Un dios salvaje : una delicia argentina

Esta es la tercera entrega de teatro argentino que el Teatro Noescafé de las Artes trae para deleite de los santiasqueños. Ya había pasado un tiempo de la ocasión anterior, por lo que mis expectativas eran bastante altas al saber que el director era el mismo que la obra Baraka que vi tiempo atrás..

A la hora acostumbrada nos encontramos enfrente del teatro para iniciar el disfrute, previa puesta al día con mi partner teatral. El teatro completamente lleno lo que se disfruta mucho cuando tienes entradas en la zona privilegiada que se consigue cuando se compra con adelanto. La multitud no se transforma en un problema cuando sabes que tu asiento ideal te espera.

Cuatro actores, dos matrimonios típicos de la clase acomodada y que enfrentan sus pequeñeces con la ironía y «buenas costumbres» de nuestra falsa sociedad. El hecho es que se juntan a «conversar» porque el chico de 11 años de unos de los matrimonios ataca a su amigo (el hijo del otro matrimonio) con un palo y le vuela un par de dientes. la hilarante secuencia que prosigue, poco a poco se distancia del tema nn cuestión para comenzar a incursionar «casualmente» en la convivencia de los matrimonios, los silencios y las rabia que se acumulan con los años y que, en ocasión tan propicia, comienzan a ventilarse con creciente fuerza.

Ella, alternativa total, preocupada por la humanidad y especialmente de África, intelectual a toda prueba con su marido, un empresario dedicado a la venta de ollas, todo un personaje del sarcasmo y entrenado en años de matrimonio a echar a la broma todo y a soportar como forma de vida. En el otro matrimonio, ella de aparente estupidez servil  de mina sometida y él, un gran abogado que no puede vivir desconectado de su celular. Pero nada es realmente lo que parece.

Una obra deliciosa, con muchos lugares comunes que son fácilmente reconocibles en la sociedad moderna y que muestran hasta el hartazgo la descomposición que enfrentan las parejas modernas, presionadas por el paradigma de lo correcto y cada vez más violentados por tener que reprimir sistemáticamente sus pasiones reales, sus ganas de reventar todo porque ya no soportan la impostura.

Ser o parecer, se enseñorea en el escenario, ya que atrapados en la impostura y en el deber ser, con unos tragos de más, se convierte en la catarsis necesaria para que todos puedan decir finalmente lo que verdaderamente piensan y así empiezan a ser los seres que realmente son.

Es el salvajismo interno del ser humano moderado por la necesidad de ser pacíficos y contenidos, de lo cual se burla la obra con prodigiosa maestría. Un cúmulo de tragedias cotidianas que desnudan el ser humano.

Fantástica obra, reí con ganas comprobando todas y cada una de mis hipótesis acerca de la imposibilidad de vivir en pareja sin conflicto o sin sufrimiento.

Bien por el teatro argentino, es una maravilla que vale disfrutar!!!