Una salida Malaya muy especial: venciendo al clima

Durante la semana me llegó la invitación para ascender un cerro que no he visitado aún, me refiero al Purgatorio. Un cerro cuyo nombre es un reflejo del esfuerzo que puede significar y que se ve especialmente aliviado cuando ya existe nieve, algo ausente de la mayoría de los cerros en esta época de sequía y de clima tan extraño.

Un día antes del paseo y ante un pronóstico reiterado de lluvia, decidí que mojarme en cerro conocido era mucho mejor que en un cerro por conocer y comuniqué a mis amigos que iría con los Malayos al Cerro Carpa.

Domingo 6 AM. Comienza la jornada preparando con rapidez mi mochila para estar a tiempo a las 7 AM en el punto de reunión, en donde me pasaría a buscar René, un gran amigo malayo. Una vez que recogimos al gran David, nos fuimos hacia el punto definido al final de Av. La Dehesa en donde esperábamos encontrar al resto de Malayos. Fue un tanto sorprendente notar que el pronóstico del clima hizo estragos en nuestro Club, ya que solo llegaron 15 Malayos al desafío. Debo indicar que en los últimos paseos nunca bajamos de 40 asistentes, por lo que quedamos muy sorprendidos.

Bueno, nunca ha sido un problema la asistencia, recuerdo paseos con tres malayos y otros con 70 integrantes, así que nos preparamos para iniciar nuestro paseo. El cielo amenazador y un frío que cada vez se intensificaba más. Sin embargo, el esfuerzo del ascenso pronto nos puso en estado calórico y debimos detenernos a sacarnos algo de ropa para continuar.

Cuando ya llevábamos algo más de una hora de ascenso, el cielo bastante ennegrecido nos arrojó una ventolera de miedo, varias veces perdí el equilibrio y comenzó una fina lluvia, preludio de todo lo que vendría. En ese punto 5 malayos que no contaban con la ropa adecuada para seguir o bien no quisieron arriesgar un resfrío, decidieron retornar. El resto, añadimos una tercera capa a nuestra vestimenta y nos decidimos hacer frente al clima y seguir la marcha.

En la medida que el frío seguía lastimándonos y las ráfagas de viento arreciaban, nos establecimos metas intermedias para que nos sirviera de aliento y sentir que todo este esfuerzo seguía siendo divertido y que valiese la pena.

Decidimos que llegar al Portezuelo era alcanzable y a medida que seguíamos ascendiendo, nos pareció que nada nos detendría hasta que llegáramos por lo menos al Cerro Conchalí. Y así fue, aunque intenté que algunos se sumaran a continuar un poquito más, la verdad es que era suficiente y el Conchalí era una meta adecuada para las condiciones climáticas. la verdad es que estaba muy frío y cuando ya todos habían llegado a la cima, se largó a nevar, con lo cual debimos acelerar nuestro menú malayo para poder bajar. Un menú extraordinario como siempre, con chocolates, turrón, maní al ciboulette y otras delicias comestibles, además de rico té con diversas preparaciones.

El viento y la nieve nos obligaron a bajar con tiempo apenas suficiente para las fotos de rigor y anotarnos en el cuaderno de cumbre que otro Club dejó para la posteridad en una caja metálica. Dejamos nuestros nombres y el de nuestro Club Malayo como corresponde y comenzamos el descenso.

Contra todo pronóstico, a medida que bajábamos, el tiempo comenzó a ser más benigno y ya a la mitad del recorrido nos habíamos despojado de nuestra tercera capa y algunos, de hecho, íbamos solo con lo indispensable ya que el calor corporal comenzaba a notarse.

Alrededor de las 15 horas ya estábamos de regreso y tras los abrazos y despedidas, volvimos a nuestros hogares, orgullosos y contentos por haber vencido una vez más la comodidad y las penurias de un mal clima, para cumplir nuestro dichoso rito de ir a la montaña a limpiar el alma y los pulmones una vez por semana.

Gran paseo malayo!!!

Horcón de Piedra : gran aventura

Visitar esta zona cercana a la Laguna de Aculeo y hacer trekking por casi 12 horas fue un desafío que 45 malayos aceptaron. Siempre me pregunto si algún día se agotará la energía de mi querido club pues a todos los desafíos llega una multitud de entusiastas y buenas personas.

