Nueva entrega de filetes del #Stgoamil

Esta semana continué mis incursiones disfrutables por el teatro en este mes de enero de locura, como suele ser la programación cultural de Santiasco. Insistiré hasta el cansancio, que no es posible que solo en enero (un doceavo del año) se concentre lo mejor del espectáculo posible de ver, hay tantos días en que no hay nada, que me apena este exceso.

Comencé con una obra nacional llamada Juan Cristóbal casi si al llegar a Zapadores, una historia que une las historias verdaderas de dos mujeres de unos 70 años que son las abuelas reales del director. Una historia que se cuenta por medio de anécdotas, recuerdos que se van plasmando en stickers en una muralla, objetos y ropajes que van formando un museo de cada una de las protagonistas. Relatos cotidianos y algunos vídeos y ropajes que le dan potencia a la cotidianeidad de tantos años de vida que finalmente convergen en la constitución de una familia. Una obra tierna, llena de realidades que podemos reconocer y de casualidades que nos pueden asombrar.

No esperaba ser sorprendido esta noche, pero Salves una obra francesa de danza teatro logró fascinarme. Un escenario oscuro por el que se cruzan historias y bailarines en una frenética búsqueda de la reconstrucción del presente pero ligada indefectiblemente al hilo del pasado. Un recorrido histórico que no es más que el relato del emocionar, de la persistencia y del devenir humano. Fascinante el trabajo de cada protagonista, bailarines, iluminadores, sonidistas y cuántos estaban ocultos en las sombras para hacer que no quisiéramos pestañear siquiera para no perder algo de esta maravilla.

Pensaba que la poesía normalmente estaba bien representada  en los textos, pero esta obra de Nueva Zelanda llamada Birds with skymirrors, logró mostrarme que la danza podía ser mucho más expresiva. La obra es un clamor por la vida que se extingue por el cambio climático y la acción destructora del hombre. Los vestidos negros en un escenario de fondos negros, los movimientos como si fueran pequeñas aves atrapadas en la suciedad del mar, el clamor gritado desde la profundidad, todo pensado como una verdadera protesta por la vida y por la belleza que sucumbe a diario.

Está muy bueno este enero lleno de Santiago a Mil.