Dos viajes con disfrutes impensados

En realidad han pasado más de dos meses desde que escribí el relato anterior adoleciendo de paciente flojera, pero me iluminé cuando ví que podía hacer un continuo con lo mejor de este periodo silencioso.

Fue necesario acabar con una de mis creencias, mas bien una cierta convicción rebelde, acerca de no visitar Europa hasta haber conocido por completo Latinoamérica. Pues bien, a inicios de mayo nos largamos a visitar España y Portugal. España porque era lo que más quería mi compañera y Portugal impulsado por las descripciones que me imaginaba de Lisboa en los libros de Pessoa.

Viajamos a Madrid para tomar un avión hacia Barcelona en donde nos esperaba un lindo hotel boutique, nuestro primer refugio en esta hermosa ciudad. Ya instalados salimos a pasear y hacer un reconocimiento de orientación.
Por la noche nos fuimos a disfrutar el barrio gótico, un laberinto errático lleno de construcciones antiguas y de gente variopinta. Durante el regreso, ya muy tarde, vivimos con mucha adrenalina, un intento de asalto que azarosamente fue bloqueado por la aparición de una patrulla policial que persiguió a los 3 desafortunados asaltante por las angostas calles del barrio.

Al otro día comenzamos el descubrimiento de Gaudí, partiendo por la Pedrera mejor conocida como Casa Milá. Una belleza arquitectónica sorprendente, la que a pesar de los años, se puede poner en la vanguardia de la modernidad. También visitamos durante la estadía en Barcelona, el Park Güell y evidentemente la imperdible Sagrada Familia.
Desayunos, almuerzos y cenas nos permitieron disfrutar la buena gastronomía y degustar unos cuantos vinos formidables.

Uno de los sitios sorprendentes que pudimos visitar fue Tarragona, sede de lo que fue una ciudad romana y que se conserva buena parte de manera espectacular (reconstrucción mediante). Increíble fue caminar por el acceso de las cuadrigas, carros tirados por caballos que fueron la delicia de los romanos del siglo I DC. En uno de los cuartos de piedra fue posible observar un vídeo que muestra como fue la ciudad original, con su anfiteatro, las instalaciones de la nobleza y el circo en toda su magnificencia.

Otro lugar digno de visitar fue el Acuario, en donde pudimos caminar bajo el agua mientras tiburones desfilaban lujuriosos por sobre nuestras cabezas. Toda una experiencia!!.

Viajamos hacia Madrid para pasar algunos días y aprovechar la ventaja de haber comprado, por internet por supuesto, las entradas a los extraordinarios museos Del Prado y Reina Sofía. Verdaderamente impresionante ver piezas originales de centenas de años, como el tríptico El Jardín de las Delicias de El Bosco, todas en perfecta conservación. También rescato el original de Guernica y la historia de dicha obra que llena una de las salas del Reina Sofía. La verdad que se requieren varias horas para admirar tantas obras artísticas que solo conocía en fotografías. De hecho, siempre pensé que ambas obras eran de pequeño formato (una idea infundada) y me dejó boquiabierto verlas en su real tamaño.

El museo que nos asombró y que no teníamos considerado fue el Arqueológico. De un nivel técnico y de producción superior a todo lo que habíamos visto antes. Cada vitrina contaba con un pequeño vídeo documental que daba contexto y explicaba en diversas lenguas lo que se exhibía. De otro nivel!!

Días después partimos hacia Lisboa, cuna de Pessoa y mi deseo cumplido. Lisboa es una ciudad antigua, noble y hermosa. Las calles pavimentadas con trozos de rocas negras y blancas que forman diseños que imagino crearon manos obreras hace muchos años. Edificios con azulejos llenos de historia, muchos construidos después del único terremoto de esa zona de Europa hacia 1755 y que obligó a renacer a esta ciudad a orillas del río Tajo.

Una ciudad tranquila y que además pasa un buen momento económico, lo cual se refleja en la intensa actividad de la construcción. Zonas antiguas dan paso a hermosos barrios modernos con edificios sofisticados pero con gran armonía. Lisboa debe ser la ciudad que más caminamos, a la cual añadimos Sintra, Porto y el barrio de Belem. En Sintra visitamos el castillo del rey, en estricto rigor la casa de veraneo, además del punto más occidental de Europa de cara al Atlántico. Porto no cabe duda que es conocido por ser la fuente de la producción del licor Oporto y por la gran cantidad de puentes sobre el río Duero. En Belém la maravilla del Monasterio de los Jerónimos, patrimonio de la humanidad construido a partir del 1500.

