Vichuquén : un almuerzo fantástico

Un lugar extraordinario para esos días en donde almorzar en Santiasco centro es una necesidad más que digestiva. Requería imperiosamente un lugar para estar conmigo y mis cavilaciones, sin interrupciones y sobretodo plenamente disfrutable. Ese lugar se llama Vichuquén.

Pocos comensales y bastante distribuidos en el gran salón del restaurant. Valoro especialmente el espacio entre las mesas, la elegancia y esa tranquilidad insospechada para un sitio en una calle de alto tráfico. Me instalé en una mesa al lado del ventanal para tener suficiente luz natural y poder leer unas notas que portaba. Llegó mi agua mineral sin gas y me dispuse a revisar la carta.

Mientras seleccionaba mi plato, llegaron dos paneras, una con panecillos amasados y otra con sopaipillas calientitas. Un pote con mantequilla y otro con un pebre exquisito. Me devoré las sopaipillas con el pebre, malditamente adictivas.

En la carta, un plato me sedujo rapidamente, un filete de vacuno con una salsa chamán y puré de habas. La salsa con base de vino contenía cebollitas y champiñones trozados y unos minúsculos cubitos de tocino, francamente deliciosa, un toque perfecto para el gran trozo de filete. El pote de greda sobre el mismo plato contenía el puré de habas y alrededor una selección bolitas de verduras cocidas al dente (papas, zanahorias, zapallitos italianos). Un plato del que habría disfrutado mucho repetirmelo. Maravilloso y muy bien acompañado por una copa de Malbec gran reserva de las viñas del hotel (zona de Santa Cruz).

Con tanto disfrute, recuperé rápido mi lucidez y pude darle sentido – finalmente – al proyecto que daba vueltas en mi mente desde la mañana y que necesitaba resolver. Para celebrarlo, elegí una opción de buffet de postres y elegí tres delicias, una tarta de pastelera y cubierta de membrillo, un trozo de kuchen de nueces y pasas y un vaso con una versión sabrosísima de suspiro limeño. Notables sabores.

El tiempo apremiaba mi salida, por lo que junto a la cuenta solicité mi café negro, el cual llegó acompañado con un plato de dulces chilenos en miniatura, qué ricos y delicados bocados!!. No solo resolví lo que preocupaba a mi mente sino que recuperé la alegría que andaba un poco agotada esta semana.

Vichuquén, verdaderamente topísimo.

Bar The Clinic : disfrutable evento

Cómo resulta habitual, inventé una buena excusa para celebrar y el día mundial de la rabia tenía la potencia significativa suficiente para que se movilizara toda la energía del equipo Internet. Decidimos que el lugar debía tener esa marca iconoclasta e irreverente que nos gusta, por lo que llegar al bar The Clinic no tenía mayor sorpresa.

En el mismo palacio en que funcionó por un buen tiempo el Café Abarzúa (y el Partido Radical) hace unos pocos meses está este taquillero sitio, que todos los días se llena y que crea recuerdos deliciosos a sus comensales.

Más de la mitad del equipo salimos a las 19 horas de la pega para llegar a este sitio a hacer soberanía y comenzar a disfrutar preparados sencillos pero llenos de personalidad.  La tabla The Clinic es un hallazgo, delicias chilenas con gran gusto, empanaditas, brochetas, choripanes, sopaipillas, increíble, se disfrutan al máximo.

Me encantó la carta (todavía la guardo) pues es un trozo del pasquín que es The Clinic en donde se mezclan frases graciosas y el listado de precios. Como no reir  cuando Bielsa declara que intento saludar a Piñera pero sus brazos eran muy cortos o cuando Solabarrieta alaba a Amaro porque le ayudó con el acento. Muy gracioso!!!

Estuvimos conversando anécdotas hasta casi medianoche en una entretenida  jornada de celebración.Este equipo  cada vez se pone más exigente. Más diversión, más disfrute, para poder dar más.

Rica celebración, dejamos toda la rabia y nos fuimos llenos de energía!!!

Del Beto Restaurant : buen almuerzo dominguero

He comentado más de una vez la dificultad que existe en Santiasco para encontrar un buen restoran abierto un día domingo. En mis búsquedas, por fortuna, puedo anotar un nuevo sitio a la lista.

Se trata Del Beto, un lugar de comida chilena en el barrio Manuel Montt con un caracter bastante familiar (de los pocos sitios con la típica y para mi nefasta opción de pollo asado y papas fritas para los niños). Bastante lleno siendo más de las 15 horas, encontré una mesa libre y un atento servicio.

Por tratarse de comida chilena, partí degustando una fresca vaina y comiendo las sopaipillas con un pebre de miedo. De la extensa carta me tenté con un Lomo del Beto, un rico medallón de lomo liso relleno con champiñones, longaniza y pimentón, bañado en una salsa con los mismos ingredientes. Para añadirle más sabor al descubrimiento, pedí como acompañamiento un puré picante. Un plato verdaderamente exquisito!!.

Acompañé esta chilenísima incursión con un Tabalí Reserva Cabernet Sauvignon 2008, del cada vez más sorprendente  Valle de Limarí.

Para el postre, me dejé seducir por unas papayas rellenas con helado y una salsa de naranjas, que me llenó de placer y sin nada de culpas. Al cierre, un café expreso y muchas ganas de volver!!.