Choquequirao : lo mejor del 2018

2018 fue un año de pausa, simplemente dejé pasar el tiempo.  Me pareció interesante dejar que se reconfigurara el paisaje gastronómico, artístico y lo gozable de la ciudad, de manera que volviera a vivir la emoción de descubrir experiencias disfrutables.
Ciertamente conocí unos pocos nuevos restaurantes,  me repetí harto otros -de esos que disfrutas hasta el cansancio, pero siento que volvió el momento de recorrer. Mi primera experiencia en este nuevo periodo, ha sido Choquequirao.

Voy a anotar con respeto, The Raj, Cuatro bocas y el Very Kitsch, tres muestras talentosas de aspectos notables de una buena experiencia. La calidad de la comida, la originalidad y la ambientación en estricta correspondencia con los lugares mencionados. Los recomiendo sin problemas, pero vale comentar que una completa experiencia debiera combinar todos los atributos que destaco.

Pero, mi deseo es narrar la deliciosa experiencia que viví hacia fines de ese año 2018. Todo se inicia en un whatsapp con una invitación a un trekking de montaña en una zona arqueológica de la selva peruana. Un total de 10 días desconectado de todo, solo caminar y disfrutar tanta belleza. Organizamos todo por internet y un día de noviembre estoy embarcando un avión rumbo al Cuzco, el lugar de encuentro.

Ese primer día sirvió para acostumbrar el cuerpo a la altura y recorrer la ciudad. Hace hartos años que no iba a Cuzco y ciertamente se ha convertido en una tremenda industria turística, en donde no falta ninguna marca relevante. Quizás solo falta aquello que constituía el alma de una ciudad inca devenida en metrópoli turística.

Alas 4 AM del siguiente día, ya estábamos listos con nuestras mochilas y el bolso personal que cargarían las mulas (ya no estoy -otros tampoco- para cargar una mochila completa por una semana caminando montañas). Abordamos un minibus y viajamos por unas tres horas hasta llegar a Punta Carretera, el punto de entrada al parque arqueológico. Aquí comienza todo y de bajada, pues íbamos hacia el cañón del río Apurimac. Pienso que Daniel, nuestro guía, estaba dosificando el esfuerzo y midiendo nuestras capacidades en el comienzo de la aventura. Con el tiempo, estoy seguro que lo pensó todo, detalle a detalle, como un maestro.

Tras la primera noche durmiendo en carpa, desayunamos en nuestro comedor y enfrentamos lo obvio, ahora había que subir y bastante para llegar a Marampata. Un sendero fascinante por la gran vegetación que lo inunda todo. Húmedo y de gratos aromas silvestres, caminamos por un sendero perfectamente visible y por la tarde ya conocimos Choquequirao. Pero sería al día siguiente que lo recorreríamos como corresponde, admirando personalmente  aún más al pueblo inca, su ingeniería, su arquitectura y sus magnificas construcciones. Si bien no se ha recuperado ni el 30% de los restos arqueológicos, se puede y tal como lo hicimos en los siguientes días, reconocer en medio de la vegetación desatada, muchas otras construcciones que hablan de esa capacidad sorprendente de este pueblo ancestral increíble.

Una parte especialmente disfrutable del paseo era escuchar los relatos de Daniel, un verdadero guía profesional. Así conocí que Choquequirao fue el complejo hacia el cual los incas fueron en su auto-exilio, tras la rendición de Manco Inca ante los españoles. Al momento señalado, salieron todos hacia este destino, incluyendo a MachiPichu (para hacer referencia clara). De hecho, días después, podríamos ver a la distancia desde Llactapata, los caminos de montaña cortados por los propios incas para que no los pudieran seguir mientras abandonaban MachuPichu. Ciertamente, una epopeya solo encontrable en libros de historia fantástica.

