Escapada a Buenos Aires : un año después

Aprovechar uno de los pocos días feriados de este año, complementando con unos días antes y después, fue la fórmula que nos permitió ir a disfrutar de Buenos Aires una vez más.

Llegamos a Ezeiza según itinerario y abordamos un taxi con destino al hotel. El taxista de mediana edad no tardó en detectar que eramos chilenos y como en pocos días más era el duelo de Copa América con Argentina, la conversación estuvo plagada de su absoluta certeza que iban a ganar la Copa. Por que era una espina clavada en el alma argentina el llevar tantos años sin ganar una Copa y que había sido mala suerte solamente haber perdido por penales ante Chile el año anterior. Fue divertido, pues hicimos una apuesta que consistió en que si ganaba Argentina le pagábamos un sobreprecio cuando saliéramos de regreso al aeropuerto o bien él nos haría un importante descuento en caso que Chile se coronara campeón. Nos dio sus datos y quedamos de llamarle el día de la vuelta a nuestro país.

Dejamos nuestro equipaje en el hotel y salimos rápidamente a buscar entradas para el teatro. Pasamos por el puesto de tickets con rebajas para esa noche frente al Obelisco y encontramos entradas con 50% de descuento para el Multiteatro con la obra Le Prenom. La obra partía en poco rato más así es que fuimos raudamente hacia el Paseo La Plaza para asegurar comprar entradas para los siguientes días.

Le Prenom (el nombre) es una sorprendente comedia francesa, de exquisito humor y agudeza para tratar la mezquindad del ser humano, la desidia, la hipocresía, los prejuicios, la envidia, todo ello en un contexto de amistad. La puesta en escena es notable pues todo ocurre durante una noche en el living de un matrimonio burgués y hasta donde llega el hermano de la mujer y posteriormente su pareja embarazada. El gatillo de todo lo que siguió es la broma acerca de cual era el nombre que había elegido para su bebé. La verdad es que hacía mucho tiempo que no me reía tanto disfrutando cada momento de la batalla dialéctica desatada.

Salimos del teatro relajados y hambrientos y por cierto nada mejor que ir a Banchero, la “verdadera pizza” como rezan los títulos de esta pizzería repleta de argentinos. Una mixta con jamón y otra de morrones aplacaron el hambre mientras repasábamos los diálogos más hilarantes de la obra.

Nuevo día, compramos una tarjeta para el transporte público y nos fuimos a la estación Bartolomé Mitre para abordar un tren hacia la zona del Delta de Tigre. Es un enorme territorio inundado por miles de brazos del Río de la Plata que es un paraíso de botes y lanchas. Mucha gente practicando remo y clubes de remo, lo que parece ser el deporte por excelencia. Caminamos por la ciudad admirando la hermosa arquitectura de sus casonas muy cerca de los arroyos, visitamos el Museo Naval que resultó ser bastante interesante y más allá encontramos un impresionante palacio en donde funciona el Museo del Arte Tigre. De regreso, pasamos a almorzar al restaurante María del Lujan, con una hermosa vista al arroyo. Aprovechamos de probar esos peces endémicos de este río, el Surubi con calabaza y el Dorado grillado con unas verduras. Maravillas antecedidas por una provoletta deliciosa y el tremendo Malbec Alamos.

Regresamos en el tren y aproveché de repasar la gran cantidad de graffitis en las murallas que flanquean las vías férreas. Nos sorprendimos lo barato que resulta el transporte público en Buenos Aires y que aloja a una gran cantidad de músicos que acompañan muy bien el viaje.

Ya entrada la noche salimos desde nuestro hotel, adonde fuimos a descansar un rato, rumbo al Paseo La Plaza a ver Yo soy mi propia mujer con el extraordinario Julio Chávez. Una historia basada en un personaje real, un travesti berlinés oriental coleccionista y sobreviviente tanto del régimen nazi como del posterior comunista. Julio Chávez no solo representa a este personaje sino que a quien lo descubrió

y se inspiró para escribir esta notable obra. Salimos rumbo al Chiquilin, un restaurante que nos llamaba para hacerse cargo de la cena. Espumante, seguido de milanesas (de esas que hacen famoso a Buenos Aires), puré de papas y panache de verduras como acompañamientos. También un imprescindible Malbec Trapiche y esos cafés negros para el cierre. Una jornada muy entretenida!!.

