Comiendo rico en Lima : imposible mejor

Aunque hoy puede considerarse casi una moda, la gastronomía peruana forma parte de mis disfrutes por muchos años. Hace un par de años fue la última vez que había ido a Lima solo a disfrutar el comer y pasear. Ya era un buen momento para regresar y buscar nuevas delicias o revisitar las ya conocidas.

Partimos en un vuelo nocturno que nos dejó en Lima alrededor de las 3 AM. Rendidos pero felices de iniciar unas pequeñas vacaciones en la capital gastronómica del mundo. Dejábamos atrás muchos sinsabores laborales, exigencias y deberes superfluos que merecían nuestra ausencia.

Había arrendado un departamento en el corazón del barrio Miraflores con lo cual nos aseguramos acceso a la mejor oferta gastronómica de la ciudad. Dormimos hasta convencernos que teníamos las energías repuestas para iniciar este exquisito periplo.

Salimos a caminar hacia la playa en ese típico clima de Lima, nublado y bastante caluroso (al menos para mí). Bastante hambrientos, nos detuvimos en Larcomar para asistir al local gourmet llamado Popular. Excelente ceviche, tragos y fondos. Un sitio muy cool y muy bien atendido.

Al día siguiente fuimos a recorrer caminando otra parte de Lima para que cuando el hambre nos lastimaba, encontrar el Mezze, un restaurante de fusión árabe-turco-peruana. La oferta era irresistible, así es que nos acomodamos al interior del pequeño lugar y comenzamos a pedir. Para partir, gaseosa y cerveza negra acompañando un Mezze del Kalifa. Me parece que debo aclarar que un mezze no es más que un acompañamiento de un aperitivo. Sin embargo, éste era mu abundante en rellenitos árabes, hummus y otros entremeses. Para los fondos pedimos un pescado de costa con salsa y ensalada y para mí un lomo grillado con buen acompañamiento. Un buen café hervido turco cerró esta incursión.

Esa noche creo que tuvimos el mayor acierto del viaje, pues sin pedir reserva nos fuimos al restaurante Maido, el más reputado de Lima según TripAdvisor. Un lugar sin ningún aspaviento externo, es como ingresar al segundo piso de un edificio cualquiera. Sin embargo, basto ingresar para que al unísono una decena de cocineros de la barra gritaran al unísono Maido!!. (me dieron varias traducciones, desde «bienvenido» hasta «otra  vez»).

Partimos con los aperitivos Ay Caramba y Pecado NIkkei, sorprendentes!!. Esos los sacamos de la carta de aperitivos. Cuando vimos la carta de appetizers, nos tentamos con  un maki Guratan, que casi nos deja sin ganas de comer más. Con hidalguía decidimos consultar la carta de fondos para elegir un asado de tira Nitsu (50 horas de cocción) y un arroz con pato. Sorprendentes y al menos en mi caso, merecían las copas de Malbec Bramare que solicité.

El diseño del lugar es muy top, desde la iluminación, la música hasta los detalles que adornan el bar. La atención es privilegiada, bastaba un movimiento de la cabeza y ya tenías a alguien atento a resolver lo que pidieras. En el techo unas gruesas cuerdas que iluminadas con intención, formaban un marco luminoso perfecto. Alucinados con el lugar, no desperdiciamos tiempo y nos fuimos a los postres. Un ceviche (postre ácido) y un Amador 70%, increíbles. En mi caso, enfrentado a un helado de chocolate bitter, vainilla y cacao, no pude resistir la tentación de añadir una copa de ron Zacapa 23 años. Este debe ser el postre más grandioso que he probado en 10 años. Solo esos gratificantes cafés negros nos trajeron de vuelta y pudimos regresar al departamento.

Otro día, decidimos bajar de verdad a la playa, pues el barrio en que estábamos está cerca pero a 50 metros de altura que tiene el acantilado. Pues bien, encontramos por donde bajar y comenzamos un fresco y grato paseo por la orilla del mar. Como andábamos en formato krrtrekking, decidimos visitar el complejo Rosa Náutica. Es una versión extendida y mejorada de nuestro Cap Ducal de Viña del Mar y de verdad que nos llamaba la atención. Fue un buen lugar para tomar un aperitivo mirando el mar, los pájaros y a los surfistas que luchaban con las incesantes olas de dicha costa. Continuamos el camino hasta cansarnos y regresar para un un lugar en donde almorzar. Encontramos el Dánica, un restaurante italo-peruano. Resultó ser una sorpresa, pues no solo estaba muy bien armado sino que la oferta era exquisita. Partimos con cerveza y gaseosa, acompañando unos langostinos al ajo. Luego los fondos, un Linguini Thai y una milanesa Palermo. Deliciosos platos que acompañamos con un merlot muy bueno. Para los postres, un crocante de manzana y una torta 4 leches magnífica.