Un despertar muy de amanecida, pues debía estar en mi punto de encuentro a las 6:35 horas. Puntualmente apareció un nuevo malayo y una vieja amistad al mismo tiempo, de hecho nos conocemos del tie,mpo en que trabajábamos en nuestras tesis en la universidad. Cómo pasan los años y podemos reencontrarnos en algo tan disfrutable como un paseo malayo!!.

Llegamos al punto de encuentro general en la carretera y de ahí nos dirigimos hacia Altos de Cantillana, una reserva natural privada, algo novedoso para nuestras habituales salidas.  La fundación a cargo, posee 10 mil hectáreas de esta zona mediterránea con gran biodiversidad y hermosos paisajes.

Bien planificado como siempre por el gran David, tendríamos un paseo en dos etapas, de manera que de acuerdo al estado físico e interés de los participantes se podría llegar hasta las Pozas de Las Canchas, un lugar delicioso para descansar e incluso darse un baño en aguas cristalinas y el resto poder seguir hasta la cumbre del Horcón de Piedra.

Fue una jornada agotadora para quienes seguimos hacia la cumbre, ya que dejando la zona de Las Canchas, el camino se pone muy pesado y son hartos kilometros de subida. No obstante ello, 20 malayos alcanzamos la cumbre y disfrutamos el menú malayo, el rito gozoso de compartir un rico almuerzo en la cumbre.

Luego de un breve descando iniciamos el regreso, lo que normalmente se siente demasiado extenso, demasiado. Sin embargo, la sonrisa y el estado de felicidad no se amilana a pesar del cansancio evidente de todos nosotros.

Lindo paseo y hermoso lugar. Dejo fotos para el recuerdo.

Ascenso al Cerro Manchón : una prueba de resistencia

He subido muchos cerros de nuestra maravillosa cordillera y si algo he aprendido es que cada uno sube su propio desafío, su propio cerro y su propia historia.

El Cerro Manchón es un cerro de mediana altura (algo más de 3.700 metros), pero desde el punto de inicio a la cumbre hay un gran desnivel y es casi seguro que toma cinco horas de subida permanente. El premio, si el clima lo permite, es conseguir una vista privilegiada a muchos cerros del cordón montañoso, incluido el cerro El Plomo.

Partí mi desafío muy temprano ya que a las 6 AM estaba en pié preparando mi mochila y suministros para un largo día de montaña. Un radiotaxi me dejó un poco antes de las 7 Am en el lugar de encuentro, al cual llegaríamos 24 malayos entusiastas. Siguiendo las reglas del Club Malayos, a las 7:10 horas comenzamos el viaje hacia el punto de inicio del sendero que lleva a nuestro objetivo.

Puesto en palabras simples, este es un recorrido permanentemente en subida, no hay zonas planas y tampoco hay senderos relevantes, por lo que el esfuerzo que requiere es importante. Debo reconocer que ya a la mitad del camino, tenía los músculos de las piernas agotados y debí hacer elongaciones en varias oportunidades. A partir de cierto punto, el proceso dejó de ser fuerza física, simplemente se transformó en un desafío para la mente. Efectivamente, no todos pudimos llegar a la cumbre (solo 16), la mayoría un tanto adoloridos pero contentos por el logro, vencerse a uno mismo es muy gratificante y especialmente cuando el premio es un menú malayo.

La naturaleza nos tapó la vista que esperábamos conseguir, ya que mientras ascendíamos un gran bloque de nubes se apoderó de la cumbre y la visibilidad quedó en el mínimo. En cualquier caso, la tabla de quesos, las ricas aceitunas rellenas las finas hierbas y otras con anchoas, los chocolates y otras delicias nos dieron el toque de placer que nos hace disfrutar cada fin de semana en la montaña.

Un caso digno de estudio fue un chico adolescente para quién ésta era su primera salida y que no solo llegó a la cumbre feliz sino que luego bajó después corriendo, estaba maravillado y parecía que no se cansaba nunca. Adivino que engolosinado con el descubrimiento del goce de la montaña usó toda su energía juvenil en disfrutarlo todo sin medida, ya lo veo convertido en un nuevo fanático de la montaña, un nuevo malayo.

De regreso en santiasco, de verdad que estaba muy cansado, pero no lo suficiente como para no disfrutar una rica cena. Tras una prolongada ducha caliente, salí a buscar un sitio en donde darme un gusto. Así encontré abierto el restoran Bavaria, en donde a pesar de su reducida y especializada carta de carnes, encontré algo digno de mi ansiedad por proteínas y sabores.

