Después de la lluvia : Santiasco desde el San Cristóbal

Pocas veces coincide que después de una lluvia, el día siguiente todavía es fin de semana. Ese es un acontecimiento delicioso, pues implica que podré ver la ciudad sin esa capa odiosa de smog.

Desperté temprano para constatar que era un día luminoso, con un sol que si bien no daba mucho calor, llenaba de belleza el entorno. Miré por la ventana y la cordillera majestuosa me saludaba con su manto blanco de nieve. Los árboles, preciosos, lavados con paciencia por la lluvia mostraban sus verdaderos colores otoñales y muchas hojas de hermosos colores, llenaban las calles de belleza.

No pude resistir la tentación y preparé mi mochila y tan pronto como pude, estaba camino al cerro San Cristóbal. Muy poca gente en las calles, tan poca que parecía que la ciudad se había escondido y que éramos fantasmas perdidos los que deambulábamos por las calles.

El camino hacia el acceso de Pedro de Valdivia Norte estaba lleno de hojas que el mal tiempo desprendió para formar un césped de colores cálidos y anaranjados, como un preludio del placer que vendría a continuación. Me detuve unos instantes en el acceso del Parque solo para elongar un poco y constatar que era cierto que la gran mayoría de sus visitantes no estaba hoy.

Subí sin esfuerzos, solo disfruté el aire limpio y helado que ingresaba a mi cuerpo feliz de la limpieza post aguacera, disfrutando el brillo de las gotas de agua, de un sol que solo proporcionaba luz y de ese olor característico que solo la lluvia obtiene del cerro. Sobrepasé a unos pocos y un par más pro pasó raudo adelante de mi, pero sentí enorme placer al llegar a la cumbre, sin gran agitación y de paso encontrarme con un amigo malayo, esos de aquellos que buscan estos pequeños grandes placeres que brinda la ciudad en este tipo de días.

Pasé por mi jugo de mote con huesillos (sin mote y sin huesillos), placer irrenunciable de mis subidas a este cerro y que me da permiso disfrutarlo en silencio mientras leo algo interesante. A pesar del sol, había algo dxe frescura en el aire y debí abrigarme un poco, aproveché de hacer algo de ejercicio y dediqué unos largos (o cortos?) 15 minutos a mirar la ciudad. Qué increíble espectáculo, una ciudad plena, en la que pude observar detalles que antes n o había detectado. Por ejemplo, pude ver el palacio Hidalgo en el cerro Santa Lucía, precioso, jamás lo había notado. Incluso fui capaz de ver los edificios en donde viven diversos amigos y que estoy seguro que jamás se ven en la cotidianeidad del eterno smog santiasqueño.

Qué lindo espectáculo el de hoy, como me gustaría que fuera así siempre.

Recorriendo barrios en cleta : un pseudodeporte delicioso

Aunque la noche anterior esperaba haber asistido a un espectáculo de danza moderna, finalmente terminé pasando la pena de su fatal y sorpresiva suspensión disfrutando blues en el Pata Negra, aprovechando de comer algunas tapas y beber un buen vino. Pedí un surtido ibérico, una tabla con jamón serrano, chorizo español, salchichón y cortes de lomo embozado. Además unos calamares a la romana con salsa tabasco, para acompañar una botella de carmenere reserva de Las Niñas 2010. Una compensación por lo que no pude ver, pero buena oportunidad para conversar y pasarlo bien.

Dormí con ganas, de hecho desperté tres veces y en dos  oportunidades decidí dormir un poco más hasta que me asaltó el impulso de salir a pasear en cleta. En mi mente se aparecieron muchos panoramas interesantes, así que después de una reponedora ducha, preparé mochila y cleta para salir a pasear.

Ya en mi cleta salí rumbo al cerro San Cristóbal por la entrada de Pedro de Valdivia Norte, una subida marcada por una muchacha hermosa en una  antigua cleta que pasó muy rápido hacia el cerro mientras yo me preparaba en la entrada del cerro haciendo algunas elongaciones (la semana laboral de verdad que deja huellas en el cuerpo, estaba demasiado tenso). Comencé a subir unos minutos después que ella y  pronto comencé a a disfrutar la serotonina y la adrenalina que tiene el desafío del cerro. En las cercanías de la piscina Tupahue la alcancé, pero aunque ya había sobrepasado a tres, ella se alejaba parada en su cleta como si nada. En fin, seguí pedaleando mientras bebía mi botella de jugo isotónico, hasta que la alcancé en el «cuesta de los afligidos», una curva y camino de gran pendiente, que he logrado dominar tras años de subir el cerro. La sobrepasé sin problemas, constatando que era una veinteañera estupenda, pero que nada me detendría hasta llegar a mi mote con huesillos, el premio que obtengo cada vez que subo  el cerro.