Después de almorzar en las Brujas de Cachiche, nada puede ser superado. Este lugar está igual que hace 15 años y sigue siendo referencia culinaria. Tomamos la versión buffet pues permite probar una cantidad sorprendente de sabores sin tener que pedir tantos platos que sería imposible comer. Comimos con pequeña desmesura, pues era imposible no disfrutar la variedad de sabores ofrecidos. Acompañamos con un vino español potente y unos mejores postres, para salir del restaurante en condición terminal. Solo un buen descanso podría traer el broche de perfección al placer disfrutado.

Me parece que en la última noche en Lima, decidimos ir al restaurante más cercano al departamento. Fue un gran acierto, se trataba del restaurante Alfresco, un lugar de fusión italiano peruana que fue una rica sorpresa. Un filete en salsa de tomillo, un atún con salsa de coco, todo acompañado con una botella de Syrah IntiPalka (peruano y bastante bueno). Para los postres solo alcanzamos un tres leches compartido. (puede que hayamos comido muchos estos días)

El último recuerdo gastronómico de Lima fue nuestra visita a La Bodega de la Trattoria, un sitio muy elegante y tranquilo que habíamos visto días atrás. Partimos con unos appetizers, pastel de choclo (no es lo que parece) y hojas de parra, para acompañar nuestros aperitivos Sour de Maracuyá y Kir Royale. Seguimos con un lomo a las 4 pimientas y una lasaña de ají gallina. Acompañamos con un malbec Alamos (mendocino) que llamaba desde la carta para ser elegido. Unos cafés rápidos y volvimos al departamento por el equipaje, pues nos quedaba muy poco tiempo para llegar al aeropuerto y volver  a Chile.

Lima, un destino gastronómico imperdible!!!!!

 

 

 

Brujas de Cachiche : sandwichería que comienza

Una salida a cenar tarde pero con un objetivo claro, probar delicias de la cocina peruana, nos llevó hacia un lugar conocido pero que había mutado en estas últimas semanas. En la misma casona en donde se encontraba el rico restoran de comida peruana Pantaleón, ahora existe una sandwichería peruana llamada como el homónimo y exquisito lugar en Lima, Brujas de Cachiche.

Si bien la carta tiene una gran cantidad de platos tradicionales de la cocina peruana, lo novedoso claramente son los sandwiches. Por supuesto, no hay nada más placentero para mí que probar algo nuevo y no desperdiciaría la ocasión.

Para partir, un clásico peruano, un ceviche mixto y el acompañamiento por excelencia, pisco sour peruano. Para los fondos, mi compañía, prefirió algo más tradicional y bajo en calorías; en mi caso, sería un rico sandwich. La oferta de vinos no era muy abundante y carecen de carta de vinos, por lo que me debí conformar con unas copas de  cabernet sauvignon reserva de Santa Digna.

De la lista de opciones, me tenté con una hamburguesa casera envuelta en tocino, champiñones salteados con una cubierta de queso mozarella, algo de lechuga y papas hilo. Sobre esta «torre» salsas de ají amarillo, de ajo y otras, todo ello puesto en un enorme pan frica calientito. Mmmhhhh, demasiado rico!!!!

Una experiencia disfrutable para mí, incluye además de la buena comida, el lugar, el diseño, la presentación y muchas más, pero normalmente me resulta en extremo gravitante la calidad del servicio. Claramente ese es el punto más flaco de este nuevo sitio, deben mejorar mucho!!. Perdoné este bajo desempeño solo porque están en marcha blanca, pero eché de menos que quién administre el lugar no estuviese aprendiendo como mejorar. Considerando lo rico de la oferta gastronómica, se esmeren en  un mejor servicio o no tendrán buen futuro.

Me quedo con lo positivo, es un acierto una sandwichería peruana, una variante sabrosa que hace falta en Santiasco.