Cerati, nada personal : extraordinaria emoción

Estoy profundamente agradecido de un gran amigo que vía WhatsApp comentó que iba a ver en los próximos días esta obra musical y teatral sobre el inolvidable Gustavo Cerati. Sin manejar muchos detalles, compre entradas casi de inmediato, básicamente confiando en el inmejorable gusto musical de mi amigo. Así, el primer sábado de junio estábamos sentados muy cerca del escenario para disfrutar.

El personaje Luis Alberto Spinetta sería quien abre la obra y hará como una suerte de anfitrión, pues de hecho Spinetta fue muy cercano a Cerati, como lo fueron su madre y su mujer chilena, también presentes en la obra. La aparición de Matías Oviedo en escena vaya que sorprende, no solo logra un parecido impresionante con Cerati sino que se comporta, canta y toca guitarra en vivo de manera muy convincente y sobretodo emocionante. Lo aplaudo de pié.

Es un paseo musical que se completa con pasajes de la vida del artista, con su ego, sus conflictos, su talento sobrenatural, sus miedos y esa necesidad de seguir adelante creando y actuando a pesar del cansancio mortal. Una obra fantástica que todo fanático de Cerati debería ver.

Con tanta emoción, era imposible dejar esa noche sin un cierre adecuado. Nos fuimos a disfrutar a la terraza más espectacular de Santiago, me refiero al bar del Luciano K. Recién techada, era perfecta para esta noche. Un sour de mango y unas copas de espumante para acompañar la maravillosa  pizza de jamón serrano y pera, que yo conocía y sabía que fascinar a mi partner.

Una noche llena de emociones probablemente repetibles.

Visitando Buenos Aires, 5 días de disfrutes

Buenos Aires es una de mis ciudades preferidas, siempre interesante e intensa. Habíamos planeado este viaje hace un buen tiempo y ahora estamos de madrugada al aeropuerto para tomar el avión que nos lleva a la aventura.

Un viaje corto, contratar un taxi con un siempre opinante chofer que nos llevó por un ruta nueva evitando los «piquetes» y que nos puso en evidencia la precariedad social de Argentina, debatida entre su nacionalismo y la enorme corrupción.ia

Temprana llegada al hotel en donde afortunadamente nos permitieron el checkin antes de la hora prevista. Aprovechamos la ocasión y salida a pasear, revisamos carteleras de teatro en calle Corrientes, la visita obligada a mi tienda preferida  de música en Corrientes con Callao, para caminar finalmente hacia Puerto Madero, en búsqueda de un buen sitio de carnes. Tras unas vueltas no nos quedó dudas y el almuerzo debía ser en La Cabaña, el reemplazo natural de mi recordada Caballeriza.

Este día quedó marcado por el funeral, inevitablemente esperado, de Gustavo Cerati, ídolo total y que todo el mundo lloró como se lo merecía. Yo también

Un sitio elegante y hermoso, partimos con agua y  bebida cola (solo tienen pepsi!!). Entusiamé rápido con un aperitivo de  provoletta. que nos acrecentó el apetito para poder ir a los fondos. Con el hambre acumulada mi mente solo se focalizó en una pamplona de lomo, mi partner no pudo resistir la tentación de un ojo de bife, que acompañamos con  papines al chimichurri y una botella de Malbec Finca La Linda delicioso. Tras el banquete iniciático, café negro.

Cansados, hicimos la caminata de regreso al hotel, una buena siesta y nos fuimos de largo. Inesperado desenlace del primer día, pero muy beneficioso para el cuerpo.

Iniciamos el segundo día con la compra de entradas para ver la obra Novecento en el Metropolitan, luego nos aventuramos hacia la hermosa librería El Ateneo, en donde compramos algunos de esos buenos libros que no llegan a Chile. Terminada la visita bibliográfica nos fuimos de visita al cementerio de La Recoleta en búsqueda de aventuras. No dimos con la tumba de Eva Duarte, más conocida como Evita Perón, pero conocimos mucho de la opulencia del siglo 20 y el anterior  en Argentina.

Seguimos caminando para llegar al Museo de Bellas Artes y encontrar una impresionante muestra del aniversario de Cortázar al 100%, es un museo extraordinario y además gratuito. Tras recorrerlo, fuimos caminando nuevamente hacia el Malba, con una decepcionante muestra de arte en donde solo rescatamos el arte kinético de Le Parc Lumiere.

Regresamos a La Recoleta por un almuerzo en el café Victoria, partimos con gaseosas,  para rápidamente pedir unas milanesas de lomo napolitana, acompañadas con una tortilla española y una ensalada de 5 ingredientes. Como era obvio añadí una buena botella de malbec familia Gascón. Para los postres, una compartida  crumble de manzana y café negro.

