Esquina de Dioses : exquisita cena

Un sitio que no está precisamente en una esquina sino al lado de Santiago Colonial y del Azul Profundo, pero que tiene personalidad para existir. Apenas llegaba y recibí un pisco sour shot, una delicia de bienvenida.

Partí con un agua mineral sin gas para limpiar las tripas y disfrutar lo que vendría, una causa de caballa (delicioso pez) que me animó para el siguiente plato, un picante de lomo y papas que se merecía un buen malbec Caliterra Tributo 2009 además de los pancitos calientes con dos exquisitas salsas de untar. La música electrónica acompañante, se devino exquisita mientas disfrutaba esta cena.

Tras esta cena potente, un postre delicioso, una mazamorra morada y un caliente café negro cerraron esta primera cena en este lugar, que por cierto promete, no solo por sus sabores sino especialmente por su buena atención.

Esquina de Dioses, volveré por más!!

Azul Profundo : tanto tiempo ha pasado

Tomando en cuenta la cantidad de restoranes que se abren cada año y el lamentable número que cierra sus puertas, es verdaderamente un encanto volver a un sitio que he visitado por mas de 10 años.

Lo primero que agolpa recuerdos en mi mente, es la hermosa y abundante cava de vinos que adorna una gran pared así como el murmullo de personas hablando en inglés. Definitivamente es un sitio de turistas que buscan un sitio original y de probada calidad en su oferta.

Llegamos un poco tarde, tras una puesta al día en larga conversación con mi partner actual de salidas gastronómicas. Partimos con una entrada, unos camarones al ajillo, algo delicioso que combina perfectamente con la ración de pan caliente, mantequilla y pebre delicioso, elementos esenciales de una buena partida de cena en este sitio.

Ya entusiasmados, mi partner se inclinó por un rico mero a la plancha con ensalada de palmitos mientras yo fui por uno de mis fetiches gastronómicos,  Oda al amor, un filete de tiburón en salsa picante. Finalmente soy esclavo de los sabores rotundos que guarda mi alma.

Para acompañar esta delicia de cena, una botella de pinot noir Morandé, helado y mantenido en una cubeta de agua y cubos de hielo.

No me puedo quejar, este sitio de tantos años sigue teniendo encanto y sabor, puedo volver una y otra vez y los platos que me gustan siguen siendo deliciosos.

Biketrekking de sábado : nueva fórmula

Hoy practiqué una variante a mi habitual krrtrekking, lo hice en bicicleta. Si bien deambulo en cleta muchas veces después de subir el cerro San Cristóbal, en esta ocasión fue un trance deliberado.

Llegar al mirador de la cumbre del cerro, beber un rico mote con huesillos y descansar un poco, fue el preámbulo de espera para que llegara mi partner (supuestamente iba a llegar a esa hora). Como me resulta difícil esperar mucho rato, le avisé telefónicamente que me iba a pasear hacia La Pirámide (ahora que está abierto el paso, tras la construcción del famoso tunel que se perforó en nuestro lindo cerro). Tras recorrer toda la ruta, insistí en llamar sin resultados, así es que decidí volver a subir a la cumbre (hay mala señal para celulares). A medio camino, me encontré con una pareja de amigos que se inicia en los paseos por el cerro. Iban con Cata (una chiquitita de 4 meses) metida en una mochila. Los acompañé hasta dejarlos instalados en el mirador de la cumbre, momento en que supe que mi partner se había ido a su casa. Buena la coordinación!!!!

Acordamos un nuevo punto de reunión y bajé raudo hacia el barrio Bellavista y curiosamente llegamos juntos al Ocean Pacific. El trámite fue un fracaso, no nos podían arrendar el lugar que queríamos para las bodas de oro de los viejos. MMMhhh!!!. Plan B en ejecución.

Nos fuimos ruteando por las calles del barrio Bellavista, pasamos al barrio Recoleta y el hambre me llevó a una picada que conozco hace más de 20 años, El Toro, en calle Loreto. Un lugar propicio para disfrutar un aperitivo. Pedimos un ceviche de salmón (especialidad de la casa) y unos pisco sours. Un plato con piso de lechugas, unos cortes de alcachofas, alcaparras, los trocitos de salmón y palta. Exquisito!!!. Una armonía cítrica acompañada de una maravillosa selección de música lounge.

Tras el aperitivo, nuevo destino, el barrio Brasil. Un vertiginoso paso por el Parque Forestal, luego por el medio del centro de Santiasco, saludamos al paso al siempre filete Majestic y seguimos hacia el Ocean Pacific, en calle Cumming.

Trámite exitoso y unos minutos después, ibamos rumbo al barrio Santa Isabel. Ahí logramos conectar con la ciclovía (la gran deuda del país con sus ciclistas) y admirar la vieja arquitectura del sector y esos entrañables lugares como la feria de libros que hay en la intersección con calle San Diego.

Por fin, llegamos al barrio de Avenida Italia, en busca de unos nuevos sitios que se han instalado. La sorpresa de esa hora, casi todos cerrados (bueno, era un poco tarde).

Se ejecuta de inmediato plan C. Llegamos en cleta hasta el Olivié, un restorán ruso que me encanta y que siempre está abierto cuando se le necesita.

Partimos con agua mineral como de costumbre y tras una insidiosa mirada a la carta, salió la selección perfecta de platos. Beef Stroganoff (carne de res cortada en juliana con champiñones, salsa de tomate, crema, vino blanco y arroz) para mi compañero y para mi hambre atroz una Buzenina (carne de cerdo en láminas, literalmente para cortar con el tenedor, cocida en finas hierbas, con trozos de repollo y salsa de ciruelas) maravillosa!!.

A la selección le pusimos un vino syrah reserva de Casa Silva año 2005 delgado y potente, que nos dio un delicioso placer en la combinación. Realmente, muy rico!!!

Para los postres elegimos una torta Olivié (un bizcocho ruso con crema de leche al limón y chocolate) y una pequeña grosería un Blichiki (crepes rellenos con ricota y salsa de cítrico y menta).

Gran biketrekking, tendrá que repetirse!!