Trekking al Aconcagüa : un paseo genial

A fines de enero comenzó a gestarse lo que prometía ser un paseo filete para comenzar un buen año. Con el paso de los días, tomó forma y ya a fines de febrero era un compromiso. Un grupo de 8 personas iríamos al majestuoso Aconcagüa, el más alto de esta parte del mundo en un trekking de acercamiento y conocimiento, pero sobretodo de disfrutes en la montaña.

Ciertamente ascender el Aconcagüa creo que está aún lejos de mis posibilidades, es una expedición de muchos días y de gran entrenamiento previo, pero eso no obsta para ver en terreno que puede significar esa posibilidad.

Pedí un día de vacaciones previo a un fin de semana y a las 7 AM estaba instalado con mi mochila bien preparada en el punto de encuentro. En menos de 10 minutos, ya aparecían los vehículos y pronto ya íbamos camino hacia el Paso Los Libertadores, llenos de alegría y ansiosos de disfrutar este trekking tan esperado.

Unas pocas horas y ya cruzábamos la frontera y nos fuimos directo hacia Penitentes, en donde arrendaríamos las mulas que transportarían la carga más pesada, comida y artículos de campamento. Realizada la tarea, solo quedaba almorzar algo rico en la Hostería Refugio Aconcagüa. Por supuesto, en el almuerzo, una sobredosis de proteína de sabrosa carne argentina.

Concluído el almuerzo, nos desplazamos hacia el acceso del Parque Provincial Aconcagüa a registrarnos y pagar el peaje por el paseo. Ahí me enteré que dependiendo de la extensión del trekking hay tarifas diferenciadas, incluyendo la exótica condición que si vas a hacer cumbre en el Aconcagua hay que ir a depositar el importe a Mendoza.

Un parque de 65 mil hectáreas, muy bien cuidado y con una sorprendente infraestructura incluyendo helicópteros para transporte y rescate. La verdad es que nunca habia visto algo así y me deja la sensacion que los argentinos manejan con mucha más inteligencia que los chilenos sus recursos turísticos.

Cumplidos los trámites administrativos, comenzamos la caminata hacia Confluencia, lugar en que armaríamos el campamento base. Un camino delicioso, con un sol ardiente pero una brisa apropiada para no sucumbir. Caminar y conversar es parte disfrutable de estas excursiones y sobretodo cuando ya nos conocemos algunos. Teresa, por ejemplo, es una poderosa montañista y entrañable ciclista con quien ascendimos el Volcán San José hace unos años, otra conocida es una compañera con quién recorrimos el desierto florido en otra ocasión. Los demás, todos adorables, aprendí a conocerlos bien durante este paseo mediante exquisitas conversaciones y especialmente compartiendo momentos inolvidables.

Una vez que armamos el campamento en Confluencia, incluida una carpa comedor, nos dispusimos a preparar nuestra primera cena de montaña. Sorprendente encontrar no solo a los guardaparques, muy organizados y bien preparados, sino que las evidencias de una actividad febril del verano que se iba. Varios domos e instalaciones de las empresas de turismo de montaña, que incluyen hasta baños químicos que estaban en proceso de desarme por el fin de temporada. Es otro el nivel, me sorprendí una y otra vez.

Una noche estrellada maravillosa, la temperatura fantástica a pesar de la altura y la promesa de un siguiente día exigente  pero lleno de aventuras.

Despertamos temprano para hacer un contundente desayuno y prepararnos para un día de gran caminata. El cielo se veía despejado, la temperatura algo fresca pero con muy buen pronóstico. Preparamos nuestras mochilas y comenzamos la ruta hacia Plaza Francia, base de la pared sur del Aconcagüa, nuestro foco de interés.