Instalado en mi sitio favorito, sequé mi transpiración y luego de comprar mi vaso del «elixir del cerro», me puse a leer el libro que me tiene entusiasmado en estos días -La civilización inconsciente de John Ralston- un ensayo sociológico acerca de la manipulación de la sociedad para la prevalencia corporativista del poder, el individuo inexistente y sin valor a menos que sea parte de un grupo de poder en la «democracia» al estilo moderno y empresarial.

Un buen rato leyendo hasta que el hambre me advirtió que era adecuado ir por un buen lugar para almorzar. Bajé con el vértigo que trae aparejada la pendiente del cerro y me fui hacia el barrio Bellavista, barrio que recorrí por un buen rato hasta llegar al Teatro Mori en donde disfruté de una exposición de fotografía del Fotocine Club. Lindas fotos que disfruté mientras pensaba en donde almorzaría. Seguí pedaleando y me fui hacia la zona norponiente de Santiasco. Pasé por el Centro Cultural Estación Mapocho y me puse a zigzagear entre las calles del sector para visitar la Peluquería Francesa, el boulevard Maturana, el Buenos Aires y el exquisito Juan y Medio de Plaza Brasil, además del Teatro Novedades, todos deliciosas paradas de otros tiempos y que ahora decidí dejar atrás.

Tras muchas vueltas pesquisando nuevos lugares, decidí volver hacia el oriente y en algún punto di con el Parque Forestal, para acercarme al barrio Lastarria. El hambre estaba claramente inflacionado, asi es que decidí almorzar en el Zabo.  En la Plaza Mulato Gil, este lugar de cócteles, sushi y platos peruanos me sedujo lo suficiente como para finalmente detenerme. Partí con un jugo de maracuyá, mientras elegía de la carta un trío de causas como entrada, un plato divino, con tres variedades de causa limeña, camarones, pulpo y anguilas.

Ya embalado en el placer de comer, decidí por un buen vino, un syrah reserva de Chocalán 2008 que sería fiel compañía para mi lomo saltado, un plato peruano delicioso, algo especial en un sitio de sushi que lo emparenta con la comida nikkei. Disfruté mi almuerzo tardío, mientras continuaba leyendo mi libro del momento. La música maravillosa con Diane Krall al piano y voz.

Finalmente, tras un rico café negro decidí volver a casa atravezando el Parque Forestal hasta mis territorios  personales en un paseo que marcó 35 Km de placer.

Buen día de disfrutes!!!

Día de Internet : celebrando como niños

Desde hace varios años tengo por rito esencial invitar cada 17 de mayo a todo mi equipo a celebrar el día internacional de internet, haciendo algo disfrutable que eufemísticamente lo rotulamos como un taller.

Este año, que ha sido especialmente intenso y lleno de sobre esfuerzos, era un buen momento para hacer algo verdaderamente lúdico. Así es que cuando alguien propuso ¿y porqué no vamos al Monticello?, me pareció espectacular aún a pesar del hecho que no me gustan los juegos de azar. Lo que ocurrió esta tarde, me demostró que había mucho más que eso.

Durante la mañana, mientras algunos sacábamos llamas en el teclado para avanzar rápido, algunos del equipo hicieron las pitanzas acostumbradas visitando a todos los miembros de la gerencia entusiasmándolos con nuestra celebración y regalándoles una chapita conmemorativa que diseñamos para la ocasión, además de compartirles golosinas que regamos por todas partes para el goce colectivo.

Cerca de las 13 horas partió el primer grupo mientras el resto corría para cumplir compromisos. Así, a las 14 horas salió el segundo grupo y finalmente cerca de las 14:30 logré salir con la última persona que me esperaba y caminar raudos para abordar el último vehículo rumbo al disfrute.

Un viaje veloz y más breve de lo que imaginaba, nos dejó en este curioso lugar. Parece una pequeña ciudad enclavada entre las autopistas y extrañamente silenciosa y pulcra. En el bonito restoran Santa Masa nos esperaban para nuestro almuerzo, que obviamente habíamos programado con antelación.

