieve. Al fin y al cabo, la perrita es muy pequeña pero maravillosa en su esfuerzo. Tras un buen trecho, me dediqué a aliviarle un poco la tarea y me afané en crearle un verdadero tunel para que su esfuerzo pudiera dosificarse. Mi esfuerzo, finalmente fue en vano, ya que posteriormente supe que un alma piadosa puso a Luna en su mochila y la llevó cargándola a nuestro destino.

En la distancia, la famosa Piedra de Don Tito era una piedrita disminuta, sin embargo, cuando llegué hasta ella, pude comprobar que era una monstruosa mole de roca que creaba un refugio natural para un ejército. Impresionante!!!

Tras reunirnos todos en este bello refugio, comenzamos a disfrutar lo mejor de cada viaje, el menú malayo. Tuvimos aceitunas negras de TilTil, aceitunas rellenas con pimentón y también rellenas con jalapeños, descarozados de damascos, bolitas de chocolates, cereales en diversos formatos, galletas, frutas, los habituales huevos duros y por supuesto el delicioso café de David con la ración de turrón correspondiente. Ohhh, y pensar que volveríamos a la ciudad a almorzar!

Absolutamente poseído por su rol de gerente técnico de la travesía, Marcos realiza la cuenta de los malayos y descubre horrorizado que desde que salimos de Farellones, se ha producido un fenómeno de reproducción o clonaje pues estamos seguros que no hay infiltrados ni han transcurrido 9 meses ni nada parecido. Consternado pasa lista y efectivamente están todos y aún así hay uno de más. Asombrados, le sugerímos verificar si él estaba en la lista. Milagro!!!, ahí apareció el malayo supernumerario. Jajajaja, bien Marcos fue una situación muy graciosa.

El descenso estuvo marcado por el jolgorio. Los que ibamos primero, nos dejamos llevar por la competencia de Ricky y Andrea, la lucha de los géneros y ……, perdimos la huella. Avergonzados, tuvimos que esperar a nuestro guía Marcos para que encontrara nuevamente el camino y así regresar sanos y salvos al punto de partida.

Fue un paseo delicioso y sobretodo muy alegre.

Montaña por fin!!!

Por diversas razones no había podido ir a mis ansiados paseos a la montaña.

A las 6:30 de la madrugada del domingo mis tres despertadores se sincronizaron para invitarme a despertar y hacer realidad el paseo que añoraba.

A las 7:30 en punto apareció mi gran partner David para llevarme desde bilbao con tobalaba hacia el punto de encuentro de los malayos. El kilometro cero de farellones. Hoy un tanto revolucionado por la cantidad de individuos estresados que siguen su vida de bocinazos e improperios, buscando ganarle a alguien y solo van a la nieve (que enfermos!!)

Casi veinte malayos llegaron al encuentro y tras 10 minutos de espera ( es la regla) nos pusimos en marcha hacia el punto de partida del trekking programado.

Fue una marcha deliciosa de cerca de veinte malayos (un par de nuevas integrantes) que nos llevó por los senderos de esta conocida ruta hacia el Alto del Naranjo (el quillay lleno de cáscaras de naranjas a medio camino del Provincia).

Nuestro objetivo era el mirador que se encuentra 20 minutos después de pasar por el Alto del Naranjo, un buen lugar para desarrollar nuestro principal rito, el banquete malayo..

Esta vez, fue una mezcla compleja. Partimos con galletas integrales, a las que añadí aceitunas rellenas de atún, aparecieron granos diversos, luego puse a disfrutar un chorizo español casero pronto apareció un chocolate caliente, intermediamos con una mezcla de pistachos, pasas y maní, hasta que apareció el maravilloso café y turrón que David nos brinda. Cerramos con fotos y unas naranjas deliciosas.

Las fotos de Santiasco desde la altura fueron increíbles, de verdad que es dificil que la ciudad aparezca en fotos. Gran día!!!

La bajada fue vertiginosa, digna de un campeonato. Igual delicioso paseo.

Cerro Conchalí : paisajes y entrenamiento físico

Este domingo volví a mis andanzas de madrugada. Un trekking malayo a un cordón montañoso nuevo, en La Dehesa. Se trata de tres cerros de larga aproximación y donde el primero de ellos es el que visitaríamos en esta oportunidad.