Por la noche, fuimos a ver a Darío Grandinetti en Novecento. Un teatro muy lleno y una escenografía mínima, solo una plataforma inestable que asemejaba la cubierta de un barco, pero luego llega este increíble actor que llena todos los espacios contando como monólogo la historia de ese pianista criado en un barco y que es la quintaesencia del virtuosismo pianístico. Grandinetti es un genio, no requiere más soportes que su propia imaginería para hacernos creer todo y emocionarnos hasta las lágrimas en su relato. Incluye en su relato esa escena sorprendente de la película que espero ver completa algún día.

Amanece otro día y tras el desayuno, vamos por la  compra de entradas para 2 obras de teatro para la noche. Luego tomamos metro hacia Palermo, para hacer un gran paseo por Palermo Soho, el barrio alternativo de Buenos Aires. Probamos un buen almuerzo en Estilo Criollo, gasesosas, medallones de lomo a las 4 pimientas, un especial de bife y molleja, acompañados de una buena botella de malbec Finca La Linda y un postre compartido junto a un buen café.

Tras el almuerzo, nos fuimos de paseo al zoológico de Palermo, de verdad que comparado con mis anteriores visitas se ve enorme y mucho más cuestionador para mis creencias. Sigo creyendo que esos animales estarían mejor en sus propios habitats, por supuesto que si los dejaran vivir así los depredadores humanos.

Por la noche, partimos a ver la obra La Omisión de la Familia Coleman, un exitazo teatral  por varios años que muestra de forma dramática el devenir de una familia al borde del colapso y que solo se sostiene en la impostura de muchos «deber ser» de sus integrantes. Algo nerviosos por lo visto salimos del teatro para un paseo por librerías, haciendo tiempo para la siguiente obra de teatro. La obra final para este día era Red, una formidable actuación de Julio Chavez  y Gerardo Otero. Al inicio se ganó mi odio el personaje del pintor que hace Chavez, el egocentrismo llevado al extremo y en contraste con la humildad del aprendiz Otero en ese estudio de pintor. Una aleccionadora sesión del sentir profundo del artista enfrentado al reto de un millonario encargo para pintar su arte abstracto en un nuevo restaurante, para descubrir finalmente que ese encargo es el inicio de su decadencia y muerte como artista.

Salios consternados con la obra pero con hambre suficiente para ir por una pizaa a Capriatti. una exquisitez  de jamón y morrón acompañada de una rica y fresca sangría.

El siguiente día era domingo, ocasión imperdible para el paseo a la feria de San Telmo, antigüedades, baile y musica callejera, artesanía y mucha buena onda. Una mañana deliciosa disfrutando esa especial convivencia con el mundo real, con gente de verdad y nada de facebook ni twitter.

Tras varias horas de paseo, almorzamos en un restaurante de calle Corrientes, elegimos pra compartir una abundante  fuente de entrañas, morcillas, mollejas y chorizos que acompañamos con un Malbec de la bodega Catena Zapata, además de un postre  y café.

Esa noche nos quedaba un nuevo disfrute en el Teatro El Picadero con la obra El Crédito, una obra deliciosamente sorprendente en donde el humor ocultaba la dispareja y a veces sangrienta realidad que enfrenta el ciudadano común enfrente de los bancos, pero con un giro divertido en que el débil es capaz de manipular al poder y hacerlo caer en sus propias contradicciones. Deliciosa obra!!

Al regreso del teatro pasamos a cenar  al Il Gatto, un buen Malbec Alamos y gaseosas para acompañar unas deliciosas y nocturnas pizzas.

Cómo es inevitable, el ultimo día llegó y decidimos disfrutar un  largo desayuno antes de hacer el  check out. Guardamos el equipaje y partimos nuevamente hacia Puerto Madero para conocer la reserva natural al borde del Río de la Plata, un paseo divertido y lleno de buenas conversaciones. En algún punto, descubrimos el Museo del Humor, en esta ocasión dedicado a Quino y su gran personaje Mafalda. Exquisito disfrute que fue el preámbulo del hambre y nuestro retorno al rico restaurante La Cabaña para darnos el último gusto en la terraza frente a los diques.

Partimos con una abundante rueda de achuras, para continuar con una compartida  pamplona de lomo más papines con chimichurri y una monumental botella de Malbec Alta Vista Premium, además de las gaseosas que pedimos como aperitivo. Para los postres, una trilogia de chocolates deliciosa más el insustituible café.

Llegando al final de este lindo paseo, regresamos justo a tiempo para retirar equipaje y tomar el auto que nos esperaba para llevarnos al aeropuerto

Buenos Aires, quiero volver otra vez más!!