Un imperdible de Lisboa es el Oceanario, la colección viva de flora y fauna marina de cada uno de los principales océanos del mundo. De hecho viven más 15 mil especies y es el segundo acuario más grande de Europa.

Un largo viaje de regreso nos dejó nuevamente en Chile con muchas historias y disfrutes impregnados en el cuerpo. Que rico es viajar!!

Unos días después de mi regreso,  tuve la oportunidad de viajar a ciudad de México (DF) para atender un seminario de transformación digital. Me recibió esa gigante ciudad con días de gran congestión vehicular y noches de tempestad, pero con el agrado de compartir con profesionales de América Latina empeñados en los cambios que deben realizar los bancos para ponerse a la altura de la digitalización que vive la humanidad. La actividad profesional no fue excusa ni estorbo para poder visitar algunos buenos restaurantes (Malasartes, Sonora Grill y Anatole), comprar libros (El Sótano) y reconocer varios lugares que visité años atrás. En Malasartes probé unos chiles en nogada magníficos bien acompañado con una botella de curioso nombre Yo Soy y también un helado mamey. En cambio en Sonora Grill me fui por una gigante milanesa de Arrachera con un tremendo vino como su nombre Gran Ricardo y al postre un budín de higo excelente. En la salida con otros asistentes al seminario, probamos el Anatole en donde compartimos un desfile de tacos Filete Tuétano, Cochinillo, Atún Pastor y Villamelón, además de varias cervezas Bohemia.

Un lugar que destaco en la ciudad y que merece ser visitado es el Museo de la Memoria y la Tolerancia, un recorrido tremendamente emotivo por la crueldad del ser humano y la necesidad de reflexionar sobre nuestra capacidad de ser tolerantes.

Hasta la próxima!

040 : sorprendente cocina de autor

En barrio Bellavista hace ya un tiempo existe el Hotel boutique Tinto en Antonia Lope de Bello 040, pero lo que no sabía es que escondía un restaurante de cocina de autor en su interior. Así que internet mediante, me aseguré un cupo una de estas noches calurosas para ir a probar.

El sitio muy elegante incluyendo una guapa anfitriona me recibió unos minutos antes de la hora reservada, por lo que debí esperar en una salita de estar, lo que me permitió observar el cuidado diseño de los detalles. Exactamente a la hora prevista, me hacen descender al subterráneo en donde se ubica el restaurante.

Un sitio de temperatura fresca y buena música, con pocas mesas y nutrida atención. La oferta claramente son las degustaciones, pues cada día es una sorpresa gastronómica a cargo de los chefs. Degustaciones de 6, 10 y 12 tiempos las que pueden acompañarse con 3 grupos de cepas de vino. Esta noche fui con los 10 tiempos y los maridajes recomendados de vino, así sabría con propiedad el estilo del lugar.

Algo lento el proceso, pero eficaz. Partimos con un espumante Conosur brut Biobío que me acompañaría por 3 tiempos. Llega una cucharilla en conjunto con unas almejas y el cóctel del diablo (leche de Tigre) que venía en una base con hielo picado y concha de almeja. Levemente picante, pero sabroso.

Ahora llega un tenedor y una impresionante presentación de piedritas en una base alargada con un crocante con palta y kanaoko (corvina), deliciosa!!.

Continúa un niguiri de palometa con azafrán, nuevamente con un toque picante (bien para mí) y la copa se llena con un Matetic Corralillo chardonay (valle de San Antonio) que podría durar para 4 tiempos más.

Aparece un miso picante con niguiri atomatado de merluza envuelto en betarraga, sorprendente. Continúa la música chillout y el tiempo siguiente es un pan chino relleno con cerdo con curry pintado con dulce de maní, sésamo y albahaca, todo montado en una escultura de Budha.

Mientras esperaba el siguiente tiempo, observo el patio interior con cielo abierto, el sitio para los fumadores. Un detalle que se agradece. Pronto viene un tomate semiseco relleno con sierra ahumada,  salsa de lechuga y alcaparras. Magnífico!!

Sigue una pata de pollo deshuesada asada muy crocante con salsa barbecue y puré de patatas y pollo caliente en un sobre papel. Al principio, me dejó estupefacto, pero luego cedí al olor y sabor, pero quedé un poco contrariado. Posteriormente una versión de humita con mermelada de tomate y albahaca, ni tan interesante, montada sobre una galleta.

