Regreso a Mexicana Restaurante

Esas noches en que a todos se les ocurrió ir a restaurantes, es la peor situación cuando quiero cenar tranquilo en el barrio Italia. Tras dar una larga vuelta por todos mis lugares conocidos y cuando estaba dispuesto a abandonar el barrio, me encontré con un viejo conocido, el restaurante mexicana.

Creo que han pasado unos 5 años desde que estuve ahí, nada ha cambiado. Es como un deja vu, camino observando paredes, muebles, adornos y todo es igual, incluida la sencillez. Apenas elijo una mesa, se acerca amable una chica con la carta. Rápidamente elijo una cerveza erdlinger negra y un plato de ajíes rellenos de puré de porotos negros y queso fresco. Estaban potentes y me consumí apresuradamente mi fresca cerveza.

No contento con el tremendo plato anterior, ordené una porción de burritos rellenos de carne, arroz, queso y porotos. A pesar de mi esfuerzo por prolongar el disfrute de estos sabores, una señal desde mi estómago que me decía que era suficiente. Demasiado rico!

Claramente no iba por el postre asi es que llamé a la chica y le encargué un café negro y la cuenta. Era necesario regresar a casa, caminando como corresponde.

Una divertida tarde de verano en barrio Manuel Montt

Con anticipación nos pusimos de acuerdo con mi hermano para llevar nuestras  cletas al taller. La verdad es que ya daban lástima y siendo tan fieles, se merecían una mantención completa. A la hora acordada, nos encontramos en mi departamento para salir en cleta hacia el barrio Manuel Montt.

El trámite habitual no toma mucho tiempo, aunque fue notorio el plazo de entrega, ya que es casi el doble del habitual, lo cual hace pensar que el parque de cletas en la ciudad claramente ha aumentado. Bien por eso!!

Salimos entonces a pasear por nuestro querido barrio Manuel Montt con la intención de pasar un buen rato. No me costó entusiasmar a mi hermano en pasar a cenar a un lugar que descubrí semanas atrás. Se trataba del restaurante turco Meze, un sitio que sin duda le iba a sorprender y me permitiría volver a disfrutar algo delicioso. Nos dimos el gusto de elegir más combinaciones de esas delicias turcas, masa hilo, queso de cabra, cordero, yogur, especias y sobretodo sabor. Ya que no hay carta de vinos, me aproveché para hurgar en las interesantes opciones que poseen y elegir algo especial, para lo cual el dueño se tomó la molestia de llevarnos a la mesa un conjunto de botellas de vinos chilenos de exportación fascinantes. Una cena espectacular!!

Una vez concluida esta parada, decidimos que la noche merecía algo más. Caminamos hacia Providencia y encontramos un nuevo sitio Cheese&Wine en el mismo local del inolvidable Candil, algo irresistible para nosotros. Pedimos una botella de vino y una tabla de quesos cremosos fantástica, con la cual animamos un par de horas más esta noche de conversaciones y buenos recuerdos.

 

Dos descubrimientos gastronómicos de inicios de año

Para esas ocasiones en que encontrar una terraza disponible,  bien atendida y que haya una oferta gastronómica interesante, es un problema, días atrás encontré una solución. Se trata del Santa Pizza en Orrego Luco e inmediatamente al costado de El Huerto.

Lleva poco tiempo y claramente compite con dos colosos del sector, El Huerto que ya mencioné y De la Ostia (sin incluir al exquisito Le Flaubert, cuya terraza es muy pequeña). Como se trata de mi junta quincenal con una gran amiga, a quién le gusta el Liguria, por fin se convenció que en terraza es mejor, sobre todo en una calle de bajo tráfico.