Aperitivos para todos, desde jugo de frutas hasta champaña, para acompañar unos ricos appetizers que desaparecieron rápidamente dada la voracidad del hambre acumulada. Pronto llegarían los fondos, tres variedades de pastas, tres opciones de salsas acompañadas de una rica copa de vino. Un almuerzo delicioso y una atención espectacular.

Este inicio gastronómico estuvo marcado por las bromas y decenas de fotografías que se subieron en línea al facebook, para compartir con los amigos que no estaban presentes. Tras los postres, terriblemente dulces y sabrosos, nos fuimos a preparar para una tarde de juegos.

La primera estación fue el bowling, donde de hecho eramos los únicos jugando y desordenando el ambiente. Hace tanto tiempo que no nos divertíamos tanto con todo el fabuloso equipo que tengo el honor de liderar. Tras dos secuencias completas de juegos y cansados de tantos esfuerzos, ya que para las chicas definitivamente los bolos son muy pesados. En la desesperación, una de ellas incluso caminó por la pista hasta unos dos metros de los palitroques y lanzó triunfante y ….., falló!!!!. Una de las escenas más chistosas de la tarde.

En patota nuevamente, nos fuimos al karting. Quién puede creer que tienen una pista y que los autos eléctricos realmente andan rápido. Nos turnamos para conducir como locos por la pista en forma de 8 con una gradiente de varios metros, suficiente para provocar algo de vértigo cuando se va con el acelerador a fondo. Deliciosa experiencia y sobretodo graciosa, es tan rico jugar como niños!!!

A estas alturas, una parte del grupo se fue a jugar a disparar con rifles electrónicos, mientras otros nos fuimos a conocer el casino. Un día de semana y gran cantidad de gente en el interior, me parecía tan extraño. Gente jugando en máquinas, lejos lo más fome que he visto. Pero en las ruletas y las mesas de cartas, parecía haber algo más interesante. Tras observar largo rato una concurrida ruleta en donde un par de chicas de mi equipo ganaron bastante dinero, pero que no pude encontrarle mayor gracia, me instalé a ver jugar black jack.

En realidad jugar a las probabilidades tiene componentes de adrenalina y mente rápida, lo que tras una larga media hora, me llevó a intentar el juego. Partí con 10 mil pesos (equivale a dos fichas del valor mínimo de postura) y comencé a experimentar. Llegué a ganar 60 mil pesos y luego del cambio del croupier, perder finalmente casi todo. Bueno, solo fueron 3 mil pesos, pero me divertí muchísimo. Hubo ganadores y otros que perdimos algo de dinero, pero la diversión fue plena para todos.

Ya cerca de las 21 horas iniciamos el retorno a Santiasco, con la cara llena de sonrisas y con la sensación de haber disfrutado un gran día de Internet.

Un sábado muy particular : disfrutable paseo

Desperté por primera vez alrededor de las 10 am con un llamado telefónico, era la confirmación que iría a la montaña acompañado con un gran malayo en la madrugada del domingo. Tras la llamada, nuevamente me sumergí en el sueño y al mediodía, desperté lleno de energía para enfrentar un sábado que ya tenía claro, sería intenso y energizante.

Me preparé unas frutas al jugo como desayuno, mientras llenaba mi botella de agua isotónica y armaba una improvisada mochila para un día en cleta. Salí rumbo a la ciclovía de Pocuro con viento y fortuna a favor porque no tuve que parar hasta Tobalaba, ya que todos los semáforos los pillé en verde. Tomé la ciclovía de Isabel la Católica hasta llegar a Américo Vespucio, en donde tomé el parque y me deslizo con facilidad por la arenilla mientras conduzco mi cleta con rumbo hacia La Pirámide. En Escrivá de Balaguer hago el encaje con el acceso al Parque Metropolitano y listo, ya estoy en mi territorio preferido, el cerro.

Continué el ascenso con buen ritmo hasta la cumbre del San Cristóbal, mi destino de altura de este día. Desde allí pude observar Santiasco absolutamente sumergido en el asqueroso smog. Imagino que esa fue la causa para que de pronto me vino un ataque de estornudos, conte ocho casi seguidos. No puede ser!!!