A medida que pasaban las horas y avanzábamos hacia nuestro destino, el cielo comenzó a ponerse negro, lleno de nubes, y el viento se hizo sentir con grandilocuencia. Hicimos una pequeña variante para encontrar un exquisito remanso en medio del glaciar de Horcones interior, un sitio maravilloso que nos permitió hacer nuestra pausa  de almuerzo y tomar lindas fotos. Lo más sorprendente para mí fue la gigantesca presencia de la pared sur del cerro Aconcagüa, es indescriptible su tamaño y ferocidad, definitivamente es de pocos amigos. En las conversaciones con Gastón constaté que su dificultad es tremenda, son cinco dias de ascenso, durmiendo en vivac colgado cuatro noches, demasiado, ciertamente demasiado.

Nuestro almuerzo se vió rápidamente interrumpido por los relámpagos y truenos que anunciaban un cambio brutal del clima. Fueron solo minutos para ponerse ropa adecuada y de súbito ya estabamos siendo bombardeados por una lluvia de granizos poderosa. A pesar de todas mis capas, los proyectiles de hielo me agujeaban la cara y poco tiempo después se transformó en una copiosa lluvia. Definitivamente, era hora de volver raudos al campamento.

Fueron varias horas de caminata bajo la lluvia, divertidos por la situación y asombrados sobretodo por los resonantes truenos y avalanchas que se producían en los cerros que encajonaban nuestro camino. Sin novedades llegamos al campamento, algunos tan agotados que incluso decidieron dormir un rato. Por mi parte, me dediqué a juntar agua ya que se cortó el suministro, pues la presión soltó las mangueras que traían el líquido desde las vertientes del sector.

Finalmente, nos mantuvimos protegidos en la carpa comedor, tomando bebidas calientes, comiendo cosas ricas, contando historias y haciendo tiempo para poder hacer la cena. Una tarde muy entretenida y amenizada por la inclemencia del clima.

Esa noche no solo llovió sino que después cayó una gran helada, de tal suerte que cuando me levanté al dia siguiente antes de las 7 de la mañana, la carpa estaba con una pesada capa de hielo. No pasamos frío, pero la noche igual fue de sobresaltos por los tremendos truenos.

Tras el poderoso desayuno del último dia, desarmamos el campamento y comenzó el regreso. La lluvia causó estragos en el camino, fueron muchas las avalanchas de barro y la formación de morenas impresionantes, que se levantaron en murallones de rocas y barro de hasta tres metros de altura. Tuvimos que improvisar rutas para poder volver una y otra vez al sendero principal, flagelado por los derrumbes.

Cuando definitivamente pudimos llegar al punto de entrada al Parque, nos encontramos con la sorpresa que uno de los vehículos había perdido la batería, debido a que las luces quedaron encendidas. Por más de una hora estuvimos intentando hacer partir el motor hasta conseguirlo y pudimos desplazarnos nuevamente a Penitentes a recoger equipaje y almorzar.

El regreso, terriblemente demorado en la aduana chilena (qué ineficientes!!!), nos llevó finalmente a Santiasco para dar por terminado este delicioso paseo.

Me encantó conocer el Aconcagüa, creo que volveré y por cierto, hice una selección de fotos para recordar el disfrute.

Volcán San José : una cumbre filete para el 2009

Cuando pienso en algo monumental, me viene la mente la imagen de esa mole increíble del volcán San José, quizás más grande en extensión que el magnífico Aconcagua. Pues bien, suelo cumplir mis promesas y llegar a su cumbre era un desafío personal 2009.

Junto a mis amigos del club malayos muchas veces había visitado el punto de partida de esta expedición, llegando en diversas épocas al hermoso refugio Plantat a 3.100 mts. Esta ocasión por cierto, tendría como figura relevante llegar a Plantat con la carga de provisiones y equipos necesarios para los días de montaña venideros.

Partimos entusiastas seis aventureros contactados por internet (nos conoceríamos presencialmente el día de partida) un día domingo a las 8:30 horas, tras los saludos, nos embarcamos en los vehículos de aproximación para llegar al habitual cabrerío que hace de entrada al valle en donde comienza la aventura.

Mochilas bien cargadas y el ánimo a tope a pesar de los malos presagios climáticos, ya que en las últimas semanas todos nuestros conocidos habían debido abandonar el ascenso por las bajas temperaturas. Como era una promesa profundamente personal, agité todas las buenas vibras del universo para asegurar que llegaríamos a puerto.

