Ciudad de México : una cena contundente

Otra noche de hambre desatada aunque acompañado por una partner con poco apetito, en fin, debía conjugar ambos aspectos para que fuera disfrutable. Una idea cruzó por mi mente y me dirigí con mi compañía hacia este sitio de comida mexicana tradicional que ya había visitado en otras ocasiones con buenos resultados.

Una hermosa chica nos ubicó en un buen lugar y partimos por pedir unas Quesadillas mixtas, un plato para compartir que por lo menos para mi, solo era el comienzo de la cena, solo un appetizer. Los bebestibles marcadamente distintos entre ambos, un Tequila Ciudad de México y una gaseosa.

Concluido los prolegómenos de esta cena,, carta en mano las decisiones apuntaron a una ensalada muy conmtundente y sabrosa para mi partner (en franca dieta) y una degustación de los mejores tacos para mí, un plato apropiado para el tamaño de mi hambre. Cada ocasión en que me siento así, pienso que nada puede calmar mi hambre, pero confieso que este plato fue suficiente.

Para acompañar los sabores desatados, seleccioné de la carta un rico ensamblaje de cabernet sauvignon carmenere y merlot, deliciosa combinación que disfrutamos en una distendida conversación y sobretodo sabrosa cena.

Ciudad de México es un buen lugar para saciar apetitos incontrolables como el mío. Sigue en mi lista corta de emergencias gastronómicas.

 

 

 

Cenando en La Bifería : delicioso placer

Hoy fue de esos días laborales intensos, excesivos y hasta olvidables, excepto que no me voy a permitir cerrar un día de esa forma. Era el momento preciso para ir por un buen disfrute.

Consultado mi estómago, iría por un buen corte de carne y me asaltó de inmediato la imagen de un pequeño lugar que ya había visitado y cuyo solo recuerdo, me hizo apurar el paso. Me refiero a La Bifería, el lugar del «to beef or not to beef», definitivamente ideal para esta noche.

Tratándose de una noche invernal, me instalé en el comedor al interior (normalmente me gusta la terraza) y ordené de inmediato un rico Kir Royale para prepararme. Mientras leía las últimas páginas del libro que me acompaña en estos días (La civilización inconsciente de John Ralston Saul), llegó la panera con trozos de pan y el pote con terrina y cebolla acaramelada, lo cual me agitó el hambre y tras una hojeada urgente a la carta, me quedé con un filete sellado acompañado de un puré con queso y rúcula, para lo cual además pedí una botella de un gran vino que encontré en la estupenda carta de vinos del lugar, un Cordillera de Miguel Torres, un bravo ensamblaje de carignan, merlot y syrah del año 2007. Extraordinario!!

Como la cocina es un poco lenta, fue una gran idea instalarme en una mesa con buena iluminación, ya que la lectura de mi libro me mantuvo paciente en la espera, además de los panecillos que estaban deliciosos. Cuando llegó mi plato, de solo mirarlo y olerlo, me encanté. Todos mis sentidos recogieron el placer de la cena, pues la buena música lounge acompañó cada bocado. La combinación con el vino quedó exquisita y la calidad de la carne, insuperable.

Es una gran experiencia comer en este sitio, incluso a pesar de la lentitud de la cocina porque lo que finalmente llega a la mesa es de una calidad sorprendente.

Volver a este restorán es casi una obligación, es un delicioso placer.