El turno siguiente fue para un rollito de calamar al alioli, que se enrolla para obtener la  mezcla de los sabores, seguido de unos churros de merluza con salsa, que vino acompañado con un Pinot noir Villard (valle de Casablanca).

Por fin llegó el turno de los postres y partimos con el acompañamiento líquido, un Legado de Martino late harvest 2005 (Valle del Maipo) para disfrutar un marshmallow con  harina tostada y chocolate negro. Extraordinario!!

Seguimos con una paleta helada de limón mermelada de frambuesa al vinagre y queso de cabra, todo servido en un pote con piedras de cuarzo, bloque de hielo y una hermosa flor. Hasta aquí los disfrutes gastronómicos, pero no termina, pues me anuncian una sorpresa. Un speakeasy, es decir, un bar clandestino en la terraza (techo) del lugar.

Salí del restaurante por la puerta de un refrigerador (falsa por supuesto) para abordar un lentísimo ascensor que lleva al techo de la casa y descubrir un tremendo bar, con esa oscuridad cómplice propia de los clandestinos de antaño.

Concluí entonces este disfrute, sentado a la barra disfrutando un ron Zacapa de 23 años maravilloso, mientras escuchaba buen swing.

Gran experiencia!!!

Algo del carrete cultural a mitad de año

Considerando la cantidad de obras de teatro que he tenido el placer de disfrutar, a veces he pensado que hay pocas vetas de creatividad por explorar y debo confesar que me sigo equivocando al respecto.

La primera obra que quiero comentar es La Viuda de Apablaza en el GAM, la que viene precedida de muchos años de historia pues se trata de un exitoso montaje de los años 20 (casi un siglo atrás) y que sigue conmoviendo, no solo por la tremenda historia costumbrista que subyace sino por el talento extraordinario de Catalina Saavedra y de Francisco Ossa (sorprendente!). Una historia del campesinado, una historia en el borde del incesto, una historia llena de pasiones, de abusos, de poder y sumisión. Una mujer que hereda todo, excepto un hombre que la ame y que finalmente decide convertir y forzar a un hijastro a ser su pareja para perderlo todo, incluso la vida. Tremenda obra, merecido el honor de ser un clásico del teatro chileno.

Acostumbrados un poco a las obras psicológicas argentinas, evidentemente teníamos buenas expectativas del montaje nacional de la obra Bajo Terapia de Matías del Federico. Sigue en parte la estructura de la notable obra también argentina Toc Toc, en que los pacientes son invitados simultáneamente a la consulta del psicólogo, pero nunca llega éste y toda la terapia queda por cuenta de los asistentes. De forma  tragicómica, la trama se va complejizando para que con las confesiones y declaraciones que uno y otro realizan, queda al desnudo el objetivo que hacía coincidir a esas tres parejas citadas a la consulta de la psicóloga. Una trágica sorpresa que vale observar ya que es un final fuerte y esclarecedor que nos enseña acerca de las relaciones de pareja.

Antes de ingresar al Teatro Mori del Parque Arauco, cenamos en El Otro Sitio, que como siempre sorprende con su cocina exquisita aunque sea en un entorno tan multitudinario, que en lo personal, rehuyo.

Otro día, visité casi sin querer el MNBA, solo para disfrutar la belleza de los volantines del Mono Gonzalez que adornan la principal nave del edificio del museo. El inconfundible estilo y «mano» del maestro en cada imagen coloreada y que lucen hermosas en las alturas.

En otra comentable y sobretodo disfrutable tarde primaveral, salimos a almorzar a la Terraza (Azotea)  de Matilde, para sorprendernos con un appetizer con Perol y ceviche, seguido por unos clásicos fondos de la casa en vacuno y pescados. Una jornada gastronómica exquisita que tuvo un cierre apropiado cuando revisitamos la Casa Museo La Chascona de Pablo Neruda. Claramente orientada al público extranjero debe tener una de las entradas más caras a museos en Chile, pero no cabe duda que se trata de una gran experiencia que merece vivirse.

La Vinocracia : interesante opción post teatral en Plaza Ñuñoa

Esta noche teníamos entradas para ver una de esas obras imperdibles de Tryo Teatro Banda en una sala del Teatro UC y sabíamos que era un filete solo a partir de nuestro seguimiento a las obras de esta agrupación talentosa que en gran parte ha venido a ocupar el espacio que dejó la disolución del maravilloso grupo La Troppa (continuada en Teatro Cinema con Pizarro y Zagal y Viaje Inmóvil de Jaime Lorca).