Saludé a algunos amigos en el lugar y descansé un rato. De ahí planifiqué una ruta para mi descenso, me iría hacia Bellavista. Al comenzar la bajada, decidí que no pedalearía y usaría solo la gravedad. Que rica sensación, la de bajar velozmente sin agregar ninguna fuerza personal. Llegué al acceso de Pedro Valdivia Norte con una rapidez máxima de 52.9 Km/hr, la que alcancé casi en el último tramo.

Dirigí mi cleta hacia Bellavista, deambulé un rato por diferentes calles y luego cambié de idea y enfilé por Plaza Italia hacia el barrio Italia. Interesante como se ha ido llenando de nuevos lugares, encontré dos restoranes nuevos en el trayecto y 4 tiendas de diseño muy chic en los alrededores de las tiendas de muebles viejos. Se está poniendo muy bonito este barrio!!!

Seguí zigzagueando por muchas calles hasta que el hambre comenzó a asomar impetuoso. Pudo ser el Olivié, el Da noi, Paladares y otros tantos, pero lo que yo quería era una terraza y comida con mucho sabor. Busqué por más de una hora y cada vez me acercaba más hacia el barrio Manuel Montt, por lo que finalmente terminé en la terraza del Chiwake.

Era bastante tarde, pero ya sabía que este lugar tenía cocina non stop, por lo que ubiqué mi cleta a un costado y me dispuse a comer rico. Partí por probar un  buen pisco sour peruano del lugar y pedir una causa limeña como entrada.

Una animada conversación con el mozo peruano me alegró la tarde, con bastante experiencia ya que tenía una larga temporada en el Hotel W, aunque las ofertas de vino en Chiwake no tienen punto de comparación con el W.

Después de esa enorme y sabrosa causa limeña, pedí un tacu tacu de lentejas con lomo salteado, pero le introduje una variación, cambié el lomo salteado por un seco de res, algo mucho más sabroso. Tras la conversación sobre vinos y ante la esmirriada oferta disponible, me incliné por una botella de carmenere de Santa Digna reserva. No me quejo, combinó estupendamente con mi sabroso plato.

Una relajada sesión de sabores en una tarde especialmente cálida y buen cierre tras 35 Km de paseo en cleta. Después de un café negro, dejé el lugar y regresé a casa.

Tambo : el peruano de Lastarria

Ensimismado en necesarios trámites y la urgencia de concretar algunas metas, me dejó cerca del barrio Lastarria con algo de tiempo y un hambre exacerbada por la adrenalina que recorría mi cuerpo.

Tras un recorrido de reconocimiento en las breves cuadras del sector, decidí que mi mejor opción era volver a probar un rico sitio peruano del cual he comentado antes. Me refiero al estiloso Tambo, un pequeño pero rico lugar en una esquina privilegiada del barrio.

Me resulta muy atractivo el ingenio que se requiere para sacar provecho de cada centímetro cuadrado disponible, aunque eso incluya mesas en la angosta calzada de peatones. Elegí una mesa al interior para sentirme más cómodo y en privado y pedí una variante exquisita de pisco sour, uno con jengibre. Esa sabor levemente picante es un toque de placer delicioso en este aperitivo de raíz peruana.

La carta es breve pero atractiva y tras su lectura, me decidí por un tambo de camarones, un plato de camarones salteados con cebolla morada, tomate, pimiento rojo, champignones, aji amarillo y cebollín y gratamente acompañado con arroz blanco mezclado con granos de choclo y una porción de doradas papas fritas. Exquisito!!!!!

Aunque ofrecían botellas de algunas cepas de vinos, me incliné en esta ocasión solo por una copa de un rico cabernet sauvignon, la mejor opción en ese formato. Para el postre, me sedujo un suspiro limeño de chirimoya, exquisito sin objeciones.

Me gusta el Tambo, es tan eficiente!!

Paseo matinal en cleta y merecido desayuno

Desperté muy temprano a pesar que no tenía intenciones de hacerlo. Las mañanas del sábado suelo dormir hasta que me de hipo, salvo compromiso previo. Este fortuito hecho, me animó y decidí que había que aprovechar la oportunidad.

Preparé mi cleta y mi mochila y me lancé a recorrer las calles rumbo al sector de Plaza Italia con la intención de subir el Cerro San Cristóbal por el acceso de Pio Nono. Poca gente en las calles, incluso pocos vehículos, lo cual se agradece ya que el paisaje citadino se hace mucho más agradable.