A las 7:30 horas en punto en el lugar de encuentro y un rápido periplo hacia el final de la calle La Dehesa. Nos juntamos más de una docena de malayos, dos de ellos nuevos (reclutados por nuestro agente Janito). Una mañana fría aunque el pronóstico era un día soleado.

Comenzamos la trayectoria de aproximación por senderos bastante barrosos y húmedos, una bonita vegetación silvestre y una vista hacia Santiago terrible, la mancha negra del smog es demasiado asquerosa. ¿cómo vivimos allí?

Tras más de tres horas de caminata, nos encontramos con los restos de un accidente aéreo (es increíble que aún estén aquí) y comenzó la nieve y el hielo de los últimos días a hacernos un poco más complejo el ascenso. Fue trabajoso avanzar haciendo escalones en la nieve a golpes de piés, pero hacer escalones es la única forma de avanzar seguros.

Un aspecto curioso de este ascenso es que siendo de una altura menor, habían muchas nubes más abajo y hasta pasó una avioneta que pudimos ver desde arriba. Daba la sensación de estar muy alto.

Llegamos a la cumbre todos, lo cual nos permitió oportunamente disfrutar de nuestro más esperado rito, el menú malayo. Esta vez, aceitunas rellenas de pimentones y otra versión con ajíes. Manís con miel, frutas, sandwiches y galletas varias y por supuesto el café mañanero que nuestro gran David nos prepara para cada paseo.

Abandonamos presurosos la cumbre pues el frío nos ahuyentó y una neblina espesa comenzó a manifestarse. Cerca de las 15 horas ya estabamos de vuelta a los transportes, cansados, con mucho barro en botas y ropa, pero contentos, nos ibamos a casa.

La adrenalina y la serotonina circulando por el cuerpo es un beneficio delicioso de estas aventuras malayas. Vale el esfuerzo!!!

Cerro La Campana : un día lleno de emociones

Está convirtiéndose en una virtuosa combinación el tener paseos conjuntos entre la Rama de Andinismo del Banco y el Club de Los Malayos.

En esta oportunidad, se trataba de ir al sector de Olmué, al Parque La Campana cuyo trofeo es ese hermoso cerro de pequeña altura pero largo ascenso. Veinte y cuatro comensales para comer el filete de este paseo, llegamos muy temprano al transporte que oportunamente nos esperó en Plaza Italia este amenazante domingo de lluvias.

Un viaje presuroso para llegar a un parque afortunadamente librado de cobros por tratarse de un día de fiesta. En pocos minutos, todos estábamos antes de las 10 am listos para iniciar la caminata. Muchos conocidos, algunas sorpresas, pero sobretodo muchas ganas de pasar un buen domingo.

Un placer reencontrar a varios amigos de paseos anteriores, Ricardo a quien no veía desde diciembre, a Claudia con quien nos conversamos un cerro completo en noviembre y tantos otros, con quienes he pasado buenos momentos de compañerismo y montaña.

Ascendí un tiempo con Ricardo quien, gracias a su increible estado físico, se perdió, definitivamente se perdió, ya que nunca llegó a la cumbre, hasta que lo encontré al regreso al bus al terminar el día. Caminamos por un buen trecho con Claudia, divertida compañía a quien, cuando se acaloró, ayudé a quitarse los pantalones (segunda capa) mientras me tapizaban de tallas por mi «urgencia». En fin Claudia es una gran deportista y la dejé mientras aceleraba el paso hacia la cumbre. Seguí conversando con Milagros, una venezolana muy amistosa a quien acompañé hasta que me di cuenta que si no apuraba el paso, era posible que la lluvia me alcanzara (manía de tratar de adelantarme a los hechos).

Hice cumbre solo, en algo menos de 3 horas, tras perderme un par de veces y asustarme mucho con un viento tremendo que me azotó más de una vez. Lo cierto es que en la cumbre me encontré a Claudio, un portento de Los Malayos, quien llevaba cerca de una hora en ese lugar (plop!!). Como sea, el viento estaba bravísimo y solo atiné a protegerme entre las rocas mientras esperábamos al resto del grupo. Claudio se había hecho maña para calentar agua y hacerse café, maestro!!!!. Yo casi muero del frío atroz que me dió la ventolera en la cumbre.