La obra en cuestión es un montaje, como siempre original y desbordante de talentos, llamado O’Higgins Un hombre en pedazos, el cual nos remite en la historia chilena a los sucesos que marcaron la dimisión del dictador O’Higgins al cargo de Director Supremo, traicionado por su Logia Lautarina y cercanos. La versatilidad de estos actores, músicos y cantantes es una delicia que merece disfrutarse no solo por lo lúdico sino porque ayudan a entender de forma didáctica la historia latinoamericana. Ya tienen 10 obras a su haber y cada vez muestran nuevas facetas y habilidades que merecen toda mi admiración.

A la salida del teatro, no pudimos cumplir el rito de ir a cenar para conversar sobre lo visto, pero eso no impidió que me fuera a rastrear algún filete en la zona de Plaza Ñuñoa. En la casona en donde existió por mucho tiempo un restaurante de comida china, desde fines del 2015 existe este interesante lugar llamado La Vinocracia. Por supuesto que reina en el sitio una amplia oferta de vinos y un buen servicio, muy coincidentes con mis expectativas. Además era la mejor opción para completar el cuadro histórico en que quedamos después la la obra teatral.

Un buen sandwich, un par de copas y las ganas de una conversación que debí postergar hasta otro día. Me gustó el concepto de La Vinocracia, por lo que regresaré apenas sea posible.

 

Escapada a Buenos Aires : un año después

Aprovechar uno de los pocos días feriados de este año, complementando con unos días antes y después, fue la fórmula que nos permitió ir a disfrutar de Buenos Aires una vez más.

Llegamos a Ezeiza según itinerario y abordamos un taxi con destino al hotel. El taxista de mediana edad no tardó en detectar que eramos chilenos y como en pocos días más era el duelo de Copa América con Argentina, la conversación estuvo plagada de su absoluta certeza que iban a ganar la Copa. Por que era una espina clavada en el alma argentina el llevar tantos años sin ganar una Copa y que había sido mala suerte solamente haber perdido por penales ante Chile el año anterior. Fue divertido, pues hicimos una apuesta que consistió en que si ganaba Argentina le pagábamos un sobreprecio cuando saliéramos de regreso al aeropuerto o bien él nos haría un importante descuento en caso que Chile se coronara campeón. Nos dio sus datos y quedamos de llamarle el día de la vuelta a nuestro país.

Dejamos nuestro equipaje en el hotel y salimos rápidamente a buscar entradas para el teatro. Pasamos por el puesto de tickets con rebajas para esa noche frente al Obelisco y encontramos entradas con 50% de descuento para el Multiteatro con la obra Le Prenom. La obra partía en poco rato más así es que fuimos raudamente hacia el Paseo La Plaza para asegurar comprar entradas para los siguientes días.

Le Prenom (el nombre) es una sorprendente comedia francesa, de exquisito humor y agudeza para tratar la mezquindad del ser humano, la desidia, la hipocresía, los prejuicios, la envidia, todo ello en un contexto de amistad. La puesta en escena es notable pues todo ocurre durante una noche en el living de un matrimonio burgués y hasta donde llega el hermano de la mujer y posteriormente su pareja embarazada. El gatillo de todo lo que siguió es la broma acerca de cual era el nombre que había elegido para su bebé. La verdad es que hacía mucho tiempo que no me reía tanto disfrutando cada momento de la batalla dialéctica desatada.

Salimos del teatro relajados y hambrientos y por cierto nada mejor que ir a Banchero, la “verdadera pizza” como rezan los títulos de esta pizzería repleta de argentinos. Una mixta con jamón y otra de morrones aplacaron el hambre mientras repasábamos los diálogos más hilarantes de la obra.

Nuevo día, compramos una tarjeta para el transporte público y nos fuimos a la estación Bartolomé Mitre para abordar un tren hacia la zona del Delta de Tigre. Es un enorme territorio inundado por miles de brazos del Río de la Plata que es un paraíso de botes y lanchas. Mucha gente practicando remo y clubes de remo, lo que parece ser el deporte por excelencia. Caminamos por la ciudad admirando la hermosa arquitectura de sus casonas muy cerca de los arroyos, visitamos el Museo Naval que resultó ser bastante interesante y más allá encontramos un impresionante palacio en donde funciona el Museo del Arte Tigre. De regreso, pasamos a almorzar al restaurante María del Lujan, con una hermosa vista al arroyo. Aprovechamos de probar esos peces endémicos de este río, el Surubi con calabaza y el Dorado grillado con unas verduras. Maravillas antecedidas por una provoletta deliciosa y el tremendo Malbec Alamos.

