Aventura en la montaña : rastreando un DC-6

La gran mayoría de los fines de semana salgo con mis amigos malayos a la montaña a realizar un delicioso trekking en nuestra maravillosa cordillera central. Sin embargo, hace un mes que no me era posible salir de Santiasco y para deleite mío, el reencuentro con mis amigos fue una gran aventura.

Puntualmente a la cita, llegamos 11 malayos (una cifra pequeña pero que se justifica debido a que el paseo debió hacerse un día sábado). Luego de trasladarnos a los vehículos 4×4, enfilamos hacia el Cajón del Maipo al sector de Lo Valdés. Allí, tras embetunarnos con protector solar (el sol prometía ser despiadado este día) comenzamos un ascenso por una fuerte pendiente y con un terreno de acarreo fuerte, lo que anunciaba prontamente que sería un viaje «comepiernas».

Los paisajes hermosamente coloreados por esas divinas flores silvestres y esa vegetación de cerro tan característica de la zona. En el camino se nos unieron dos hermosos perros que resultaron ser una gran entretención e incluso más adelante, hasta nos sirvieron de guías.

En varios tramos de nuestro acercamiento a la zona en donde cayó en 1965 el avión DC-6 de LAN (tragedia con 87 muertos!!!) nos encontramos con que el sendero había desaparecido debido a gigantescos derrumbes. Por suerte, siempre encontramos la continuación incluyendo la ocasión en que uno de los perros nos mostró en donde continuaba el camino. Genial!!!

Casi cuatro horas de caminata para llegar al lugar en donde encontramos una cruz que marcaba el sitio del accidente. No pudimos encontrar restos a la vista, pero el valle que se anunciaba en una quebrada nos sedujo y seguimos caminando otra hora más para encontrar un refugio en donde decidimos almorzar y descansar.

Mientras almorzábamos, fuimos testigos de una persecusión que los perros hicieron tras una liebre, la cual milagrosamente escapó ascendiendo por una ladera de unos de los cerros. Era obvio que los perros tenían hambre y como no fue suficiente lo que les dimos de comer, buscaban su propia comida. Más tarde uno de los canes lograría atrapar una liebre y darse su personal festín.

Como es habitual, nuestro almuerzo malayo estuvo plagado de delicias compartidas, maní al merken, aceitunas rellenas con ajo, cereales, galletas, el rico café de David acompañado de chocolates de varios tipos, un té con especias y miel y como corresponde una rica botella de vino.

Para el regreso nos reservamos el rastreo de partes del avión ya que a pesar de los años transcurridos aún debían existir. De hecho, subiendo y bajando lomas y morros, dimos con varios trozos de fuselaje, algunas piezas con pintura del logo de LAN, restos de un neumático del avión, tubos, pequeñas vigas, en fin, restos de lo que debe haber sido un tremendo desastre.

El regreso bajo el intenso sol y la exigencia de una bajada en permanente acarreo, no estuvo exenta de algunas caídas, más divertidas que dolorosas para tras casi 8 horas de paseo regresar al punto de partida.

Gran paseo, una verdadera aventura que registré parcialmente en estas fotos.

Menú Malayo en Argentina : Paso Piuquenes

Un paseo que nuestro Club Malayo hacía por primera vez, convocó a 21 entusiastas excursionistas. Siendo las 6 de la mañana del domingo (cierto, dije DOMINGO), me levanté a preparar una mochila con lo necesario para un trekking de día completo en el maravilloso Cajón del Maipo.

Puntualmente el gran David pasa por mí y Janito para viajar raudos hacia el punto de encuentro en una estación de servicio en Av. La Florida. En nuestros habituales 10 minutos de espera tope, se congregaron queridos compañeros y algunos recientes integrantes del Club. Nos cambiamos a vehículos 4×4 y viajamos por más de dos horas hacia el sector de las Termas del Plomo.

Un viaje polvoriento pero con paisajes de ensueño, especialmente cuando bordeamos el precioso Embalse El Yeso, un remanso acuático de paz, belleza y pesca (sorprendente la cantidad de solitarios pescadores de altura). Tras el Embalse, nos fuimos adentrando por caminos de una vía (y muy angosta), hoyos y más hoyos, para finalmente ir acercándonos al Río Yeso y la enorme extensión de piedras de lecho de río que muchos usan para probar sus habilidades abordo de un 4×4. Algo no tan trivial pues apenas estacionados llegó un carabinero de montaña (la tenida era muy interesante) a pedirnos ayuda pues había un vehículo volcado.

A estas alturas ya habíamos bajado a 19 los asistentes, pues dos malayas (una alemana y otra francesa) fueron forzadas a regresar en el retén de San Gabriel por no portar documentos (de lo cual nos enteramos bastante después).