Partí con una palta cardenal, palta rellena de camarones sobre un rico nido de lechugas tiernas. Luego una escalopa Bavaria, la contundente escalopa rellena de jamón y queso, acompañada de papas fritas y huevo frito. Una bomba que me haría recuperar energías con la compañía sabrosa de un Cabernet Sauvignon Reserva 2009 de Santa Emiliana.

Ya recompuesto y agradado con mi cuerpo, me pedí un café helado para cerrar este día en que enfrenté mis propias limitaciones y mi capacidad de hacerles frente. Dejo de regalo algunas fotos del paseo.

Buen aprendizaje!!

Glaciar Colgante El Morado : gran paseo post navideño

Aunque es bastante habitual que la mayoría de mis fines de semana salga a la montaña con mi querido club malayo, en pocas ocasiones le dedico una crónica y en esta ocasión me resarciré de parte de la deuda, porque creo que este paseo dominical fue extraordinario y un fiel reflejo del hermoso espíritu que anima a tanta gente a compartir en la montaña.

Un año especialmente intenso en emociones y que afortunadamente termina en las próximas horas, no impidió  las 50 salidas que el club organizó. Este año no solo marcamos más de algún record en asistencia (más de 60 malayos en un trekking y más de 400 inscritos en nuestras bases de datos), sino que nos dimos espacio para ser solidarios con muchos hermanos que sufrieron estragos por el terremoto, también celebramos a lo grande el cumpleaños del club (D.I.M) y disfrutamos cada una de las salidas con nuestro menú malayo, esa deliciosa forma en que festejamos cada cumbre. También este año, inauguramos las salidas para los que se inician en la montaña y especialmente para los niños, una iniciativa notable de Gustavo. En definitiva, este fue un gran año malayo.

El domingo después de Navidad, nos citamos en el habitual punto de encuentro de Av. La Florida a las 7:30 horas, hasta adonde llegaron alrededor de 50 malayos, la mayoría viejos compañeros de aventuras pero también algunos que recién se integran. Por vez primera, nuestro gran David no alcanzó a llegar en los tiempos acordados y a la hora señalada nos fuimos en caravana hacia El Cabrerío, donde finalmente todos reunidos, iniciamos el tramo zigzagueante rumbo al glaciar colgante.

Una ruta de moderada dificultad bajo un sol implacable nos condujo tras algo menos de tres horas a ese maravilloso santuario que es la laguna con el glaciar colgante de fondo. Todavía y a pesar del calor, hay restos importantes de hielo flotando e incluso en tierra firme.

En esta ocasión tuvimos la participación de un ser notable, una chica no vidente que hizo el trekking con tanta habilidad que muy pocos se dieron cuenta de su condición y que cuando se comentó a su llegada arrancó aplausos espontáneos y emocionados de todos nosotros, gran valor!!!. Momentos como ese, nos llenan el corazón de alegría, porque en nuestra visión, la montaña no es sitio de atletas ni de competencias. cada uno de nosotros sube su propia cumbre, un personal y silencioso desafío.

Instalados en las riberas de la laguna, nos dispusimos a la parte más sabrosa de nuestro paseo. Comer y beber cosas ricas que llevamos para compartir. Aunque era imposible que alcanzara para todos, abrí una lata de aceitunas rellenas de anchoas y una botella de un fantástico ensamblaje de Las Casas del Toqui Assemblage 2005 (Valle del Cachapoal) que compartimos golosamente. Mientras tanto, otro malayo sorprendió con un pisco sour casero que celebramos añadiendo hielo del glaciar (milenario), por allá aparecieron versiones de pan de pascua de las más diversas recetas, unas cerezas corazón de paloma, un ceviche de mariscos, más vinos, cervezas, chocolates, café  y una infinidad de exquisiteces que me costaría nombrar.

Como parte del descanso post menú malayo, algunos fuimos a pasear sobre el glaciar y otros se afanaron en practicar complejas posiciones de yoga, para delicia y admiración del resto que simplemente reposaba.

A la hora del retorno, muchos nos dedicamos a tomar fotografías de tanta belleza que encierra el Cajón Las Arenas, las que se sumaron a las que tomamos en el glaciar.

Un gran paseo, un gran año y sobretodo un gran Club!!