El nuevo día lo dedicamos a caminar por diversas avenidas de la ciudad, las que a pesar del frío estaban repletas de gente y actividad. Visitamos el hermoso Teatro Colón con su inmensa colección de arte y luego seguimos hacia el Malba en donde nos esperaba una exposición muy freak de Yoko Ono. Quedamos convencidos que de no ser por su fama, no habría habido tanta gente haciendo como que entendía la muestra. Como este día no tendría teatro, aguantamos el hambre y mantuvimos el objetivo de llegar al restaurante La Cabaña en Puerto Madero, en donde esperábamos encontrar nuestro plato favorito, pamplona de res. Nos sorprendimos de constatar que ya no ofrecían este plato……, pero, como ya era mucho el hambre acumulada, decidimos quedarnos igual. Partimos con una provoletta La Cabaña, gaseosa y kir royale, lo que continuó con una entraña con papas plomo y un baby beef con un salteado mixto de verduras. La botella de malbec fue Animal, un sabor salvaje. En esta ocasión avanzamos hacia los postres con un panqueque de manzana y un rico mousse de chocolate, para cerrar con un té Inti Zen y mi acostumbrado café negro.

Esta noche lluviosa era el esperado duelo entre Chile y Argentina. Aprovechando nuestra buena suerte, conseguimos entradas para una obra que en viajes anteriores no logramos ver. Se trataba de Toc Toc, una de las comedias más hilarantes que ya lleva seis temporadas de éxito. Definitivamente es la obra con la que más reí en este viaje, no solo por su propio mérito, sino porque es imposible no ver tus propias obsesiones compulsivas. Al regreso, vimos piquetes de hinchas cerca del obelisco haciendo barra y por primera vez, un gran despliegue de policía antimotines. Nos pareció prudente volver al hotel y nos instalamos en el bar, lleno de argentinos que miraban el partido en las pantallas. Cada jugada amenazante era suspirada por los locales, mientras nosotros disfrutábamos un piqueo y tragos. Cuando termina el partido y llegaba la hora de los penales, decidimos subir al cuarto, ya que sospechábamos que no seríamos tan bienvenidos en caso de ganar. Pues bien, Chile ganó nuevamente y la tristeza inundó las caras de muchos argentinos. Cayó un gran silencio sobre Buenos Aires.

Llegó el nuevo día, el cual dedicaríamos a revisar libros y conocer algún barrio entretenido. Partimos yendo a desayunar a la cafetería de la maravillosa librería Ateneo Grand Splendid. Tras recorrer los distintos pisos olfateando algunos buenos libros, salimos con dos interesantes títulos, Walden o el debe de la desobediencia civil y un texto de marketing llamado Small Data (lo que la Big Data no ve) además de algún regalo. Pasamos a una disquería a buscar buena música, con lo que incrementé mi colección de tango electrónico y seguidamente abordamos un bus para visitar el Soho. Recorrimos varias cuadras visitando alguna tiendas alternativas y de arte, además de cazar varios hermosos graffitis. Finalmente, encontramos un restaurante que nos llamó la atención. Se trataba de Salvador, con una propuesta diferente. Mantuvimos la frente en alto cuando pedimos, una vez más, milanesa (demasiado rica) pero innovamos en los acompañamientos con una sorprendente y variopinta ensalada. Por cierto, no dejamos de probar un malbec Saint Felicien y buen café.

Más tarde, regresamos al Paseo La Plaza pues nos tocaba la obra Somos Child Free, con Gabriel Goity (El método Grönholm) y elenco. Es la historia de una pareja que decide no tener hijos, pero para el cumpleaños 50 este pacto se rompería. Una comedia singular, que trata de las elecciones, aciertos y desaciertos con los cuales se configura la historia de muchas parejas. Como era esperable, salimos en busca de un sitio para cenar, pues a pesar de estar pasada la medianoche, hay mucha oferta. Anclamos en Pepito, para compartir una inmensa milanesa con puré de papas, un malbec Alamos y el café habitual.

La última noche de un intenso disfrute de esta ciudad sin pausa. No cabe duda, que siempre es disfrutable Buenos Aires.