Regresamos en el tren y aproveché de repasar la gran cantidad de graffitis en las murallas que flanquean las vías férreas. Nos sorprendimos lo barato que resulta el transporte público en Buenos Aires y que aloja a una gran cantidad de músicos que acompañan muy bien el viaje.

Ya entrada la noche salimos desde nuestro hotel, adonde fuimos a descansar un rato, rumbo al Paseo La Plaza a ver Yo soy mi propia mujer con el extraordinario Julio Chávez. Una historia basada en un personaje real, un travesti berlinés oriental coleccionista y sobreviviente tanto del régimen nazi como del posterior comunista. Julio Chávez no solo representa a este personaje sino que a quien lo descubrió

y se inspiró para escribir esta notable obra. Salimos rumbo al Chiquilin, un restaurante que nos llamaba para hacerse cargo de la cena. Espumante, seguido de milanesas (de esas que hacen famoso a Buenos Aires), puré de papas y panache de verduras como acompañamientos. También un imprescindible Malbec Trapiche y esos cafés negros para el cierre. Una jornada muy entretenida!!.

El nuevo día lo dedicamos a caminar por diversas avenidas de la ciudad, las que a pesar del frío estaban repletas de gente y actividad. Visitamos el hermoso Teatro Colón con su inmensa colección de arte y luego seguimos hacia el Malba en donde nos esperaba una exposición muy freak de Yoko Ono. Quedamos convencidos que de no ser por su fama, no habría habido tanta gente haciendo como que entendía la muestra. Como este día no tendría teatro, aguantamos el hambre y mantuvimos el objetivo de llegar al restaurante La Cabaña en Puerto Madero, en donde esperábamos encontrar nuestro plato favorito, pamplona de res. Nos sorprendimos de constatar que ya no ofrecían este plato……, pero, como ya era mucho el hambre acumulada, decidimos quedarnos igual. Partimos con una provoletta La Cabaña, gaseosa y kir royale, lo que continuó con una entraña con papas plomo y un baby beef con un salteado mixto de verduras. La botella de malbec fue Animal, un sabor salvaje. En esta ocasión avanzamos hacia los postres con un panqueque de manzana y un rico mousse de chocolate, para cerrar con un té Inti Zen y mi acostumbrado café negro.

Esta noche lluviosa era el esperado duelo entre Chile y Argentina. Aprovechando nuestra buena suerte, conseguimos entradas para una obra que en viajes anteriores no logramos ver. Se trataba de Toc Toc, una de las comedias más hilarantes que ya lleva seis temporadas de éxito. Definitivamente es la obra con la que más reí en este viaje, no solo por su propio mérito, sino porque es imposible no ver tus propias obsesiones compulsivas. Al regreso, vimos piquetes de hinchas cerca del obelisco haciendo barra y por primera vez, un gran despliegue de policía antimotines. Nos pareció prudente volver al hotel y nos instalamos en el bar, lleno de argentinos que miraban el partido en las pantallas. Cada jugada amenazante era suspirada por los locales, mientras nosotros disfrutábamos un piqueo y tragos. Cuando termina el partido y llegaba la hora de los penales, decidimos subir al cuarto, ya que sospechábamos que no seríamos tan bienvenidos en caso de ganar. Pues bien, Chile ganó nuevamente y la tristeza inundó las caras de muchos argentinos. Cayó un gran silencio sobre Buenos Aires.

Llegó el nuevo día, el cual dedicaríamos a revisar libros y conocer algún barrio entretenido. Partimos yendo a desayunar a la cafetería de la maravillosa librería Ateneo Grand Splendid. Tras recorrer los distintos pisos olfateando algunos buenos libros, salimos con dos interesantes títulos, Walden o el debe de la desobediencia civil y un texto de marketing llamado Small Data (lo que la Big Data no ve) además de algún regalo. Pasamos a una disquería a buscar buena música, con lo que incrementé mi colección de tango electrónico y seguidamente abordamos un bus para visitar el Soho. Recorrimos varias cuadras visitando alguna tiendas alternativas y de arte, además de cazar varios hermosos graffitis. Finalmente, encontramos un restaurante que nos llamó la atención. Se trataba de Salvador, con una propuesta diferente. Mantuvimos la frente en alto cuando pedimos, una vez más, milanesa (demasiado rica) pero innovamos en los acompañamientos con una sorprendente y variopinta ensalada. Por cierto, no dejamos de probar un malbec Saint Felicien y buen café.