DIM : 12 años celebrando la montaña

Pensar que un disfrute de fin de semana que hace 12 años iniciaron unos pocos, hoy sea motivo de celebración para alrededor de 80 amantes de la montaña y que la base de datos de nuestro club ya anote más de 400 integrantes, la verdad es que resulta insólito y al mismo tiempo un gran movilizador del entusiasmo y la buena onda que tienen este fantástico Club Malayo. El DIM, Día Internacional Malayo, es una gran fiesta!!.

La diversidad, la tolerancia, la solidaridad y sobretodo las ganas de disfrutar sanamente en nuestra hermosa cordillera, nos reúnen todos los fines de semana. Aunque no siempre suben los mismos, se repiten los valores que nos unen y que permiten que tantas personas distintas podamos disfrutar juntos no solo un buen ascenso a un lindo cerro sino que además ser capaces de compartir con alegría un menú malayo, esa excusa que inventamos para hacer más disfrutable aún cada paseo. Son muchos quienes nos esmeramos en llevar algo rico o distinto en nuestras mochilas para deleite de todos en ese instante maravilloso en que celebramos estar juntos en la montaña.

Me siento orgulloso de ser un malayo y compartir con gente maravillosa cada semana. Al fin y al cabo, no celebramos tanto el llegar a la cumbre sino que mucho más, el estar juntos disfrutando la belleza de la  naturaleza y la humanidad.

Felíz cumpleaños malayos!!!!

Valpo : krrtreking formidable

Desde hace varios años acostumbro dar una vuelta por nuestro Patrimonio de la Humanidad, me refiero por cierto, a Valparaíso. Ascensores precarios y deliciosos, calles de subida (muy de subida, nunca de bajada), casas magníficas que desafían la gravedad y las inclemencias de un clima marino, un puerto principal venido a menos pero que 24 horas al día trabaja por ser reconocido en el universo de las maravillas que posee nuestro Chilito.

Noviembre es un buen mes para pasear, sobretodo cuando arrecia el cumplimiento de metas laborales y las fiestas de fin de año. Valparaiso amplía sistemáticamente su oferta de opciones filetes, hoteles boutiques, restoranes de calidad premium, paseos culturales de primera y una inclasificable lista de posibilidades para disfrutar el día y la noche del puerto.

Un rápido resumen de este krrtrekking incluye un maravilloso hotel boutique Latitud 33, un lugar para inaugurar el día «El Desayunador», un museo pictórico delicioso al aire libre en un Cerro Bellavista (el cerro que Neruda eligió para su casa en el Puerto), un rico refrigerio en Café Iris, un almuerzo premium en Divino (del hotel Gervasoni), unas maravillas pictoricas en pequeños talleres de arte de libre acceso en los cerros Alegre y Concepción, un café helado con menta en el Café del Jardín, unos tragos geniales para el atardecer en el Epif, una comida Thai irrepetible en el Samsara, un almuerzo extasiante en el C (Concepción) el mejor restorán que he encontrado en Valpo, unas tapas y tragos en el Restorán del Paseo Atkinson y el único punto negro (o blanco según quieras), el pésimo y desagradable «Poblenou», un pequeño y pretencioso sitio del Cerro Concepción que la verdad debe desaparecer, cero gestión, cero concepto de calidad de servicio y peor que todo, nula comprensión acerca del servicio al cliente. No pierdan su tiempo, borrenlo de la lista.

Valparaíso, maravilloso puerto de Chile y un carrete excepcional para cualquiera que aprecia la calidad

Aproximación a Piuquencillo : lindo paseo

Muy temprano de domingo se inicia un paseo hacia un cerro inalcanzable, son dos días de travesía normalmente, pero queriamos llegar al menos hasta la base. Meta que suponíamos realizable.

Viaje raudo desde Providencia hasta la estación de servicio copec a medio camino hacia el Cajón del Maipo. Un punto de reunión típico de Los Malayos, cuando vamos a este cordón de cerros.

Pues bien, a las 8:10, es decir a los 10 minutos que definen el timeout de espera en cada paseo, nos ordenamos en los vehículos más apropiados (el resto nos esperaría lindamente estacionados) y partimos al paseo dominical. Me encanta el respeto por el tiempo de todos, la puntualidad es un bien superior.

A esa hora pocos vehículos se dirigían hacia Lagunillas, precioso balneario de invierno, fuimos los primeros en estacionar en la explanada. Tras los embetunamientos de protector solar y postura de polainas (hay demasiada nieve), partimos hacia nuestro deseado destino.