La llegada a Plantat, fue divertida y muy acompañada, ya que habían varios contertulios embarcados en el mismo desafío. Una noche fría compartiendo las 8 literas del refugio más carpas alrededor para preparar el siguiente paso.

Muy temprano, tras un contundente desayuno, nos embarcamos en la travesía para ir al C1, el siguiente campamento, lo cual conseguimos en unas cuantas horas. El clima, todavía muy desafiante y el frío siempre presente. Aparentemente, estábamos asistiendo a una etapa climática muy especial, ya que la abundancia de nieve era notoria y no había tregua con el frío.

Tras un camino de nieve y de fuerte pendiente, logramos llegar al sitio que constituiría nuestro campamento, con un cercano flujo de aguas, ideal para descansar, comer abundantemente y preparar el siguiente paso.

Dormimos a tan bajas temperaturas que no pude pegar ojos, aunque no estoy tan seguro, ya que no me acuerdo de toda la noche. La pendiente del terreno provocó que mi cordada (mi compañero de ruta) usurpara mi espacio en muchas ocasiones y me despertara. Como fuera, había un objetivo irrenunciable y así llegamos a la mañana del siguiente día y tras un grosero desayuno de hidratos de carbono, nos pusimos las mochilas y continuamos al siguiente campamento (C2).

Tanto en el campamento C1 como el C2, fuimos secundados por un grupo de chicas y chicos parlanchines pero muy entretenidos, con quienes trenzamos simpáticas anécdotas.

En el campamento C2 fue obligatorio hacer agua a partir de la nieve de los hermosos penitentes que forma el sol y el viento en la nieve. Aquí observábamos el cielo pidiendo en silencio que por favor se abriera y nos permitiera hacer la cumbre. El clima no era bueno y los 12 grados bajo cero se hacían sentir, especialmente en manos y pies.

Entretenidos con la hermosura ambiente y con todas las ganas del mundo, nos acostamos a dormir cerca de las 19 horas (esto es lo más exótico que hay en mi vida, pero si tienes que levantarse a las 2:30 de la madrugada, no hay opción).

Por fin, el día más anhelado, a las 2:30 en pié, derritiendo nieve para hacer un desayuno rico en hidratos de carbono y preparando las mochilas para el desafío final. El menor peso posible, todo lo accesorio queda en las carpas y ahí vamos, tres de la mañana y comenzamos a ascender por el acarreo que nos llevaría al filo de nieve por el cual cruzaríamos al glaciar rumbo al portezuelo de acceso a la cumbre.

Casi seis horas de ascenso ininterrumpido en una madrugada deliciosamente despejada y de frío moderado (gracias!!!) para llegar a la cumbre más bonita que conozco, con una vista impresionante a todas las hermosas montañas del valle central incluyendo al imponente Marmolejo que parecía a tiro de mano (vana ilusión). Una maravilla inexplicable, casi como estar en el techo del mundo, todo se ve hacia abajo y aunque sea obvio, llegamos caminando!!!.

Luego de tomarnos unas fotos, defendiéndonos de las ráfagas de viento poderosas (pueden botar a cualquiera), iniciamos el regreso hacia nuestro campamento. Una bajada vertiginosa, pero no menos complicada, con crampones en varias etapas, dada la cantidad de nieve y hielo, pero que en definitiva no fue drama para llegar a nuestro punto de encuentro en C2 y desarmar campamento.

Desde el C2 tardamos, los primeros, solo dos horas en llegar a Plantat. Eso parece ridículo considerando lo que nos costó llegar ahí, dos días!!!!!

En esta expedición filete, conocí gente notable, hice amistades con las que ya estamos planificando nuevas aventuras y sobretodo, me siento felíz de haber cumplido con mi personal promesa de estar el 2009 en la cumbre de este maravilloso lugar.

La aventura filete, la retraté en unas fotos que espero disfruten.