El primer desafío que nos costó la reducción en cuatro malayos más, fue el cruce del río. Hay que reconocer que nos falló la preparación, no portábamos cuerdas, las que son indispensables para vadear un río torrentoso con adecuada seguridad. Con maña y temeridad, cruzamos 15 malayos para continuar el periplo hacia el pórtico Piuquenes. Los malayos disidentes decidieron disfrutar las Termas del Plomo.

Un sol abrasador y un acarreo interminable, pero de entusiasmo y capacidad estamos plenos, así que cada uno a su ritmo, desfilamos por un bello territorio con flores silvestres, cactus de altura, miles de restos marinos fósiles, piedras y más piedras y en las alturas, un cóndor vigilante.

Tras cuatro horas de ascenso, llegamos al hito demarcador de la frontera en el portezuelo, en donde una pequeña estructura de acero con una placa nos mostraba lado chileno y lado argentino. Estabamos a más de 4.000 metros en la frontera chileno-argentina. Nada que envidiar a Chile tiene los argentinos, las montañas de su lado son magníficas.

A medida que fuimos llegando, se fue armando nuestro festín. Habíamos desayunado en Santiasco y ahora teníamos menú malayo en Argentina. Aceitunas rellenas de anchoas y otro relleno, uvas, huevos, sandwiches varios, pomelos, naranjas chocolates y el sagrado café, dieron condimento a nuestro hartazgo malayo mientras un viento aterrador nos mostraba que estábamos en un restaurant de altura y además en país ajeno. Exquisita sensación.

El retorno, bastante veloz gracias a los acarreos, nos concentró nuevamente enfrentados al poderoso río Yeso, que esta vez traía mucho más caudal (sépanlo, no es en vano un día de sol en las nevadas cumbres). Con fuerza y estilo sumado a cierta vocación de aventura desmedida, logramos cruzar a salvo y mojados hasta el cuello, llegar de regreso a los vehículos.

Uffff, que gran paseo!!. Mejor preparados lograría máxima puntuación.

Baños de Colina : delicias de primavera

Un fin de semana en la montaña claramente era un krrt de lo mejor y se cumplió a cabalidad. La cita fue a las 8 de la mañana en Plaza Italia, para abordar un bus que nos llevaría a los 16 entusiastas excursionistas que huíamos de Santiasco para disfrutar de la montaña.

En el camino se nos unió un trío más y tras un largo camino hacia el Cajón del Maipo, nos encontramos en Lo Valdés, último tramo en que era posible circular con motores. Allí, cargamos las pesadas mochilas (esta vez con lo suficiente para acampar y pasar el fin de semana en la montaña) y tras los acuerdos básicos de comunicación, nos lanzamos a la aventura.

Cuatro horas de caminata por un camino muy accidentado, cortado por avalanchas de rocas y sobretodo por la gran cantidad de nieve, hicieron las delicias al esfuerzo y pusieron a prueba el estado físico de los convidados a este disfrute.

Los primeros que llegamos a las Termas nos enfrentamos al dilema de conseguir un precio aceptable para hacer uso de la montaña. ¿Cómo es posible que Chile haya privatizado la montaña? Es una verguenza.

Tras llegar a un acuerdo, esperamos la llegada de todo el grupo y nos fuimos a ubicar a una explanada cerca de las pozas termales y armamos campamento.

Siendo media tarde, parecía del todo adecuado irnos a disfrutar las pozas de agua termal y no nos hicimos de rogar. Estuvimos horas probando las diversas temperaturas de las aguas maravillosamente cálidas que la montaña nos regalaba hasta que la nevazón se hizo presente. Impactante espectáculo, mientras estabamos sumergidos a una temperatura bastante alta, nevaba sobre nuestras caras. Impresionante!!

Poco a poco fuimos saliendo de las pozas y volviendo al campamento, en donde con bastante esfuerzo comenzamos a armar una fogata. Hacía frío, pero las ganas de pasarlo bien eran mayores, así que conseguimos armar un asado de campeonato, con presas de pollo y longanizas para deleite de todos. Tras la nutrida cena, nos fuimos a refugiar en nuestras carpas, ya que la nevazón estaba dejando todo blanco, muy blanco.

Una noche fría y silenciosa, que casi a las 7 de la madrugada, se llenó de lindos sonidos de los pájaros que reclamaban alimento (estas aves de montaña saben reclamar alimentos de los visitantes). Cuando salí de mi carpa, hacía un frío de miedo y aunque me afané por calentar agua para un café, no lo conseguí tan pronto. Cerca de las 8 de la madrugada la vida bullía en el campamento y tomamos un gran desayuno compartido.