Una caminata intensa, sobretodo al principio, lo cual se vió más complicado con el espeso e indeseado barro, resultado de una nevazón derretida por el lindo sol de este día.

Gran travesía, extensa y hasta pude medir mis 3.853 calorías gastadas en el esfuerzo. Considerando que solo llegamos hasta las cercanías de la base del cerro Piuquencillo, a una loma majestuosa; no obstante sus rocas no fueron suficientes para protegernos de la ventisca fría que congelaba el alma. Fue divertido y al mismo tiempo sufrido disfrutar el menú malayo con mitones de nieve en las manos (que fríooooo!!!). Quedamos manchados de todo, especialmente del café maravilloso del maestro David. Sin embargo, nada impidió que pudieramos comer y beber rico, aparecieron unos choritos que se sirvieron con mayonesa, frutas, cereales varios, huevos duros (infaltables), turrón, chocolates, te con manzana y canela, etc.

Los Malayos sabemos pasarla bien!!!

Curso de Montaña II : adrenalina por doquier

Un fin de semana de campeonato, tal vez por lo adolorido y cansado que estoy, pero no menos dichoso. La segunda parte del curso de montaña, se manifestó en un viaje al campo de entrenamiento en Las Melosas, Cajón del Maipo. Partimos a las 8 de la madrugada del sábado con rumbo a dicho lugar, solo nos detuvimos en el pueblo de San José de Maipo para desayunar con cierta grosería, unos ricos Barros Jarpa en pan amasado y luego seguir al campamento.

Los contertulios ya formados en cordadas (mi cordada se mantiene con Francisco y Kosta), ya nos habíamos puesto de acuerdo en temas de alojamiento (quien llevaba la carpa) y en la comida (cada comida principal la auspiciaba uno de nosotros). Gran y dichoso acierto!!!.

Partimos el curso con un repaso breve de nudos (glup!!!, tuve que esforzarme para alcanzar a mis aventajados compañeros quienes habían ejercitado en la semana), pero, por fortuna, nos debimos enfocar en aprender tres nuevos nudos, Dinámico, Fuga y Marinero. Interesantes y útiles.

La parte deliciosa de esta parte, el almuerzo, me tocó improvisarla y preparé a mi cordada un rico arroz con amapolas, pimienta, ajo y cortes de pulpo acompañado de puré de atún y rodajas de tomate. Mientras cocinaba los entretuve con unas aceitunas rellenas de anchoas, deliciosas. Seguido de un postre de frutas picadas en almíbar. Muy bueno, por las caras de satisfacción de mis compañeros.

Sin pausa, partimos a practicar seguridad y marcha en montaña. Ascendimos un cerro cercano que el instructor había elegido (que inteligente y mañoso!!!) y subimos hasta un lugar que nos posicionó en un acarreo interesante. Y bueno, partimos de lo simple, detención del «gato», luego autodetención cuando ruedas hacia adelante y luego cuando ruedas hacia atrás. Que cantidad de costalazos!!!. Dos de las féminas (Magaly y Ximena) hicieron pasos de baile en el vacío y de no estar atento el instructor, todavía están rodando cerro abajo. De hecho, cuando hice una voltereta doble caí con una pierna sobre una piedra y todavía tengo hinchado y herido el muslo. Sin embargo, fue muy aleccionador y me dio seguridad saber que a pesar de todo es posible detener la caída con algo de técnica. En estas volteretas rodando por el cerro, perdí una pieza de mis lentes, no me di cuenta hasta el día siguiente. Igual fue genial!!!

Terminado el periplo en el cerro, nos fuimos a practicar cruce de ríos. Harto helado el trance, pero, muy útil saber como enfrentar un buen torrentón de río.

En la noche, Kosta nos dió un festín, un buen trozo de cerdo para la parrilla, mientras preparaba unos camarones al ajillo para acompañar unos fideos canutos y palta. Delicioso!!!. La jornada de cena se extendió bastante pues, Magaly estaba de cumpleaños este domingo. Así apareció de la nada una botella de vino (Nico, la llevas), té de mate e incluso unos cigarrillos que nos hicieron muy disfrutable una noche pletórica de estrellas y buena onda.

Despertados a las 6:50 horas del domingo, porque Francisco identificó un canto de un pájaro con la alarma de mi celular (maldito!), no hubo otra opción que darle el paso a su demostración gourmet. Huevos revueltos con jamón de pavo (aporte de Anabella) y tomate, queso de cabra al orégano con palta y tostadas de pan ( en la parrilla que sobrevivió a nuestra bacanal nocturna). Un desayuno de dioses, para esperar una jornada intensa.