Tendré que hacerle mantención a mi bólido de dos ruedas pues constaté que estaba pegado un cambio y tuve que hacer el recorrido en una combinación 2x, lo cual significó que llegué más rápido pero más cansado que de costumbre a la cumbre del cerro. Tras mi premio al esfuerzo, en la forma de jugo de mote con huesillos, dediqué un rato a la lectura de Pessoa y una vez que mi camiseta se secó lo suficiente, emprendí el regreso. Bajada a gran velocidad por el acceso Pedro de Valdivia Norte y posterior recorrido hacia el barrio Bellas Artes.

No tardé en llegar al sitio que vino a mi mente cuando imaginé que tipo de desayuno quería para hoy. Instalado en la pequeña terraza que habilitó el Café del Ópera en la calle, ubiqué mi cleta a mi costado y me rendí a los disfrutes.

Para partir, pedí una rica cerveza belga Maredsous, ideal para quitarme el calor e hidratarme. Mientras la disfrutaba lentamente, me armé carta en mano, el sandwich que me tentaba. Elegí un pan piccolo (la otra opción es un baguette), puse como base jamón serrano y añadí anchoas, huevo duro y palta. Sobre ello, me la jugué con una salsa de ajo. Debo reconocer que me gustan las transgresiones gastronómicas y ésta fue una rica opción. Un sabor intenso y fantásticamente logrado.

Extasiado de sabores intensos, cerré la incursión con un rico café Moka y regresé a casa zigzagueando al azar con mi cleta por las calles de Providencia. Por cierto, aproveché de pasar al Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) para visitar la exposición fotográfica de Koen Wessing, una muestra impactante de fotografías que el connotado fotógrafo tomó en Chile y otros países. Hay un fotograma tremendo con las grabaciones de los mandos militares del 73 como música de fondo, en donde se recorren las fotografías de esos sucesos siniestros y profundamente inhumanos que vivió Chile en esa época en que las dictaduras y las violaciones a los DDHH eran la moda de la política internacional de EEUU.

Rico paseo y mejor desayuno!!

Una disfrutable noche de jazz y otros placeres

De las pocas actividades culturales que presenta febrero, una que sin duda se convertirá en un acierto es el ciclo de jazz en el GAM. Han aprovechado esa sala 1, que es una maravilla técnica y que espero que muchos grupos musicales aprovechen cada vez más. Durante todo el mes han habido recitales deliciosos y esta noche era el turno de Daz Cuarteto. Una formación muy peculiar, ya que reúne a dos músicos notables que reconozco con facilidad, me refiero a Diego Manusevich envientos y a Roberto Lecaros en Contrabajo, ambos acompañando la guitarra y composiciones de Diego Aguirre y un extraordinario batero que  lamentablemente no recuerdo su nombre.

Una sesión de jazz intensa, con mucha improvisación virtuosa, algo que por cierto es poco habitual en el circuito local y que tiene por portentoso exponente a Diego Manusevich, a quien sigo hace algunos años.

Esta deliciosa noche continuó con una buena cena en Paladares (otra crónica) y un remate en la Fuente de Providencia, un lugar nuevo en el barrio Manuel Montt que ocupa el lugar que dejó el local Entremundos y que espero tenga mejor suerte, Aquí terminé una noche deliciosa, tomando unos tragos de ron mientras veía en una pantalla la exquisita actuación de Los jaivas en Viña. Odio ver TV pero disfruté la casualidad de encontrarme en un sitio que mostraba este espectáculo inesperado en una pantalla de alta definición.

Gran noche de disfrutes!!

Ascenso al cerro Manchón : gran experiencia

Este lindo cerro es quizás el  menos conocido de aquellos que se encuentran en la zona de Yerba Loca. De hecho constituye un punto de observación entre los cajones de Yerba Loca y la Disputada, con una vista en primer plano de los cerros La Paloma y El Plomo.

Originalmente ibamos a ascender el cerro Minillas con los malayos, pero por esas cosas de la vida, terminé acordando una salida distinta con un malayo amigo.

Nos juntamos a las 7:00 AM y partimos rumbo a Farellones, específicamente hasta el estacionamiento de la Mina Disputada, en donde iniciamos el disfrute de montaña alrededor de las 8:15 AM.

Partimos con un día soleado, aunque con una temperatura algo baja. El ascenso se inicia con una gran pendiente, por lo que a los 15 minutos ya nos estabamos desabrigando, pues ya transpirábamos abundantemente. El sendero se pierde rápidamente y hay que guiarse por referencias más globales y algunos hitos que van apareciendo.