Tras el desayuno, solo quedaba disfrutar el hermoso día de sol, completamente despejado, solo había que sumergirse en las aguas termales y descansar. Así estuvimos hasta cerca del mediodía, momento en el cual decidimos que era menester prepararnos para el regreso. Deshicimos el campamento, fuimos a cargar agua y caminamos de regreso. En ese trance nos encontramos con el contingente de Los Malayos que venía por el día a visitar el lugar. Muchos abrazos y queridos amigos, hicieron del regreso un conjunto de pausas deliciosas.

Durante el regreso, fuimos disfrutando poco a poco, los alimentos gourmet propios del menú malayo, de tal manera de hacer disfrutable todo el periplo.

Gran paseo, lindas amistades!!!

Cerro El Roble : un paseo filete

Siendo aún un periodo invernal, hay cerros que son mucho más bellos con la nieve y los colores del invierno. Este cerro de la quinta región es un caso especial de estudio.

Más de treinta malayos se hacen presentes para este paseo. Combinando esfuerzos con el Club de Montaña de BancoEstado, viajamos en un bus hacia este delicioso destino. Tras los prolegómenos habituales, bloqueador solar, ajuste de cargas y demases, nos enfrentamos a un camino con mucha nieve y aire delicioso para respirar.

Este paseo incluye malayos asiduos, además de niños y mascotas diversas. Es muy divertido constatar que hay pocos lugares y actividades en las cuales haya tanta diversidad y buena convivencia. Son varias horas de ascenso en un paisaje maravilloso de bosques de robles, nieves y sobretodo de esa sensación de ser testigos exclusivos de una maravilla natural que resplandece ante nuestos ojos.

Usamos el camino de automóviles para transitar, aunque salvo por un par de excepciones, solo estamos los caminantes disfrutando el silencio la belleza del lugar.

En la medida que van llegando a la cumbre, se va generando el ambiente ideal para el apetitoso banquete malayo. Las ganas de compartir nuestras meriendas y hacer de ese momento algo especial, algo único, gana 100% el escenario. Frutas, cereales, exquisiteces gourmet, un rico té con especias, chocolates y café preparado para la ocasión, hacen un espectáculo de sabores y delicias que nos obligan a repetir una y otra vez estos paseos malayos.

Tras el descenso, pasamos a comer unas ricas empanadas, comprar buenas aceitunas y tortillas en Til-Til, ritos que nos anclan a las delicias de una buena excursión.

Hasta el próximo paseo!!!

La Piedra de Don Tito : lindo paseo

Este domingo inicial de agosto, comenzó temprano. A las 7:00 de la madrugada nos conectamos con el gran David para el transporte hacia el kilometro cero de farellones.

Puntualmente, a las 7 de la madrugada fui abducido por el teletransporte de mi amigo David para llevarme al deseado paseo malayo. Allí esperaban, ansiosos, varios malayos puntuales y disciplinados, pues saben que 10 minutos es la holgura de espera en cada excursión.

En total, 21 malayos para la aventura de este día. La verdad que todo se venía maravilloso, tras una lluvia en Santiasco, amenazaba un día de sol primaveral.

Salimos presurosos hacia el estacionamiento improvisado, frente al letrero «Prohibido pasar, Recinto Privado». Muy «mula» pues era evidente que por ahí pasaban legiones. ¿a quién compró el cerro el primero que llegó?

Un ascenso regulado por primera vez, pues nuestro gran maestro técnico, Marcos, tomó nota de quienes eramos los malayos presentes en el paseo.

Fue una caminata intensa, primero arbustos, luego mucho barro, hasta llegar a una enorme meseta en donde hicimos un primer descanso. Ocasión propicia para ponernos polainas, ya que de ahí en adelante solo tendríamos nieve.

Fue una odisea disfrutable, caminar hundiendo las piernas hasta las rodillas en la nieve. Un despliegue de energías intenso y hasta jocoso por un tiempo, al ver a la perrita Luna luchar por pasar de un hoyo a otro en su afán de ir por el mismo sendero que abríamos en la profunda nieve. Al fin y al cabo, la perrita es muy pequeña pero maravillosa en su esfuerzo. Tras un buen trecho, me dediqué a aliviarle un poco la tarea y me afané en crearle un verdadero tunel para que su esfuerzo pudiera dosificarse. Mi esfuerzo, finalmente fue en vano, ya que posteriormente supe que un alma piadosa puso a Luna en su mochila y la llevó cargándola a nuestro destino.

En la distancia, la famosa Piedra de Don Tito era una piedrita disminuta, sin embargo, cuando llegué hasta ella, pude comprobar que era una monstruosa mole de roca que creaba un refugio natural para un ejército. Impresionante!!!