Poco a poco fueron llegando casi todos ( varios decidieron descender antes). Así que el ritual malayo comenzó a tropiezos, por mi parte ofrecí una degustación de galletas con paté de ciervo, por ahí aparecieron unos benditos huevos duros, manís y nueces, un rico té caliente y ese café brasileño inmejorable que David nos prepara de madrugada para acompañar un exquisito turrón uruguayo.

En definitiva, el viento era tan fuerte que decidimos bajar a la mayor brevedad. Nos lanzamos en la vertiginosa sensación de caer, pero a medio camino, a través de las radios nos dimos cuenta que había problemas. Un par de chicas se habían extraviado y de no ser por la sabiduría del maestro David, el problema habría sido mayor. Al final, otro chico se había perdido también, pero pudo ser ubicado (según él no se había perdido solo tenía un problema de orientación (?))

En el sector de la mina esperamos al grupo, aunque se hacía tarde, había un bien mayor, asegurar que todos llegaramos felices de regreso.

Ya embarcados en el bus de regreso, pasamos a un lugar a comer unas ricas empanadas y comprar aceitunas y tunas de ocasión. Con hambre, todo es delicioso!!!!

Llegamos a Plaza Italia bastante tarde, pero felices de un día lleno de emociones

Cascada en Santuario Yerba Loca

Un domingo que llamaba al paseo en la montaña, se configuró con esa agilidad que solo los Malayos poseen. Unas cuantas llamadas telefónicas el sábado por la tarde y a las 8:05 de la madrugada del domingo ya estabamos embarcados rumbo a las curvas de Farellones. Son poco más de 20 kilometros para llegar a la curva 15 que da acceso (a las 9:00 de la mañana, ¿porqué abren tan tarde si además lo cierran a las 17 horas???) a este hermoso Santuario de la Naturaleza.

Llegamos 8 personas a la cita y tras los preparativos de rigor (embetunarse de protector solar es inevitable con días de cruel e implacable sol), comenzamos la caminata hacia el glaciar.

Es un sendero muy fácil de seguir y poco empinado, por lo cual tuvimos la oportunidad de filosofar a viva voz gran parte del recorrido. A medida que se asciende desde Villa Paulina, va desapareciendo la flora, abundante al comienzo, y aparecen grandes rocas en un valle cercado de portentosos cerros. El estero de la Yerba Loca nos acompaña a nuestra izquierda todo el camino, con los rojizos colores de las piedras y rocas, cruzamos el Agua Larga y llegamos a una zona de pastos, en donde pudimos gozar de un espectáculo prodigioso, una manada de caballos y dos crías de corta edad. La sesión de fotos fue larga, porque era precioso y afortunado lo que vimos.

Tras caminar algo más de cuatro horas, llegamos al lugar elegido para el banquete malayo. Frente al cerro Altar Falso y más allá el Cerro La Paloma y al costado derecho, una enorme cascada que cae desde la altura en tres fases con una abundancia de aguas increíble. Perfecto escenario. En invierno esta cascada se congela y según me cuentan se pueden hacer unas escaladas en hielo extraordinarias. Que gran lugar!!.

El almuerzo, comenzó tímido pero se desató en sabores, unas aceitunas con alcaparras, trozos de chorizo, aceitunas rellenas de pimentón, machas al natural, pistachos y castañas de caju. Después de compartir tan magníficos aperitivos, cada cual sacó su merienda personal y algunas rodajas de tomate y cortes de palta fueron a dar a sandwiches de jamón y queso, dando nuevos sabores a cada cual. Manzanas, duraznos y ciruelas deshidratadas, además de galletas terminaron por acercarnos al cierre sabroso. El buen café brasileño y el turrón uruguayo, exquisitos!!.

El retorno fue bastante rápido y aún así, llegamos muy cerca de la hora de cierre del lugar. Un par de malayos que se atrasaron más de la cuenta, nos obligó a esperar y rogar al guardaparque que nos esperara para salir del lugar.