Mi amiga quiso aprovechar el happy hour (mojito santo y caipiroska pasión), pero yo me tenté con una limonada cesar citrix mix (jugo naranjas, limón, manzana con miel y hielo)

Luego vino el hambre y como es obvio, nos fuimos por las pizzas. Ella con una pizza mediterránea (berenjenas, champignones salteados, zuchini sellados al ajo y finas hierbas, mas aceitunas y queso parmesano) y para mí una pizza siciliana (anchoas, peperoncino, aceitunas negras, salame italiano y tomates deshidratados), lo que acompañamos con un delicioso Tabalí carmenere reserva 2012. Al cierre, como corresponde, un buen café.

Días después y tras una buena sesión de teatro, regresé con mi partner a explorar un poco más la oferta de este lugar. Esta vez, probé el jugo del campo (albahaca fresca macerada con trozos de frutilla, te verde, un toque de limón de pica y hielo frappe), lo que me confirmó que los jugos son algo bien trabajado y recomendable de todas maneras.

Para comer,  nos inclinamos por el Antipasto Santo (surtido de prosciuto di Parma, salame felino italiano, queso gorgonzola, grana pradano, manchego y camembert, trocitos denueces, aceitunas verdes y negras y unas tostadas) al que añadimos gaseosa  y una exquisita cerveza Guayakán del Valle del Elqui. Una muy rica y agradable sorpresa.

Otra incursión de la que me alegro poder contar algo disfrutable, la obtuve una noche caminando en el barrio Manuel Montt. Muy cerca del Minga y aparentemente en el mismo conjunto de construcciones, encontré algo delicioso. Se trata del Meze, kitchen bar, comida turca (Estambul). De  primera impresión, unos tres meses abierto, un hermoso comedor y algo más adentro, una terraza interior pequeña pero en extremo agradable.

Una sencilla elegancia, atendida por una chica y por un turco que me pareció que era el chef quien salió de la cocina a atenderme. Observé detenidamente el lugar, cinco mesas ocupadas, amenas conversaciones y muy buena música en una noche cálida y estrellada tras un dia de 37°c.

Inicié el experimento con un Sigara Borek, unos rollitos de masa hilo fritos y rellenos con queso de cabra mezclado con perejil que llegaron acompañados con un pequeño pote de yogur natural. Cabe destacar que la mayoría de los platos consideran el yogur, con lo cual aprendí que éste forma parte integral de esta gastronomía.

Para los fondos, elegí un Kofte Durum, que viene a ser una hamburguesa turca grillada (hamburguesa, tomate y cebolla en un rollo de masa tipo burrito mexicano) con una mini ensalada (lechuga, frutilla, nuez y aceto balsámico) además de una porción de humus. Aunque no tenían carta de vinos, si tenían y tras algunas interrogaciones dí con una botella de Casa Real carmenere 2011.

Fue una cena tranquila y silenciosa que concluí con un imperdible café turco acompañado de unos caramelos turcos de indefinible sabor que llegaron en una cajita de metal muy hermosa.

Buenas opciones que añado a mi lista de disfrutes!!.

 

 

Cenando nuevamente en Bellavista Grill

Hace varios meses que no regresaba a este interesante restaurante en Patio Bellavista y me pareció oportuno avanzar en el conocimiento de su carta además de aprovechar su rica terraza en días extremadamente calurosos como los últimos.

Instalado en la terraza, una amable chica me acercó la carta y recibió mi habitual pedido de agua mineral. En la carta me llamó la atención un appetizer llamado calugas de queso de cabra. Imaginé cualquier cosa pero por atrevido no me quedo, sin embargo, fui sorprendido con una vasija de cobre conteniendo en envoltorios de papel mantequilla unas calugas calientes. Al desenvolver y probar la primera, quedé extasiado con el sabor de un rollito de queso de cabra derretido al interior de un jamón serrano. Exquisito!!!!

Tras devorar las calugas y conseguir que llegara una cubeta con agua y hielo para enfriar un poco la botella del ensamblaje que pedí, apareció mi segunda sorpresa. Mi plato de fondo era un strudel de cordero. Suena extraño, pero es una masa de strudel salada rellena con carne de cordero, verduras y especias. Simplemente, maravilloso.

