Arlequín, servidor de dos patrones

Como broche de oro para el Santiago a Mil, reservé una óptima posición en palco para el Teatro Municipal. Fui por una obra italiana de 1745, un clásico en todos sus aspectos y a cargo de una Compañía italiana (Piccolo Teatro di Milano) que usa el formato callejero, festivo y alternativo para sus increíbles presentaciones.

Una obra para cualquier edad, que en casi tres horas divierte, encanta y hace participar al público intensamente. Son tan virtuosos que hacen maña para improvisar y jugar con el público. Sorprendentemente, la lengua italiana no es impedimento para que niños y viejos comprendan la historia y se sientan deliciosamente divertidos, no solo por la destreza actoral o las bellas canciones y muchísimas escenas graciosas. Que gran arte y en un escenario mínimo, la obra se sostiene en el talento.

Magnífico trabajo, Italia se hizo representar demasiado bien.

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