Lindo lugar, aunque el criterio para definir el horario dista de ser cuerdo.

Casa de Piedra : prueba de humildad

Un nuevo domingo en que despierto de madrugada para ser parte de un disfrute malayo. Debía estar a las 7:45 horas en Tobalaba con Bilbao, antes de lo cual debía desayunar y preparar la mochila. Había que cargar algunas delicias para incluirlas en el menú gourmet de montaña, una dieta malaya acorde a la ocasión.

Tras encontrarnos con rigurosa puntualidad, a las 8 de la mañana ya estábamos en el acceso del Parque Mahuida. En total 11 invitados al paseo.

La subida fue guiada por Marcos ya que conocía la ruta y las marcas que había hecho en ascenso anterior. La verdad, es que el sendero era fácil de perder y al paso de las horas, quedamos convencidos que para el regreso deberíamos viajar bastante juntos para no perdernos.

Tres horas y 15 minutos fue el lapso de tiempo que tardamos hasta la Casa de Piedra, un lugar fantástico pues es una construcción natural de rocas que bien puede servir de refugio (natural a pesar de los desagradables rayados que algunos dejaron en sus rocas). Un poco más allá la caída de agua desde alguna vertiente y la sombra de lindos árboles autóctonos, nos dieron cobijo agradable para nuestro banquete.

Comenzamos con unas aceitunas al ajo, acompañadas de un exquisito queso con hierbas. Preparé unos choritos con limón y sal que gozamos entre todos, luego frutas secas, higos y ciruelas que por ahí aparecieron, para continuar con uvas, frutillas y duraznos. Finalmente, el placer del turrón con almendras y el café en grano. Delicioso!!!!.

Con el potente sol de este domingo, llegó la urgencia de comenzar el descenso y así lo hicimos. Conversando animadamente, un grupo nos adelantamos un tanto y en algún punto debimos dividir el grupo, pues algunos queriamos regresar más rápido a nuestros hogares. Ahí, fue que el grupo se dividió en dos y Horacio, David, Hernán y yo comenzamos un periplo destructor de egos. Me refiero al hecho, que este paseo que, en principio, parecía no tener ninguna dificultad, se nos transformó en una buena lección de humildad. La montaña siempre tiene algo que enseñarnos.

Habíamos bajado bastante convencidos que ibamos por el camino correcto, hasta que caímos en la cuenta que estábamos perdidos. Si, perdidos de verdad. Un poco antes, hubo una caída increíble (por un momento vi los pies por sobre la cabeza del afectado, como dijo alguien, hizo una chilenita volando por los aires). Buscamos una y otra vez referencias reconocibles, pero éstas se escabullían, hasta que logramos divisar una importante, pero estaba a una quebrada de distancia y no había forma fácil de cruzar. Con maña y paciencia, hicimos un recorrido por el cerro hasta encontrar un punto en que pudieramos cruzar, fue duro, sobretodo para los egos.

Finalmente, logramos regresar al punto de partida del paseo, reflexionando mucho sobre nuestra soberbia y la maravilla que significa poder disfrutar, como si fuera una meditación, la montaña. Cansados y algo agobiados, regresamos.

Buen paseo, disfrutable y aleccionador.

Ascenso a La Campana : paseo dominguero

A pesar que no supera los 2.000 metros, este cerro de la quinta región es un buen desafío para quienes gustan de un trekking exigente y en pleno contacto con una preciosa naturaleza autóctona.

A las 7:15 me subí al auto con otros 4 compañeros malayos, para dirigirnos hacia la carretera, al punto de reunión habitual (La Copec después del primer peaje). Tras una prudente espera, compras de desayunos y arribos diversos, ya estábamos listos. Once contertulios para degustar este paseo.

Llegamos al Parque a tiempo, ya estaba abierto, aplicamos betún protector solar e iniciamos la travesía. Gran cantidad de vegetación nos acompañó casi todo el camino, senderos entre los árboles y la prodigiosa sombra de éstos, nos permitió un ascenso bastante agradable a pesar de lo empinado que es. La verdad es que el cerro no es muy alto, pero desde el punto de partida hay que ascender alrededor de 1.600 metros, lo cual se nota, sobretodo en las piernas.