Extasiado con mi deliciosa cena no quise siquiera postre, solo un café negro por ritual.

Barrica 94 : una maravilla en Patio Bellavista

Parece raro encontrar un buen lugar en un boulevard atestado de ofertas de nivel discutible debido a la presión por gustos masivos y de bajo precio. Es un tema histórico y se fue agudizando con el paso de los años con algunas excepciones. Sin embargo, contra todo pronóstico, he encontrado un sitio que ya he ido 3 veces y me tiene francamente impresionado.

Se trata del restaurante Barrica 94, elegante, buen diseño, atendido impecablemente y con una oferta de platos y vinos superior. Ahora les comento.

La primera ocasión, partí con mi habitual agua sin gas y seleccioné de la sorprendente carta un montadito de anchoas. Un appetizer sorprendente. Para los fondos, me di vueltas varias veces por la carta, indeciso y al mismo tiempo ansioso por saber que me gustaría más. Finalmente, me decidí por un filete a la parrilla al que añadí una salsa de syrah y acompañé con un puré rústico. Debo admitir, que fui sorprendido no solo por los sabores sino por la presentación y el delicado servicio brindado.

Considerando el plato que comería y la impresionante cava de vinos, me tomé la molestia de ubicar una botella de vino a la altura y llegué a un Corazón de Indio de Marty una exquisita mezcla de Cabernet Sauvignon, Carmenère y Syrah, envejecido en barricas de roble francés. Inmejorable!!.

No fui capaz de seguir con algún postre, así es que esta primera visita concluyó con un buen café negro. Sabía que volvería.

Para la segunda oportunidad fui acompañado, no solo por lo entretenida que es mi partner sino porque sabía que la iba a sorprender. Iniciamos la incursión con agua sin gas y una coca light mientras compartíamos unos crocantes de prieta (rollito tipo primavera rellena de prieta con arándanos y salsa de ají verde) . Esto es fantástico!!

Luego fuimos por un cancato de salmón y para mí un salmón a la parrilla con salsa de maracuyá acompañado de una  selección de legumbres, ambos platos deliciosos. Acompañamos con una botella de pinot noir Maycas reserva especial, que estaba extraordinario. Claramente es un sitio de vinos, pero a eso suma una carta exquisita y muy gourmet.

En esta oportunidad, había que probar los postres, así es que fue bienvenido un cheescake y un pie de limón, mientras bebíamos las tazas de café de rigor. Claramente, este sitio seguía siendo fascinante!!.

Como soy un obsesivo irremediable en temas de disfrutes, pasó poco tiempo antes que invitara a mi partner a una nueva sesión en Barrica 94. Partimos con un maracuyá sour para ella y un rico sour de albahaca para acompañar un gravlax (appetizer que consiste en finas rodajas de salmón curadas en sal, azúcar y eneldo). Éxtasis al comenzar!!

Para los fondos, mi partner se tentó con un garrón de cordero con puré rustico, mientras que en mi caso, quise probar el plato que solo miré en la ocasión anterior, me refiero al cancato de salmón. Como en esta ocasión solo yo probaría vino, pedí una botella de pinot noir Veranda, un pequeño clásico que venía muy bien a mi plato. Después pensé que podría haber probado algunas cepas por copas, pero ya era tarde para cambiar de opinión.

Nuevamente apostamos por los postres y compartimos una torta mil amores y un pie de limón (recordando lo delicioso que era), además de los respectivos cafés.

Ha nacido un gran lugar, imperdible!!

 

Retorno al Capperi : comida deliciosa

Me parece que no comenté antes que en mi última visita a este rico lugar me había decepcionado mucho del servicio. Estaba acostumbrado a ser atendido por un par de bellezas, dos chicas hermosas que además eran definitivamente expertas en su labor y eso es impagable. Venciendo mi regla que dice, jamás vuelvas a un lugar en que no te atienden bien, decidimos volver con mi partner. La verdad es que la comida italiana de este sitio es fantástica y apostamos que habrían mejorado en el tiempo que dejamos de visitarlo.