Más tarde, regresamos al Paseo La Plaza pues nos tocaba la obra Somos Child Free, con Gabriel Goity (El método Grönholm) y elenco. Es la historia de una pareja que decide no tener hijos, pero para el cumpleaños 50 este pacto se rompería. Una comedia singular, que trata de las elecciones, aciertos y desaciertos con los cuales se configura la historia de muchas parejas. Como era esperable, salimos en busca de un sitio para cenar, pues a pesar de estar pasada la medianoche, hay mucha oferta. Anclamos en Pepito, para compartir una inmensa milanesa con puré de papas, un malbec Alamos y el café habitual.

La última noche de un intenso disfrute de esta ciudad sin pausa. No cabe duda, que siempre es disfrutable Buenos Aires.

Disfrutando Valparaíso una vez más

Visitar Valparaíso después que pasa el verano, es una de mis aficiones preferidas. Este lindo puerto es un lugar ideal para disfrutar un fin de semana con su inmensa oferta de todo lo que me gusta, restaurantes, graffitis, arte y linda arquitectura.

En esta oportunidad nos alojamos en la casa del pintor Thomas Somerscales, quien a pesar de no ser tan relevante en el arte, salvo por su registro de la guerra del Pacífico, legó esta preciosa casona a Valparaíso. Es una casona con más de 140 años, la cual fue restaurada y dispuesta como un hotel boutique  destacado en el Cerro Alegre.

Partimos la incursión gastronómica en el bien recordado Cocina Puerto, un exquisito restaurante de comida chilena. Un Sour de maracuya y otro con jenjibre, para disfrutar la entrada, una provoleta y mariscos en donde abundaban cholgas, choritos y langostinos. Seguimos con un pastel de jaibas y un cancato Real que llevaba pavo, queso, tocino champiñones, tomate, alcaparras y una base de papas asadas a las finas hierbas. Platos deliciosos que acompañamos con un Malbec mendocino Finca La Linda.

Iniciamos un paseo por esas calles con pendiente que te hacen ir lento pero atento a todas esas sorpresas que estas calles ofrecen. Una buena cacería de graffitis ya que aunque parezca inverosímil, siempre encuentro nuevos aportes al arte callejero y que pasan a la colección de Krrtrekking. Pronto anocheció así que fuimos a la terraza del Taulat para beber unos tragos, un mojito irlandés y el típico Ron con coca light, para poder despedir este primer día.

Tras un delicioso desayuno casero, salimos a pasear en el Metro hacia las ciudades aledañas. Este viaje es una buena opción para disfrutar la costa, visitar los hermosos cerros y escuchar buena música en vivo en el carro. Tras llegar a Quilpué, bajamos a realizar una visita al centro de la ciudad, cazar algunos graffitis, decidimos que un buen aperitivo mirando el mar y en la exquisita terraza del hotel Miramar, era la mejor idea del momento. Era una mañana algo húmeda y con pequeños chubascos, pero justo que salimos del metro y caminamos hacia el Miramar, nos llovió profusamente. En la terraza techada del bar del Miramar, nos pedimos unas empanaditas queso, café y té. El tiempo pasó agradable en la conversación mientras pasaba la lluvia. Antes de irnos, aprovechamos de probar unas copas de espumante, ahora con la mente puesta en el restaurante que visitaríamos a continuación.

Lo habíamos visto el día anterior y la curiosidad de un nuevo restaurante nos llevó a El Internado el cual  funciona desde noviembre pasado. Una enorme planta libre al interior de una gran casona, da vida a este lugar, en donde lo más destacado es la cocina, con más de decena de cocineros en acción. Lo interesante es que la comida es original y bastante gourmet. Recorrimos la carta con deliciosas sugerencias para quedarnos con una Entraña a la pimienta con cebolla caramelizada, tomate deshidratado y papas asadas rellenas con champiñones queso parmesano, tocino y cebollin, además de una Albacora sobre un puré de arvejas, unos tomates y el fantástico  pebre de mango con tocino crocante. Fantásticos platos!!. Estos platos lo acompañamos con una botella De martino 347 un rico carmenere. Superados por la sorpresa, decidimos probar un postre de brownie tibio con chocolate, mantequilla de maní además de helado de vainilla y una sabrosa salsa de frutillas. Excelente lugar!!.