Nos tocó una sesión de tirolesa, para lo cual fuimos a otro sector en donde tendimos cuerdas sobre un pequeño río en un paisaje de rocas. Muy divertida sesión, amenizada por el impasible instructor e inteligente Rodney, nuestro instructor. Terminado el trance de suspendernos por los aires para ir de un lado a otro, nos fuimos a helarnos en una sesión de travesía de ríos. Dos anclajes, para asegurar que cada «víctima» tuviera su naufragio personal y fuera rescatado de las portentosas aguas del Maipo. Ateridos, como corresponde, todos fuimos rescatados y pudimos cerrar esta jornada.

Desarmado el campamento, hicimos un accidentando viaje para conseguir donde comer unas empanadas de almuerzo, lo cual conseguimos tras tres intentos fallidos. Igual, exquisita jornada.

Viva la buena onda de este grupo, no podría ser mejor.

Mirador Cerro La Cruz en Parque Mahuida

Levantarse un domingo a las 6:45 horas es un gran desafío para mí, pero no me iba a perder la oportunidad de ir a un trekking con los malayos (http://www.malayos.cl/), varios de los cuales conocí en el paseo a los glaciares de El Morado la pasada semana.

A las 8:00 ya estabamos en el Parque Mahuida en La Reina, un clima algo fresco, pero que a todo evento, se convertiría en un infierno caluroso. La gran mayoría llegó en la banda de tiempo definida (se espera solo 10 minutos) y un llamado desesperado de alguien nos aguantó en una espera de 5 minutos adicionales.

Comenzamos el ascenso rápidamente, mientras el sol se asomaba en la cima de los cerros. Si todo iba bien, podríamos evitar que nos diera en la cara. Sin embargo, fue una subida comepiernas muy dura y ya transcurrida una hora de trepar la pendiente, me estaba doliendo una rodilla (ahi descubrí una vez más que los años no pasan en vano). Como sea, llegamos al destino en unas dos horas y poco a poco fueron llegando casi todos los integrantes (salvo un par de deserciones).

Ya instalados (algunos) a la sombra del único árbol del lugar (el resto son solo arbustos) comenzó la mejor parte del paseo. La faceta oculta y deliciosa de los malayos es que son buenos gourmets, unos sibaritas con mochila!!!!!!.

Comenzaron a aparecer aceitunas al ajo, turrones de leche, crujientes de pan atomatados y un sinnúmero de delicias. Lo que puso la nota alta, fue cuando una chica sacó unas frutillas enormes y heladitas más un pote de crema, con lo cual tuvimos un postre delicioso. La misma crema sirvió para que algunos probaran un capuchino, ya que también había café, y del bueno.

Impresionante, con un estímulo así de potente a mis sentidos, no quiero hacer otra cosa que no sea , salir con los malayos. Me encargaré de llevar algo delicioso en el próximo paseo, para aportar al disfrute

Domingo de descanso

Desperté muy tarde, casi a las 15 horas, tras un sábado muy intenso. Necesitaba ir al cerro a botar tanta toxina acumulada, así es que tomé mi bici y oh sorpresa, tenía desinflado el neumático delantero. Pucha oh, debo haber pinchado ayer en el cerro, al menos eso pensé.

Me puse a desarmar la bici y tratar de cambiar la cámara (hace tiempo compré un repuesto y ahora sería la oportunidad de probar que era capaz de cambiarla). Fue un desastre, la cámara nueva no inflaba, parece que tampoco era la medida correcta. El asunto es que al final, me puse a probar la cámara supuestamente pinchada y parece que no lo estaba. Con paciencia, volví a montar la cámara antigua, inflé y me la jugué.

Subí hasta el jardín japonés cansado como bestia sin entender porque. Me bajé y comprobé que al poner la rueda quedó mal calibrado el freno y había subido frenado!!!!!!

Reparado el cuento, volví a la meditación del ascenso. Que maravilla volver a creer que mi estado físico no es tan malo.

Regresé a casa, ducha y a prepararme un rico almuerzo. terminé cerca de las 18:30 horas de alimentarme y de ahi me puse a reparar uno de mis notebooks. Quedó impecable

Ha sido un buen día de recuperación.