Seguiríamos hacia Maizal, luego a Yanama. Un valle maravilloso de día y tormentoso por la noche. Hubo una noche en que además de truenos, lluvia torrencial y relámpagos, cayeron algunos rayos. Estos erizan los vellos y retumban profundamente en el cerro. Lo fantástico (aunque solo justificable a mi edad) es estar sentado en una silla -bastante cómoda- y protegidos en una carpa comedor  con ventanas para verlo todo en vivo y en directo.

Se me confunden los recuerdos, pero estamos en una terraza en Cuzco observando la noche estrellada y de pronto, me aparecen esas varias noches en que desde un momento con las más hermosas estrellas, se venía una carga de nubes llena de truenos, relámpagos y algún rayo y que nos recordaba de forma contundente, la increíble respuesta de la naturaleza ante la presencia de los Apus mágicos que los incas eligieron para su exilio. Noches de tormenta, noches ruidosas y mojadas, recordando la magnificencia del territorio inca.

Esta travesía que nos ocuparía varios días de deliciosas experiencias, nos hizo cómplices de algo extraordinario, la belleza de la naturaleza, sus embates furiosos llenos de la potencia de Zeus, para informarnos nuestra pequeñez y sin embargo, en cada amanecer, regalarnos un día hermoso, soleado y pletórico de paisajes imposibles de olvidar.

Hacia el final, nada podría haber sido mejor, fuimos a acampar en el terreno de las termas de Colcamayo en Santa Teresa, un final delirante, nada pudo ser mejor. Aunque tomé muchas fotografías de este hermoso viaje, les garantizo que son un pálido reflejo de lo vivido y disfrutado.


Comiendo rico en Lima : imposible mejor

Aunque hoy puede considerarse casi una moda, la gastronomía peruana forma parte de mis disfrutes por muchos años. Hace un par de años fue la última vez que había ido a Lima solo a disfrutar el comer y pasear. Ya era un buen momento para regresar y buscar nuevas delicias o revisitar las ya conocidas.

Partimos en un vuelo nocturno que nos dejó en Lima alrededor de las 3 AM. Rendidos pero felices de iniciar unas pequeñas vacaciones en la capital gastronómica del mundo. Dejábamos atrás muchos sinsabores laborales, exigencias y deberes superfluos que merecían nuestra ausencia.

Había arrendado un departamento en el corazón del barrio Miraflores con lo cual nos aseguramos acceso a la mejor oferta gastronómica de la ciudad. Dormimos hasta convencernos que teníamos las energías repuestas para iniciar este exquisito periplo.

Salimos a caminar hacia la playa en ese típico clima de Lima, nublado y bastante caluroso (al menos para mí). Bastante hambrientos, nos detuvimos en Larcomar para asistir al local gourmet llamado Popular. Excelente ceviche, tragos y fondos. Un sitio muy cool y muy bien atendido.

Al día siguiente fuimos a recorrer caminando otra parte de Lima para que cuando el hambre nos lastimaba, encontrar el Mezze, un restaurante de fusión árabe-turco-peruana. La oferta era irresistible, así es que nos acomodamos al interior del pequeño lugar y comenzamos a pedir. Para partir, gaseosa y cerveza negra acompañando un Mezze del Kalifa. Me parece que debo aclarar que un mezze no es más que un acompañamiento de un aperitivo. Sin embargo, éste era mu abundante en rellenitos árabes, hummus y otros entremeses. Para los fondos pedimos un pescado de costa con salsa y ensalada y para mí un lomo grillado con buen acompañamiento. Un buen café hervido turco cerró esta incursión.

Esa noche creo que tuvimos el mayor acierto del viaje, pues sin pedir reserva nos fuimos al restaurante Maido, el más reputado de Lima según TripAdvisor. Un lugar sin ningún aspaviento externo, es como ingresar al segundo piso de un edificio cualquiera. Sin embargo, basto ingresar para que al unísono una decena de cocineros de la barra gritaran al unísono Maido!!. (me dieron varias traducciones, desde «bienvenido» hasta «otra  vez»).