En mi cordada con Marcela tardamos casi tres horas en llegar a la cumbre, muy cansados. Media hora antes ya habían llegado los malayos campeones de la velocidad (Hernán e Ignacio) y un buen rato después llegó, poco a poco, el resto del grupo.

Una vez instalados en la cumbre, hay una vista espectacular de los valles y del cordón montañoso. De hecho, es posible tener una panorámica que incluye al imponente Aconcagüa.

Recorriendo el lugar pude consternarme de los innumerables rayados que la gente ha hecho por años. Encontré uno del año 1961 y el más reciente de inicios de enero del 2008. Qué verguenza!!!. Algo tan hermoso, rayado con estupideces, a quien le interesa saber que tal o cual llegó a dicho lugar?.

Bueno, una vez agrupados continuamos con un banquete malayo de proporciones. Esta vez incluyó, un paté de foi francés y el hummus que preparé para la ocasión, servidos con galletitas. Se añadió un delicioso queso camembert y frutas diversas, incluyendo naranjas, peras y duraznos frescos. Seguimos con chocolates de trufas, café malayo y el habitual turrón. Todo esto amenizando los sanguchones que cada cual llevó para recuperar el gasto energético de la subida. En fin, una fiesta gourmet en la cumbre.

El descenso fue vertiginoso, ya que no teníamos mucha agua (yo ya me había tomado casi 4 litros en la subida) y era menester llegar al sector de la mina en donde hay agua de vertiente (un hilito de agua, pero deliciosa y helada). Solo nos detuvimos para revisar la placa recordatoria de Charles Darwin quien hacia 1886 anduvo por estos parajes.

Ya en la entrada del Parque, esperamos al resto del grupo y nos fuimos a la Plaza de Olmué a degustar un rico Mote con Huesillos, un rito similar al que hacemos en la cumbre del San Cristobal quienes subimos en bicicleta. Los ritos son una parte exquisita de los paseos.

Un fantástico trekking de domingo, repetible muchas veces a pesar del calor y el esfuerzo.

Mirador Cerro La Cruz en Parque Mahuida

Levantarse un domingo a las 6:45 horas es un gran desafío para mí, pero no me iba a perder la oportunidad de ir a un trekking con los malayos (http://www.malayos.cl/), varios de los cuales conocí en el paseo a los glaciares de El Morado la pasada semana.

A las 8:00 ya estabamos en el Parque Mahuida en La Reina, un clima algo fresco, pero que a todo evento, se convertiría en un infierno caluroso. La gran mayoría llegó en la banda de tiempo definida (se espera solo 10 minutos) y un llamado desesperado de alguien nos aguantó en una espera de 5 minutos adicionales.

Comenzamos el ascenso rápidamente, mientras el sol se asomaba en la cima de los cerros. Si todo iba bien, podríamos evitar que nos diera en la cara. Sin embargo, fue una subida comepiernas muy dura y ya transcurrida una hora de trepar la pendiente, me estaba doliendo una rodilla (ahi descubrí una vez más que los años no pasan en vano). Como sea, llegamos al destino en unas dos horas y poco a poco fueron llegando casi todos los integrantes (salvo un par de deserciones).

Ya instalados (algunos) a la sombra del único árbol del lugar (el resto son solo arbustos) comenzó la mejor parte del paseo. La faceta oculta y deliciosa de los malayos es que son buenos gourmets, unos sibaritas con mochila!!!!!!.

Comenzaron a aparecer aceitunas al ajo, turrones de leche, crujientes de pan atomatados y un sinnúmero de delicias. Lo que puso la nota alta, fue cuando una chica sacó unas frutillas enormes y heladitas más un pote de crema, con lo cual tuvimos un postre delicioso. La misma crema sirvió para que algunos probaran un capuchino, ya que también había café, y del bueno.

Impresionante, con un estímulo así de potente a mis sentidos, no quiero hacer otra cosa que no sea , salir con los malayos. Me encargaré de llevar algo delicioso en el próximo paseo, para aportar al disfrute