Nos instalamos en el ante-patio, ya que la temperatura ambiente no daba como para ir directamente al patio, un espacio exquisito en otras épocas del año. Pedimos nuestras aguas minerales de rigor y un Suppli al Ragu Romana, un antipasto fantástico que es imperdible.

Los platos de fondo fueron una lasagna bolognesa para mi partner y una pizza mediterránea para mí (la mejor pizza del lugar), todo lo cual acompañamos con un reserva Tabalí carmenere delicioso. Gran conversación y divertidos momentos siguieron durante este placentero momento. Para los postres, compartimos un rico helado de avellanas, una delicia italiana.

Por cierto, la atención recuperó el nivel aunque ya no están las preciosas chicas de antes.

Zoo : otro disfrute con Manuela Infante

Hace bastantes años que sigo el trabajo teatral de Manuela Infante, talentosa directora que consigue sorprenderme con su ingenio y originalidad. En esta ocasión, fuimos a ver Zoo en esta reposición tras haber perdido la oportunidad en el Santiago a Mil de este año y también cuando se estrenó el 2013.

Llegamos con cierta anticipación al Centro Cultural Estación Mapocho con el objetivo de obtener una buena posición dado que los asientos no eran numerados. Tras ubicarnos, quedamos expectantes a la sorpresa que siempre produce Manuela y su compañía Teatro de Chile.

Dramaturga estudiosa, cuida los detalles como pocos y quizás eso hace tan geniales sus historias. En esta ocasión, dos científicos -muy divertidos por cierto- presentan sus hallazgos de una etnia ya desaparecida de Tierra del Fuego, los tzoolkman, en abierta referencia a los verdaderos y extintos habitantes del extremo sur de Chile.

Los indígenas, más allá de su humanidad son ciertamente objetos de estudio y por sobretodo parte de un zoológico humano en que son convertidos los distintos, los que están afuera del status quo evolutivo. El giro notable es como estos individuos condicionados por los experimentos, adaptados a las condiciones del cautiverio y bajo permanente observación, van evolucionando al punto de convertirse en sus propios observadores.

Con muchos guiños al deforme trabajo científico, a la necesidad de explicar las cosas desde la perspectiva del observador, la obra es 100% disfrutable y al mismo tiempo cuestionadora, al estilo delicioso de Manuela.

Un trabajo extraordinario de los actores nacionales Cristián Carvajal, Ariel Hermosilla, Héctor Morales, Juan Pablo Peragallo y Valentina Parada, bajo la rigurosa dirección de Manuela Infante. Un gran filete!!

Tras este disfrute nos fuimos a cenar algo rico al Casa Luz en el barrio Italia. Un sitio que nunca nos ha fallado y que vale la pena visitar. Partimos con agua mineral y mi disfrutable kir royale para acompañar unas croquetas de jamón serrano exquisitas.

Para los fondos, un risotto de locos y un plato de linguini que acompañamos con una botella de Tabalí reserva pinot noir, uno de mis preferidos. Como pocas veces, nos alcanzó el impulso para un rico postre compartido, un helado artesanal de campeonato.

Exquisito lugar!!

Diversitas : rico como siempre

Este debe ser el restaurante peruano que más he visitado estos últimos años en competencia con el rico Olán y la verdad es que no me cansa probar sus impresionantes sabores.

No me parece prudente publicar cada vez que voy a un mismo lugar, por lo cual reservo la ocasión para cuando voy acompañado y la experiencia es notable. Pues bien, esta noche merece ser publicada.

Partimos con agua mineral para limpiar las bocas y preparar el cuerpo para el disfrute. Pedimos un tartar de salmón como entrada para compartir, un plato maravilloso que hemos probado muchas veces y nunca es suficiente.

Es divertido que los mozos nos conozcan tanto que se adelantan en nuestras preferencias, lo que hace más disfrutable la jornada. Para los fondos, una paella marinera que a mi partner entusiasmó y en mi caso un tallarín lomo huancaína, una maravilla que me encanta disfrutar. Acompañamos con un merlot Santa Digna, muy apropiado para esta combinación de sabores.

