Disfrutando made in house

Tras una noche bastante movida sobretodo en emociones, decidí dormir hasta que me diera hipo. Desperté pasadas las 14 horas en un día curiosamente nublado, pero muy caluroso.

Decidí tomar las cosas con la mayor calma, recogí una suscripción gratuita en mi puerta que llegó llena de catálogos de estúpidas cosas inútiles para los escolares y solo un par de temas interesantes en más de 80 páginas. Un desayuno ambientado por el descarte sistemático de cuanta inutilidad puede ser escrita para los «consumidores». Apesta esta sociedad de consumo y cada vez más.

Preparé una botella con jugo isotónico, mi mochila y tome mi adorada cleta para dar un buen paseo. Tomé la ciclovía de Antonio Varas, luego otra que me condujo hacia el Parque Bustamante y de ahí hacia Pío Nono para subir el cerro San Cristóbal. Exquisito recorrido que me condujo finalmente hacia la cumbre del San Cristóbal, un destino semanalmente necesario. Había tanta gente, demasiada. Ni siquiera fui capaz de lidiar en una fila por conseguir mi habitual jugo de mote con huesillos, sin mote y sin huesillos.

Me instalé en la sombra y saqué un par de revistas que llevo para leer en este lugar y me dediqué a eso y a dejar que el abundante sudor de mi cabeza me dejara leer entre las gotas que segundo a segundo marcaban el papel. Como sea, conseguí leer ambas revistas y secar un poco mi camiseta empapada de «sudor de subidas» y terminar de beber mi botella de jugo.

Cuando terminé mis textos, comencé el regreso, una experiencia que recomiendo a cualquiera que disfrute la libertad de un descenso a gran rapidez con esa brisa maravillosa refrescando tu cuerpo y sobretodo con la libertad de gozar la gravedad como gran impulsor de tu vertiginosidad..

De vuelta en mi departamento, unas cuantas llamadas perdidas que devolví y una merecida y deliciosa ducha. Luego, el festín de cocinar. Abrí la despensa y seleccione algunos elemntos y varios aderezos para inventar mi rico almuerzo siendo más allá de las 17 horas. Preparé un maravilloso puré de frijoles bayos a la pimienta (en granos, no molida) y unos cortes de carne a las finas hierbas con queso de cabra. Mmmmhh, quedó increíble!!.

Abrí una botella de cabernet sauvignon 2008 de Anakena, lo que completó el placer de mi almuerzo tardío. Aproveché de terminar un libro fantástico de Zygmunt Bauman llamado Tiempos Líquidos, que me ha ocupado toda la semana. Como le debe pasar a todos (ok, a muchos), me  encantan los libros que hablan lo mismo que pensamos y en este caso tengo muchas similitudes. Partiendo de la constatación que de la invariable incapacidad de los gobiernos de satisfacer las necesidades de sus pueblos, solo dedican tiempo a recrear enemigos necesarios, el contrapunto de la delincuencia y el miedo como espejo sobre el cual medir sus exigencias de protección. La «flexibilidad» (lo líquido) es finalmente la necesidad de mostrar solvencia en un universo de incapacidades para  crear su propio destino y que teme de inmigrantes y de todo el ejército de reserva que la sociedad de consumo requiere para subsistir. La élite se esconde en sus fortalezas acorazadas en nuevos barrios que inventa y recrea para no relacionarse con los demás, por miedo, por miedo a todo. Bienvenido a la modernidad, la sociedad de la incertidumbre y de la «liquida» capacidad para mentir mientras eso signifique mantener el mismo estado de cosas.

Terminado tan interesante libro, me dediqué a actualizar este blog. Ya comencé otro buen libro, el libro del desasosiego de Fernando Pessoa que después comento.

Sabores del Ají Seco : picada peruana en Santiasco Centro

Aunque mi búsqueda probablemente no se detendrá, sigo esperando nuevos lugares en el centro de Santiasco que sean un acierto gastronómico para un almuerzo en días laborales. Por suerte, aunque sean pocos, igual existen nuevos sitios para disfrutar.

Ubicado en una zona poco atractiva del centro, este sitio fue una grata sorpresa. Nada hace esperar que en su interior hay una oferta deliciosa y de muy buen nivel.

Llegamos a buena hora y en el segundo piso, pillamos una mesa libre, habida cuenta que parece ser un sitio muy concurrido. Como es de rigor, pisco sour peruano y un ceviche mixto (dados de pescado, camarones, camote, choclo y rocoto) para compartir, gran combinación!!.

Los platos, muy variopintos, partiendo por una excelente albacora con salsa haucaína con ostiones, camarones y champiñones junto a un risotto al apio, también unos Fetuccinis con mariscos y un seco de pescado con salsa de ostiones, todos aromáticos y deliciosos. Acompañamos este banquete con un vino seleccionado de una brevísima carta de vinos (el defecto del lugar), un merlot Santa Digna de Miguel Torres, que afortunadamente estuvo a la altura de los sabores y de la rica experiencia.

Para los postres, Tiramisú y Suspiro Limeño fueron las mejores opciones.

Gran picada!!