Partimos con los aperitivos Ay Caramba y Pecado NIkkei, sorprendentes!!. Esos los sacamos de la carta de aperitivos. Cuando vimos la carta de appetizers, nos tentamos con  un maki Guratan, que casi nos deja sin ganas de comer más. Con hidalguía decidimos consultar la carta de fondos para elegir un asado de tira Nitsu (50 horas de cocción) y un arroz con pato. Sorprendentes y al menos en mi caso, merecían las copas de Malbec Bramare que solicité.

El diseño del lugar es muy top, desde la iluminación, la música hasta los detalles que adornan el bar. La atención es privilegiada, bastaba un movimiento de la cabeza y ya tenías a alguien atento a resolver lo que pidieras. En el techo unas gruesas cuerdas que iluminadas con intención, formaban un marco luminoso perfecto. Alucinados con el lugar, no desperdiciamos tiempo y nos fuimos a los postres. Un ceviche (postre ácido) y un Amador 70%, increíbles. En mi caso, enfrentado a un helado de chocolate bitter, vainilla y cacao, no pude resistir la tentación de añadir una copa de ron Zacapa 23 años. Este debe ser el postre más grandioso que he probado en 10 años. Solo esos gratificantes cafés negros nos trajeron de vuelta y pudimos regresar al departamento.

Otro día, decidimos bajar de verdad a la playa, pues el barrio en que estábamos está cerca pero a 50 metros de altura que tiene el acantilado. Pues bien, encontramos por donde bajar y comenzamos un fresco y grato paseo por la orilla del mar. Como andábamos en formato krrtrekking, decidimos visitar el complejo Rosa Náutica. Es una versión extendida y mejorada de nuestro Cap Ducal de Viña del Mar y de verdad que nos llamaba la atención. Fue un buen lugar para tomar un aperitivo mirando el mar, los pájaros y a los surfistas que luchaban con las incesantes olas de dicha costa. Continuamos el camino hasta cansarnos y regresar para un un lugar en donde almorzar. Encontramos el Dánica, un restaurante italo-peruano. Resultó ser una sorpresa, pues no solo estaba muy bien armado sino que la oferta era exquisita. Partimos con cerveza y gaseosa, acompañando unos langostinos al ajo. Luego los fondos, un Linguini Thai y una milanesa Palermo. Deliciosos platos que acompañamos con un merlot muy bueno. Para los postres, un crocante de manzana y una torta 4 leches magnífica.

Después de almorzar en las Brujas de Cachiche, nada puede ser superado. Este lugar está igual que hace 15 años y sigue siendo referencia culinaria. Tomamos la versión buffet pues permite probar una cantidad sorprendente de sabores sin tener que pedir tantos platos que sería imposible comer. Comimos con pequeña desmesura, pues era imposible no disfrutar la variedad de sabores ofrecidos. Acompañamos con un vino español potente y unos mejores postres, para salir del restaurante en condición terminal. Solo un buen descanso podría traer el broche de perfección al placer disfrutado.

Me parece que en la última noche en Lima, decidimos ir al restaurante más cercano al departamento. Fue un gran acierto, se trataba del restaurante Alfresco, un lugar de fusión italiano peruana que fue una rica sorpresa. Un filete en salsa de tomillo, un atún con salsa de coco, todo acompañado con una botella de Syrah IntiPalka (peruano y bastante bueno). Para los postres solo alcanzamos un tres leches compartido. (puede que hayamos comido muchos estos días)

El último recuerdo gastronómico de Lima fue nuestra visita a La Bodega de la Trattoria, un sitio muy elegante y tranquilo que habíamos visto días atrás. Partimos con unos appetizers, pastel de choclo (no es lo que parece) y hojas de parra, para acompañar nuestros aperitivos Sour de Maracuyá y Kir Royale. Seguimos con un lomo a las 4 pimientas y una lasaña de ají gallina. Acompañamos con un malbec Alamos (mendocino) que llamaba desde la carta para ser elegido. Unos cafés rápidos y volvimos al departamento por el equipaje, pues nos quedaba muy poco tiempo para llegar al aeropuerto y volver  a Chile.

Lima, un destino gastronómico imperdible!!!!!