El postre fue compartido, un pie de maracuyá que honestamente se hizo pequeño pero habíamos decidido compartir. Al cierre, como siempre, los cafés negros de rigor.

Quitral : nueva opción en Boulevard Lastarria

Necesitaba cenar urgente, mi hambre me desbordaba y quería probar algo novedoso que rompiera la rutina laboral que ya excede las 12 horas continuas en estos días. Me dirigí al barrio Lastarria y por esas casualidades que celebro a menudo, me encontré frente a un nuevo sitio en ese exquisito boulevard de Lastarria 70. Enfrente de Peztoro, hay una nueva opción que esta noche pondría a prueba.

Un enorme lugar muy bien diseñado, harta madera y espacio, luminarias de filamentos incandescentes muy cool, un aire industrial pero con apego elegante. Dado que cuenta con varios espacios, me fui al más tranquilo y no menos espacioso en el fondo.

Inicié el experimento con una copa de espumante mientras disfrutaba una entrada de locos impresionante, tres locos de buen tamaño cortados por la mitad para contener una salsa de trozos de cebollas y especias a la manera de un ceviche que realmente estaba exquisito.

En la mesa, una caja de madera como metáfora de una panera y una salsa de untar deliciosa, además de una partida de sal en tres presentaciones Sal de mar al orégano, al jengibre y al romero. Un conjunto de posibles sensaciones traídas desde el salar de Atacama.

La carta abundante me dio tarea para elegir el plato de fondo, sobretodo porque la entrada ya era bastante abundante. No obstante ello, pedí un Salmón encostrado en especias acompañado de una base de quinoa, puré de aceitunas,  hojas de albahaca, salsa con tomate cherry y cebollin rostizado. Mientras esperaba el fondo, trajeron un sorbete limón de pica y jengibre para cambiar los sabores, algo que siempre se agradece.

Para acompañar mi plato de cena, incluí una botella de Pinot noir Montes Reserva el que pusieron, como corresponde, en una fuente con agua y hielo. El único detalle es que los mozos no se tomaron la molestia de vigilar cuando mi copa requería atención y finalmente decidí levantarme y traer la botella a mi mesa ya que me molesta mucho esperar.

Si bien es perdonable que en la partida de un restaurante de este nivel haya detalles de servicio, hay que hacer notar que el entrenamiento del personal de servicio es irrenunciable ya que al menos la mitad de la experiencia en un restaurante la construyen los mozos. Un buen café negro cerró la incursión gastronómica.

La comida buena, aunque no excelente, pero tiene gran potencial y espero volver a probar la madurez del local.

El Ancla : sigue siendo un disfrute

Si bien he regresado a este lugar muchas más veces de lo que relato, creo que es hora de hacer justicia y compartir las delicias de una nueva experiencia disfrutable en este especial sitio. Desde el 2011 cuando lo descubrí, quizás lo único que ha cambiado es que cada vez cuesta más conseguir una mesa

Tras una razonable espera, conseguimos una mesa en el primer piso, la carta y un rápido pedido de Kir Royale y Agua mineral junto a esa increíble entrada de Locos con papas mayo. Esto es un clásico y se ha convertido en nuestro fetiche. Saborear esos locos turgentes es una experiencia irrenunciable. Calmada el ansia, buscamos en la carta los platos de fondo, para encontrar un curanto en olla y mi albacora con salsa de mantequilla y alcaparras junto a unas papas salteadas, perfectamente acompañadas con un pinot noir Cefiro del Valle de Casablanca.

Una cena lenta y sensual a pesar del bullicio de la multitud de comensales que llega cada jornada a disfrutar esta buena cocina. Al cierre solo fuimos capaces de compartir una leche asada y esos ricos cafés negros que marcan el fin de una cena y el comienzo de una noche de más disfrutes.