Lo siguiente era alcanzar a llegar a tiempo para tomar nuestro transporte de regreso a Santiasco.

Luciano K : una experiencia arqui-gastrotectónica

Me encantan las construcciones de este creativo y notable arquitecto Luciano Kulczewski, que desparramó sus creaciones por el barrio Lastarria y Plaza Italia. Este lugar es un hotel boutique con 38 habitaciones y una terraza maravillosa además del restaurante del primer piso adonde llegué esta noche.

Extasiado por mucho tiempo por la belleza arquitectónica que tiene este edificio de los años 20 del siglo pasado, fue el primero que tuvo un ascensor en Santiasco lo que lo convierte en patrimonio nacional.

Con mi hambre característica que aparece inexcusable después de las 20 horas, pasaba cerca del lugar y decidí que ya era hora de disfrutarlo. Con apenas unos 3 meses desde que se inauguró, el restaurante ubicado en el primer piso del edificio era una tentación inevitable.

Partí por ubicarme en la mesa que me daba la mejor perspectiva del lugar, enfrentada a la barra iluminada. Un sour con albahaca  para amenizar y una breve carta por revisar. Una oferta de platos del día que el chef ofrecía, o bien la opción de ensaladas, sandwiches y pizzas más estándar.

Definitivamente fui seducido por una pizza de jamón serrano, peras, cebolla caramelizada y aceitunas que acompañé con una botella Valle Secreto con cabernet sauvignon.

Fue un viaje al placer en solitario pero acompañado de exquisita música y la hermosa estética del lugar. Claramente volveré para disfrutar más este nuevo sitio.

Nuevo paseo en Montevideo: gran ciudad

Hace tiempo que no visitaba esta ciudad uruguaya, de la cual guardo lindos recuerdos. Aprovechando el feriado de semana santa, programamos con mi buena partner una arrancada con disfrutes en el formato que me agrada, pocos días y muchos placeres juntos.

Llegamos una madrugada al hotel en la zona de Buceos, para despertar en un día soleado a metros de la Rambla, la extensa costanera del Río de la Plata y comenzar una deliciosa caminata (no tanto para mi partner, menos acostumbrada a caminar).

Visitamos enormes parques y zonas de esparcimiento que cubren esos 22 kilómetros de costa, un espectáculo de calidad de vida, parecido a Viña del Mar pero mucho más extenso. Cuando las horas pasaron y el hambre se hizo notar, pasamos a un sitio llamado Los Sopranos, para comer unos de los platos más groseramente grandes que he visto. Fue como una versión godzilla de una chivita canadiense, una milanesa gigante, con tomates, aceitunas, lechuga, papas mayo, huevos fritos, papas fritas y varias cosas más. A pesar del hambre, ambos dejamos una buena porción, definitivamente era un plato gigantesco.

Continuamos caminando hacia la Ciudad Vieja, única opción en un Montevideo en la semana santa (toda la semana es de vacaciones para todos) y con un paro de locomoción colectiva (de verdad no había ningún transporte público!!). Haciendo cálculos sobre las 24 horas de paro definidas el día anterior, tras recorrer parte de la zona céntrica y tomar un rico café, conseguimos un taxi que nos llevó de regreso al hotel y a descansar de un día potente.

El siguiente día fue de tour, algo inusual para mis experiencias, pero fue muy interesante el recorrido por muchos lugares especialmente notables de la Ciudad. De todos me quedo sin dudas con La Carreta, una escultura formidable, de grandes dimensiones, y que observada desde cualquier ángulo pareciera que se mueve. Realmente una belleza!!!

En los siguientes días, al menos dos veces al día, visitamos restaurantes ricos y no puedo dejar de mencionar unos pocos. Parto con Panini’s, un restaurante italiano muy elegante y de los poquísimos abiertos esa noche. Disfrutamos un tortellini agridulce y un ravioli neri magníficos junto a una botella de Tannat Osiris H. N. Stagnari, delicioso. Para los postres una natilla y un volcán de chocolate además del café de rigor.