Tras reunirnos todos en este bello refugio, comenzamos a disfrutar lo mejor de cada viaje, el menú malayo. Tuvimos aceitunas negras de TilTil, aceitunas rellenas con pimentón y también rellenas con jalapeños, descarozados de damascos, bolitas de chocolates, cereales en diversos formatos, galletas, frutas, los habituales huevos duros y por supuesto el delicioso café de David con la ración de turrón correspondiente. Ohhh, y pensar que volveríamos a la ciudad a almorzar!

Absolutamente poseído por su rol de gerente técnico de la travesía, Marcos realiza la cuenta de los malayos y descubre horrorizado que desde que salimos de Farellones, se ha producido un fenómeno de reproducción o clonaje pues estamos seguros que no hay infiltrados ni han transcurrido 9 meses ni nada parecido. Consternado pasa lista y efectivamente están todos y aún así hay uno de más. Asombrados, le sugerímos verificar si él estaba en la lista. Milagro!!!, ahí apareció el malayo supernumerario. Jajajaja, bien Marcos fue una situación muy graciosa.

El descenso estuvo marcado por el jolgorio. Los que ibamos primero, nos dejamos llevar por la competencia de Ricky y Andrea, la lucha de los géneros y ……, perdimos la huella. Avergonzados, tuvimos que esperar a nuestro guía Marcos para que encontrara nuevamente el camino y así regresar sanos y salvos al punto de partida.

Fue un paseo delicioso y sobretodo muy alegre.

Refugio Plantat : un paseo fantástico

Seis de la mañana en pié y preparando una mochila un poco abultada, pues tenía la sospecha que el clima en la montaña podía darme alguna sorpresa. Cargué rica comida y a las 7:05 de una madrugada dominguera, me encontré en el punto en donde pasarían a buscarme.

A las 7:30 horas, en compañía de David y Hernán estabamos puntualmente en el punto de encuentro de quienes se sintieran motivados por este paseo. Dieciocho entusiastas excursionistas nos saludamos y emprendimos el largo trecho hacia el Cajón del Maipo. Por suerte, el tráfico a esas horas es una maravilla y a las 9:30 horas, ya embetunados de bloqueador solar, emprendimos el ascenso.

Una subida empinada, hasta llegar al Cajón de La Engorda, un valle de poca pendiente y muchos arbustos y riachuelos. La flora es abundante y, para pesar de algunos, llena de unos arbustos de baja altura y repletos de espinas. Convendría usar polainas largas en esta travesía, no obstante lo cual, el paisaje es increiblemente bello. Las montañas son hermosas y coloridas y existe gran cantidad de cabras pastando en los alrededores.

Una vez atravesado el Cajón nos enfilamos hacia el acarreo más propicio para ascender hasta los 3.150 metros en donde se encuentra el refugio.

Algo menos de tres horas nos tomó llegar al lugar y grande fu mi sorpresa al descubrir lo lindo, limpio y buenas condiciones que se encuentra el refugio. Había un señor bastante mayor en envidiable estado físico, montañista de muchos años de oficio, ex-instructor de la Escuela de Montaña, quien vino desde Viña a quedarse unos días en el refugio para acondicionarlo y mantenerlo. Notable su generosidad y sobretodo simpatía. El conoció a quien construyó el refugio y a su familia, ya que hace años que viene al sitio, por lo que nos contó entretenidas historias.

En un sector con pasto, al lado de una afluente de agua y bajo un cielo perfecto (me equivoqué, el clima estuvo magnífico), nos dispusimos a disfrutar del banquete malayo de rigor.

Comenzamos con unas machas al limón, amenizando un queso de cabra a las finas hierbas. Aparecieron unas castañas de cajú y una bandeja de papas fritas, choritos y mayonesa. Gran aperitivo para que cada cual comenzara a devorar su plato de fondo. Después, unos kiwis pelados y heladitos, duraznos, chocolate y damascos deshidratados (esa combinación es genial) y también uva y piña al jugo (aunque no alcanzó para todos). Finalmente, lo siempre esperado, turrón uruguayo con maní y café brasileño para todos. Una sorpresa nos dio Regina quien llevó una cajita con deliciosos bombones, que devoramos sin compasión. Gran banquete!!!!

Tras un merecido descanso, emprendimos el regreso lo que nos tomó cerca de dos horas. De ahí charlamos animadamente hasta que llegaron todos los integrantes del grupo. A las 16 horas ya ibamos en los vehículos hacia Santiasco. Un infierno de tráfico que animamos conversando de vinos, música y todo lo que se nos ocurrió. Con la excusa debida, aprovechamos de pasar a comprar licores artesanales en San Alfonso a la Viña Los Nietos. Una pequeña productora familiar con variada oferta y muy barato. Gran idea!!

Lo único malo del paseo es que debíamos volver a Santiasco. En fin, ya queda poco para el próximo fin de semana.