Tras un par de horas, las nubes comenzaron a nublar todo. Un fenómeno muy especial, ya que parecían nacer del valle que da hacia la mina y como si fuera broma, las nubes se estacionaron exactamente encima del nuestro destino, el cerro Manchón.

Cinco horas y fracción de paseo para lograr la cumbre y comenzar nuestro pequeño banquete malayo, inscribirnos en la libreta de cumbre y dejar un presente para los próximos visitantes.

El regreso fue la oportunidad de tomar lindas fotos del paisaje de montaña, pues aunque no pudimos disfrutar de la vista de los otros cerros (nuestro objetivo), igual el paisaje es notable.

Muy cansados regresamos a Santiasco, pero profundamente alegres por el logro conseguido.

Nuevo krrtrekking : del cerro al almuerzo

Una mañana asoleada, francamente hermosa, me desafió a hacer algo al aire libre y de paso botar tensiones en mi cleta. Preparé una pequeña mochila con algunas cosas incluyendo un par de revistas que seleccioné rapidamente, tomé mi cleta y me dirigí hacia el cerro San Cristóbal.

Poca gente y vehículos, algo muy agradable que pocas veces se da en Santiasco. Pronto llegué al acceso por Pedro de Valdivia Norte, lugar en donde normalmente hago unas pocas elongaciones para prepararme para el ascenso.

La subida bastante en solitario, solo alcancé a 4 ciclistas en mi recorrido y me sobrepasó uno. Un trayecto marcado por la variedad de colores, pues la curiosa lluvia de primavera de días atrás, lavó la mugre y los árboles y arbustos lucían hermosos.

Ya en la cumbre, seguí el rito de comprar un jugo de mote con huesillos (sin mote y sin huesillos, ya que lo que disfruto es el sabor y la temperatura exquisita para matar la sed y el calor). Me instalé en uno de los asientos, con el sol secando mi espalda y me dispuse a leer las revistas. Entretenido proceso, solo interrumpido por un ataque de estornudos que me asoló y que refleja la cantidad de pelusillas  que hay en el aire y que claramente absorbí durante el ascenso. Me parece que estoy inaugurando una nueva etapa de mi vida, estoy francamente alérgico.

Terminada mi lectura, me lancé vertiginosamente hasta el cruce con el camino que lleva hacia La Pirámide y de ahí me fui gozando el camino que da hacia el lado norte de Santiasco. Ya en La Pirámide, retorné por el otro camino para llegar nuevamente al cruce y enfilar de regreso al acceso por donde ingresé al parque.

Rico periplo que decidí ampliar, dirigiéndome en zigzag por las calles de Providencia con destino a Plaza Ñuñoa. Que buen paseo, hoy la ciudad estaba ideal para recorrerla en cleta.

El hambre comenzó a hacer estragos en mi mente, por lo que decidí que en algún buen sitio de Ñuñoa almorzaría rico.

Buen krrtrekking sabatino!!!

DIM : 12 años celebrando la montaña

Pensar que un disfrute de fin de semana que hace 12 años iniciaron unos pocos, hoy sea motivo de celebración para alrededor de 80 amantes de la montaña y que la base de datos de nuestro club ya anote más de 400 integrantes, la verdad es que resulta insólito y al mismo tiempo un gran movilizador del entusiasmo y la buena onda que tienen este fantástico Club Malayo. El DIM, Día Internacional Malayo, es una gran fiesta!!.

La diversidad, la tolerancia, la solidaridad y sobretodo las ganas de disfrutar sanamente en nuestra hermosa cordillera, nos reúnen todos los fines de semana. Aunque no siempre suben los mismos, se repiten los valores que nos unen y que permiten que tantas personas distintas podamos disfrutar juntos no solo un buen ascenso a un lindo cerro sino que además ser capaces de compartir con alegría un menú malayo, esa excusa que inventamos para hacer más disfrutable aún cada paseo. Son muchos quienes nos esmeramos en llevar algo rico o distinto en nuestras mochilas para deleite de todos en ese instante maravilloso en que celebramos estar juntos en la montaña.

Me siento orgulloso de ser un malayo y compartir con gente maravillosa cada semana. Al fin y al cabo, no celebramos tanto el llegar a la cumbre sino que mucho más, el estar juntos disfrutando la belleza de la  naturaleza y la humanidad.

Felíz cumpleaños malayos!!!!