Cuando volvimos a la Ciudad Vieja nos entusiasmamos con la interesante oferta gastronómica del Mercado Agrícola, allí fuimos al Pellicer Parrillada Gourmet, que se veía muy lleno y con lista de espera. No tuve que acumular demasiada paciencia pues dialogando con la anfitriona pronto conseguí que nos asignara una mesa. No fue la mejor experiencia, aquí se notó que la masividad perjudica dramáticamente la calidad. Tal fue la confusión de la moza, que trajo a punto la carne que pedimos a 3/4 y recocida la carne que pedimos a punto. Bueno, con arreglo a la buena onda, intercambiamos platos y superamos el desastre.
Otro día fuimos pasamos por unos tragos al Novecento, un sitio ubicado en lo que fuera un teatro en las orillas del río, el Kibón como lo recuerdan los uruguayos. Lindo sitio para ver un atardecer

Un lugar que vimos cerrado varias veces, fue adonde conseguimos ir a almorzar un día. La Vaca es un restaurante muy rico, una casona grande en una importante avenida y con mucha demanda. Partimos con una morcilla salada para el aperitivo, seguida por una milanesa de lomo La Vaca y un ojo de bife también al estilo de la casa. Disfrutamos la buena carne con un Tannat Alta Reserva Gimenez. Cerramos con unos helados artesanales exquisitos!!

No es posible contar todos los disfrutes de este viaje, pero declaramos que apenas sea posible, queremos volver!!

Kinsa : nueva experiencia

Hace un buen rato que no descubría un nuevo restaurante en Bellavista. La espera no fue en vano pues encontré a Kinsa (significa 3 en quechua, por los tres conceptos del lugar : bar, cocina y mercado).

Es un lugar pequeño pero de buen diseño, muy bien atendido y ambientado como me suele gustar. Una gran barra de bar con nutrido arsenal de tragos y vinos. En el muro al frente, las repisas con una variedad de productos chilenos de mercado y en el espacio entre ambas, las mesas del restaurante.

Ya instalados, revisamos la carta partiendo por una sorprendente gama de tragos, cervezas y cocktails. También la lista incluye entradas, tablas, platos de fondo, sándwiches, ensaladas y postres. También hay carta de vinos para acompañar una buena cena con productos chilenos.

Decidimos hacer una prueba de conceptos, por lo que la selección fue unas papas kinsa, papas fritas con cáscaras, sal de Cáhuil (costera), algo de mayonesa con ajo ahumado y ketchup casero (fantástico). La chica que nos atendía nos confirmó que era una de las especialidades del sitio. Pedimos además una Tabla del norte con ostiones a la parmesana, queso de cabra marinado, queso de cabra maduro, unas ricas aceitunas, una porción de cebiche,  pan de campo y pebre luche.

Lo anterior, permitía justificar el beber unos cocktails que nos llamaron la atención. Uno llamado Llastay, pisco diaguitas reservado transparente, jugo de naranjas, miel de palma, campari, clara de huevo y romero. El otro, un horchata sour,  con pisco, jugo de limón, jugo de naranjas y horchata (a mi partner le gusta lo dulce).

Una experiencia extraordinaria, superó nuestras expectativas y evidentemente volveremos con más tiempo por una cena como corresponde.

Cabildo : cocina criolla con estilo

Ubicado detrás del hotel boutique Castillo Rojo, otrora la icónica Casa Roja de la plaza Camilo Mori en barrio Bellavista, existe un pequeño pero sorprendente restaurante, el cual visitamos una primaveral noche.

Se trata de Cabildo, el cual está pulcramente diseñado para hacernos creer que estamos en la casa de algún antepasado. Cada detalle cuenta, pues las mesas están preparadas con esos juegos de loza que ya son objetos de colección, copas esmeriladas, posa cubiertos, servilletas estampadas y bordadas incluidos los preciosos individuales.

Un servicio atento, con una carta que incluye denominaciones ya desacostumbradas pero muy chilenas de la vieja guardia. Entremeses, Hervidos, Platos de Resistencia, Ensaladas, Compañía, Encurtidos, Salsas, Postres, con variedades de platos criollos que ya había olvidado su existencia.

Una vez que ordenamos los aperitivos, pisco sour y Pichuncho, el mozo trajo a cada uno una vianda, la inolvidable Choca obrera, conteniendo una empanadita de pino, queso cabeza, una papa rellena y pebre de invierno. Maravilloso comienzo.

Decidimos como entremeses, palta reina y palta cardenal que nos servirían de suculenta entrada. Para los fondos, un caldillo de congrio y una plateada con puré picante, ambos definitivamente exquisitos y acompañados de una botella de Malbec reserva Koyle Royale delicioso.

Para los postres no pudimos evitar la tentación de un turrón de vino y de la torta colegial con manjar, un viaje dulce a la niñez. Al cierre, agua de hierbas y café negro.

Maravilloso lugar, una visita obligada a la casa de la tatarabuela.